viernes, 1 de enero de 2021

A la contra de la contra, no se deje intimidar

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)




Lo que tenemos por delante es duro y produce, además de años físicos, psicológicos y económicos (a veces todos juntos o por pares) es duro y necesitará más que de buenos deseos. Sobre todo, valentía y decisión, ponerse el mundo por montera y hacer lo que otros no hacen.

La Vanguardia nos trae dos ejemplos de este enfrentarse sin miedo a las consecuencias, de firmeza ante los contratiempos, generales o específicos.  Son dos manifestaciones de la fuerza de la voluntad, del convencimiento de lo que se quiere, distinguiendo con claridad en estos tiempos confusos y brumosos.

El primero es el de Claudia Alivernini, una enfermera del hospital Spallanzani de enfermedades contagiosas de Roma que se puso la primera vacuna en su país. Expuesta al máximo riesgo por su tarea, Alivernini fue la primera en recibir el pinchazo con una sonrisa, nos dice el diario, de oreja a oreja. A continuación señala:

 

La sonrisa se le ha borrado después de que algunos de los antivacunas más radicales en Italia la hayan atacado desde entonces en las redes sociales. Sabedora de la repercusión que tendría su imagen, Alivernini bloqueó sus perfiles un día antes de la primera jornada de vacunación en Europa, pero igualmente alguien ha creado perfiles falsos con su nombre. La enfermera ha tenido que leer amenazas como “ahora veremos cuando te mueres” y los insultos han proliferado bajo perfiles institucionales que han difundido la noticia de su vacunación, en artículos de medios de comunicación y en varios otros grupos de redes sociales. La joven, muy preocupada, está estudiando si denunciar, aunque ha asegurado que volvería a ponerse la inyección mil veces. “He visto a demasiada gente morir”, ha dicho.*

 


Por mucho que uno pueda imaginarse esto, no deja de ser inquietante. Hemos hablado aquí en varias ocasiones de los antivacunas, su crecimiento y, sobre todo, su osadía agresiva. Ya no es gente que reclame su "libertad" o su "derecho" a no ser pinchado. El movimiento ha dado un giro hacia un activismo agresivo, que llega como vemos hasta la intimidación de quienes se vacunan, como es el caso.

¿Cómo es posible esto, qué proceso se ha puesto en marcha para que esta panda de ignorantes peligrosos se haya envalentonado? Creo que hay explicación en la acción conjunta de la desinformación que nos llega por el Este y el Oeste. Está claro que se trata de sembrar confusión y conflictos por toda Europa. Esta estrategia nos debilita, erosiona el sistema político y dificulta la convivencia. Llevamos ya una década así. Los movimientos ciudadanos que nacieron contra la crisis económica se convirtieron algunos de ellos en centros de agitación callejera, un fenómeno que ha ocurrido por todo el mundo. La extensión de las redes sociales al planeta ha reforzado el contagio y la unidad de acción. Lo que llega especialmente de los Estados Unidos se convierte en moda en Europa y vienen a hacer su evangelización sectaria, que acaba prendiendo en sectores de la sociedad, que los convierten en forma de vida. Posteriormente basta con moverlos financiándolos cuando es necesario.




Junto a los antivacunas, están los negacionistas y los conspiracionistas. Todo es, de nuevo, el modelo norteamericano, un país con una parte importante de su población convencida de que los extraterrestres llegaron pero los gobiernos se niegan a reconocerlo, que nunca se llegó a la Luna y que a John F. Kennedy se lo cargó la CIA, entre otras muchas cosas. Progreso e ignorancia de la mano. La llegada de Trump ha servido para revitalizar muchos de estos movimientos que invocan las libertades del anarquismo libertario de derechas mientras acumulan armas en los sótanos de sus casas, convertidas en búnkeres.

El de los antivacunas ha crecido precisamente con la llegada de la vacuna. Las amenazas en Italia a la enfermera son un síntoma de los movimientos crecidos a la sombra de estos fenómenos internacionales que se contagian con la misma fuerza del coronavirus, saltando de idiota en idiota.




La segunda de las noticias en la que alguien se pone el mundo por montera es que el padre de Boris John quiere ser francés. Es decir, él se considera "francés" porque su madre lo era, pero lo manifiesta con el Brexit culminado gracias, especialmente, a las tonterías de su hijo Boris. El hecho de que Boris se llame "Boris" me imagino que ya nos deja algo sobre lo que meditar. Quizá la explicación de la gestación de Brexit esté en un chico británico cuyo padre quería ser francés y al que le pusieron ese exótico nombre, nada británico. Así nos lo cuentan en La Vanguardia:

El padre del primer ministro británico, Boris Johnson, ha explicado hoy que está en proceso de solicitar un pasaporte francés para mantener sus vínculos con la Unión Europea tras el Brexit.

 

Stanley Johnson, un exmiembro del Parlamento Europeo que votó por seguir en la UE en el referéndum británico de 2016, dijo a la radio RTL que quería convertirse en ciudadano francés debido a los fuertes vínculos familiares con Francia.

"Si lo entiendo bien, soy francés. Mi madre nació en Francia, su madre era totalmente francesa al igual que su abuelo. Entonces para mí se trata de recuperar lo que ya tengo. Y eso me hace muy feliz", dijo Johnson, de 80 años, en francés.

"Siempre seré europeo, eso es seguro. No se le puede decir a los británicos: no son europeos. Tener un vínculo con la Unión Europea es importante", añadió.

Su hijo Boris fue el rostro público de la campaña Leave en el referéndum de 2016 y argumenta que Gran Bretaña puede "prosperar poderosamente" como una nación totalmente soberana fuera de lo que él ve como una UE excesivamente burocrática.**

 


Es un caso de "padre rebelde" de "hijo rebelde", según parece a simple vista. Habrá que tener más cuidado con las infancias de los dirigentes porque entre Trump, Johnson y algún otro por ahí suelto, nos están haciendo pagar a todos sus desavenencias familiares y sus infancias difíciles.

Leído desde esa perspectiva, "Leave" tiene un sentido emancipatorio diferente. Lo que no sabe Boris es que, por mucho que se aleje de la sombra paterna, el vínculo siempre queda aunque sea para discutir. La Unión y el reino Unido tienen mucho que discutir, incluso antes de que se vean los efectos reales sobre Reino Unido y Europa. Confieso que no acabo de entender lo que se ha negociado con las dos fronteras "blandas" de Irlanda y Gibraltar y me parece que pronto vamos a tener algún que otro disgusto ante el seguro aumento de "tráfico" en ambos puntos. Ya veremos la letra pequeña y los hechos grandes.

Lo que nos queda claro, como ejemplo de espíritus combativos e independientes, es que tanto la italiana Claudia Alivernini como el pronto ex británico, siempre europeo y dentro de poco oficialmente francés Stanley Johnson es que ni el coronavirus ni el corona-hijo les van a hacer ceder en aquello en lo que creen. El padre de Boris (el hijo de Stanley) ha demostrado que bajo un mismo pelo rebelde pueden anidar ideas muy distintas; fue uno de los primero funcionarios británico en la Unión y sabe de lo que habla. Alivernini tampoco se arruga ante las amenazas de los que confían en la suerte, el destino, la providencia o en amigos ignorantes y desconfían de la Ciencia.




Algo importante es defender las causas en su momento antes que los problemas crezcan. Si los defensores de la Unión Europea se hubieran planteado el problema del Brexit cuando debían, quizá el resultado hubiera sido otro. Por eso los gestos en defensa de las vacunaciones deben ser claros y nítido, antes que los problemas crezcan. Hay que agradecerle a Claudia Alivernini su valentía, no por el pinchazo en sí, sino por ser consciente de que ese pinchazo la convertiría en objeto de amenazas e insultos y, pese a ello, seguir adelante.

La causa de las vacunas es importante y tiene camino por delante enfrentándose a estos antivacunas, a los negacionistas y los conspiracionistas. Lo del Brexit es más complicado, pues no interviene la "naturaleza", que siempre es más fácil de explicar que la estupidez humana.

No se puede dejar pasar el creciente clima antivacuna. Cuanto más acorralados se siente por las evidencias más crece su osadía y su agresividad. Los tiene usted cerca. Son esos amigos y amigas que le llaman y le sueltan discurso conspiratorio, "nada es verdad" y ellos lo saben y se sienten en la obligación que usted lo sepa. Frénelo. Es la única forma de controlar ese desastre. Ponga la foto de su vacunación, que vean que no ha servido de nada, que ha sido firme. Lleve su mascarilla, mantenga la distancia, vigile la higiene... y cuando le toque vacúnese. No deje que le coman la moral. La ignorancia siempre ha sido descarada y ahora lo es más.


* Anna Buj "La primera enfermera vacunada en Italia, amenazada en las redes sociales" La Vanguardia 31/12/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20201231/6158943/primera-enfermera-vacunada-italia-amenazada-redes-sociales.html

** "El padre de Boris Johnson solicita la ciudadanía francesa" La Vanguardia 31/12/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20201231/6159562/brexit-padre-boris-johnson-soclicita-ciudadania-francesa.html

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