lunes, 9 de enero de 2023

El mimetismo golpista brasileño

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Si ayer hablábamos de la influencia de Donald Trump y de su presencia constante en los medios, que no pueden evitar volver a él ante la provocación constante, hoy hay que dirigir la mirada hacia Brasil, donde Jair Bolsonaro, la mala copia brasileña de Trump, adquiere protagonismo ante el asalto de sus seguidores al Congreso.

Al cumplirse los dos años del asalto al Capitolio para impedir la toma de posesión de Joe Biden, ganador de las elecciones, vemos cómo el guion se repite en Brasil. Los medios lo dan a última hora de la tarde del domingo (cuando me he puesto a escribir esto) como "últimas noticias".

Hace unos días, se nos decía que Bolsonaro partía hacia Estados Unidos para no tener que asistir a la toma de posesión de Lula da Silva. Hoy entendemos que ese viaje era algo más que un cambio de aires. Se trataba, claramente, de mandar una señal por un lado a los seguidores —que Bolsonaro no acepta la presidencia— y de alejarse lo suficiente como para no verse comprometido, algo ridículo si no manda la orden de que se detengan y salgan del Congreso.


En RTVE.es nos informan de los acontecimientos:

Centenares de seguidores del expresidente brasileño Jair Bolsonaro han invadido este domingo la sede del Congreso Nacional en una manifestación que pide una intervención militar para derrocar al presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

El grupo, que defiende tesis golpistas, superó una barrera policial y subió la rampa que da acceso al techo de los edificios de la Cámara de los Diputados y del Senado, informa Efe. La policía brasileña ha utilizado gases lacrimógenos para tratar de repeler a la multitud, ha señalado un fotógrafo de la AFP. 

El área alrededor del Congreso había sido acordonada por las autoridades, pero los bolsonaristas, que se niegan a aceptar la elección de Lula como presidente, lograron romper los cordones de seguridad y varias decenas de ellos lograron subir la rampa de este edificio de arquitectura moderna para ocupar la azotea.

Los extremistas, en su mayoría con camisetas amarillas y verdes y banderas de Brasil, también atacaron algunos vehículos de la Policía Legislativa, que brinda seguridad al Congreso. Además, destruyeron barreras de protección y armados con palos se enfrentaron a los agentes que intentaron contener, sin éxito, la entrada de los manifestantes.

Lula, que asumió la Presidencia de Brasil el pasado día 1, se encuentra este fin de semana de viaje en la ciudad de Araraquara, en Sao Paulo.* 

Si echamos una mirada al continente americano, norte, centro y sur, podemos ver que se ha convertido en un escenario de alta conflictividad, con gobiernos cuestionados y presidentes que se dan autogolpes a los que suceden otros golpes. Hay mucha conflictividad en las calles, manifestaciones con diversos grados de violencia y elevado descontento.

Pero el guion brasileño se parece demasiado al norteamericano con Trump. La misma negativa a asumir el resultado electoral que vimos en Trump la estamos viendo ahora en Jair Bolsonaro y sus seguidores. Esto se venía temiendo desde hacía tiempo, desde que los sondeos daban victorioso a Lula de Silva y los seguidores de Bolsonaro manifestaban su inquietud y su negativa a considerar la derrota como posible.


El patrón mesiánico se repite: "ellos" no pueden perder las elecciones. Si esto ocurre, se trata de un fraude, un engaño. En Bolsonaro y Trump encontramos esa respuesta negativa ante la derrota. Si la democracia supone alternancia, para estos dos ex presidentes, el poder se les ha arrebatado de las manos con malas artes y, peor, contra el deseo divino, que está de su parte. El mismo autoritarismo que vemos en Putin buscando el respaldo de la iglesia ortodoxa y del patriarca de Moscú, la encontramos en el Trump que se hacía fotografiar con la Biblia y era apoyado —incomprensiblemente con su historial— por los grupos radicales de fundamentalistas cristianos norteamericanos, los mismos que le apoyaban en sus tesis anti vacunas señalando "Dios es nuestra vacuna". 

Bolsonaro ha sido todavía más explícito en su manejo de la religión y sus asaltantes seguidores han rezado con él en sus campañas. Los oponentes son perversos ateos que quieren destruir "lo más sagrado", lo que ellos encarnan. La retórica se ha ido extendiendo por distintos países y la religión convierte en cruzada la política, con los peligros que esto conlleva.

En información urgente de RTVE.es se nos dice que los presidentes de Hispanoamérica han reaccionado apoyando a Lula da Silva ante lo que consideran un intento de golpe de estado. Lo es, sin duda. Esperemos que el intento sea rechazado por las instituciones y por el pueblo que no se deje arrastrar. La presión internacional es importante para que se vea pronto el rechazo, el aislamiento ante el intento de golpe.

Habrá que ver en qué queda este intento... y las vidas que cuesta.

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6:30 h.
Las noticias de la mañana muestran imágenes de la dimensión de las ocupaciones y del esfuerzo policial para evitar lo que se buscaba: una intervención militar, un golpe de estado que desalojara a Lula da Silva del gobierno. El bolsonarismo se confirma como una política autoritaria y antidemocrática, como ya lo fue en su mandato. Con Bolsonaro en Florida llamando a la paz, pero calificando de "patriotas" a los golpistas se repite de nuevo el modelo trumpista: los que no aceptan las reglas democráticas son "patriotas". De nuevo se han vuelto a ver personas con las biblias en la mano. Es el modelo del norte, del asalto al capitolio, pero también el modelo "ruso" de apoyo de la religión a la intervención armada y, especialmente, la plena identificación con el fundamentalismo islámico. Todo se acaba justificando fuera de las leyes de la tierra, como voluntad "divina".
Hace falta un examen profundo de la deriva política y de la unión con la religión, sea esta cual sea.  Convertirse en intérpretes de la voluntad divina es el primer paso hacia la destrucción de la democracia, que ha podido sobrevivir gracias a la separación de Iglesia y Estado. Los fundamentalistas son de diverso signo y una misma voluntad: la de imponerse, la de fijar un modelo. Parece mentira que con los ejemplos de Irán y Afganistán, la consumación del estado teocrático, los países democráticos se estén radicalizando y acaben en situaciones violentas. El mal ejemplo norteamericano con el uso del fundamentalismo se está extendiendo, como ya sabemos desde hace tiempo en Europa, donde colocaron sus peones. Ahora en Brasil se vuelven a alzar biblias contra votos.

* "Cientos de seguidores de Bolsonaro invaden el Congreso de Brasil y se enfrentan con la policía" RTVE.es 8/01/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230108/seguidores-bolsonaro-invaden-explanada-del-congreso-brasileno-manifestacion-contra-lula/2414676.shtml

 


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