viernes, 6 de enero de 2023

De la ilusión al tranquilizante

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La espacialidad de la página web ha querido juntar dos noticias que nos llegan de diversos Telediarios  que se nos ofrecen. En la primera podemos leer "Los expertos recomiendan no hiperregalar a los niños: ¿Fomentamos un consumo excesivo y que se vuelvan más egoístas?", mientras que en la segunda se nos dice "Un cuarto de la población ha consumido al menos una vez ansiolíticos". ¿Son algo distinto y distante o forman parte de las dos caras de una moneda?

Lo primero que hay que señalar es la frontera absoluta que cuando somos adultos levantamos sobre nuestra infancia. El "niño" o la "niña" son el otro/a. Hablamos de ellos como si no fueran nosotros, es decir, no consideramos que seamos una misma "entidad". Los niños son los niños y los adultos seres diferentes. Si nos libramos de esa especie de frontera la pregunta sobre los dos reportajes de RTVE.es suena de otra manera, como por ejemplo: ¿Crea el excesivo consumismo de la infancia problemas de ansiedad cuando somos adultos? Visto así, parece otra cosa.

España está a la cabeza del consumo de ansiolíticos. Parece mucho, demasiado, para un país tan "feliz" como el nuestro. Somos un país que se ha preocupado por el destino del ocio durante la pandemia, un país en el que nadie se ha atrevido a desmontar una fiesta "rave" ilegal que ha durado seis días por temor a desórdenes, nos han dicho. Somos, sí, un país feliz que tapa sus penas con alcohol y dando saltos al ritmo frenéticos del DJ. Sí, un país que prefiere no pensar demasiado y esperar ansioso a que llegue ese regalo que se llama popularmente "finde" y que mantiene ocupado a medio país pensando en su llegada. Son los "reyes" semanales del adulto.


En el segundo reportaje se nos habla de una joven de 21 años que lleva dos meses tomando un ansiolítico. "Lo tomo para el insomnio, porque no dormir", nos dice la joven. "Cada vez más jóvenes dependen de hipnosedantes para tratar la ansiedad o el insomnio", nos dice la voz que guía el reportaje.

Cuando los expertos dicen que no se regale demasiado, deberían matizar la fase previa. El regalo excesivo es un problema, sí. Pero apenas se trata del bombardeo mediático que los niños reciben desde el final del verano. El gran problema no es el exceso de regalos; es mucho mayor el exceso de deseo por tener todo lo que te ofrecen. En la llamada Sociedad de Consumo, lo primero que se consume es la oferta, la promesa de que poseer lo que te muestran te hará feliz, donde el sujeto expuesto saca la conclusión de que es infeliz "porque no tiene". Creo que esto es un poder negativo mucho mayor que aquellos, muchos menos, que pueden tener todo lo que quieren. Son más los insatisfechos que los híper satisfechos. A lo que uno realmente se acostumbra es a desear y no tener. Y eso se traslada al resto de la vida.

Hemos comenzado señalando la ironía del "país feliz", que es nuestra "marca España" para atraer al exterior (lo hemos comprobado durante la pandemia y lo vamos a seguir comprobando). ¿Qué felicidad es este que nos hace consumir más ansiolíticos que nadie en el mundo, con una de cada cuatro personas consumiéndolos?


La apariencia de felicidad es un gran negocio, desde luego, incluso cuando se traduce en estados de ansiedad. Las farmacéuticas hacen su agosto con nuestros deseos insatisfechos. También la medicina vive de ellos. Los mismos que te venden la felicidad, se ofrecen a eliminar tu ansiedad, tus frustraciones por un módico seguro que te garantiza la atención.

La frustración y la ansiedad están repartidas a lo largo de la franja de edad y concentrada en algunos puntos. Sales de infancia, de un mundo feliz, repleto de sueños y regalos, y te encuentras con una compleja adolescencia la final de la cual tienes —como la joven— una concentración de frustraciones a través sobre todo de estudios y empleo. Después se añaden las frustraciones de la posibilidad de emanciparse. Para muchos comienza entonces esa etapa de ansiedades fomentada por la inestabilidad, la precariedad y la necesidad de aguantar las frustraciones de otros, que lo pagan en aquellos más débiles en la cadena.


Cada vez escucho a más gente la misma historia, el mismo insoportable estado laboral en el que sufren todo tipo de presiones. El deseo de encontrar una fuente de trabajo se convierte en el dolor de tener que mantenerlo pese a las duras condiciones.

Veamos otros datos que ya hemos tratado aquí, como son el aumento de problemas con la salud mental y el crecimiento de los intentos de suicidio entre jóvenes y adolescentes. La mayor parte de los casos se producen en esa enorme distancia entre la felicidad percibida y frustración al comprender que no forma parte de la realidad. Entonces el ocio se convierte no en el espacio de disfrutar, sino realmente en el de no pensar, en un mundo alternativo en el que se puede sobrevivir.

La vida nunca ha sido fácil, es cierto. Pero nunca había habido tantos medios para ocultarlo. La felicidad es hoy un negocio, algo más que un sueño; pero este sueño nos consume como imposibilidad ante la constante muestra ante nuestros ojos. Por ello se acaba concretando muchas veces en el tener y en su imposibilidad. La misma sociedad que te ofrece, te da los ansiolíticos para contener la ansiedad y la angustia que te provoca el no tener.

Hay muchos problemas que se podrían manejar de otra manera. Dando recursos a la persona para que se construya con más estabilidad a través de una educación realmente formativa. Pero la educación hoy también es consumo en su mayor parte, oferta y demanda. Se ofrece lo que quieres, no lo que necesitas. Sabemos por los propios médicos que esta receta excesiva de ansiolíticos tiene su fundamento en el poco tiempo que tienen para poder tratar a las personas que acuden a sus consultas. Es más fácil y barato recetar pastillas que dedicar una hora a escuchar a una persona que necesita hablar, sacar de sí lo que le está provocando ese estado negativo.

De todo esto se ha hablado ya desde diferentes perspectivas..., pero se hace muy poco. Los niños "híper regalados", los adolescentes frustrados, etc. son los mismos que van creciendo hasta llegar a ser esos adultos que practican sobre los demás lo que les enseñaron a sentir, desear, etc. Dicen en el reportaje de RTVE.es que los niños con demasiados regalos se vuelven "frágiles" y no saben "gestionar la frustración". Tienen razón, pero también se vuelven frustrados los que son bombardeados con lo imposible porque, nos guste o no, están expuestos a ese mundo donde unos tienen y otros no, pero es todo mediáticamente visible. El que no tiene casa visita cada día la de los millonarios que los medios le ofrecen y lo mismo ocurre con cualquier otra situación en un mundo en el que lo que se muestra y pondera es el éxito y las emociones, no el autocontrol en ninguna de sus formas. El crecimiento consiste en descubrir que el mundo no es como parecía, en un proceso largo y doloroso que va derrumbando las idealizaciones, de la familia al trabajo, lo que hace que esos ansiolíticos sean el pan nuestro de cada día.

Por eso el mejor regalo no es la felicidad del consumo, sino la que nos hace madurar valorándola, la que se construye sobre pequeñas realidades y no sobre propuestas llamativas que te ofrecen un mundo inexistente. Tampoco es felicidad olvidar, no pensar. Es la que nos produce ese consumo de alcohol —del que se nos dice: "El alcohol sigue siendo la sustancia psicoactiva más consumida en España, aunque el año pasado disminuyó según la Encuesta de Alcohol y drogas..."—, otra forma de salir de uno mismo, como de una vivienda que es necesario desparasitar, consumida por las frustraciones y deseos negativos. ¿Cómo convertirnos en habitables? ¿Cómo encontrar serenidad (¿cuánto tiempo hace que no escucha o lee esta palabra?) en nuestro interior? La paz que encontramos fuera —viajando, por ejemplo—, hace que sean los periodos vacacionales y posvacacionales aquellos en los que se producen mayores dramas, de la violencia al suicidio. Lo estamos viendo. Todos desean viajar pretendiendo escapar, pero el mal está dentro, va en la mochila mental.

Si tiene ocasión de poder ayudar a alguien, si puede dedicar un rato a escuchar a otros (lo que el sistema sanitario no se puede permitir...), hágalo. Compita lo menos posible, colabore. Desee lo justo y no lo que cree que tienen los demás injustamente. Pregúntese cada día cómo quiere ser y decida.

Necesitamos otra forma de mirar la vida... o seguir tomando ansiolíticos. 

* "Los expertos recomiendan no hiperregalar a los niños: ¿Fomentamos un consumo excesivo y que se vuelvan más egoístas?" RTVE.es https://www.rtve.es/play/videos/telediario/reyes-expertos-recomiendan-no-hiperregalar-ninos/6770332/

** "Un cuarto de la población ha consumido al menos una vez ansiolíticos" RTVE.es La 1 / Telediario2   https://www.rtve.es/noticias/

 

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