Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
diario ABC publicó ayer una noticia breve con el titular " Bill Gates
predice cuál será la próxima gran revolución tecnológica"*. No sé si es dentro de la tradición de las
predicciones del principio de cada año o si realmente buscan un campo más
amplio para la "predicción", aunque me da la impresión que es una
mezcla de ambas.
El
diario nos explica:
Todo comenzó
con la pregunta de un usuario que le preguntó si, actualmente, hay alguna
tecnología incipiente y tan prometedora como lo había sido Internet a finales
del siglo XX. «La IA es la más grande. No creo que Web3 fuera tan grande o que
las funciones del metaverso por sí solas sean revolucionarias, pero la IA es
bastante revolucionaria», apuntó Gates.*
La
expresión "inteligencia artificial" —la IA o la AI— es un término
amplio, un principio, subyacente en muchas aplicaciones, en muchos procesos y
que supone un cambio radical en un sentido: permite que el ser humano quede
liberado de tomar decisiones. Si las máquinas que dieron lugar a la revolución
industrial limitaban la acción manual y dejaban al ser humano
la tarea de vigilancia o control de las máquinas, la Inteligencia Artificial es
creada para que tome sus decisiones sobre lo que la máquina debe hacer. La máquina no solo "hace", sino que decide cómo hacerlo en función de las valoraciones de sus programas. Para ello se investiga cómo toman decisiones distintos elementos —animales y humanos— y se reproducen las estrategias implícitas, la optimización de los recursos, etc. Todo aquello que puede ser descrito, puede ser incorporado a la toma de la decisión. Para ello se suministran los datos requeridos y la forma en que son evaluados, ponderados, para la decisión final. Un campo de trabajo en auge es precisamente la "teoría de la decisión".
Lo que
nos hace humanos es la toma de decisiones, por lo que los errores pasan a ser
parte de nuestra humanidad, aunque un error bastante costoso en muchas
ocasiones. La Inteligencia Artificial permite dejar en manos de cierto tipo de
máquinas decisiones y el control de otras máquinas. Su capacidad de procesar
enormes cantidades de datos a enormes velocidades hace que estas máquinas
puedan tomar decisiones evaluando una cantidad imposible de tener en cuenta por
el ser humano.
El
siguiente salto, que es el que ha dado conforme a su propia evolución, ha sido el llamado "deep learning",
la capacidad de aprender por sí misma e ir evolucionando. Se limita así la
transmisión de errores a la "mente de la máquina", es decir, los sesgos
que los humanos dejábamos en su diseño de su forma de pensar. Por eso hemos
podido recoger aquí noticias como la denuncia de que ciertas máquinas diseñadas
para seleccionar personal podían ser machistas o racistas. ¿Cómo era posible
esto? Sencillamente, en su diseño se colaban nuestros prejuicios que eran
asumidos como "objetividad" por las máquinas a las que no se les
presumía defectos.
Aunque
la máquina aprenda por sí misma, su diseño es nuestro; su forma de aprender y
evaluar es la que nosotros dejamos en su forma de actuar. Como nunca habrá una
máquina que surja de cero, esta transmitirá algo de su "creador".
La IA
está en muchas de las noticias desde hace tiempo. Hace unos días analizábamos
aquí las declaraciones ministeriales que trataban de dejar sobre la
inteligencia de las máquinas la peliaguda cuestión de los crímenes machistas
que se había estado produciendo estos días. No es esta cuestión de IA, sino una
cuestión muy humana. Pero ya empezamos a ver en la expresión —no en la
realidad— algo que todo político desea: alguien a quien echar las culpas por
las decisiones erróneas, como es el caso. Una serie de fallos en cadena —de la
falta de efectivos para la vigilancia a los problemas jurídicos de las pulseras
a los "probables" —que no "presuntos"— agresores.
Hemos
visto en meses anteriores cómo se pretende subsanar la falta de personal
sanitario con "diagnósticos inteligentes", es decir, realizados por
máquinas y no por personal humano. Para sorpresa de algunos, las máquinas daban
un diagnóstico más certero que el dado por los humanos, ya que recogían todos
los síntomas necesarios y procesaban toda la información dando probabilidades
ajustadas de padecer una enfermedad. Algunos ya habrán visto en ello la
posibilidad de ahorro de personal. Una máquina de este tipo, además, ni se
queja ni hace huelgas reclamando más máquinas ni mejores horarios o subidas
salariales.
Una
cosa es el avance técnico y otra las aplicaciones y lo que se elimina en su
nombre. Los seres humanos trabajamos por dos motivos, para ganarnos el pan y
para evitar la ley de la selva, donde no se trabaja sino simplemente se devora
al más débil y próximo.
La
inteligencia artificial se está desarrollando en los dos ámbitos más
peligrosos: empieza a sustituir a los humanos y tiene una importante tarea en
el control y vigilancia para mantener un orden que tiende cada vez más a lo
caótico y peligroso.
El trabajo no solo "dignifica", como se decía antes, sino que mantiene ocupadas a las personas evitando algo que también se decía antes, que el ocio sea la fuente de las tentaciones y malas ideas. El trabajo es la racionalización de la subsistencia en un mundo en el que todo es ya propiedad de alguien. Somos desde hace tiempo el "homo economicus", lo que implica una sociedad de la oferta y la demanda en la que necesitamos estar empleados para poder comprar y vender y mantener con ello el movimiento social evitando que todo estalle.
A nadie
se les escapan los retos que tenemos por delante: climáticos, superpoblación y
económicos. Los tres están interrelacionados y tienen consecuencias que se
manifiestan por todo el globo. Lo que se preveía como una pacificación global a
través del comercio ha resultado en una crisis de poder con aumento de la
violencia, guerras, etc., por un lado, un desequilibrio económico brutal entre
países y una crisis sanitaria mundial que se quedará entre nosotros hasta ser
sustituida por la siguiente. Las crisis de la economía y la violencia llevan a
millones de desplazados por todo el mundo, generando diversos tipos de conflictos
y reacciones. Los ricos se mueven haciendo "turismo"; los pobres
intentado encontrar el pan en otros lugares.
En
medio de todo esto, miramos esperanzados a la Inteligencia Artificial como si
esta fuera a solucionar nuestros conflictos, al menos en los países que se las
pueden permitir y fabricar.
Tenemos
entre nosotros una película recién estrenada, M3gan, la historia de una muñeca con Inteligencia Artificial que se
ofrece a una niña cuyos padres han muerto y cuya tía y tutora, que investiga en las
"muñecas inteligentes", no
tiene mucho tiempo para ocuparse de ella. La película —que no les voy a contar—
se inscribe entre esas que ven la tecnología como un imperfecto sustituto de
los afectos, como una forma de dejación. No les cuento más. Tiene poco que ver con la tecnología en sí, pero mucho con nuestros temores y carencias.
Unos perciben la IA como un "peligro", otros como una "oportunidad". Pero lo cierto es que va a tener incidencia. La desigualdad del mundo es un obstáculo. Es una poderosa herramienta en manos de los países ricos, pero tiende a ser un arma de control en los pobres. Sus usos van de las fronteras a los estadios, del control de los gastos de cada uno a la evaluación del trabajo y su rendimiento.
El 7 de diciembre pasado, el periodista de ABC Rodrigo Alonso nos hablaba de la IA y nos ponía un ejemplo práctico realizando diversas preguntas a un chatbot, ChatTGP. De las varias realizadas, seleccionamos dos respuestas de la máquina:
¿Qué hace falta para que la realidad virtual se democratice?
Para que la realidad virtual se democratice, es necesario que el hardware y el software necesarios para acceder a estos entornos se vuelvan más accesibles y asequibles para una amplia gama de usuarios. En la actualidad, la realidad virtual todavía es una tecnología relativamente nueva y costosa, por lo que solo está al alcance de un pequeño porcentaje de la población. Para que esto cambie, es necesario que el precio de los equipos de realidad virtual baje y que se desarrollen aplicaciones más fáciles de usar y más atractivas para un público más amplio. Además, es importante que se desarrollen estándares y tecnologías que permitan a diferentes dispositivos y plataformas de realidad virtual interactuar entre sí de manera eficiente. Todo esto contribuiría a que la realidad virtual se convierta en una tecnología más accesible y utilizada por una población más amplia.
¿Qué opinas sobre la llegada de Elon Musk a Twitter?
Como soy una inteligencia artificial y no tengo opiniones propias, no puedo opinar sobre la llegada de Elon Musk a Twitter o cualquier otro tema. Mi función es proporcionar información precisa y actualizada a partir de mis conocimientos, pero no tengo capacidad para tener opiniones personales.**
No está
mal; creo que un porcentaje muy elevado de personas que conozco no hubieran
contestado tan bien a la primera y se habrían extendido mucho en la segunda.
Entre
el Hall 6000, de "2001, una odisea del espacio" (S. Kubrick), y la
muñeca M3gan, pasando por Terminator, hay
una gran distancia y un mismo temor: que las máquinas se pasen de listas y nos
hagan la pascua a los humanos. Ya los luditas miraban mal a aquellas primeras
máquinas que cambiaron la sociedad. Es indudable que la Inteligencia Artificial
cambiará el mundo en función de lo que apliquemos como motor y mucho me temo
que las inversiones necesarias y los efectos secundarios irán en un sentido
como el que ya vemos: recorte y control. En unos sitios se hace para
"ahorrar", en otros para controlar la vida de la gente, con lo que
las dictaduras (y las no dictaduras que van camino de serlo por tanta
vigilancia), serán las grandes beneficiarias y creo que ya lo son.
A Bill
Gates le parece el mayor campo de desarrollo futuro —pese a la visón chata del
artículo previendo que "se estancará" después de un desarrollo
intenso— y creo que tiene razón. Las máquinas tienen cabida allí donde prevalecen
ciertas visiones negativas o limitadas de la naturaleza humana. El movimiento
"transhumanista" o H+, por ejemplo, considera que hemos llegado al límite y que nuestra vía evolutiva se
sigue hibridándonos con las máquinas, como cyborgs,
y con el uso avanzado de la tecnología en todos los aspectos de la vida. El
futuro está en la prótesis, en ampliar el cuerpo dotándole de aquellas mejoras
que podamos elaborar. Nuestro reto es cómo establecer una continuidad
informativa entre nosotros y la máquina. Esto ya lo hemos hecho a través de la
biónica que permite, por ejemplo, la existencia de un ojo biónico o el manejar
una silla de ruedas o un ordenador mediante instrucciones mentales.
También vemos cómo la IA se trivializa, se convierte en instrumento para alimentar la tontería, que es el estado ideal de la Humanidad, según nuestros nuevos filósofos. Vemos que, muchas veces, esta se usa más como reclamo que como instrumento para superar defectos. Lo de charle con Shakira o Julio César que nos contaba El País es un ejemplo de ese viajar de una tontería a otra como en un Juego de la Oca.
Sería
tonto negar las ventajas, pero sería más tonto ignorar los peligros, no tanto
de las máquinas como del uso que los humanos le damos y cómo pueden convertirse
en profundos desequilibrios. El peligro no está en la máquina, sino en aquellos
que las usan para determinados propósitos egoístas, para tapar carencias o para
doblegar a otros. Desgraciadamente, los humanos usamos todo lo que está en
nuestras manos para todo tipo de cosas con resultados muy diferentes. Quizá sea
porque conseguimos progresar en lo que hacemos, pero no en cómo pensamos, que
sigue siendo carvernariamente primitivo.
* R.A.
"Bill Gates predice cuál será la próxima gran revolución tecnológica"
ABC 14/01/2023 https://www.abc.es/tecnologia/bill-gates-predice-proxima-gran-revolucion-tecnologica-20230114024709-nt.html
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