Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Entre
los apasionantes conflictos que el mundo nos depara, uno de ellos acapara la
atención de los medios: la cuestión de los derechos de autor del selfie del macaco. Por si no han tenido
ocasión de enterarse porque estamos en periodo estival y hay mucho vicio de
desconectar, le resumo que se trata de una disputa entre un fotógrafo que se
cree con derechos sobre una foto y la fundación Wikimedia que no lo cree así y
piensa que el selfie del mono es
patrimonio de la Humanidad, o sea, suya y mía. Lo escuché esta misma mañana en
RTVE y ahora lo leo con más detalle en la BBC. El caso ha dado la vuelta al
globo.
La BBC
nos adentra en este peliagudo caso destinado a crear jurisprudencia:
Lo singular es que la imagen es un selfie o autorretrato, y fue tomado por
el propio animal, cuando quitó la cámara al fotógrafo británico David Slater.
El fotógrafo asegura tener el derecho de
autor de la foto y le solicitó repetidas veces a Wikimedia, la fundación detrás
de Wikipedia, que la retire de su colección de imágenes de dominio público.
Pero una vocera del sitio le dijo a la BBC
que, bajo la ley estadounidense, un animal no puede tener derechos de autor y
"puesto que fue el mismo macaco quien tomó la foto nadie tiene el
copyright".
Katherine Maher, portavoz de Wikimedia añadió
que Slater "no tiene derechos de autor sobre la foto porque no fue tomada
por él, sino por el macaco".*
El asunto no es para tomárselo a broma ni una anécdota
curiosa con la que llenar las páginas periodísticas entre escándalo y
escándalo. El fotógrafo argumenta que la foto se hizo con su cámara y que él
vive de eso, de hacer muchas fotos y que alguna tenga éxito. Eso no se lo
negará nadie; pero la mala suerte es que esa que esa foto no la hizo él, sino
el mono, algo que lleva al pensamiento por caminos laberínticos.
El hecho de que el mono no pueda ser titular de derechos de
autor es el argumento esgrimido para que los humanos nos quedemos con su
copyright, lo cual tampoco me parece muy congruente, pues es un poco abusar. "El
que hace la ley, hace la trampa" y me temo que se la hemos jugado al reino
animal como seres jurídicos que somos, picapleitos evolutivos.
A Slater no le cabe siquiera la posibilidad de decir que él
era el dueño de la cámara pero que el mono trabajaba para él porque podría ser
acusado de explotación laboral de los animales o algo así.
Entiendo las razones del fotógrafo que se fió de la honestidad viral y pensó que podría
controlarla. Pero aquí los virus fotográficos están descontrolados y lo que
comienza circular, ¡échale un galgo! La viralidad
es tan difícil de controlar como la energía de las mareas desatadas o de los
rayos incontinentes. Wikimedia estableció que era de todos y la incluyó entre
los millones de imágenes que no son de nadie y la popularidad mediática hizo el
resto. Ahora tenemos la imagen del selfie del mono como imagen
"oficial" del "Macaco
nigra" —tal es el nombre de la especie— en la página de Wikipedia.
Con las
imágenes todavía en la retina del reciente estreno de "Amanecer del
planeta de los simios", que en Wikipedia podamos contar para su
identificación, por primera vez en la historia, con un autorretrato de una
especie que no seamos nosotros, me parece un pequeño paso para el macaco pero
un gran salto para su especie. Es un "macaco por macaco", un
"macaco par lui-même", que
es como habría que titular la foto para hacerle justicia.
Sin
embargo, ¿por qué será que la primera sensación que nos produce es que es poco
"natural", es decir, que parece sacada de un tráiler de
"Madagascar" o algo así? Cuanto más la miro, menos natural me parece.
Esa sonrisa me produce un efecto de distanciamiento brechtiano; me parece oírle
decir "pa-ta-ta", no lo puedo remediar. Entre la mirada enfadada de "César" y la sonrisa del macaco real, me creo antes la primera que la segunda. Será que estamos ya desconectados de la naturaleza.
Frente
a esas imágenes que propagamos sobre los animales, esta del macaco sonriente
para la foto me descoloca totalmente. Será porque me resulta muy humana, con demasiada cara de selfie, que es una cara un poco tonta y
estandarizada ya. El otro día iban dos chicas en el tren haciéndose selfies y ponían la misma cara.
Puede
que sea una casualidad y que precisamente se haya elegido esa foto impecable
para demostrar lo bien que enfoca el azar o lo listos que son los monos. Si yo
fuera David Slater no pelearía por algo tan complicado como los derechos de
autor sin haber hecho él la foto. Intentaría sacarle provecho y usarla para
publicidad para la cámara, por ejemplo, con propuestas como "¡tan sencilla
que hasta un mono puede usarla!" o "¡tú sonríe y ella hace el
resto!".
Entiendo
que ya que se es fotógrafo, es preferible pasar a la historia por una foto que
hayas hecho tú y no por una hecha por un macaco que te arrebató la cámara,
pero... that's life! Es una cruel
paradoja: si la foto la hubiera hecho él, nadie la hubiera hecho ni caso
probablemente. Sin embargo, la hace el mono y, ahí la tienes, en Wikipedia.
"Ese viaje me costó cerca de
US$3.000 para obtener esa foto. Y eso sin mencionar los más de US$7.000 de
equipo fotográfico, el seguro, las computadoras para procesar las imágenes. La
fotografía es una profesión costosa y nos están quitando nuestro medio de
vida", afirmó.
"Por cada 10.000 imágenes
que tomo, una se hace popular y paga mis costos. Y la foto del macaco fue una
de esas imágenes. Fue producto en realidad de todo un año de trabajo".*
O de
unos cuantos millones de años en la evolución. La labor del fotógrafo es dura y
muchas veces injusta, pero el interés de la foto es por no haberla hecho él. En realidad no es Wikipedia o los medios quienes
le está quitando su medio de vida, sino un mundo inundado de cámaras y
dispositivos similares produciendo fotos ocurrentes o casuales. Lo de Wikipedia es una anécdota; son los propios medios eligiendo las fotos y vídeos baratos de la redes sociales los que crean el problema del trabajo del fotógrafo profesional.
Si Slater se
hubiera callado sobre quién hizo la foto, esta habría seguido su propio camino,
sujeta a los mecanismos habituales de este tipo de trabajo. Pero no lo hizo y
sembró su propia relativa desgracia. Digo relativa
porque su lamento es también "relativo", es decir, proporcional a lo
que él estima que deja de ganar y debería haber ganado. El conflicto se podría
resolver si —ni para ti ni para mí— el dinero conseguido por la foto fuera en
beneficio de los propios animales, por ejemplo, a una fundación que proteja su
hábitat. Pero a Slater —que habría conseguido más simpatías y probablemente
beneficios indirectos por una mayor atención a su trabajo— no le interesó esa
vía. Es compresible su queja pero no sé qué decidirán los tribunales si elige recurrir a ellos.
Me
imagino que el éxito de la foto hará proliferar las cámaras entregadas a
animales para probar si son capaces de hacerse selfies. Puede que hasta los fabricantes hagan cámaras con
disparadores adaptados a pezuñas, garras y tentáculos. Y es que la moda del selfie es imparable. Selfie killed the photo star.
*
"¿Quién es el dueño de un "selfie" tomado por un mono?" BBC 7/08/2014
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/08/140807_macaco_selfie_am.shtml
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