Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer escribíamos sobre las ventajas de las ediciones online
y de los libros electrónicos para la mayor difusión de las obras partiendo del
principio de que permiten romper las barreras que se trata de imponer a la creación
y al pensamiento, que son las dos caras de la moneda. El silencio es la
aspiración de aquellos que tienden a la voz única en cualquiera de sus
variantes políticas y religiosas.
El incremento de la intransigencia se seguirá produciendo si
no se abren los cauces de la creatividad y se siguen reprimiendo las libertades
de pensamiento y creación. Las aspiraciones de muchas personas en el mundo
chocan contra las barreras de un fundamentalismo de varias velocidades, en
función de la fuerza disponible para cumplir su objetivo final de reducción de
la riqueza y variedad social.
Hace unos días el diario Ahram
Online daba cuenta de un ejemplo, no egipcio, sino de la aspirante a la
Unión Europea, y "moderada" Turquía, cuyo primer ministro ha estado
desfilando por las calles de París del brazo de otros que protestaban contra el
fundamentalismo asesino, defendiendo la libertad de expresión:
A top anti-government composer's works removed
from the repertoire. Sexual references expunged from a play. A new bill that
would increase the government's influence on performances.
Cultural figures are complaining of increased
political intervention that could undermine the quality of arts such as Western
classical music, drama and ballet in Turkey.
The promotion of Western creative forms was
championed by Turkey's secular modern founder Mustafa Kemal Ataturk, but
artists fear this heritage is being lost under the rule of President Recep
Tayyip Erdogan, a pious Muslim.
World-renowned Turkish pianist and composer
Fazil Say wrote in an open letter that his works had been removed from a
state-funded orchestra's repertoire in a "crackdown on artists".
The Turkish culture ministry has dismissed Say's letter as a publicity stunt.
The 45-year-old virtuoso is a fierce critic of the Islamic-rooted government and was handed a suspended jail term for blasphemy in 2013.
The Turkish culture ministry has dismissed Say's letter as a publicity stunt.
The 45-year-old virtuoso is a fierce critic of the Islamic-rooted government and was handed a suspended jail term for blasphemy in 2013.
The Presidential Symphony Orchestra, which was
to perform Say's works "Istanbul Symphony," "Water" piano
concerto and "Hermiyas: the boy on the dolphin," turned instead to
veteran Turkish composer Muammer Sun.
Sun, however, turned down the orchestra's
request to play his works: "Kurtulus" (Independence) and
"Cumhuriyet" (Republic), in a show of solidarity with the pianist.
"I see removal of Say's works from the
orchestra's 2014-2015 programme as interference in arts and I am protesting
it," Sun told AFP.
He lauded Say as a "great composer"
and a "world-famous artist who does not shy away from expressing his
thoughts when necessary."
Sun said Turkey's current rulers "may be
considering the arts in an Islamic framework" but insisted that culture
was not incompatible with Islam and had flourished in the Ottoman Empire.
"There was opera in the Ottoman palace in
1850 where artists from abroad were performing," he said. "The
current rulers do not know the Ottoman history. They are ignorant."*
No, no son solo "ignorantes"; son algo peor. Turquía
representa un caso cada vez más intenso de regresión islamista. La fuerza de
que dispone el gobierno le permite ir avanzando en su islamización, lo que
supone ir recortando libertades y, sobre todo, acallando voces. Los opositores
van siendo desplazados mediante distintas tácticas, judiciales o laborales, de
la vista pública. El sistema va acallando disidentes y radicalizándose. En Egipto se produjo también un ataque similar de los islamistas contra los artistas y las artes, siempre sospechosas, con manifestaciones de los miembros de la Ópera de El Cairo, entre otros muchos, tratando de salvar sus programas tradicionales.
Turquía es otro ejemplo de pretendido "estado virtuoso".
Estas acciones se hacen en nombre de la moral del pueblo, en nombre del cual
todo pasa a ser ofensa punible. Son los ejemplos que dirigentes como Erdogan
usan para mostrar que son "dirigentes piadosos", como resalta la
información ("a pious muslim"). Es la conexión emocional con el
"pueblo" a través de un programa político que deja de serlo para
convertirse en un programa religioso que necesita de esas demostraciones públicas.
La "ley" es cada vez menos ley "humana" (sujeta a la
voluntad de los hombres) y es cada vez más "divina" y alejada, por
ello, de discusión. Los baños de multitudes de Erdogan no son casuales; es la
forma de representar esa unión a través del populismo
religioso; como algunos han señalado es una forma de chavismo islamista.
El caso del pianista Fazil Say es un ejemplo de cómo se va
recortando un espacio múltiple mediante el acoso a los disidentes. La misma
táctica que se vio en el Egipto de Mohamed Morsi (también la habían usado
anteriormente, pero en este periodo fue especialmente intenso), la entrada en
el escenario de grupos sectarios que actúan como denunciantes y que pasan a ser
aceptados dentro de un sistema judicial cada vez más restrictivo. La llegada de
los islamistas al poder en Egipto supuso las denuncias ante los tribunales
contra actores y demás artistas. Especialmente sonado fue el caso del actor
Adel Imam —embajador de buena voluntad de las NU, del ACNUR desde 2000— que
había caricaturizado en sus películas el fanatismo religioso y el terrorismo
fundamentalista, con títulos como "Terrorismo y kebab" o "El
terrorista". Imam tuvo que presentarse varias veces ante los tribunales
por aquellas viejas películas bajo las acusaciones de aquellos virtuosos y
piadosos denunciantes. El estado islamista era entonces receptivo ante aquellos casos. Tocaba ser ejemplares con los que se habían mofado de ellos. La excusa, como
siempre, no era que se les criticara a ellos, sino que criticándoles a ellos
—los puros, los piadosos— se ofendía a la "religión" y por ello a la
sensibilidad del pueblo.
El diario ABC recogía en 2012 el inicio del proceso contra
el pianista Fazil Say, un caso paradigmático del funcionamiento combinado de
grupos radicales en las acusaciones y jueces politizados en la cúspide:
Para sorpresa de muchos, un
tribunal de Estambul admitió a trámite la denuncia el pasado abril. A pesar de
que en Turquía no existen leyes contra la blasfemia, el pianista ha sido
acusado bajo el artículo 216 del Código Penal turco, que castiga la incitación
al odio por motivos raciales de clase o religiosos, y el insulto a «los valores
religiosos de un sector importante de la población», según fuentes jurídicas
consultadas por ABC. Además, la fiscalía invoca el artículo 218, que duplica la
pena para este delito si ha sido realizado a través de un medio de
comunicación, por lo que pide para Say un total de quince años de cárcel. El
proceso se inició la semana pasada en Estambul.
Harun Yahya –cuyo nombre
verdadero es Adnan Oktar- es el creador de la Fundación de Investigación de
Ciencias, una institución religiosa privada dedicada a refutar el darwinismo y
a propagar la interpretación de Yahya sobre el islam. Su organización es
considerada una secta por algunos (el Partido Justicia y Desarrollo de Erdogán,
por ejemplo, evita todo contacto con ella), a pesar de lo cual goza de cierta
influencia en Turquía y Oriente Medio. Oktar ha escrito títulos como «El engaño
del evolucionismo» o «El darwinismo social, el arma de los opresores», e
incluso tiene su propia página web en sesenta idiomas, entre ellos el español.
«Somos muy meticulosos en lo que
respecta a la religión y los valores sagrados», asegura la portavoz de la
organización en un comunicado. «La razón por la que Fazil Say ha sido llevado a
juicio es porque está incitando al público al odio y la enemistad. Esta
situación ya ha causado la polarización en el público y arruinado la paz
social», insiste, asegurando que no se trata de penalizar el ateísmo de Say.**
La estrategia es tan repetida en todas partes que lo que
intenta ser astuto ya no es más que una maniobra burda. Cualquier excusa es
buena porque se trata en última instancia de eliminar al enemigo, de borrarlo
del mapa. Lo importante es el silencio. Muerto
el perro, se acabó la rabia. Los extremistas acosan por abajo y el poder te
golpea y silencia por arriba. Todo dentro del aparentemente buen funcionamiento
de ciudadanos respetuosos de la ley que denuncia y de respetuosos jueces que
respetan los sentimientos del "pueblo" y que, atentos servidores de
su voluntad, se dedican a encerrarlos o sancionarlos.
En abril de 2013, muchos periódicos de todo el mundo daban
la noticia de que el famoso pianista Fazil Say había sido condenado finalmente
a una sentencia de 10 meses por sus comentarios en la red Twitter. Say no entró
en prisión porque no era ese el mensaje que los islamistas de Erdogan quieren
transmitir al mundo, frente al que se quieren presentar, aunque les cueste cada
vez más, como un ejemplo de moderación. Su astuta presencia en las calles de
Francia es una muestra más de la hipocresía a la que se puede llegar. Pero a
Erdogan, como a otros, se les consienten muchas cosas sin comprender que se
están sembrando los problemas del mañana.
En la misma noticia que Ahram Online da cuenta de la
retirada de la música de Say de los programas oficiales, se recuerda también:
"In December, Erdogan lamented that Turkish students know Western
scientists or composers like Albert Einstein and Beethoven, but cannot name any
Muslim scholars or musicians."* No ha dicho "turcos", sino
"musulmanes", matización importante. Fazil Say sí es turco, pero no se siente religioso,
dentro de una libertad que las leyes turcas le daban, y los Derechos Humanos
fundamentan, pero que el gobierno de Erdogan no le concede.
Los jóvenes turcos sí podrían sentirse orgullosos de lo
logrado por su compatriota, como podrían sentirse orgullosos del premio Nobel
Orhan Pamuk, otro denunciante de lo que ocurre en Turquía, por eso se trata de
desprestigiarlo, de estigmatizarlo socialmente a través de los ataques de los
fanáticos de la base (son los que hacen el trabajo sucio de la denuncia) y de
las condenas desde el poder. Es la misma estrategia seguida contra Iman en
Egipto; cuanto más popular sea alguien —científico, artista, deportista, etc.—
que disiente, mayores deben ser los esfuerzos para separarlo de la gente,
declararlo enemigo del pueblo.
A mediados de enero, las redes sociales disfrutaron
criticando la megalomanía de Erdogan. Con motivo de la visita de Mahmud Abbas,
Erdogan le recibió bajando una escalinata con alfombra roja, con ocho
espectaculares "guerreros" a cada costado. Ni Putin se ha atrevido a
tanto, pero Erdogan ya es un caso aparte. Todo forma parte de su escenificación
del poderoso, de la unión del brazo fuerte y el gobernante piadoso. Pero sus
dotes guerreras no se han probado allí donde debían, frente al Estado Islámico, cuyas masacres ha permitido a
un tiro de piedra de su frontera deteniendo a los que intentaban pasar al otro
lado para proteger a la población.
Erdogan no quiere crítica alguna, no quiere que salten los
escándalos de corrupción en las redes sociales, que ha amenazado con cortar,
dejando a una Turquía concentrada en escuchar su palabra piadosa. Las
declaraciones suyas y de sus ministros auguran tiempos difíciles para los que
quieran no ya acercarse a Darwin sino a las artes que no entran en sus
esquemas; a la Historia, que debe afirmar que cuando los europeos llegaron a
América ya había allí mezquitas. Para ello, se preparan decretos con los que
asegurarse que esos estudiantes que no tienen "musulmanes", "buenos
turcos", a los que admirar y caen en manos de gente como Albert Einstein,
conozcan lo que deben saber.
Ahram Online termina su información recogiendo los temores
de los encargados de los sectores artísticos que ven peligrar su autonomía en
la selección de los materiales de sus espectáculos:
State-run theatres are complaining of
censorship and "political pressure" as concerns are running high over
a contentious bill which artists claim is seeking to tighten the government's
control over artistic production.
If it becomes law, the bill would see an
11-member council appointed by the cabinet to decide arts funding, enraging
artists who fear it would open the way for political intervention.
"This is unacceptable. Then let the
politicians come and perform in theatre plays," said Tamer Levent, head of
the Theatre, Opera and Ballet Members Foundation which promotes the secular
arts in Turkey.
Muride Aksan, former director of the performing
arts and ballet department at the Hacettepe University State Conservatory in
Ankara, said "the art of ballet feels its future threatened" by the
government-led bill.
"The art of ballet can only exist and
develop based on an institutional tradition," she told AFP.
Last year, Mustafa Kurt stepped down as State
Theatres director after a controversy involving the use of alleged racy
language in a play based on the life of great German writer Johann Wolfgang von
Goethe.
"Art directors of state theatres are
assumed to be civil servants. The future may see removal of Shakespeare or
Goethe's plays from theatre stage," Levent told AFP.
He added: "A Turkey which drifts away from
universal values in arts will not do any good either to the people in Turkey or
in the world."
Aksan also said even though pressure on state
ballet was not directly brought to bear, "interference in costumes in
plays brings to mind censorship and auto-censorship which are unacceptable in
the 21st century."
She said the government must understand the
country's dignity and development can be sustained "not only with economy
but also with the rise in science, culture and arts."*
¡Qué ingenuidad! El gobierno de Erdogan sabe perfectamente
lo que hace; no "debe comprender" nada. Igual que quiere cerrar las
redes sociales, quiere cerrar la otras redes, las tradicionales, las de las
artes y la cultura, las posibilidades de ver otra cosa que las que ellos
consideren apropiadas para modelar esas mentes y que en el futuro sigan
contando con el apoyo de una sociedad cada vez más cerrada sobre sí misma, en
la que ellos, gobernantes piadoso, clérigos
laicos, ejerzan su ministerio asombrando al mundo por su
"modernidad" y su "moderación".
*
"Turkey creatives condemn 'crackdown' on artists" Ahram Online
18/01/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/5/35/120659/Arts--Culture/Stage--Street/Turkey-creatives-condemn-crackdown-on-artists.aspx
** "El pianista Fazil Say podría ser condenado a quince
años por insultar al islam" ABC 26/10/2012
http://www.abc.es/20121026/internacional/abci-juicio-pianista-turco-contra-201210251314.html
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