Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
consecuencias de imponer sanciones a la Rusia de Putin por su actuación en
Ucrania van a mostrarnos el nivel de solidaridad y coherencia europeas. El
ejemplo dado por los polacos de comerse las manzanas y enseñárselo Putin a
través de las redes sociales está por verse en otros países, entre ellos el
nuestro, en el que ya se están oyendo quejas de algunos porque tienen que
volver las frutas desde las fronteras o las dejan que se pudran allí mismo.
Desde
el principio Putin utilizó la baza de que la más perjudicada sería Europa por
su apoyo a Ucrania y las sanciones que se le aplicaban. "No merece la pena
enfadarse por Ucrania", vino a decir en un desprecio más al país que
invadió. "Enfadarse" para Putin es dejar de hacer negocios con ellos.
Mantiene la teoría de que los demás no deben inmiscuirse en su escandalosa violación
de los derechos de un país al que ha invadido, desmembrado y absorbido con el
mayor de los descaros y recibiendo la reprobación de la comunidad internacional
(con la excepción de algunos que ahora se beneficiarán de su silencio o aplauso).
Rusia
es un mercado para Europa y Europa es un mercado para Rusia. Lo impensable es
suponer que lo que haga una de las partes no va a afectar a esos mercados.
Putin creía que los intereses económicos de las empresas iban a ser suficientes
para contener las acciones políticas y económicas europeas. Pero la gravedad de
haber traído la guerra a Europa y, además, una guerra por
Europa, que es lo que se jugaba Ucrania con su levantamiento, no puede ser
ignorada. Putin ha llevado a Europa a una situación que en otros tiempos habría
tenido consecuencias extremas.
Es aquí
donde se debe ver la solidaridad europea y, especialmente, la eficacia de los
gobiernos, minimizando las consecuencias y estableciendo alternativas. Las
sanciones a Rusia tienen un sentido y unas consecuencias no solo para Rusia. A
las sanciones europeas y norteamericanas, Rusia ha contestado buscando nuevos
contratos en nuevos mercados (China, Latinoamérica). Ahora le toca hacer lo
mismo a los gobiernos occidentales, en especial a los europeos en la medida en
que se vean afectadas sus exportaciones. Lo que no se puede hacer es no dar
explicaciones ni ofrecer soluciones para abrir nuevos mercados.
El
titular de El País “Tengo tres
camioneros volviendo de Rusia y no sé qué hacer”, que podemos ver hoy mismo, es
lo que hay que tratar de evitar que suceda. Hay que evitar que empiecen a
surgir explicaciones como "son cosas de Europa", "a mí la
política no me importa", "es cosa de Ucrania", etc. Y eso solo
se consigue con los movimientos coordinados de las organizaciones empresariales
y los ministerios correspondientes —que son varios— informando de las
consecuencias y de las alternativas, las existentes o las que haya que
encontrar, debajo de las piedras si es necesario.
Lo peor
que se puede hacer es mantener esas faltas de previsión, información y acción
ante los acontecimientos, una vez visto que Rusia no tiene intención de ceder y
que Putin se juega su poder ante los ojos de Rusia y sus socios.
La
gravedad de los acontecimientos ucranianos y lo que representan es difícil
asumir por una mentalidad comercial que se basa en mirar siempre para otro lado
cuando hay problemas que afecten a los negocios. Lo que hay que evitar es el
vacío, porque eso no hará sino favorecer la estrategia de Putin que es crear el
descontento y dejar que los países se vean presionados desde el interior por
sus propias empresas y población. Eso solo se puede hacer con información sobre
lo que ocurre y nuestra responsabilidad para que se solucione.
Los que
han creado la impresión de que sancionar a Rusia no tendría contrapartida han
hecho un flaco favor porque podrían haber empleado ese tiempo en mentalizar a
los sectores implicados y buscar alternativas. El ministerio español de
Exteriores se movilizó pronto en la cuestión del gas pensando que si había problemas
por la vía rusa, se podría usar una vía del oeste, la española, que nos podría
beneficiar. Siempre ocurre lo mismo: se mira lo que nos puede favorecer y se
lanzar cantos de astucia. Pero además de ser cigarras de beneficios hay que ser hormigas de sacrificio. Hay que preparar la zona donde el contrario
va a morder para evitar el daño en la medida de lo posible. Que los camiones se
tengan que dar la vuelta al llegar a la frontera rusa solo significa que no se
ha hecho lo que debía, que el sector está solo.
El País
recoge las quejas de diversos empresarios y asociaciones de exportadores:
El empresario explica que la frontera con
Rusia es un suplicio desde que comenzó el conflicto ucraniano: “Mis camioneros
tienen que regresar y todavía no sé qué hacer con la mercancía”. La misma
fuente sigue: “Desde que empezó esta guerra, los rusos están jugando con el pan
de muchos de nosotros, nos bloquean los camiones, nos hacen esperar hasta cinco
días, con una mercancía que es perecedera, excusándose en supuestos problemas
burocráticos”.
Según la Asociación Empresarial de Fruta de
Cataluña se producen 400.000 toneladas de melocotones y nectarinas en Cataluña.
El 13% de estas toneladas, 50.000, se destinan directamente a Rusia. El
consejero catalán de Agricultura, Josep María Pelegrí, advirtió este viernes
que Pelegrí alertó que este porcentaje puede subir porque hay “muchísimas
toneladas que se venden a Rumanía, Bélgica y a otros países que después le
revenden a Rusia y que tampoco podremos vender”.*
Una de
las cuestiones elementales en la política internacional es ir un par de jugadas
por delante de lo que puede ocurrir. Y lo de Rusia era previsible, frente a
muchas otras cosas que no lo son y también pueden afectarnos. "Alertar"
de cuánto nos puede afectar no es suficiente, para eso bastan mirar los
papeles. Pero hay que moverse en la realidad y actuar sobre ella encontrando
soluciones. Eso es lo que se espera del político, alternativas, no datos.
La
política internacional rusa, como la china, son unitarias frente al
conglomerado europeo, en el que cada uno va por su cuenta en estos momentos en
que se sigue esperando que cuadren las negociaciones para tener una Comisión
que satisfaga a todos los que haya que satisfacer con los criterios de
equilibrio. La debilidad europea en estas cuestiones es evidente, por eso es
absolutamente necesaria una mayor previsión de los escenarios posibles y de los
costes que suponen para todos. Mientras eso no se haga, unos actuarán por su
cuenta mientras que otros se sentarán a esperar a ver si escampa.
Europa
está diseñada para una paz apacible, para un mundo sin conflictos por el que
transitan hombres de negocios que ganan siempre. Está poco preparada —o
mentalizada— para escenarios de resistencia, sacrificio o agresión. En los
próximos tiempos va a haber una serie de retos importantes que van a afectar a
su seguridad y crecimiento. Más allá de los problemas del euro, también
diseñado para la paz y el crecimiento regular, hay otros problemas en nuestra
Europa y debemos darle soluciones coordinadas y sensatas.
Las
sanciones a Rusia tienen su sentido. Pensar que esto es una cuestión " de
los políticos" es un error de percepción en el que es fácil caer mientras
no se entienda que no somos un grupo de gente que nos vendemos cosas los unos a
los otros, que nos movemos a tostarnos o a esquiar de un lugar a otro, etc.,
sino que somos una comunidad solidaria con lo que nos ocurre a cada uno.
Los
polacos, que también son europeos sancionados, se han puesto a comer manzanas
como locos. No sé lo que nos tocará a nosotros, nos guste o no, comernos por
efecto de las maniobras de Putin, pero mientras no se solucionen las cosas y
vayamos todos juntos en el mismo barco habrá que ir pensando cómo lo haremos.
La
tarea de Europa, una vez elegido el camino de no mirar para otra parte, es
reorganizar sus escenarios para acomodarlos a las nuevas relaciones. Puede que
vaya para largo. Si Europa no lo hace, se verá afectada tanto como Putin quiere
y, peor que eso, habrá perdido otra gran oportunidad de forjar su identidad
común en la adversidad, que suele ser un crisol más eficaz que el del Festival
de Eurovisión para identificarse.
Dicen que el precio de la fruta se disparará en Rusia y que, en cambio, aquí, según los sindicatos agrarios, se producirá “una bajada de precios como nunca habremos vivido”*. Va ser un invierno de muchos zumos.
*
“Tengo tres camioneros volviendo de Rusia y no sé qué hacer” El País 9/08/2014
http://economia.elpais.com/economia/2014/08/08/actualidad/1407528911_691232.html
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