Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
relaciones internacionales necesitan en ocasiones de personalidades múltiples
para poder concebir los distintos raseros, posiciones o actuaciones que se dan.
Si se quiere comprobar, basta con leer las declaraciones del ministro ruso de
Exteriores, Serguéi Lavrov al referirse a la posibilidad de una intervención
occidental en Siria en contra del Estado Islámico, esa amenaza común, sin
consentimiento gubernamental.
Lo leemos en Ahram Online:
Russia's Foreign Minister Sergei Lavrov put it
clearer. "The west will have to choose what is more important: to change
the regime and satisfy personal antipathies with the risk that the situation
will crumble, or find pragmatic ways to join efforts against the common threat,
which is the same for all of us - terrorism," Lavrov was quoted as saying
in Moscow.
The US rebuffed the offer. US State Department
spokeswoman Jen Psaki pointed out on Tuesday that "we're not going to ask
for permission from the Syrian regime." That statement came a day after
the White House revealed that Obama has not made a decision to launch military
operations against IS militants in Syria.*
Lavrov suele hablar claro,
aunque no siempre eso signifique que lo que dice sea verdad, por paradójico que parezca. En ocasiones es preferible ser claro. Siempre será mejor que no serlo
porque en estas situaciones, la confusión no ayuda a nada. Por eso Lavrov ha
sido claro, mientras que la rotundidad del representante del
Departamento de Estado no ha sido "clara" en absoluto. Obama —y sus
portavoces— tienen más interés en ser rotundos que en ser claros. Algunos lo
han comprendido ya y le han tomado la medida proponiéndole dilemas que le
fuercen a esa rotundidad que luego se ve desmentida por los hechos. Eso
confirma los desastres internacionales durante su administración. Sobra
rotundidad y hace falta más pragmatismo en la claridad.
No se puede afirmar que no
van a pedir permiso a Damasco para bombardear posiciones en su territorio
cuando se está diciendo por otro que están intentando establecer otra coalición
internacional en la "zona". No será fácil lograr una coalición si
Siria no autoriza. No es lo mismo enfrentarse a los yihadista que a Siria (y
los yihadistas). Esto es evidente. Y eso sin contar a Rusia, claro, que también
juega en la zona.
La pregunta esencial es cómo se ha dejado crecer este cáncer
terrible, esta monstruosidad bárbara y cómo no se han frenado antes sus apoyos.
Las explicaciones son muchas, pero, por resumir, podemos concretarlas: los
errores de comprensión occidentales el fenómeno y la necesidad de asegurarse
las fuentes de energía, para la que sigue una estrategia de mantenimiento de
gobiernos y monarquías, despreocupándose de los efectos sociales. El yihadismo
ha crecido de la manipulación islamista del abandono de los estados y del
rencor hacia los que se hacía responsables de ello, tanto a los gobiernos que
no eran afines —a los que se les consideraba usurpadores y apóstatas— como a
los extranjeros que los sostenían. Ha sido posible canalizar el odio de las
poblaciones y dirigirlo hacia los focos determinados. La creación de Al Qaeda
sirvió de ejemplo de acción y articulación y condenados permanentemente a una
división sectaria, pronto surgen grupos de los que se escinden otros grupos de
forma interminable. Las tecnologías de las comunicaciones les dan un soporte
suficiente para el funcionamiento coordinado y aumentan el reclutamiento y la
eficacia de sus ataques.
La perspectiva de atraer ahora la atención sobre ellos
mediante una intervención en Siria es complicada porque causaría un movimiento de
desestabilización desde las bases. Los países árabes que intervengan correrían
un gran riesgo, el de producir un movimiento de protesta que les causaría
problemas locales. ¿Están dispuestos a arriesgarse, a intervenir en Siria?
¿Están preparados para esto?
La administración Obama sigue entendiendo el problema mal,
sin ver cuál es su profundidad, sus raíces y su extensión. La intervención
occidental será vendida como una agresión contra los musulmanes si lo hace sin
acuerdo con Siria. Pero si lo hace con la coordinación con Al-Asad, sería
acusado igualmente de colaborar con el tirano Al-Asad y habrá conseguido
reclutar más yihadistas para ir a Siria y, además, habrá abierto nuevos
escenarios.
A los riesgos naturales de la intervención occidental, se
suman los advertidos por Rusia, cuya postura es clara. Si Estados Unidos
interviene si el consentimiento de Al-Asad, como ha dicho Lavrov, se
considerará una "agresión". La cuestión es de una ironía increíble
viniendo de los que dicen mandar soldados de vacaciones a Ucrania. Me imagino
que más de uno se habrá hecho la siguiente pregunta: ¿por qué no interviene
Rusia, si es aliada de Al-Asad? La pregunta es interesante y forma parte de la
peculiar estrategia rusa que Putin dijo en un momento a un grupo de militares
—lo recogimos aquí— "que se cansen ellos".
La estrategia rusa es ganar avanzando el doble gracias a los
errores americanos. Los diputados ingleses se dieron cuenta con bastante
sentido común cuando frenaron a Cameron y, consecuentemente, a Obama en su
intervención contra la Siria de Al-Asad. Visto desde hoy, el Estado Islámico
probablemente se habría hecho con el poder en Siria y la metedura de pata de
Washington habría tenido consecuencias terribles sobre la zona, incluida la
propia población siria. Acaban de decapitar a 160 soldados sirios hechos
prisioneros. Es solo una muestra.
La diplomacia de Putin es conseguir beneficios de las malas
relaciones de los Estados Unidos con zonas enteras. Es lo que ha hecho con media
Latinoamérica, aprovechando el antinorteamericanismo de los bolivarianos y
demás afines de la zona; lo está haciendo con Egipto, atrayéndolo a su órbita
de dependencia en cuanto que presionan a su gobierno; y compite con China por
hacerse con contratos por el resto de África.
Siguiendo el modelo de los "intereses estadounidenses",
esgrimidos constantemente por Obama y su administración para justificar ante su
población la intervenciones exteriores, Putin entiende que su beneficio está en
acoger a los demás mientras que circunscribe los intereses rusos a la defensa
de sus aliados y socios. Le basta con decir que Rusia está detrás y poner vetos
en el Consejo de Seguridad. No hemos visto a Rusia montando "coaliciones
internacionales" cada quince días. Cuando ha tenido que intervenir, lo ha
hecho y ha sido clara y contundente. Ayer Lavrov recordaba Osetia, como una
advertencia. Es también claridad. Cuando quiere ser confuso, lo es, pero
siempre en su favor, que es la gran diferencia. Rusia confunde, mientras que la administración Obama, lo demuestra
continuamente, se confunde.
¿Cómo se ha llegado a esta extraña situación, con dos
guerras en paralelo, Siria y Ucrania, teniendo Rusia en ambas un papel
diferente pero esencial? Es lo que los historiadores y analistas deberían
explicarnos. Obama y Putin son prisioneros de sus personajes y personalidades.
Por ahora, quien está consiguiendo lo que quiere es Putin, mientras que quien
sufre mayor desgaste es Barack Obama, que se ve obligado a demostrar firmeza
retórica y no actuar después (borrando sus propias líneas rojas). Putin, en
cambio, no tiene inconveniente en afirmar una cosa y la contraria porque sus
apoyos son distintos, su poder es diferente y su forma de relacionarse con sus
socios es opuesta a la americana.
Lo que ha hecho Rusia es multiplicar los frentes de problemas
de Obama. Si interviene en Siria sin permiso, Rusia se considerará autorizada
para hacerlo en Ucrania de forma clara y procederá a la creación de esa Novarrusia
cuyos mapas va definiendo como amenaza. Si Obama llega a un acuerdo con
Al-Assad, le habrán ayudado a liberar a un amigo sin gasto alguno por su parte.
Una solución pragmática es intentar llegar a una paz en
Siria que dé libertad para solucionar el problema más amplio, el del yihadismo.
Pero a eso es precisamente a lo que se oponer Estados Unidos, que lo vería como
una pérdida de "prestigio". El prestigio, desde luego, es algo que no
tiene nada que ver con una "victoria" en Siria. En realidad el
principal obstáculo es la autoestima norteamericana eso que se llama liderazgo y que Estados Unidos se empeña
en no entender cómo funciona hoy en día, tirando constantemente piedras a su
tejado.
La vía pragmática que Seguéi Lavrov reclama es que Estados
Unidos piense en otros términos. Está por ver si Obama está dispuesto a
solucionar problemas o solo a demostrar que los Estados Unidos es una
superpotencia. Mientras tanto Rusia sigue con su labor constante de erosión y
descrédito. Simplemente le pone otro problema delante y le dice desafiante:
"¡demuéstralo!".
Son dos estilos y dos estrategias. Estados Unidos es rotundo, pero después va de puerta en
puerta. Putin no va a ningún sitio a pedir; se limita a abrir la puerta y
enseñar los dientes. Ayer pusieron medallas a los soldados que "no
estuvieron" en Ucrania. Putin no dice la verdad, pero y eso ¿a quién le importa? Lo importante es la claridad.
* "Superpowers must act: The puzzle of US action in
Syria " Ahram Online 30/08/2014
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/8/109499/World/Region/Superpowers-must-act-The-puzzle-of-US-action-in-Sy.aspx
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