jueves, 19 de enero de 2023

Adiós, Jacinda

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


En estos tiempos en que los dirigentes se aferran al poder como al pezón materno, tiempos en los que el más tonto se considera Moisés —con división del mar incluida—, en estos tiempos en que la palabra "polémica" forma parte de las noticias, en que todo el mundo quiere ser "visir en lugar del visir", no llega la deprimente noticia de que en Nueva Zelanda, Jacinta Arden, su primera ministra, ha decidido dimitir a pocos meses de las elecciones generales que les tocan.

Como los horizontes patrios no dan más de sí, no hay que pedirle peras al olmo y las habas están contadas, uno  siente rubor ante el panorama que se le ofrece y mira hacia las antípodas (no hay nada más lejos) tratando de encontrar algo que le devuelva la esperanza en la política. Durante un tiempo, Jacinda Arden representó una ilusión como posibilidad de hacer un liderazgo con cierta dignidad.

A veces se pregunta uno si no se debiera permitir un voto de desahogo, un voto "inútil", votar en otras elecciones simplemente por darte no la alegría de ganar, sino la de poder votar a personas que representan un estilo, una forma de hacer política. No se trata de que ese voto cuente, no; pero poder votar a alguien que te parece serio, consecuente, sincero, constructivo en una forma saludable. Da igual que el voto no cuente; la intención es lo que importa. Pero ese tipo de voto sería un mal ejemplo y muchos políticos se quedarían solo. Esto es política-ficción, aunque toda política lo es y uno se pregunta si hay "vida inteligente", "si están entre nosotros" o cuándo nos darán un "ultimátum a la Tierra" para ir haciéndonos a la idea.

En RTVE.es nos explican su marcha de la política activa y sus causas: 

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha anunciado este jueves a primera hora su renuncia como jefa de Gobierno, y convoca elecciones para el próximo 14 de octubre.

Así lo ha anunciado la mandataria durante una rueda de prensa, detallando que estará en el puesto hasta el próximo 7 de febrero, cuando el Partido Laborista que dirige encuentre una nueva persona para ocupar el cargo de primer ministro, ha informado 'NZ Herald'.

"Tener un papel tan privilegiado conlleva una responsabilidad, incluida la responsabilidad de saber cuándo eres la persona adecuada para liderar y también cuándo no", ha justificado, detallando que era una decisión que venía reflexionando desde verano.

"He dado todo de mí para ser primera ministra, pero también me ha costado mucho. No puedo ni debo hacer el trabajo a menos que tenga el depósito lleno más un poco de reserva para esos desafíos no planificados e inesperados que inevitablemente se presentan", ha relatado.

Ardern ha sostenido que detrás de su decisión no hay "ningún escándalo secreto". "Soy humana. Damos todo lo que podemos durante el tiempo que podemos y luego es el momento. Y para mí, es el momento", ha afirmado.

"No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad, y no tengo suficiente energía para hacerle justicia", ha explicado.*


Si tras las palabras hay una realidad, la decisión de Arden es loable porque muestra lo que se debe pensar: la política es para dejar mejor el mundo que como lo encontraste. Sé que "mejor" puede ser relativo, pero la experiencia nos muestra que en política lo "mejor" y lo "peor" solo depende de quien lo haga, al menos de cara a la galería. Y la política es cada vez más una gigantesca galería mediática en la que lanzar flores o dardos, según toque.

Las ansias enfermizas con las que tipos como Bolsonaro y Trump, por poner dos ejemplos recientes, se aferran al poder, hacen resaltar más la figura sobria y la actitud política de Jacinda Arden. Esperemos que los ciudadanos neozelandeses se vean recompensados con su recuerdo. Siempre podrán exigir a los que lleguen que estén a su altura.

La noticia nos habla de los desafíos a los que se tuvo que encontrar. Uno llega a un cargo con un programa, pero luego la realidad azarosa pone en tu camino cosas inesperadas a las que hay que enfrentarse. No todos tienen la capacidad de hacerlo. Del arte de la promesa al de las realidades, al político no hay que pedirle lo imposible, sino lo justo y ajustado, lo que haga mejorar la vida de todos de forma equilibrada. Esta política a cara de perro que vivimos es nefasta y nociva para todos, aunque algunos creen que ganen algo. Los malos ejemplos de lo ocurrido en Brasil, en USA o en nuestro Parlamento Europeo, por no ir de país en país haciendo cuentas, hace que los buenos gobernantes resalten más y se valoren. Ese "gobernar para todos" ha desaparecido porque se ha convertido casi en un "gobernar contra todos".

Un buen gobernante es una bendición. No es lo que vemos con demasiada frecuencia. Dice Arden que le ha costado mucho esfuerzo gobernar, que llega con las fuerzas justitas, que está "quemada" ("burnout"). Al menos, se ha dedicado a construir y muestra ahora sus logros sociales y políticos. La echarán de menos, seguramente.

Nos gusta pensar que no se van por escándalos ni traiciones, sino por ese deseo de servir a su país en plenitud de forma y fuerzas. No se siente con energía para afrontar los nuevos retos y deja el paso a otros. Así debería ser siempre y así deseamos que sea, que su recuerdo quede limpio y salga airosa de este periodo en lo que la Historia escriba sobre ella.

Jacinda Arden se va y eso nos hace quedarnos un poco huérfanos políticos de su seriedad. Da igual que nos sintamos más o menos cerca de sus ideas o decisiones. Ha hecho aquello en lo que creía y no ha engañado a nadie; ha mostrado dignidad en el cargo, algo que en estos tiempos faranduleros se agradece.

¡Adiós, Jacinda! Me has permitido sentirme neozelandés, de las antípodas, por una temporada.

* "Jacinda Ardern anuncia su dimisión como primera ministra de Nueva Zelanda" RTVE.es 19/01/2022 https://www.rtve.es/noticias/20230119/primera-ministra-nueva-zelanda-jacinda-ardern-renuncia/2416486.shtml

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