sábado, 24 de enero de 2015

La "marcha turca" de Erdogan o lo importante es el silencio

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ayer escribíamos sobre las ventajas de las ediciones online y de los libros electrónicos para la mayor difusión de las obras partiendo del principio de que permiten romper las barreras que se trata de imponer a la creación y al pensamiento, que son las dos caras de la moneda. El silencio es la aspiración de aquellos que tienden a la voz única en cualquiera de sus variantes políticas y religiosas.
El incremento de la intransigencia se seguirá produciendo si no se abren los cauces de la creatividad y se siguen reprimiendo las libertades de pensamiento y creación. Las aspiraciones de muchas personas en el mundo chocan contra las barreras de un fundamentalismo de varias velocidades, en función de la fuerza disponible para cumplir su objetivo final de reducción de la riqueza y variedad social.
Hace unos días el diario Ahram Online daba cuenta de un ejemplo, no egipcio, sino de la aspirante a la Unión Europea, y "moderada" Turquía, cuyo primer ministro ha estado desfilando por las calles de París del brazo de otros que protestaban contra el fundamentalismo asesino, defendiendo la libertad de expresión:

A top anti-government composer's works removed from the repertoire. Sexual references expunged from a play. A new bill that would increase the government's influence on performances.
Cultural figures are complaining of increased political intervention that could undermine the quality of arts such as Western classical music, drama and ballet in Turkey.
The promotion of Western creative forms was championed by Turkey's secular modern founder Mustafa Kemal Ataturk, but artists fear this heritage is being lost under the rule of President Recep Tayyip Erdogan, a pious Muslim.
World-renowned Turkish pianist and composer Fazil Say wrote in an open letter that his works had been removed from a state-funded orchestra's repertoire in a "crackdown on artists". 
The Turkish culture ministry has dismissed Say's letter as a publicity stunt.
The 45-year-old virtuoso is a fierce critic of the Islamic-rooted government and was handed a suspended jail term for blasphemy in 2013.
The Presidential Symphony Orchestra, which was to perform Say's works "Istanbul Symphony," "Water" piano concerto and "Hermiyas: the boy on the dolphin," turned instead to veteran Turkish composer Muammer Sun.
Sun, however, turned down the orchestra's request to play his works: "Kurtulus" (Independence) and "Cumhuriyet" (Republic), in a show of solidarity with the pianist.
"I see removal of Say's works from the orchestra's 2014-2015 programme as interference in arts and I am protesting it," Sun told AFP.
He lauded Say as a "great composer" and a "world-famous artist who does not shy away from expressing his thoughts when necessary."
Sun said Turkey's current rulers "may be considering the arts in an Islamic framework" but insisted that culture was not incompatible with Islam and had flourished in the Ottoman Empire.
"There was opera in the Ottoman palace in 1850 where artists from abroad were performing," he said. "The current rulers do not know the Ottoman history. They are ignorant."*


No, no son solo "ignorantes"; son algo peor. Turquía representa un caso cada vez más intenso de regresión islamista. La fuerza de que dispone el gobierno le permite ir avanzando en su islamización, lo que supone ir recortando libertades y, sobre todo, acallando voces. Los opositores van siendo desplazados mediante distintas tácticas, judiciales o laborales, de la vista pública. El sistema va acallando disidentes y radicalizándose. En Egipto se produjo también un ataque similar de los islamistas contra los artistas y las artes, siempre sospechosas, con manifestaciones de los miembros de la Ópera de El Cairo, entre otros muchos, tratando de salvar sus programas tradicionales.

Turquía es otro ejemplo de pretendido "estado virtuoso". Estas acciones se hacen en nombre de la moral del pueblo, en nombre del cual todo pasa a ser ofensa punible. Son los ejemplos que dirigentes como Erdogan usan para mostrar que son "dirigentes piadosos", como resalta la información ("a pious muslim"). Es la conexión emocional con el "pueblo" a través de un programa político que deja de serlo para convertirse en un programa religioso que necesita de esas demostraciones públicas. La "ley" es cada vez menos ley "humana" (sujeta a la voluntad de los hombres) y es cada vez más "divina" y alejada, por ello, de discusión. Los baños de multitudes de Erdogan no son casuales; es la forma de representar esa unión a través del populismo religioso; como algunos han señalado es una forma de chavismo islamista
El caso del pianista Fazil Say es un ejemplo de cómo se va recortando un espacio múltiple mediante el acoso a los disidentes. La misma táctica que se vio en el Egipto de Mohamed Morsi (también la habían usado anteriormente, pero en este periodo fue especialmente intenso), la entrada en el escenario de grupos sectarios que actúan como denunciantes y que pasan a ser aceptados dentro de un sistema judicial cada vez más restrictivo. La llegada de los islamistas al poder en Egipto supuso las denuncias ante los tribunales contra actores y demás artistas. Especialmente sonado fue el caso del actor Adel Imam —embajador de buena voluntad de las NU, del ACNUR desde 2000— que había caricaturizado en sus películas el fanatismo religioso y el terrorismo fundamentalista, con títulos como "Terrorismo y kebab" o "El terrorista". Imam tuvo que presentarse varias veces ante los tribunales por aquellas viejas películas bajo las acusaciones de aquellos virtuosos y piadosos denunciantes. El estado islamista era entonces receptivo ante aquellos casos. Tocaba ser ejemplares con los que se habían mofado de ellos. La excusa, como siempre, no era que se les criticara a ellos, sino que criticándoles a ellos —los puros, los piadosos— se ofendía a la "religión" y por ello a la sensibilidad del pueblo.


El diario ABC recogía en 2012 el inicio del proceso contra el pianista Fazil Say, un caso paradigmático del funcionamiento combinado de grupos radicales en las acusaciones y jueces politizados en la cúspide:

Para sorpresa de muchos, un tribunal de Estambul admitió a trámite la denuncia el pasado abril. A pesar de que en Turquía no existen leyes contra la blasfemia, el pianista ha sido acusado bajo el artículo 216 del Código Penal turco, que castiga la incitación al odio por motivos raciales de clase o religiosos, y el insulto a «los valores religiosos de un sector importante de la población», según fuentes jurídicas consultadas por ABC. Además, la fiscalía invoca el artículo 218, que duplica la pena para este delito si ha sido realizado a través de un medio de comunicación, por lo que pide para Say un total de quince años de cárcel. El proceso se inició la semana pasada en Estambul.
Harun Yahya –cuyo nombre verdadero es Adnan Oktar- es el creador de la Fundación de Investigación de Ciencias, una institución religiosa privada dedicada a refutar el darwinismo y a propagar la interpretación de Yahya sobre el islam. Su organización es considerada una secta por algunos (el Partido Justicia y Desarrollo de Erdogán, por ejemplo, evita todo contacto con ella), a pesar de lo cual goza de cierta influencia en Turquía y Oriente Medio. Oktar ha escrito títulos como «El engaño del evolucionismo» o «El darwinismo social, el arma de los opresores», e incluso tiene su propia página web en sesenta idiomas, entre ellos el español.
«Somos muy meticulosos en lo que respecta a la religión y los valores sagrados», asegura la portavoz de la organización en un comunicado. «La razón por la que Fazil Say ha sido llevado a juicio es porque está incitando al público al odio y la enemistad. Esta situación ya ha causado la polarización en el público y arruinado la paz social», insiste, asegurando que no se trata de penalizar el ateísmo de Say.**


La estrategia es tan repetida en todas partes que lo que intenta ser astuto ya no es más que una maniobra burda. Cualquier excusa es buena porque se trata en última instancia de eliminar al enemigo, de borrarlo del mapa. Lo importante es el silencio. Muerto el perro, se acabó la rabia. Los extremistas acosan por abajo y el poder te golpea y silencia por arriba. Todo dentro del aparentemente buen funcionamiento de ciudadanos respetuosos de la ley que denuncia y de respetuosos jueces que respetan los sentimientos del "pueblo" y que, atentos servidores de su voluntad, se dedican a encerrarlos o sancionarlos.
En abril de 2013, muchos periódicos de todo el mundo daban la noticia de que el famoso pianista Fazil Say había sido condenado finalmente a una sentencia de 10 meses por sus comentarios en la red Twitter. Say no entró en prisión porque no era ese el mensaje que los islamistas de Erdogan quieren transmitir al mundo, frente al que se quieren presentar, aunque les cueste cada vez más, como un ejemplo de moderación. Su astuta presencia en las calles de Francia es una muestra más de la hipocresía a la que se puede llegar. Pero a Erdogan, como a otros, se les consienten muchas cosas sin comprender que se están sembrando los problemas del mañana.


En la misma noticia que Ahram Online da cuenta de la retirada de la música de Say de los programas oficiales, se recuerda también: "In December, Erdogan lamented that Turkish students know Western scientists or composers like Albert Einstein and Beethoven, but cannot name any Muslim scholars or musicians."* No ha dicho "turcos", sino "musulmanes", matización importante. Fazil Say sí es turco, pero no se siente religioso, dentro de una libertad que las leyes turcas le daban, y los Derechos Humanos fundamentan, pero que el gobierno de Erdogan no le concede.
Los jóvenes turcos sí podrían sentirse orgullosos de lo logrado por su compatriota, como podrían sentirse orgullosos del premio Nobel Orhan Pamuk, otro denunciante de lo que ocurre en Turquía, por eso se trata de desprestigiarlo, de estigmatizarlo socialmente a través de los ataques de los fanáticos de la base (son los que hacen el trabajo sucio de la denuncia) y de las condenas desde el poder. Es la misma estrategia seguida contra Iman en Egipto; cuanto más popular sea alguien —científico, artista, deportista, etc.— que disiente, mayores deben ser los esfuerzos para separarlo de la gente, declararlo enemigo del pueblo.


A mediados de enero, las redes sociales disfrutaron criticando la megalomanía de Erdogan. Con motivo de la visita de Mahmud Abbas, Erdogan le recibió bajando una escalinata con alfombra roja, con ocho espectaculares "guerreros" a cada costado. Ni Putin se ha atrevido a tanto, pero Erdogan ya es un caso aparte. Todo forma parte de su escenificación del poderoso, de la unión del brazo fuerte y el gobernante piadoso. Pero sus dotes guerreras no se han probado allí donde debían, frente al  Estado Islámico, cuyas masacres ha permitido a un tiro de piedra de su frontera deteniendo a los que intentaban pasar al otro lado para proteger a la población.
Erdogan no quiere crítica alguna, no quiere que salten los escándalos de corrupción en las redes sociales, que ha amenazado con cortar, dejando a una Turquía concentrada en escuchar su palabra piadosa. Las declaraciones suyas y de sus ministros auguran tiempos difíciles para los que quieran no ya acercarse a Darwin sino a las artes que no entran en sus esquemas; a la Historia, que debe afirmar que cuando los europeos llegaron a América ya había allí mezquitas. Para ello, se preparan decretos con los que asegurarse que esos estudiantes que no tienen "musulmanes", "buenos turcos", a los que admirar y caen en manos de gente como Albert Einstein, conozcan lo que deben saber.


Ahram Online termina su información recogiendo los temores de los encargados de los sectores artísticos que ven peligrar su autonomía en la selección de los materiales de sus espectáculos:

State-run theatres are complaining of censorship and "political pressure" as concerns are running high over a contentious bill which artists claim is seeking to tighten the government's control over artistic production.
If it becomes law, the bill would see an 11-member council appointed by the cabinet to decide arts funding, enraging artists who fear it would open the way for political intervention.
"This is unacceptable. Then let the politicians come and perform in theatre plays," said Tamer Levent, head of the Theatre, Opera and Ballet Members Foundation which promotes the secular arts in Turkey.
Muride Aksan, former director of the performing arts and ballet department at the Hacettepe University State Conservatory in Ankara, said "the art of ballet feels its future threatened" by the government-led bill.
"The art of ballet can only exist and develop based on an institutional tradition," she told AFP.
Last year, Mustafa Kurt stepped down as State Theatres director after a controversy involving the use of alleged racy language in a play based on the life of great German writer Johann Wolfgang von Goethe.
"Art directors of state theatres are assumed to be civil servants. The future may see removal of Shakespeare or Goethe's plays from theatre stage," Levent told AFP.
He added: "A Turkey which drifts away from universal values in arts will not do any good either to the people in Turkey or in the world."
Aksan also said even though pressure on state ballet was not directly brought to bear, "interference in costumes in plays brings to mind censorship and auto-censorship which are unacceptable in the 21st century."
She said the government must understand the country's dignity and development can be sustained "not only with economy but also with the rise in science, culture and arts."*


¡Qué ingenuidad! El gobierno de Erdogan sabe perfectamente lo que hace; no "debe comprender" nada. Igual que quiere cerrar las redes sociales, quiere cerrar la otras redes, las tradicionales, las de las artes y la cultura, las posibilidades de ver otra cosa que las que ellos consideren apropiadas para modelar esas mentes y que en el futuro sigan contando con el apoyo de una sociedad cada vez más cerrada sobre sí misma, en la que ellos, gobernantes piadoso, clérigos laicos, ejerzan su ministerio asombrando al mundo por su "modernidad" y su "moderación".


* "Turkey creatives condemn 'crackdown' on artists" Ahram Online 18/01/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/5/35/120659/Arts--Culture/Stage--Street/Turkey-creatives-condemn-crackdown-on-artists.aspx
** "El pianista Fazil Say podría ser condenado a quince años por insultar al islam" ABC 26/10/2012 http://www.abc.es/20121026/internacional/abci-juicio-pianista-turco-contra-201210251314.html








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