Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La noticia nos llega de Israel, donde un grupo de
ultraortodoxos se dedica a escupir a una niña que va por las calles vestida de
forma que a ellos les parece que Dios no aprueba*. Su particular interpretación
de los deseos de Dios se basa en su fe profunda no en Dios, sino en que Dios
les habla a ellos o, incluso, a través de ellos. Activistas de distintos
lugares del país se han desplazado hasta esa ciudad por la que el tiempo no
pasa. Han sido recibidos con insultos y huevos. El lema de los miles de manifestantes
israelíes contra los ultraortodoxos —“venimos a dispersar la oscuridad”— está
bien elegido ya que el episodio es otro repunte de la creciente ola de
medievalismo que avanza en distintas partes del mundo.
No es otra cosa que medievalismo la reciente ejecución por
brujería de una mujer en Arabia Saudí. La Edad Media fue un tiempo de brujas,
magos y visionarios que recorrían pueblos señalando que Dios o el diablo, según
tocara, estaba en contacto directo con ellos. El mundo, desgraciadamente, se
está poblando de nuevo de estos visionarios que creen estar en comunicación con
Dios, ser sus más devotos seguidores, sus más fieles intérpretes y, por
supuesto, sus más justos jueces. En los tiempos revueltos prosperan estos oráculos
ciegos.
Mujeres egipcias manifestándose |
El rebrote del medievalismo tiene como objetivo, en la mayor
parte de los casos, a las mujeres. Estos mundos medievales son profundamente
patriarcales y desprecian a las mujeres como seres imperfectos, pasionales,
lascivos, casquivanos, triviales. Curiosamente, siempre dicen tener una gran
idea de la mujer y de su papel en la vida. Como su naturaleza es imperfecta y
Dios siempre habla a los varones, las mujeres deben escucharles atentamente y
aprender cómo deben ser, sentir y pensar, en primera instancia, para después —por
último pero no menos importante— entrar en los detalles de la vestimenta, dónde
se deben sentar en el autobús, a quién y
cuándo pueden tocar, la acera por la que deben caminar y si deben ser lapidadas
o ahorcadas cuando hacen cosas que en los hombres se consideran viriles o niñerías
pero en ellas son muestras de su naturaleza inmunda.
Encerradas en imágenes irreales, en asexuadas figuras
maternales, deben ser ejemplo claro de los valores que pueblan el universo masculino
de estos pervertidos sermoneadores radicales. Da igual que sea en Arabia Saudí,
Israel, Egipto, España, México, Francia o cualquier otro lugar del globo. No son más
que variantes de la misma idea medieval que pervive en la mente de retrógrados
con chilaba o con Smartphone, con trencitas ultraortodoxas o con piercing en el labio. Todos son iguales,
hijos de la misma idea patriarcal. Se haga en nombre de quien se haga, se basen en el libro que se basen o en el laicismo más exquisito, todo aquel que sostiene esta cruel y estúpida jerarquía pertenece a un mundo
injusto y opresor, retrógrado y cruel.
La niña israelí insultada y escupida |
Estos fanáticos esgrimen perversas interpretaciones religiosas con las
que tratan de justificar su deseo de posesión sobre las personas; mentalmente
siguen viviendo en tribus y practicando la esclavitud, pues no es otra cosa el
derecho que se atribuyen. Sus acciones medievales les convierten en soberanos
de un pequeño reino, sus familias, sobre el que se apoyan para modelar la
sociedad en la que viven. El argumento es siempre el orden natural de la familia, en la que el varón se impone sobre la
mujer.
La firmeza de Hillary Clinton criticando las acciones de los
militares egipcios —por encima de intereses estratégicos— debe ser ejemplo y se
debe extender a todos aquellos espacios en los que se está iniciando un camino
de retroceso medieval o se mantiene el existente. Las mujeres egipcias han
reaccionado desde el principio dándose cuenta que los militares trataban de
atacarlas como la parte más peligrosa de la revolución de los países árabes. Si
hay algo que une a una parte importante de la sociedad por encima de las
ideologías actuantes es precisamente el antifeminismo, el deseo de que las
mujeres se retiren y la sociedad siga controlada de forma patriarcal. Lo hemos
dicho ya varias veces y habrá que repetirlo muchas otras. Lo dijimos cuando se practicaron
los primeros exámenes de virginidad a las manifestantes que estaban en el
Tahrir; ya se vio entonces que los militares y la policía entendían que se les
enfrentaran hombres, pero que no iban a tolerar —como algo contra natura— que
unas mujeres se le pusieran delante desafiándoles. Eso no es una revolución
política; eso es la destrucción del orden natural.
Samira, la joven que denunció las pruebas de virginidad |
Desde que la revolución puso en pie a las mujeres, esta
segunda revolución —la indispensable, la femenina— es la única sobre la que se
puede construir una verdadera democracia porque no puede concebirse una
sociedad igualitaria si una mitad cree tener el derecho natural, el derecho
divino a dominar a la otra. Hoy nos llega la noticia de que los jueces egipcios
han prohibido los exámenes de virginidad forzosos realizados por el ejército a
cualquier mujer que les pareciera a estos bravos servidores de su pueblo que
patean mujeres indefensas en las calles. La denuncia que la joven Samira**
realizó en su momento, rompiendo el círculo de la vergüenza social, es el que
ha servido para echar abajo otra monstruosidad medieval. Ahora es Saama, la
niña escupida en Beit Nemesh (Israel), la que ha contribuido rompiendo su
propio círculo de silencio, una situación de décadas en la ciudad. Son pequeñas
batallas con grandes resultados: la exposición pública de la dominación perversa
que se aspira a convertirse en normalidad.
A lo que estamos asistiendo es a un proceso en el que
millones de mujeres están dando salida a lo que llevan décadas sintiendo en
silencio. Las revoluciones —Egipto, Yemen…— están permitiendo la salida de
estas reivindicaciones profundas que necesitan apoyo dentro y fuera porque en
esta causa no hay fronteras. Aunque los dictadores estén cayendo, no será fácil
salir de ese pensamiento medieval que se extenderá para frenar el avance de las
mujeres en sus derechos. Por eso es importante estar junto a Samira y Saama. Es
el bando de todos.
* “El acoso sexista de judíos ultraortodoxos enardece una
ciudad de Israel” El País 27/11/2011 http://internacional.elpais.com/internacional/2011/12/27/actualidad/1324948897_559447.html
** “La justicia egipcia prohíbe las pruebas forzosas de
virginidad” Euronews 27/12/2011 http://es.euronews.net/2011/12/27/la-justicia-egipcia-prohibe-las-pruebas-forzosas-de-virginidad/
Un judío ultraortodoxo abandona su asiento al sentarse una mujer junto a él |
Manifestantes contra la discriminación en la ciudad de Beit Shemesh |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.