miércoles, 11 de enero de 2023

Los asesinatos machistas y la inteligencia artificial

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La inoperancia en la política se suele tratar de paliar con reuniones. Cuando no sabes cómo solucionar algo, cuando te ves importante, te reúnes. La reunión puede servir o no, según los casos. El político reúne y cita a los medios para que lo vean y lo muestren, con lo que piensan que la gente se queda más tranquila. Pero el tamaño de la reunión puede convertirse en indicador precisamente de la inoperancia. También surgen preguntas, como "¿por qué no se han reunido antes?", "¿qué se sabe hoy que no se sabía ayer?", etc.

A la ola de asesinatos machistas de sus parejas o ex parejas es difícil responder con reuniones. Hay acontecimientos que se pueden prever, pero no es fácil hacerlo con "reuniones". Las muertes son casos a los que llegamos la mayoría de las veces cuando ya se han producido. "No habíamos notado nada", "parecía todo normal", "no nos podíamos imaginar", "se les vía muy felices", etc. son las respuestas típicas que obtenemos ante los micrófonos por parte de los vecinos de la puerta de enfrente, del piso de al lado, del mismo portal, de la misma calle... Los criminales acaban matándose, huyendo o entregándose, que son las tres respuestas habituales. Los suicidas cierran el caso de forma definitiva; los que huyen acaban siendo encontrados... o no; y de los que se entregan, que no son muchos, podemos obtener alguna información, pero casi nunca trasciende, se le condena y poco más. Pero esas tres posibilidades encierran el modo en que el criminal percibe su crimen. Del suicida no esperamos mucho, a lo sumo alguna nota, que no se suele dejar por lo precipitado del crimen; al que huye hay que pillarlo y del que se entrega hay que sacarle información. ¿Hay garantía de que lo que se saque de cada caso nos ayuda para prevenir el siguiente y dejarlo en intento?

El hecho de que los violentos sean muchas veces reincidentes, es decir, personas de las que poseemos información es importante, pero bastante ineficaz, ya sea porque busca una nueva persona en su vida a la que acabará convirtiendo en nueva víctima o bien porque los servicios de vigilancia fallan, como acaba de reconocer el ministro Grande-Marlaska. "Fallar" es un término en el que caben muchas cosas, desde los errores de evaluación de riesgos (algo muy complicado y con límites legales) hasta la falta de recursos.

Hace unos días, la solución estaba en las "pulseras". Luego se han desinflado las expectativas. Ahora, antes y después de la reunión, los políticos nos ofrecen nuevas posibilidades de solución, que es lo que suele hacer un político... hasta el siguiente caso.

En RTVE.es leemos a dos ministros intentando convencernos de que todo lo tienen previsto y controlado o algo parecido:

El Gobierno está estudiando "nuevas fórmulas" ante el repunte de asesinatos machistas con cuatro muertes en las últimas 24 horas. Así lo ha asegurado la portavoz del Gobierno y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, durante su entrevista en el Canal 24 Horas.

"Es dramático, es verdaderamente doloroso", ha expresado Rodríguez y ha indicado que el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se reunirá con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para "explorar nuevas fórmulas". 

"Algo no estamos haciendo bien como sociedad, todos tenemos que implicarnos en esta causa. Hay que revisar protocolos y mecanismos", ha afirmado.

En este contexto, Marlaska ha asegurado que espera disponer "dentro de las próximas semanas" del nuevo protocolo para alertar a las mujeres en el caso de que convivan con parejas con antecedentes de violencia de género, así como para hacer frente al problema de que "víctimas vulnerables" no denuncien a sus agresores.

De hecho, ha recordado que algunas de las últimas víctimas mortales de la violencia machista han sido asesinadas por hombres que estaban en el sistema VioGén por relaciones anteriores. Pero para poder comunicar estos datos, la Fiscalía de Sala de Violencia de Género y la Abogacía del Estado deben estudiar el tratamiento de datos personales del maltratador para no vulnerar la ley.*


Lo de "nuevas fórmulas" necesita de mayor concreción, porque es normal pensar que si esas fórmulas fueran tan claras y evidentes (y eficaces), estarían ya en marcha hace tiempo. Cabe la posibilidad, claro, que haya nuevos descubrimiento, nuevos avances científicos. Pero para ser eficaces tendrían que ser visionarias, ver el futuro, predecir en una pareja concreta, sin dudar, que se va a producir un crimen, algo que ningún científico del planeta se atrevería a hacer. Los más que nos daría es una probabilidad de que algo ocurra, lo que no es suficiente para que la ley actúe. Hay, además, que convencer a la víctima antes de que sea demasiado tarde, algo que tampoco es sencillo. La última posibilidad es la del que decide en dos segundos cometer el crimen y no lo ha pensado antes ni hay ningún tipo de indicio que permita aventurarlo.

Los crímenes machistas son una horrenda variable del maltrato. El maltrato puede durar años, toda una vida, pero el asesinato puede ser cuestión de segundos, quizá de horas y algunos pocos algo más planificados. Es difícil prevenirlos porque las "tendencias" nos pueden dar cifras tomando ciertas variables, proyectando hechos hacia el futuro, etc. Pero no nos van a decir "quiénes" cuando ni los propios involucrados pueden saberlo. Es una lotería macabra en la que podemos saber "cuántos", pero no "quiénes".

En el mismo artículo, la Ministra Portavoz hace algunas observaciones:

Ante este repunte de casos, la portavoz ha instado "a hacer un trabajo de educación en el ámbito privado, en la familia, las escuelas, y en la política, donde no se pueden tolerar planteamientos políticos que niegan cada día asesinatos machistas".

Inteligencia artificial para proteger a las víctimas

Además, ha abogado por utilizar la inteligencia artificial en aras de la protección de las víctimas y, con todo, ha añadido que "aunque hay que seguir ahondando en fórmulas de protección de las mujeres", el sistema funciona y se han protegido a 700.000 víctimas de violencia de género.

Preguntada por la percepción de muchos jóvenes de que no hay violencia de género, ha señalado que ha habido muchos cambios en el acceso a la información por la aparición de nuevos medios de comunicación, y se mostró partidaria de abordar el acceso a la pornografía - "donde se presenta a la mujer sometida por el hombre"- a muy temprana edad.

 

Estamos de acuerdo —lo hemos repetido aquí en muchas ocasiones— con lo que se señala en el primer párrafo citado. Es necesaria más acción social y cultural, educativa. Lo que ocurre en la superficie, el asesinato, es el resultado de las fuerzas oscuras, las que se diluyen por muchos otros fenómenos que la normalizan dentro de un ámbito, que puede ser el de la propia familia, el del acoso escolar —es el campo de entrenamiento del maltratador, muchas veces defendido por sus propios padres—, el acoso y el machismo laboral, etc. El problema de estas corrientes subterráneas es que no son fáciles de detener en seco. Es difícil que personas que llevan eso dentro se deshagan de ello. Puede que lo apliquen en ámbitos más allá de las familias o parejas, pero lo pueden practicar mediante el abuso de poder en otros ámbitos. Jeffrey Epstein, el pervertido pederasta que se suicidó en la cárcel tenía como socia de fechorías a su propia pareja, Ghislaine Maxwell. La red de relaciones de ambos —de Donald Trump al príncipe Andrés pasando por el encerrado productor Harvey Weinstein— asusta y da que pensar si la solución está también en la política o si el poder permite demasiadas cosas. Lo sorprendente es que algunos de esos políticos tienen después millones de votantes detrás a los que todo esto parece no importarles... o algo peor. Pero todo esto son formas organizadas, tramas complejas para satisfacer el deseo de personas que se lo pueden permitir porque lo pueden tapar con dinero o el poder que acumulan.

Hace unos meses, hablábamos aquí del gobierno y la inteligencia artificial, que se iba a utilizar desde La Moncloa para analizar las opiniones vertidas sobre el ejecutivo, según nos aseguraban. Ahora la fórmula mágica "inteligencia artificial" vuelve a los labios del poder político como último recurso y signo de modernidad. No sé si saben bien de lo que hablan, pero sí que no será sencillo desarrollar algo así, precisamente porque se necesitan datos para producir información. Es difícil que los datos de un asesinato nos ayuden a impedir otro, a menos que se tratara de un asesino en serie con un patrón determinado. Por eso se pone el énfasis en lo único posible —hasta donde la ley lo permite—, en "avisar" o "informar" a las parejas de maltratadores (no de asesinos, que estarían en prisión ya). Son los antecedentes de donde se establece que la conducta se va a repetir... o no. La ministra comete un error intencionado cuando señala que el sistema de protección funciona porque "se ha protegido a 700.000 víctimas de la violencia de género". ¿Significa que si no se existiera ese programa había 700.000 asesinatos? Evidentemente no, por eso es tan difícil establecer métodos visionarios eficaces, aunque haya casos con más probabilidades que otros, aunque luego salten las sorpresas que manifiestan esos vecinos que se muestran asombrados por lo que ha ocurrido a pocos metros de ellos con personas que conocen de toda la vida.

Cada asesinato machista es el fin de una historia particular que es necesario conocer. Con todo, es muy difícil desgraciadamente impedirlos. Sobre todo porque la única prevención es la percepción de la propia víctima, su capacidad de evaluar el riesgo que está viviendo. Y casi nunca es fácil.

Por motivos de dependencia económica, de falta de autonomía, muchas mujeres dependen de sus asesinos. Hemos tenido un caso en estos pasados días en los que la pareja divorciada seguía viviendo bajo el mismo techo. Evidentemente habrá otras muchas parejas que lo hagan sin mucho problema, pero es poco recomendable si es con un maltratador.

Hace falta mucha educación, inversión en protección de las que denuncian, mucho análisis de factores múltiples que pueden tener peso, y sobre todo una fuerte receptividad ante los casos posibles por parte de los responsables de distintas áreas implicadas, por decirlo así, una burocracia sensible, y organizaciones sociales que hagan algo más que salir a protestar, que atiendan, que ayuden, que escuchen. El problema es social y la respuesta debe ser también social. El activismo en este caso es de información y de protección, ofrecer alternativas a las personas amenazadas que tienen que superar muchas veces un sentimiento doble de culpa y vergüenza.

No hace mucho veíamos en nuestro cinefórum una vieja película mejicana en la que por el escándalo que tenían en la casa un vecino llamaba para protestar. La respuesta era "¿llamo yo a quejarme cuando le das una paliza a tu mujer y se oyen los gritos?" Puede que en su momento se viera como un "chiste", pero hoy nos dice mucho sobre los tiempos. Hoy México tiene unos tristes récords de muertes diarias de mujeres.

Son estos micro detalles culturales, los que se nos cuelan en películas, chistes, anuncios, etc. los que brindan el tejido para esas violencias de género que dan lugar posteriormente al acoso, al maltrato y al asesinato de las parejas y ex parejas. Basta que aumente la tensión social, que se recrudezcan las crisis (empleo, economía, salud, etc.) para que estallen y se pague con las personas que tenemos a nuestro lado. En el hogar, en el trabajo, en la escuela, etc. se producen actos de diverso grado de violencia, pero que encierran ciertas pautas de comportamiento machista. El machista se siente poderoso y busca víctimas sobre la que mostrar su poder o pagar su frustración. Ya sea por prepotencia o por impotencia, el desenlace es trágico. Mientras no se combatan todas estas formas en su raíz, será difícil saber —con inteligencia artificial o sin ella— quién va a ser la próxima víctima. Por eso hay que enseñar a detectar comportamientos en el trabajo, en las reuniones, etc. que puedan servirnos para ir más allá de lo que vemos. A veces un "si me necesitas puedes llamarme" o una conversación en que se vayan relajando las defensas puede salvar algunas vidas. Y de eso se trata.

Las nuevas fórmulas pueden estar bien, pero algunas viejas y simples pueden funcionar. Quizá vayamos ganando esta batalla a los crímenes machistas con más inteligencia social y emocional, antes que con la artificial, que puede ayudar en muchas cosas, pero quizá no en las que necesitamos. Por ahora es una palabra estrella para los políticos, pero queda por demostrar que vamos más allá. No es un problema nuevo, pero sí es un problema creciente. No podemos detectar el próximo para prevenirlo, pero sí podemos analizar el origen psicológico, social y cultural, es decir, las tramas profundas, las motivaciones, que lo configuran y que están detrás de las manifestaciones concretas. Comprender lo general para tratar de evitar lo particular.

 

* "El Gobierno estudia "nuevas fórmulas" contra la violencia machista: "Algo no estamos haciendo bien como sociedad"" RTVE.es 9/01/2023

https://www.rtve.es/noticias/20230109/gobierno-estudia-nuevas-formulas-contra-violencia-machista-algo-no-estamos-haciendo-bien-como-sociedad/2414924.shtml

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