lunes, 16 de enero de 2023

El retroceso democrático

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En el reportaje realizado por RTVE.es, titulado "Más de dos tercios de la población mundial vive en democracias en retroceso", se nos habla de un concepto preocupante, del que hemos dado cuenta aquí en diversas ocasiones, el de "democracia en retroceso". Desgraciadamente, los hechos se precipitan e interconectan dando un mapa de conjunto poco alentador y creando situaciones cada vez más complicadas en el interior de cada país.

Más de dos tercios de la población mundial vive en democracias en retroceso, según el último informe del Instituto Internacional para la Democracia, que apunta a las restricciones de las libertades civiles y la desconfianza ante elecciones legítimas como algunas de las razones. Los expertos señalan el asalto a las instituciones en Brasil o al Capitolio en Estados Unidos como dos ejemplos de cómo, en algunos casos, son los propios líderes electos quienes tratan de dinamitar las instituciones desde dentro. El informe también indica que la mitad de los regímenes autoritarios ha aumentado la represión.*

 

La idea de "democracia en retroceso" es bastante explícita y sería bueno establecer hasta cuándo ese "retroceso" no crea incompatibilidad con el propio concepto de "democracia", es decir, ¿lo siguen siendo?, ¿hasta cuándo lo son?

La historia de la democracia moderna está llena de ejemplo de este tipo de procesos de retrocesos en los que el deterioro se produce en ámbitos diferentes dentro del sistema. Lo que ocurre en España con los conflictos del ejecutivo y el poder judicial,  por ejemplo, entra dentro del proceso de chirrido democrático, señal de que no todo funciona como debe. Los asaltos a los poderes en Estados Unidos y Brasil, dos ejemplos claros, dejan en evidencia que algo está cambiando. Ahora hay que ver en qué parte del sistema y por qué se produce.

Los políticos tienden a considerar la democracia como algo que les atañe. Sin embargo, la democracia es algo que afecta a la totalidad del sistema, al conjunto.

Muchas veces las debilidades del sistema comienzan por otros lados, aunque confluyan en ciertos puntos. Tenemos ejemplos todos los días, como la corrupción detectada en miembros del Parlamento Europeo, comprados directamente por países como Qatar y Marruecos para favorecer sus intereses y seguir manteniendo su poder interno.

Uno de los elementos claves es la transparencia. La democracia necesita de la circulación libre y adecuada de la información. Esto supone que el deterioro se extiende cuando esta no existe o cuando, como comprobamos cada día, se alcanzan picos de desinformación a través de las falsas noticias y también, aunque se diga menos, del silencio.

Un ejemplo de "silencio" nos lo trae RTVE.es cuando nos habla de cómo la petrolera norteamericana Exxon ocultó los efectos nocivos de los combustibles:

Las proyecciones sobre el cambio climático realizadas por los científicos de la petrolera estadounidense ExxonMobil entre 1977 y 2003 fueron precisas y hábiles a la hora de predecir el calentamiento global posterior, a pesar de que la compañía negó y restó credibilidad en público a la influencia de los combustibles fósiles al calentamiento del planeta, según muestra un nuevo estudio de la Universidad de Harvard publicado en la revista 'Science'.

Concretamente, según señalan los investigadores, del 63 al 83% de las proyecciones climáticas realizadas por los científicos de la propia compañía fueron precisos para predecir el calentamiento que se produjo en los años venideros y tuvieron un acierto similar al de los modelos independientes. 

Este informe de Harvard demuestra que la empresa estadounidense no solo sabía "algo" sobre el calentamiento global hace décadas, sino que sabían tanto o más que los científicos gubernamentales. 

Pero mientras organizaciones ecologistas y algunos gobiernos trabajaban para comunicar lo que sabían, ExxonMobil trabajó para negarlo intentando mitificar el enfriamiento global y denigrando los modelos climáticos.** 

¿Forma parte esto del deterioro democrático? Por supuesto. La transparencia sobre lo que afecta a todos, como el deterioro del clima, es un síntoma democrático. En la madrugada, un programa documental sobre por qué vivimos más, nos revela que las empresas del plomo en Estados Unidos atacaron desprestigiando a los investigadores que habían establecido la influencia del metal en la salud. Su empleo, por ejemplo, en pinturas de las cunas cuyos barrotes pintados los bebés se llevaban a la boca por su sabor adelantó el final de sus vidas. El reportaje habla del escándalo de las diferencias entre las expectativas de vida entre blancos y población negra, algo que ha vuelto a salir durante la pandemia del COVID-19, es decir, que se mantienen.

La creencia en que la democracia es una forma de votación y no una forma de vida, personal y social, justifica los desmanes en el ámbito económico. La desigualdad ha ido creciendo, algo que indudablemente supone una concentración del poder. La democracia solo lo es cuando la igualdad es real y no supone privilegios. Los datos que se reparten entre diferentes países, incluido el nuestro, es el crecimiento de los beneficios empresariales frente al deterioro de los trabajadores, que pierden poder adquisitivo. La democracia implica redistribución social y no una instauración del egoísmo como valor central, es decir, la ausencia de responsabilidad respecto al resto de la sociedad. La democracia moderna no es la no intervención dejando a los ciudadanos a su suerte en una nueva forma de jungla donde siempre ganará el que tenga más poder, sea más fuerte. Ese poder, por supuesto, como vemos incluye la capacidad de comprar, sobornar, etc. a los poderes que deben defendernos a todos.

Los medios nos dicen que, en diferentes países (incluido el nuestro, con cifra muy similar), el 1 por ciento de la población posee el 25 por ciento de la riqueza y que esto sigue creciendo. La desigualdad genera injusticias, por un lado, y privilegios, por otro. Las sociedades que no se preocupan de corregirlas acaban teniendo problemas de corrupción, más delincuencia y violencia. No, la democracia no puede considerase una forma de individualismo que se desmarque del conjunto. Solidaridad es una palabra importante, como lo es el sentido de la justicia.

En la información de RTVE.es los entrevistados manifiestan el papel de las redes sociales en esta pérdida de democracia, en su retroceso. Cualquier tipo de manipulación tiene efectos negativos en el conjunto democrático. La información —transparencia y verdad— es un medio de actuación. Los monopolios informativos son malos, pero la horizontalidad está produciendo también su propio efecto perverso: ha convertido la sociedad en su conjunto y ciudadano a ciudadano —un doble movimiento— en escenario de una guerra en la que la información es el arma. Si la democracia es capacidad de decidir, la decisión con falsas informaciones, bulos, etc. está viciada. Tomar decisiones con información falsa es ser manipulado.

Una parte importante de ese retroceso se debe a la manipulación informativa que justifica acciones a los ojos del mal informado. Hoy ya existen datos sobre el retroceso en determinados campos del conocimiento por distintas formas de "negacionismo", campos que van de la violencia de género al efecto de las vacunas. Tras estas desinformaciones negacionistas hay grupos que quieren cambiar la mentalidad social y sus respuestas en beneficio propio. La democracia no significa que todo vale, pero los negacionistas pueden extender sus falsedades con notables efectos negativos. Es también una forma de deterioro.

El deterioro democrático está siendo avisado en el interior de la Unión Europea, en países en los que se está estrangulando la división de poderes y se trata de someter aquellos que puedan mantener el equilibrio institucional.

El ser humano se equivoca, comete errores. La democracia es una forma participativa que se basa en el diálogo para, sumando el máximo de voluntades, obtener los resultados mejores para el conjunto. La importancia de las diferencias es esencial porque son garantías de esa multiplicidad de puntos de vista. A lo que estamos asistiendo, por el contrario, es a una fundamentación mesiánica —como en el caso de Estados Unidos, Brasil y algunos otros— de la política con una intensificación de las diferencias en contra de una diversidad constructiva, colaborativa. Esto favorece una radicalización social que en nada ayuda y que, por contra, ciega ante los problemas que se crean, fomentando el partidismo acrítico.

Dar por hecha la democracia, tenerla por una situación acabada es un enorme error que la pone en cuestión. Y esto se traslada a nuestras vidas como parte de una transformación autoritaria que hace aumentar la intransigencia, la violencia y el egoísmo. Los procesos de deterioro son evidentes como pérdida de salud democrática, esto vale para el amento de la violencia callejera o en los hogares. Cada vez se produce más violencia, más estallidos.

La democracia no es solo un sistema político; es el espacio en el que vivimos, con sus reglas de convivencia. No es el mundo de políticos y partidos; no es una profesión. Es el mundo de todos y cada uno de nosotros, algo de lo que somos responsables. Desentenderse, verlo como algo ajeno, es suicida. Lo vemos cada vez más. Convertirlo en un campo de batalla, en lugar de destruir y no de construir, lo es igualmente.

Es una peligrosa simplificación pensar que la democracia es solo un espacio de votos, que este puede decidir cualquier cosa por impresentable que sea, que es cosa de los políticos, que se puede decir cualquier cosa de forma irresponsable. La historia está llena de ejemplos que nos muestran los catastróficos resultados de estas formas de ver el sistema democrático. Las preocupaciones surgen ahora cuando vemos que incluso los países con mayor tradición democrática —como los Estados Unidos— llegan a extremos impensables en su deterioro, con el beneplácito de una parte importante de su población. Tras el golpismo de los bolsonaristas se ha encontrado grupos de importantes empresas del país, más cómodas con un régimen que les favorezca. Tras la corrupción del Parlamento Europeo se encuentran terceros países que no son precisamente democráticos. Son formas de retroceso porque parece claro que el autoritarismo está en expansión y tiene sus seguidores e impulsores. La creación de conflictos, el dejar que estos se enquisten, es una forma tradicional de hacer ver que las instituciones no funcionan y que el autoritarismo es la solución. Forman el caldo de cultivo para el retroceso y el final, si nadie lo impide, de las democracias.

 

* "Más de dos tercios de la población mundial vive en democracias en retroceso" RTVE.es / Telediario Fin de Semana 15/01/2023 https://www.rtve.es/play/videos/telediario-fin-de-semana/mas-dos-tercios-poblacion-mundial-vive-democracias-retroceso/6776474/

** "La petrolera Exxon ocultó durante décadas el calentamiento climático pese a que sus informes lo confirmaban desde 1977" RTVE.es 12/01/2023 https://www.rtve.es/noticias/20230112/exxon-oculto-documentos-durante-decadas-informes-calentamiento-global/2415491.shtml

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