Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La mentalidad popular suele tener ciertas constantes,
elementos que se repiten por décadas o generaciones. Es el atractivo de ciertas
figuras que se ganan el favor popular por encajar en esas tendencias que llenan
el imaginario colectivo. Una de ellas es la del ladrón simpático, la del ladrón
que cae bien a la gente y nos permite un proceso de identificación con él. Han
existido desde los Robín Hood a los Jesse James, los Zorros, Joaquín Murrieta,
o nuestra versión hispana de la banda televisiva de Curro Jiménez. Son bandidos
populares existentes en todas las culturas.
La leyenda del bandido simpático se construye sobre la
justificación de su carrera delictiva —es empujado al robo—, no pretende
hacerse rico —roba lo justo—, no hace daño a nadie —no debe ser violento—y,
especialmente, deja en evidencia a las autoridades que lo buscan. Es este
último factor el que mejor prende en la imaginación popular. Cuando la gente
está descontenta (o muy descontenta) con sus autoridades e instituciones, los
bandidos simpáticos permiten dar salida a través del humor, de los chistes y
caricaturas, de las representaciones artísticas, las dosis de descontento, de
hartazgo, acumuladas individual y colectivamente. Constituyen un mecanismo liberador, un autoajuste psíquico y social.
Este es el caso de Colton Harris-Moore, el bandido descalzo
(Barefoot Bandit), un bandido adolescente, por seguir el título
que Ramón J. Sender le puso a su recreación novelesca de la vida de Billy El Niño.
Colton fue detenido en agosto de 2010 en las Bahamas, donde había llegado
huyendo en una avioneta robada, y ha sido sentenciado ahora a siete años de
cárcel por los más de treinta delitos de los que estaba acusado*.
Tom Cruise en Risky Business (1983) |
La historia de Colton incluye episodios dignos de recreación
en una nueva entrega de Mission: imposible: huidas en avión, salto de coches
robados en marcha, fugar de centros de detención, etc. Es el
papel que a Tom Cruise le hubiera gustado hacer de no haber filmado Risky Business,
otro delincuente simpático, un joven emprendedor que convierte su casa en burdel mientras los padres están fuera el fin de semana.
Como no podía ser de
otra manera, el muchacho tiene una legión de admiradores en las redes sociales.
Joven, guapo y listo, tiene todo para convertirse en esa leyenda que una
generación que tuitea su hazañas
necesita. Colton tiene, como Jesse James, como Billy The Kid, Robin Hood o tantos otros, desde 2009, su
propia balada:
Colton he was sly
And Colton he was fast
They could never pin him down
But he never hurt a fly
And he never killed a man
And he never will be found
So remember Mr. Lawman
And remember Mr. Crook
Watch close as he slips on by
For every step you take
Old Barefoot’s takin’ two
So fly on, Colton fly.**
Ahora ya está condenado, pero se encierra a la persona, no al
mito. Cuando alguien te escribe una balada, has entrado en la leyenda, pues es
una acción reservada a los que cuentan con el respaldo popular. Los hay que
pretenden buscar es respaldo artificialmente, como ocurrió con nuestro “El Solitario”,
el asaltante de bancos que pretendió convertirse en el “ladrón de los pobres”
con la matización que lo único que hacía era robar bancos. Robar a los ricos no
te convierte automáticamente en el ladrón de los pobres y la estrategia
defensiva no le sirvió de nada. Tenía, además, muertes en su haber y eso ya le
descalifica. Además, la peluca no le sentaba bien.
La sociedad tiene sus héroes en los extremos positivos y
negativos. Tenemos nuestros héroes deportivos, culturales o económicos.
Actores, deportistas, empresarios… pueblan nuestros sueños de éxito. Hay
también otros sueños habitados por personas que tratan de sobrevivir en un
sistema que favorece en el egoísmo y que encuentran la simpatía popular. Mientras
el objetivo sea sobrevivir y no se haga un daño físico a las personas, mientras
no sea la violencia el modo de trabajo, la gente le seguirá dedicando a
personas como Colton páginas en Facebook, con más de 70.000 seguidores, o le
dedicarán baladas e historias.
El fondo es siempre el mismo. Mientras exista la
insatisfacción y mucha injusticia, aquellos davides
que lanzan sus piedras a la frente del Goliat todopoderoso, tendrán un lugar en
el imaginario popular. Es previsible que a Colton le sigan llegando peticiones
de matrimonio. La gente seguirá comprando camisetas con su cara.
Puede, y eso le deseamos, que Colton tenga que dejar de
pasarse la vida huyendo en avionetas robadas o saltando de coches en marcha y
perdiéndose en los bosques. Aunque su leyenda siga, lo mejor sería que alguno
de esos miles de seguidores le echara una mano y poder rehacer su vida. Unos
zapatos calientes seguro que le vienen bien.
* “El famoso 'bandido
descalzo', condenado a pasar más de siete años tras las rejas” El Mundo
16/12/2011 http://www.elmundo.es/america/2011/12/17/estados_unidos/1324077539.html?a=397531faf6bad2494414b9a2be512074&t=1324111174&numero=
** “The
Ballad of Barefoot Harris (Written and performed by Michael Mirrielee)” http://www.coltonharrismoorefanclub.com/?p=47
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