Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
teoría es sencilla: nadie renuncia a la religión como forma de control si esta
funciona. Recuerdo haberlo discutido con algunos amigos egipcios. Pronto se
empezaron a apreciar gestos de que al arrinconar a los islamistas y sacarlos del
campo de juego declarándolos terroristas se dejaba huérfanos a los sectores
tradicionales y conservadores que apoyan al régimen como orden, pero que no renuncian a la religión, un tipo de orden per se.
La
declaración de los Hermanos Musulmanes como terroristas dejaba en el aire a los
que gustan de sentirse más piadosos que el resto. En la mentalidad islámica, el
gran desafío es lograr separar los dos ámbitos de la vida, el civil y el
religioso, pues ambos son uno tal
como lo entienden muchos. El islam no es solo una creencia; es una forma de vida traducida en reglas que afecta a
quien las comparte y a quien vive en el mismo espacio. Lo estamos viendo en su
forma más extrema en Irak. La gran lucha es el reconocimiento del derecho
individual a la creencia. O a no creer en nada, que es también una parte de ese
mismo derecho.
Por
temor a ser acusados de impiadosos, los que expulsan a los más extremistas
ocupan rápidamente el espacio religioso porque, como decíamos, es también
control social. La prohibición de los partidos políticos religiosos que ha
puesto en marcha el gobierno egipcio para controlar a los Hermanos Musulmanes
no significa que no se controle la religión, sino de que está no será utilizada
desde unas siglas específicas. Pero el Estado no es un partido y se puede conceder
el privilegio de controlar las "buenas costumbres", la "moral
pública", las "creencias comunes", la "forma egipcia",
etc., es decir, cualquier fórmula que permita que aquellos que hacen de la
religión su forma de vida (y de los demás) no se inquieten demasiado.
El arma
tradicional contra el poder dentro de los países islámicos ha sido acusarlo de
"impío", de no velar por la sociedad dejándola caer en el ateísmo, que es lo peor que en sus
mentalidades cabe. Dentro de esta mentalidad islámica, existe una gradación en
la que la religión propia es la verdadera, después están las variantes, con las
que existe un problema de amor-odio; a continuación las otras dos religiones
monoteístas que el Corán acepta, cristianismo y judaísmo, con las que también
se mantienen relaciones complejas; después están las que no aceptan, que le
parecen idolatría, que son todas las demás; y finalmente el ateísmo, que es lo
que acaba con todo. Todos los anteriores ven al ateísmo como un enemigo porque,
al no creer, no acepta ninguna de las reglas que emanan de la religión como
flujo de poder. ¿De qué convencer a un ateo? ¿Cómo hacer que respete las normas
que vienen de lo más alto si para él
el mundo es solo humano, es decir, a ras de suelo? La cadena de mando se rompe
desde el principio. Y los ateos —¡mala costumbre!— tienden a cuestionarlo todo
y abogan por los derechos individuales y la libertad de pensamiento. Mal camino.
El
diario Egypt Independent viene a confirmar
la teoría que había planteado al inicio. La aportación viene del ministro de
cultura y dotaciones religiosas:
Endowment Minister Mohamed Mokhtar Gomaa said
the endowments ministry is working on confronting the two extremes.
He added that “confronting extremism cannot be
done by fighting religiousness altogether”, and that “the best way to curb
extremism and eliminate it is by spreading the tolerance of Islam”.
The minister said it is important to
communicate the tolerant values of Islam which extremists have tried to distort
in recent years, especially to the youth, whether it is in schools, youth and
culture centres, fields or factories.
The agreement between the two ministries comes
after the endowment ministry and Ministry of State for Youth Affairs agreed on
a plan to confront atheism on 6 August.*
Los "dos extremos" son el islamismo, declarado "terrorista",
con la Hermandad en el punto de mira —pero también los demás grupos que no
se convierten en colaboradores, como los salafistas, que aprovecharon el vacío de la Hermandad acercándose al poder—
y, en el otro polo, los "ateos". ¿Cabe mayor despropósito?
La simple mezcla de los dos conceptos es tal despropósito
que solo se puede comprender en el marco antes citado, el del control social y
la forma de liderazgo. En una sociedad islámica y piadosa, el líder es aceptado
por la comunidad porque hace cumplir las normas religiosas. De no hacerlo será
acusado de "faraón" que no es —como habitualmente creemos— el que
tiene mucho poder, sino aquel que lo ejerce sin reconocer a Dios. Y el poder
sin Dios es el abuso, pues no hay justificación alguna. Esto quiere decir que
por muy progresista que se presente alguien, tratará de mantener esa imagen de
defensor de la religión para mantener el poder y acrecentarlo. Todo lo que se
diga que se hace en nombre de la religión será recibido de forma menos resistente.
El disparate se produce cuando se dice que el islam que hay
que mantener es el de la tolerancia y después se pone en el mismo nivel el
terrorismo islamista con el ateísmo, que es el ejercicio del derecho a no creer
en nada. Pero el hecho mismo de que se pueda llegar a plantear un despropósito
así es revelador de las mentalidades e intenciones. Por un lado se mantiene a
los conservadores y tradicionalistas presentándose como defensores de la
religión y el orden, mientras que por otro se elimina a los disidentes que no
han aceptado un estado religioso. Cuantas más acciones se tomen contra los
ateos, más méritos adquirirán a los ojos de los conservadores amantes del
orden. Son dos pájaros de un tiro. Si sale bien, claro.
En el mismo artículo de Egypt Independent, ya le han salido
contestadores al ministro:
Ishaq Ibrahim, a researcher at the Egyptian
Initiative for Personal Rights, said “atheism is not a crime in the law”.
He added that openly atheist Egyptians have
been arrested and tried for contempt of religion but said that this has no
legal basis, asking: “Is it the role of the Ministry of Youth to fight
atheism?”*
Sin embargo, el gobierno no parece tener las ideas igual de
claras. La perversa idea salomónica que ha puesto en práctica es una clara
estrategia justificativa de que los ataques contra los extremistas serán equilibrados con una mayor dedicación al
control de ateísmo, la plaga a largo plazo. De esta manera, piensan ellos,
podrán contener las acusaciones que los que se consideran puristas de la
religión vierten contra ellos acusándoles de impiadosos. Esto no es trivial,
pues funciona como un arma arrojadiza social muy eficaz. Vimos hace un par de
días como las acusaciones de "traidor" contra Mohamed ElBaradei
incluían también su sección obligada de "ateísmo", además de borracho
y agente sionista.
En otro medio egipcio, Mada Masr, se recogen también las
palabras del ministro salomónico añadiendo más detalles del plan:
The Ministry of Endowments is fighting the “two
extremes,” Mokhtar said, trying to eradicate radicalism in the name of religion
as well as atheism which is “aimed at shattering the society and threatening
its security and stability.”
Last June, the Cabinet announced plans for a
campaign to combat atheism that would include officials from the Youth and
Endowments Ministry, as well as a team of psychiatrists to form a national
strategy to eliminate atheism.
The Endowments Ministry has also taken several
measures to tighten its control on mosques under the pretext of fighting
extremist ideologies. The ministry has moved to bring all mosques under its
umbrella as well as unify Friday sermons. It also closed small neighborhood
mosques known as “zawyas.”
In his meeting with Asfour, Mokhtar affirmed
that fighting extremism does not at all mean fighting religiosity, and that the
best way to do camp down on radicalism is to spread the compassion and
tolerance of Islam.
The endowments minister emphasized the need to
address the youth in schools, clubs, youth and culture centers and teach them
the ideals of Islam that “the extremists tried to hijack and distort over the
past years.”**
A estas alturas de lo leído, me imagino que más de uno se
habrá levantado a consultar en su diccionario más a mano la palabra "tolerancia".
Que la tolerancia consista en campañas para encarcelar a la gente por lo que
cree o deja de creer no deja de ser un ejercicio que sacude a Voltaire, autor
de unas famosas "Cartas sobre la tolerancia", en la tumba.
El equipo ministerial de psiquiatras anti ateísmo —el Equipo
A— tiene una dura tarea por delante. Lo peor es que se va desarrollando todo un
programa de enemigos del pueblo —como
dijimos de ElBaradei— de carácter orwelliano, dedicado al control social e
individual. Muchos activistas de la revolución del 25 de enero salieron a la
calle a reivindicar sus derecho individuales, entre ellos el de creer o no. La
transformación de la revolución sigue su camino para volver a un punto
intermedio, salomónico, entre lo religioso
y lo aparentemente liberal. Todo es
un sí pero no. Se es liberal porque se encarcela a los islamistas y se es
religioso porque se encarcela a los ateos. Es decir, lo único que queda es el
poder de encarcelar, que es el único que cuenta verdaderamente.
El estado controla todo el aparato religioso, pero no
renuncia a él porque le interesa manejarlo para no ser acusado de impío, de
irreligiosidad, como bien señaló el ministro —"fighting extremism does not
at all mean fighting religiosity"—, algo que podría alentar el retorno de
los islamistas al darles pie con sus actitudes y hechos. El control sobre los
sermones en las mezquitas trata de evitar que se siembre el descontento
sectario, pero los sermones adecuados están bien. ¿Por qué renunciar al púlpito? El estado se ha hecho con el control religioso y quiere usarlo. La
pugna con el Gran Mufti por el tema de la ratificación de las penas de muerte a
los islamistas es una prueba más del pulso constante que se ha creado. El control
sobre lo religioso debe ser total y eso no solo implica "vigilancia",
sino asumir sus riendas.
Pero, por mucho que se repita e insista, no existen dos
"extremos". Los terroristas son criminales por lo que hacen; los
ateos personas que ejercen su derecho a creer o a no hacerlo. Cada ateo al que se
encarcele o discrimine será una flagrante violación de los Derechos Humanos, un
acto dictatorial, que no podrá ser camuflado más que por proclamas absurdas de
propaganda institucional. Cada acción se volverá contra el estado y suscitará la
repulsa de todos. La concepción psiquiátrica del ateísmo ofende a la
inteligencia y mueve al sarcasmo. Recuerda la sovietización de la psiquiatría para declarar enfermos e internar a
los que se oponían al totalitarismo.
Es una versión nueva de la intransigencia
disfrazada no se sabe muy bien de qué, porque no se engaña a nadie. Es lo que
es: un atentado contra los Derechos Humanos. No hay excusa
alguna. No hay dos extremos.
*"Ministry
of Endowments vows to confront extremism, atheism" Egypt Independent 18/08/2014
http://www.dailynewsegypt.com/2014/08/18/ministry-endowments-vows-confront-extremism-atheism/
**
"Ministries of Endowments, Culture to fight extremism" Mada Masr
18/98/2014 http://www.madamasr.com/content/ministries-endowments-culture-fight-extremism
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.