Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La horrenda
muerte del fotógrafo norteamericano James Foley plantea toda una serie de
cuestiones en cadena con las que los aspirantes a un mundo feliz, a una
ensoñación permanente tendrán que enfrentarse en algún momento. El mundo ha
dejado ser exótico, todo lo más se
queda en turístico. Quiero decir con
esto que ya nada nos es ajeno ni distante. El descubrimiento del acento
británico del verdugo ejecutor ha elevado las alarmas tanto por lo que implica
que quien haya cometido ese horror se ha educado en las escuelas junto a niños
y niñas que gustan del fish & chips
o que se ríen con las mismas series que los demás.
Hace
unos días, los periódicos españoles llevaban a la portada la fotografía de otro
asesino criado, "Kokito" un matarife coleccionista de cabezas. Las
cinco que la fotografía mostraba recién cortadas; él, de rodillas, con el
cuchillo ensangrentado en una mano y el otro dedo apuntando al cielo, que es la
dirección del lugar al que aspira llegar con estas acciones, donde le esperan
los placeres más refinados, aunque nada comparable con el placer que le produce
la tortura. "Kokito", el matarife de Castillejos, posa con cinco. El
País, en la misma información, nos dice que le adelanta, con siete, otro
carnicero, esta vez criado en Holanda, que se exhibe con una en cada mano y
cinco a sus pies. Es una lástima, porque le debería quedar una mano libre para
señalar también al cielo.
En
septiembre de 2011, el diario ABC publicaba una información con el título
"Un yihadista al frente de la carnicería" y daba cuenta de la
detención en Pamplona de un yihadista y de otro más en Berriozar, también en Navarra:
Talbi vivía en la plaza Ortiz de Landazuri,
una de las zonas más nuevas del barrio, al que se trasladó hace 16 años. Estaba
muy integrado en el barrio. Era uno más. Lo último que se esperaban sus vecinos
es que pudiera formar parte de una red de captación, recogida y envío de dinero
para financiar el terrorismo islamista. A pesar de su origen argelino, ha
vivido más tiempo en la comunidad foral que en su propio país. Desde hacía un
tiempo regentaba una carnicería y una tienda de ultramarinos en régimen de
alquiler, lo que le hacía muy conocido en el barrio.
Mediador
sociocultural
Antes había realizado labores de mediación
sociocultural relacionadas con inmigrantes. También hacía traducciones al
inglés, francés y árabe.
Nadie esperaba que además de relacionarse
afablemente con los vecinos, también financiara el terrorismo, según las
investigaciones. «Con los vecinos era una persona normal, amable, educado, como
uno más. Aparte de que vestía con ropa típicamente musulmán, nada nos hacía
sospechar que podía estar implicado en esas cosas. Me quedé helada al
enterarme», afirmaba una vecina. Incluso hay quien le califica como una persona
«implicada» en el barrio. Paseaba con su mujer, hablaba con unos y con otros.
Solía estar más con otros inmigrantes. En este barrio la llegada de inmigrantes
ha crecido notablemente en los últimos años, pero mantiene el aire obrero que
ha tenido siempre.*
El
texto refleja perfectamente el fenómeno, constante en estos casos, de la distancia entre lo que
el estereotipo espera ver y los que hay delante, invisible, ante la ceguera más
absoluta. Tenemos una imagen exótica
del "terrorismo islámico" que se contradice cada vez más con la
realidad en que se produce. ¿Qué asociación de ideas llevó a ilustra el artículo con la fotografía de una parque infantil desierto?
Nuestro mismo concepto "terrorismo" nace de unas
coordenadas diferentes a lo que existe, lo que dificulta la evaluación de las
situaciones, la toma de medidas y la eficacia de las soluciones. Los tópicos
del discurso sobre "el terrorista de la puerta de al lado" se
acumulan: el asombro de los vecinos, su perfecta integración, su cordialidad, etc.
Sin embargo el modelo que se tiene en mente —el del sujeto escondido— contrasta
con la realidad de sus acciones y medios. El carnicero hablaba cuatro idiomas
—francés, inglés, árabe, español—, su implicación con los problemas es una
forma de convertirse en líder de la comunidad, en centro de referencia;
"solía estar más con otros emigrantes", dicen, que es la forma de
evaluar las posibilidades de cada uno para los fines previstos, etc. Todo es un
conjunto de malas interpretaciones, de incapacidad de ver las señales. Donde se
espera "ocultación" se encuentra vida social; donde se espera "ignorancia",
te encuentras con un traductor de cuatro idiomas; donde esperabas un saboteador,
te encuentras una persona implicada en los problemas del barrio. Sin embargo,
era el captador de terroristas y dinero perfecto. Su función era convertirse en
el eje de su comunidad: en el asesor en los problemas, el consolador en los
duelos, el intérprete en los problemas de los recién llegados, en el calibrador
del grado de aceptación islamista, en el vigilante de que los que llegaran no
se sintieran fuera de casa sino perfectamente controlados bajo su mirada
ortodoxa vigilante. Incluso su amable
función de "mediador social" le permitía estar cerca de los que
tenían problemas haciéndose con una información preciosa para el control de la
comunidad. Se le detuvo gracias a la información recibida por unas detenciones
en Italia. De no ser así, habría seguido tranquilamente muchos años.
El
asesinato del fotógrafo James Foley, secuestrado en 2012 mientras realizaba su
trabajo en el guerra de Siria, y ejecutado ahora, es un aviso más de que no
entendemos lo que ocurre, que no lo vemos porque no lo queremos ver o no
estamos preparados para ello.
El
yihadismo islamista no debe considerarse exclusivamente como un fenómeno
"terrorista" o "político" extremo. Sus objetivos no son negociables. El horror de lo que está
ocurriendo en Irak —las muertes de miles de personas a las que se les exige
renegar de su fe, decapitándolas, tiros en la nuca o enterrándolas vivas, como
nos llegan las informaciones estos días—, los ataques de Boko Haram y los
secuestros de las niñas, los ataques en Pakistán a las escuelas, etc., chocan
con nuestra percepción del mundo seguro
en el que vivimos. Que los que hoy están decapitando y matando sirvieran de
matarifes en nuestras ciudades, estudiaran en las escuelas británicas,
francesas, alemanas u holandesas, que exista un creciente movimiento en la
comunidad hispanoamericana —del que apenas se habla, pero al que llegará su
momento— nos inquieta porque choca con el exotismo
de lo distante, arruina nuestras expectativas de funcionamiento de la
distancia como seguridad. Lo lejano me afecta menos que lo cercano, nos dice
nuestra intuición. Pero esos términos ya no son reales, sino de otro tipo.
Vivimos en un mundo sin distancias. Eso nos lo confirma el ébola o el
yihadismo, las crisis económicas o los desastres ecológicos. Pero no lo vemos.
Se
trata de comprender el origen y naturaleza de los fenómenos para poder tener
estrategias adecuadas en un mundo sistémico y compacto. Es necesario porque los
errores estratégicos que se cometen son enormes y siembran el mal que parecen
querer evitar. Una evidencia: no ha disminuido, sino que ha aumentado. Y así
seguirá ocurriendo — si se apoya a
tiranos, se alientan movimientos islamistas nefastos que se vuelven contra ti, se
dan armas a las personas inadecuadas, se forma a ejércitos que salen
huyendo...— mientras no se asuma que no
es algo distante. Todo esto nos parece lejano, pero no lo es.
Ignacio
Cembrero, desde su blog en el diario El País, con el título "El último
servicio del periodista James Foley" considera que el impacto del vídeo ha
sido importante y que será determinante:
La movilización occidental no ha sido solo de
gobiernos y políticos. Con la actriz Mia Farrow a la cabeza miles de tuiteros
han pedido en la red social que no se distribuya el vídeo del asesinato de
Foley. Hasta Dick Costolo, el presidente de Twitter, avisó que cerraría las
cuentas de aquellos que lo difundan. Un portavoz de YouTube hizo la misma
advertencia. ¿Cuántas imágenes de cristianos y yazidíes crucificados y
decapitados no han circulado en las últimas semanas sin que surgieran voces
contra su divulgación?
El asesinato de un estadounidense tiene más
impacto que el de miles de árabes y kurdos. Por eso los terroristas no van a
lograr el efecto deseado con su vídeo. No lo conseguirán ni siquiera si asesinan
al otro periodista norteamericano, Steven Sotloff, que tienen secuestrado.
Ojalá no ocurra, pero si así fuera no
van a amedrantar a EE UU que el miércoles intensificó sus bombardeos. Al
contrario van a provocar su mayor
implicación, y la de Occidente, en la lucha contra el califa y sus secuaces.
Occidente llegó tarde a Siria. Si en los
albores de la rebelión contra el régimen de Bachar el Asad, en 2011, hubiese
ayudado con contundencia al Ejército Sirio Libre, una facción sin apenas tintes
religiosos, no habría dado pie a la aparición de grupos islamistas radicales
que ahora llevan la voz cantante.
Si hubiese impedido, con bombardeos aéreos y
armando a los pershmergas (combatientes kurdos), la toma de Mosul y de Tikrit
por el Estado Islámico, las minorías no habrían sido erradicadas del norte de
Irak, el Kurdistán y Bagdad no estarían amenazados por los bárbaros.**
Demasiados
"si", demasiado llegar tarde y mal; demasiados errores de cálculo e
interpretación; demasiada dudas. Demasiados "demasiados".
.Es
evidente que la estrategia doble de intimidación
a los enemigos y refuerzo para los
acólitos que el vídeo del crimen busca satisfacer debe ser evitada. Las idea de
que el asesinato de un norteamericano tiene más impacto que el de los demás es
parte del problema, pues afecta precisamente a esa distancia que establecemos.
La muerte de James Foley es terrible, pero forma parte de la tragedia
monstruosa que están viviendo millones de personas. Leo en la prensa italiana
—recogida, dicen, de Al-Arabiya— la noticia de que estos criminales ejecutaron a una joven
dentista. ¿Su delito?: atender a hombres y mujeres en su consulta. Un delito
inmenso, merecedor de la muerte.***
Ayer,
la periodista Diana Moukalled publicaba en Al-Arabiya un interesante artículo
sobre la elaboración de un vídeo promocional realizado por el "Estado
Islámico". En él se muestra cómo es la vida bajo su imperio, cómo se
patrulla por las ciudades para asegurarse que todo funciona, que todos se
comportan bajo sus estrictas normas. Moukalled señala:
All those ISIS members who spoke on camera were
not Syrians. Their dialects were mostly from the Gulf and the Maghreb, and some
were members of the Arab diaspora in Europe.****
El fenómeno no es distante ni exótico: es global y cercano.
Ha crecido con nuestra ayuda y errores, con nuestra ceguera y ahora lo padecen
las personas que van quedando bajo su poder brutal y asesino. Nos inquietan los
acentos porque configuran una distorsión espacial de los problemas. Ya no son
de allí o aquí, sino de allí y aquí. Eso es válido para Occidente, que descubre
con horror como sus pacíficos convecinos se van a matar, decapitar o destinan
su ahorros a financiar la destrucción, también lo es para los países árabes que
descubren que sus ciudadanos forman parte de ejércitos globales con los que
pueden emprender una guerra, que son brigadistas internacionales sin creer en
la naciones sino solo en una forma abstracta que han retorcido y que se traduce
en muerte sin remordimiento. Comenta Diana Moukalled cómo manifiestan
orgullosos en el vídeo promocional que la vida familiar es un "estorbo"
para cumplir la misión divina encomendada.
“We do not like the
happy life and picnics, because they distract us from God.”****
El final del artículo es una breve reflexión sobre la
necesidad de cambiar, ante todo esto, la mentalidad, la forma de comprender el
problema y acercarse a las soluciones. Está claro que esto no es pasajero, que
no hay negociación futura posible con estos criminales que matan sin piedad ni
remordimiento. Usarán todo lo que consideren necesario para ganar terreno y
lucharán donde hagan daño. Escribe
Moukalled:
The issue is so complicated that it cannot be
attributed just to violent religious discourse. If this discourse is the sole
source the militants draw on, then what we see in the resulting death and
destruction is but one of the signs of the deterioration of Arab societies.
Many in this film were most probably born in countries crises and conflicts.
The waves of Takfirists (apostatists) have been
coming for three decades, to the extent that we are now facing what is the
fourth generation. Wars on terrorism have been launched with varying degrees of
success, but they have not eradicated its root causes.
It is time for a different approach. It is time
we asked ourselves hard questions, because what was shown in this film, and the
fact that this kind of murder and violence has become commonplace in some
places, will not be destroyed by fighter jets.****
Me parece una reflexión lúcida y que debería extenderse lo
antes posible. Es necesario revisar la política que comenzó con la crisis del
petróleo en los 70 y sus consecuencias; es necesario revisar a política que se
puso en marcha tras el "11 de Septiembre"; es necesario reconsiderar
los errores de interpretación realizados tras las "primaveras árabes"
apoyando a grupos que las reventaron. Hay que ver qué es necesario modificar
porque la evidencia es que no ha funcionado, que ni las alianzas ni las
herramientas ni las estrategias han funcionado.
Pero no es solo una cuestión "nuestra". Por eso la
idea de Moukalled de que hay que enfrentarse a las "preguntas
difíciles" me parece esencial. Ha habido demasiadas respuestas simples a
preguntas simples.
James Foley ha muerto cumpliendo la misión profesional y
vacacional de informamos de lo que ocurre en la distancia. Su muerte es la
punta llamativa de un iceberg de crímenes infames, torturas y vejaciones que
sufren las personas de las que Foley fue a informar. Informarnos a nosotros. Lo
que debemos cuestionarnos en cómo vemos esa información que nos llega, lo que
hacemos con ella. Foley murió por ejercer su trabajo como la joven dentista
murió por intentar hacer el suyo aliviando el sufrimiento de hombres y mujeres.
Si, como dice Ignacio Cembrero en su blog de El País, la muerte de un
periodista norteamericano atrae las miradas de los Estados Unidos y Occidente,
no debemos olvidar que hay muchas muertes que padecen las personas que están
allí. No sabemos de quién son esas cinco cabezas de las que presume "Kokito" y nadie se ha molestado en pedir que retiren las fotos, exhibidas en nuestras primeras páginas como ejemplo de lo distante. Hay muchas otras cabezas cortadas, sostenidas por sus orgullosos verdugos, jaleados por sus fans, que llenan la red. .A informar sobre ellas, sobre sus dueños, fue a lo que dedicó su vida Foley. Le importaban. El
último sacrificio del periodista es convertirse, a su pesar, en la noticia destacada de
una tragedia, que sea su muerte la que reclame la atención, lo que atraiga las miradas y desencadene reacciones, incluso de Mia Farrow. Me parece bien que el vídeo se retire de YouTube, pero no lo
borremos de nuestras mentes.
Descanse en paz Foley, con nuestro agradecimiento, por informarnos
de lo que ocurre en lugares que parecen lejanos. Tan solo unas puertas más
allá.
* "Un yihadista al frente de la carnicería" ABC
29/092011
http://www.abc.es/20110929/espana/abcp-yihadista-frente-carniceria-20110929.html
** "El último servicio del periodista James Foley"
Blog "Orilla Sur" El País, 21/08/2014
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/orilla-sur/2014/08/21/el-ultimo-servicio-del-periodista-james.html
*** "Siria, dentista donna uccisa da Isis "perché
curava gli uomini"" Il Giornale 19/08/2014
http://www.ilgiornale.it/news/cronache/siria-dentista-donna-uccisa-isis-perch-curava-uomini-1045389.html
***
"ISIS on Film: Swords, deaths and clichés" Al Arabiya News 19/08/2014
http://english.alarabiya.net/en/views/news/middle-east/2014/08/19/ISIS-on-Film-Swords-deaths-and-clich-s-.html
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