Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hasta
el momento pensé —¡ingenuo de mí!— que el "Knut" más famoso era Hamsun,
el escritor noruego, ganador del premio Nobel. Mi sorpresa se da ahora al ver unas
imágenes en las que Knut, esta vez un oso polar, regresa —tras paso por el
taxidermista— de la muerte para ocupar un puesto en una exposición sobre el
arte embalsamador. Debo confesar que mi escaso interés por animales enjaulados
me ha hecho poco asiduo de las noticias de los zoológicos y menos todavía de
las campañas con las que estimulan la clientela mediante la fetichización de
las crías como reclamo de niños que tiran de sus padres. Por todo ello
desconocía el efecto mediático que podían llegar a alcanzar algunos de estos
animales —como el madrileño panda "Chu Lin" o el gorila barcelonés "Copito
de nieve"— y cómo hacen girar sobre ellos las promociones de sus establecimientos. La historia se repite en cada ciudad. Necesitan tener un animal fetiche, un emblema vivo. No son suficientes los monumentos, piedras muertas. Hace falta estimular el sentimentalismo, el amor consumista por los animales.
Me entero
de que Knut (2006-2011) ya tuvo una infancia peculiar. Nació y fue rechazado, junto
con su hermano sin nombre, por su madre. El hermano murió y dejó el
protagonismo a "Knut". El episodio del rechazo y de la crianza a mano
del osezno dio pie a las primeras disputas mediáticas. Algunos abogaban porque
la naturaleza siguiera su curso y el bebé oso muriera mientras que las fotos
comenzaron a circular. Las manifestaciones multitudinarias de niños con
pancartas declarando su amor a la monada de oso coparon las páginas de los
periódicos. "We Love Knut", "Knut is cute".
Llegaron a enfrentarse ante los tribunales unos y otros. Todo trajo más notoriedad. Knut llegó a tener su
propio programa de televisión informando sobre él. Y, sobre todo, vendió y
vendió. Vendió de todo lo que llevara su nombre o imagen; vendió historias
sobre los osos para que los se las leyeran a los niños antes de dormir. Llenó
el zoo él solo. Se calcula que el año 2007, el de fenómeno Knut, gracias a él,
aumentó la recaudación del zoo de Berlín un 30%. Knut era como Angelina y Brad,
como David y Victoria la posh, todos
juntos.
Está
claro que nos gustan los animales pequeños; si además tienen una historia
dickensiana detrás, mejor. ¿Quién que no viviera en el polo abandonaría una
cría de oso polar, tan parecida a nuestros peluches? Nadie. Solo algunos ecologistas, hijos desnaturalizados de la Madre
Naturaleza, que no entienden que nuestra naturaleza es la que idealizaron los
Werther y compañía yendo a pasear al campo, Disney con sus dibujos, Platero,
que era como de algodón. Nos gustan los animales que podemos abrazar, achuchar,
pequeñitos, indefensos, que hagan ruiditos pidiendo comida y dándosela con un
biberón, la máquina que no rechaza, siempre generosa. Por gustarnos, nos gustan
pequeñitos hasta los extraterrestres, como E.T., de edad indefinida pero con
gustos infantiles y necesitado de cariño y protección porque sus congéneres se fueron de la
galaxia dejándolo abandonado.
Knut
era una máquina de vender muñecos, como Cristiano Ronaldo o Leo Messi lo son de
vender camisetas. Knut fue un gran negocio que fue menguando cuando el
animalito —¡maldita costumbre!— empezó a crecer y los cariñitos que le dedicaba
su exclusivo cuidador y padre adoptivo empezó a ser un poco arriesgado y ya no
se podía hacer tanto show delante de los asistentes. Y es que los animales no crecen
ni en las fotos ni en las mentes de los que les gustaría que fueran siempre
mascotas agradables y cariñosas, que emitan ronroneos y se hagan un ovillito.
Ahora
Knut regresa, como el Cid Campeador, después de muerto y posa disciplinadamente
para todos aquellos que recuerden al osito tierno que fue, que hizo las delicias
de tantos niños de Berlín, Alemania y el mundo entero, de tantos adultos que
les acompañaban a verle en su recinto del zoo. Regresa como estrella. ¿Quién
sabe quiénes son aquellos rígidos animales, indiferenciados, anónimos, con los
que comparte vitrinas? Meros comparsas, puro relleno. ¿Qué méritos han
presentado para estar allí, junto Knut? ¿Cuántos de ellos han tenido blogs
oficiales abiertos durante su vida; quiénes secciones permanentes en los
medios? ¿Cuántos niños se han dormido con sus reproducciones entre los brazos?
Por supuesto, también la exhibición de Knut posmortem ha causado revuelo entre
unos y otros. Los que no entendían que se le dejara vivir, tampoco entienden
que no se le deje después de muerto. En una exposición dedicada al arte de la
taxidermia, Knut es el héroe, sí, pero también un caso excepcional por lo que
nos cuentan los artistas:
“Fue muy difícil para nosotros unir todos los
huesos y reconstruir el esqueleto, porque había sido cortado en piezas. Tuvimos
que encajar más de mil y fue muy complicado ponerlas todas juntas. Normalmente,
arrancamos el pelo de los animales y tenemos los cuerpos completos que podemos
medir, pero éste no era el caso”.*
Sin
pensar en que después de muerto podía ser rentable, los que le hicieron la
autopsia lo trocearon para mayor comodidad. Los taxidermistas —los veo peinar
cuidadosamente su pelo, como si fuera a salir a un plató, algo que no va
desencaminado— han rehecho a Knut como el que monta un puzle, pieza a pieza,
para poder tener delante al héroe amado y que no defraudara a sus seguidores.
No sé si Knut logrará llevar a la exposición de animales tantos fotógrafos como
los 400 que se reunieron para su presentación en sociedad, aquel lejano día de
2007 en Berlín. En cualquier caso han logrado llamar la atención y Knut, aunque
sea así, ha vuelto a atraer las miradas en beneficio de sus compañeros de
salas, a los que nunca nadie prestó demasiada atención.
De todo
lo que he leído de la historia de Knut, lo que más me ha impresionado ha sido
su "adicción a la fama". Dicen que cuando creció y no atraía tanto
las miradas, se enfadaba mucho cuando no se le prestaba atención, que gruñía
enfurecido, incapaz de asimilar que un oso de 130 kilos de peso ya no es una bolita tierna. Se resistía a dejar de
ser el centro de atención de las personas que pasaban. Como tantos otros
artistas infantiles, tuvo un mal crecer.
He
visto la muerte de Knut. Está colgada en YouTube por algunos de los asistentes
al momento trágico. Todo comienza como una festiva grabación, como un día más
del oso célebre. La cámara graba y Knut, junto al agua, comienza a dar vueltas
y más vueltas sobre sí mismo, girando como los perros que quieren morderse la
cola. Los movimientos se van haciendo más extraños, las piernas comienzan a
fallarle y cae al agua. Un angustiado "¡mein Gott!" queda registrado frente al bullicio indiferente de
los que pasean, fuera de cámara, por el zoo. Cayó al agua y se ahogó. Knut ha
sufrido —se averiguará después— un ataque cerebral como consecuencia de una
infección viral. Los especialistas dicen que debió ser eso porque todo lo demás
estaba bien y solo en su cerebro se notó algo raro. No es mucho.
Ahora,
desde su vitrina, Knut seguirá languideciendo, sin importarle demasiado la fama
o enfadándose si no le hacen caso. Quedarán para el recuerdo las monedas
acuñadas con su efigie o la portada de Vanity
Fair con Leonardo di Caprio. The Guardian recoge la noticia de que los fans
de Knut preparan la realización de un memorial con el que devolverle algo de lo
que tanto les dio. Observo que a la derecha de la noticia —"more on polar
bears"—, el periódico recupera una de hace dos años: Walker, "the
only polar bear on public display in the UK is to get a new playmate this week"** No pienso buscar cómo acabó el encuentro. Ya he visto bastantes osos por hoy.
Entre los muchas flores, fotos y velas que la gente dejó en su día, en 2011, encuentro una placa rotulada en alemán Dice "Zoo: Ni un día en libertad, una vida sin dignidad. Perdónanos, Knut". Pero el perdón y la culpa son sentimientos humanos.
*
"El oso Knut ya descansa en la ciudad en la que nació, Berlín"
Euronews 30/07/2014
http://es.euronews.com/2014/07/30/el-oso-knut-ya-descansa-en-la-ciudad-en-la-que-nacio-berlin/
**
"Walker the polar bear gets ready for a new playmate" The Guardian
2/04/2012
http://www.theguardian.com/world/2012/apr/02/walker-polar-bear-new-playmate
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