Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
Daily News Egypt nos ofrece una impresionante foto, firmada por Mahmoud
Mostafa, que le sirve de ilustración de lo ocurrido ayer en las calles de El Cairo.
Nos muestra una de las calles que se dirigen hacia la Plaza de Tahrir, la calle
Qasr Al-Eini. Lo que más impresiona es el vacío. Es un escenario en el
que una solitaria figura se dirige hacia las puertas, pintadas con la bandera
egipcia, que impiden el acceso a la plaza.
Es esa
solitaria figura la que permite dar el tono fantasmagórico al espacio. Nadie a
la vista, un escenario fantasmal. Solo la determinación de un hombre que camina
convertido, gracias al arte fotográfico, en la imagen de la determinación. Da
igual que doblara en una esquina o que se quedara en un portal. La imagen es la
imagen. Es un hombre solo que se dirige hacia un muro pintado con los colores
de la bandera egipcia. No hay nada más en esa imagen; solo lo que nosotros,
espectadores, aportamos con nuestra experiencia. Entre esa foto y nosotros se
encuentra la Historia y su recuerdo. Es lo que nos permite dar sentido a ese
caminar decido, absurdo, hacia un "castillo" kafkiano.
Desde
las páginas de Mada Masr, el profesor de Sociología de la Universidad de Illinois y prominente
analista político de Oriente Medio, Asef Bayat, de origen iraní, entona una
explicación de la triste evolución de los acontecimientos en estos cuatro años:
Things in the Middle East usually appear far
worse than they really are when looked at from the outside. But on my recent visit to Egypt — as I talked and
listened to people, watched local television, read daily papers and made
observations — it became clear that
revolutionaries were going through painful times. A deep disenchantment seemed
to color the sentiments of many who once held high hopes for their remarkable
revolution, but now have to face the vulgar triumphalism of the
counter-revolution airing from what looked, not long ago, like an independent
media.
Sí, son tiempos de dolor. No solo el de las muertes o
encierros, sino el desesperante de la frustración. El duelo oficial por la
muerte del rey de Arabia Saudí ha librado a muchos de tener que escuchar
panegíricos absurdos de la revolución inconclusa que todos reivindican pero
cuyo espíritu es ignorado. Incluso —es la astucia— se ha aprobado una ley que
"protege" el buen nombre de ambas "revoluciones", la del 25
de enero y la equiparada del 30 de junio, la que produjo el derrocamiento de
Mohamed Morsi y la expulsión de los Hermanos Musulmanes del poder y del país. Hay
que ser dueño de las palabras, como hay que ser dueño de calles y plazas. Hay
que evitar que se dispute la propiedad de los símbolos.
Después de la Revolución del 25 de enero, han sido varios
los intentos de apropiarse de lo que ocurrió en la Plaza. Ha sido un espacio
simbólico del que era fundamental la apropiación y gestión. Lo intentaron los
islamistas cuando trataban de convertirse en los imposibles dueños de algo que
no habían comenzado y que trataron de eliminar. A muchos jóvenes miembros de la
Hermandad de entonces se les exigió escoger entre su generación y la de los líderes.
Recuerdo los debates sobre la obediencia y las amenazas de los jóvenes que se
resolvieron alejándose de esos férreos patriarcas, de esos hombres piadosos de
mano firme y sentido de la Historia.
En otro artículo de Mada Masr, Yasmine El-Rifae, bajo el
título "Unauthorized Memory" se pregunta dónde es posible manifestar
el dolor por la Revolución. Lo hace tras la muerte de la activista socialista
muerta ayer por un disparo cuando intentaban llegar a Tahrir a depositar flores
en recuerdo de los que murieron allí:
Where are we to mourn, to
remember?
The place where
Shaimaa was killed for trying to remember the lives of others who have fallen
is now off-limits. There are tanks and barbed wire barriers and hundreds of
thousands of police and state security, many of them dressed in black
face masks and combat boots, like gunmen in a bad film or, I suspect, many
nightmares.
The gunmen and
their bosses have made it clear that unauthorized memory will not be tolerated.
Neither will grief. Public
language, thought, and opinion is either legal or illegal, patriotism or
treason.**
Shaimaa El-Sabagh, la víctima de ayer, iba con flores a
recordar a los muertos en Tahrir. No tenían muchas más pretensiones. Pero ese
muro que nos mostraba la fotografía, esas puertas que cierran calles y plazas,
pintadas con los colores de la bandera de Egipto, no permiten ni el paso de las
personas ni el de los recuerdos.
Ayer coloque una de las ilustraciones de la entrada del blog
en mi página personal de Facebook. Quería rendir mi homenaje particular al
acontecimiento que hizo despertar mi interés por el Egipto moderno y no por sus
ruinas. Había conocido y estimado a los jóvenes en mis visitas anteriores a la
Universidad de El Cairo y tenía buenos amigos y compañeros con los que había
trabajado en proyectos de investigación. Interesarme por Egipto era hacerlo por
ellos, demostrarles que me importaban ellos y su futuro. De los cientos de
miles de fotografías que existentes, de los cientos que guardo, me decidí por
una que para mí representaba el espíritu de Egipto. Al contrario de la foto de
ayer, aquella nos mostraba a los jóvenes en las tareas de limpieza de la Plaza
y las calles en las que se habían desarrollado las batallas previas a la caída
de Mubarak. No elegí los enfrentamientos, los combates; no elegía las banderas
triunfales o los gritos eufóricos. Me decidí por la sencilla tarea de barrer
las calles, por la humildad de lo que hay que hacer frente a la demagogia o la
retórica grandilocuente. Levantar un país necesita de humildad, del trabajo de
todos y cada uno; no se hace con mesianismos salvadores.
Pero todo se fue torciendo. Los discursos iban por un camino
y los hechos por otro. Ya no se trataba de hacer la revolución, sino de aprovechar su nombre, introducido ahora en los
discursos oficiales. El poder real seguía incólume. Como sabe el buen pescador,
a las mejores presas hay que soltarles el sedal para que crean que no han sido
atrapadas; ya se debilitarán.
Asef Bayat recurre a Hegel y su fenomenología y a Antonio
Gramsci. No es necesario llegar a tanto. Yasmine El-Rifae se pregunta algo más
sencillo y comprensible: ¿dónde podemos manifestar nuestro dolor por los
muertos sin morir en el intento? ¿Donde dejar las flores que testimonien que el
sacrificio de los que cayeron no fue inútil, que siguen recordados?
* Asef
Bayat "Revolution and despair" Mada Masr 25/01/2015
http://www.madamasr.com/opinion/revolution-and-despair
** Yasmine El-Rifae "Unauthorized memory" Mada
Masr 25/01/2015 http://www.madamasr.com/opinion/unauthorized-memory
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