Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El ofrecimiento de Siria para coordinarse con Estados Unidos y demás países occidentales que vayan
a intervenir sobre terreno sirio tiene diversas lecturas. La primera y más
evidente es la inversa: no dejará a nadie a intervenir en su territorio sin su consentimiento,
aunque sea para bombardear a sus enemigos. Puede parecer paradójico, pero quizá
no lo sea tanto en una guerra tan extraña como la siria, con derivas complicadas
en el tiempo. Hace tiempo que dejó de ser una guerra civil para convertirse en
otra cosa.
Hace un año, Estados Unidos e Inglaterra —más precisamente,
David Cameron— estaban dispuestos a bombardear Siria y una jugada diplomática
rusa hizo que se frenara al desmantelar las armas químicas, cuyo uso habría
sido la justificación de la intervención, una de esas sencillitas que el presidente Obama califica de "ida y vuelta".
Hoy estamos ante otra rápida jugada siria, probablemente asesorada desde los
mismos lugares que en que surgió la otra para colaborar en el desmantelamiento
del arsenal químico.
El diario El Mundo da las siguientes informaciones:
A las pocas horas de perder
contra el Estado Islámico (en siglas inglesas IS) la base aérea de Tabqa -en la
provincia de Raqqa, norte de Siria -, Damasco se mostró dispuesta a cooperar con
"cualquier esfuerzo internacional" para combatir a los
"terroristas". El gobierno de Bashar Asad, advirtió, además, de que
cualquier incursión aérea sin su autorización sería contemplada como un
"acto de hostilidad".
346 yihadistas y 170 soldados
oficialistas asesinados en los últimos días, según el Observatorio Sirio para
los Derechos Humanos. Fue el saldo de la ofensiva sobre Tabqa, culminada el
domingo pasado por la tarde. La caída de ese fortín deja toda la provincia a
merced del IS. Según testigos, los islamistas celebraron el triunfo cercenando
varias cabezas de soldados de Asad en la plaza central de Raqqa.
La televisión nacional siria
confirmó la debacle, y añadió que las tropas están lanzando "bombardeos de
precisión", contra los "grupos terroristas en el área, infligiendo
grandes pérdidas". A esta información se sumó la de Walid Mualem, ministro
de Exteriores de la administración Asad, en una alocución televisada:
"Siria, geográfica y operacionalmente, es el centro de una coalición
internacional para luchar contra el Estado Islámico".
Mualem aceptó toda incursión
aérea para golpear al IS, como la sugerida el viernes pasado por Washington,
"si [los EEUU] son serios combatiendo el terrorismo". Esto implica,
para Damasco, hacerlos partícipes de la acción: "Cualquier ataque al
margen de un acuerdo sería considerado una agresión". Las palabras del
político suponen un giro a la política, que desde meses había conducido el
gabinete árabe, en una guerra que ya acumula más 190.000 muertos.*
Una guerra tapa otra guerra. La situación de la guerra
siria, la concentración yihadista que se ha producido allí y la división de las
fuerzas que aprovechan, como el agua, para extenderse por los lugares de más
debilidad, ¿podría hacer que se produjera un cambio tan bruco? ¿Podría ocurrir
que los que amenazaban con bombardear Siria hace un año lo hicieran ahora, pero
con objetivos distintos?
Los moderados sirios, los que pedían democracia, fueron
desbordados por los islamistas desembocando en la llamada a la yihad desde
Siria, un enclave esencial para todo Oriente Medio y desde el que se puede
desestabilizar, como base de operaciones, toda la región. Oriente Medio es
ahora la loncha de queso entre dos rebanadas de locura: Iraq y Siria, en el
este, y Libia en el Oeste. En medio, la explosión de la franja de Gaza. Los
tres focos son islamistas, incluidos los de Hamás en la Franja. Tres focos
abiertos al que se pueden añadir las fronteras egipcias, al este y al oeste,
con las entradas de "terroristas" o "yihadistas" (es solo
una cuestión semántica) desde Libia o desde el Sinaí. El panorama es bastante
claro. Y dejamos fuera el "califato" proclamado por Boko Haram en el
territorio que controla por estar alejado, pero pertenece al mismo escenario.
Un analista futbolístico diría que se ha abierto el juego
para crear espacios y así debilitar la defensa contraria. Si se contemplan como
guerras distintas, son muchas; si se consideran una sola, siembran el
desconcierto. Son los sospechosos
focos múltiples de los incendios forestales. No hace falta pensar siquiera en
una cabeza organizativa común; como partes de un sistema, funcionan dividiendo
los recursos del enemigo común.
Los yihadistas se desplazan allí donde se les necesita,
donde la debilidad es mayor. Siria e Iraq son los puntos de concentración,
donde se diversifican los objetivos. Puedes matar varios pájaros del mismo
tiro. Basar Al-Asad no es el objetivo, es el obstáculo. Las fuerzas laicas y
democráticas que se le oponen quieren un cambio en el poder. Los islamistas, por
el contrario, quieren un cambio del país. Y ese cambio es el califato que ya
han fundado y que ahora extienden. Si llegan a tenerlo, el objetivo será el
siguiente espacio por el que poder extenderse. Y así hasta el hipotético
momento en que su locura se vea satisfecha, es decir, nunca.
Si Estados Unidos bombardea al EI en terreno sirio sin el
consentimiento de Damasco, ¿será considerado como una "agresión" de
la misma forma que si bombardeara a las tropas del Al-Asad? ¿Sigue siendo
"Siria" un territorio que los que lo controlan consideran que ya no lo es? Según se mire. Oficialmente
Siria es Siria, pero no es eso lo que piensan los islamistas, que tienen
respuestas para todo. Para ellos el califato es su nueva patria que se extiende
a golpe de Sharia y espada, de rezos y decapitaciones.
La guerra siria se mantiene por varios factores, el primero
y más evidente la negativa a salir del poder por parte de Bachar Al-Asad y de
todo lo que hay tras él. Se ha convertido en una interminable sangría que está
destruyendo el país y diezmando a la población. En perspectiva, se ve cómo la
resistencia de Al-Asad a los cambios que se le pedían —el aferrarse al poder de
la familia Asad y de su grupo— ha marcado trágicamente el destino de Siria. Ha
sorteado hasta el momento gracias al apoyo de Rusia las amenazas de
intervención lanzadas por Occidente. Lo que empezó como revolución, se convirtió
en guerra civil; y esta derivó en guerra internacional, que es lo que es en
estos momentos. Una extraña guerra internacional en la que en teoría solo hay
un país, pero combatientes llegados de todo el mundo, incluida España. Una
muestra más de que los parámetros habituales no sirven para calibrar lo que
ocurre.
Entiendo que el ofrecimiento de Al-Asad de una acción
"coordinada" contra el Estado Islámico tiene implicaciones graves
para la fuerzas que se le oponen y que le siguen combatiendo. La coordinación
implica una cierta y necesaria alianza que solo sería posible con un alto el
fuego con las demás fuerzas, algo difícil de sostener cuando los opositores
están trufados de yihadistas. Los del Estado Islámico son solo una parte.
Digamos que todos luchan contra Al-Asad, pero por distintas razones. No sería
fácil separar el trigo de la paja. Y eso tampoco interesa al gobierno de Damasco, que prefiere meterlos a todos en el mismo saco como prevención.
El otro día analizábamos el argumento de un portavoz de los
sirios opositores señalando que muchos yihadistas luchan a favor del EI porque
no les dan armas para luchar contra Al-Asad, razón por la que estarían en Irak.
Patético razonamiento, pero que da cuenta de las confusiones y amalgamas que se
viven en los conflictos de este tipo.
El ofrecimiento de Al-Asad es político más que otra cosa. Es una estrategia en la que reivindica
su moderación frente a la amenaza del
Estado islámico y aprovecha para ganar posiciones en una guerra que llevada
demasiado tiempo en tablas, causando mucho dolor. Pero no deja de ser un
ofrecimiento. ¿Qué ocurriría si Occidente acepta el ofrecimiento de Al-Asad y
coordina con ellos los ataques en suelo sirio al Estado Islámico?
Podrían ocurrir dos cosas. La primera de ellas es la división
definitiva de las fuerzas que se oponen a Al-Asad, separando a "islamistas"
y "moderados laicos", lo que tendría a su vez como consecuencia el
debilitamiento de los opositores. Al-Asad lo aprovecharía, obteniendo una
superioridad sobre el terreno. Los bombardeos eliminarían a una parte de sus
enemigos y la otra parte quedaría débil para seguir combatiendo con
probabilidades. La otra posibilidad es que se estableciera algún tipo de
acuerdo entre los moderados y el régimen de Al-Asad que pudiera desembocar en
algún compromiso futuro de reforma y que justificara la fractura con los hasta
hace muy poco radicales compañeros de trinchera, hoy convertidos en
decapitadores piadosos. Las dos posibilidades pueden parecer remotas, pero si
se llega a una dificultosa colaboración, coordinación o simple autorización, el
escenario debería cambiar. Por esos todos han hablado de "giro" en la
situación.
Podemos entender que el ofrecimiento de coordinación es la
respuesta lógica de cualquier país soberano ante la posibilidad de intervención
militar en un territorio, aunque no lo controle de facto. Al-Asad tiene que
negarse a ello o exigir que le pidan autorización. La coordinación es una forma de intentar avanzar en la situación, una salida
astuta —digna de la diplomacia rusa— para dar la vuelta a una situación con dos
frentes. Coordinarse implica,
políticamente, muchas cosas. Es, no lo olvidemos, un país al que se amenazaba
hace un año con intervenir militarmente. ¿Qué ha cambiado? Muchas cosas; solo
el sufrimiento del pueblo sirio permanece constante. Y eso debe ser lo que
prime en cualquier decisión.
¿Qué ocurriría —por otra parte— si los Estados Unidos
bombardean posiciones en Siria sin "coordinarse"? ¿Lo consideraría
una agresión? ¿Qué diría Rusia? Partimos
de un principio: Al-Asad no toma esa iniciativa sin el consentimiento u orientación
de Rusia. ¿Formaría Rusia, aliado de
Siria, parte de esa colaboración contra el EI?¿Sería una guerra oficial contra
el Estado Islámico una forma de acabar
con otra guerra, la interminable y falsamente civil en Siria? ¿Se unirían los sirios, pactarían para acabar con
el Estado Islámico, una cruel y monstruosa aberración que puede destruirlos a
todos?
Una guerra, ¿tapa otra guerra? Nada une más que un enemigo
común.
* "Bashar Asad pide a Occidente
"colaboración" contra el IS" El Mundo 25/08/2014
http://www.elmundo.es/internacional/2014/08/25/53fb7832ca4741a8368b459f.html
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