Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Algunos
se han hartado y ya no lo llaman "ola", sino directamente "resaca".
Casi todos ellos son médicos y sanitarios que ven el espectáculo trágico de las
UCIs y les toca lidiar con lo que les llega. Esta misma mañana se lo escuchaba
a un médico —""¡Queríamos "salvar la Navidad! ¡Pues ya le
tenemos salvada!"—. Hace un par de días una enfermera se echaba a llorar y
ahora lo leo en La Vanguardia. Hay
que repetirlo: esto no son las olas del
mar, que te llegan a la orilla; esto somos nosotros salpicando en la
bañera, poniéndolo todo perdido y calando al vecino de abajo.
Se
quejaba un consejero autonómico hoy mismo que "no tiene sentido"
reunirse en casa si no te dejan hacerlo en el bar, chiringuito o cafetería.
Esto obliga a establecer vigilancia en los espacios privados y la creación de
roces constantes, ya que son los vecinos los que denunciarán las actividades
que se realizan en las casas.
¿Es tan
difícil? Parece que sí, que es un reto insuperable.
Le
estamos cogiendo el gusto, además, a la excusa. Esta vez es la "cepa
británica", la "brasileña" o cualquier otra. Cualquier desidia
la compensamos con una excusa: "¡ah, claro!¡La cepa británica!
¡Acabáramos!" Todo aclarado y no se hable más.
Las
cifras crecen por todo el mundo, por lo que deduzco que no somos más tontos que
el resto; al menos no mucho más. Pero puede que nosotros tengamos nuestra
especificidad.
Esta
mañana nos mostraban imágenes de los Países Bajos, con la quema de un centro de
vacunación contra el coronavirus. RTVE nos ha dicho que eran
"negacionistas", otros que era gente que estaba "en contra de
las restricciones" que comienzan hoy allí.
Una
parte de las depresiones del personal sanitario se debe a dejarse la piel en
los hospitales y al salir encontrarte con terrazas llenas, con gente viviendo
la vida sin restricciones, con total descaro. Debe ser desmoralizante.
¿Recordamos los casos de las enfermeras a las que se amenazaba con carteles en
los ascensores porque no se las quería en el edificio?
¿Fatalismo
o desidia? Que ocurra lo que tenga que ocurrir o me da igual lo que ocurra. Da
igual porque los efectos son los mismos.
No se
acaba de entender el papel de los medios, saturados ya de información repetitiva,
dando listas diarias de fallecidos, ingresados, contagiados, etc. cada vez más
parecido al información del tiempo. Ayer, aprovechando lo de la "cepa
británica", recogían las declaraciones previas del doctor Simón señalado
que la "cepa británica" sería algo tangencial, sin apenas incidencia.
Un turista por aquí, un par de trabajadores de La Línea por allá... Nada
preocupante. Hoy es lo que más preocupa. Menos mal que el doctor Simón
sobrevive casi a todo. Pero parece ya una especialidad periodística
"pillar a Simón". ¡Cosas de los medios y de los que están detrás!, de
los que les interesa dejar caer, como el que no quiere la cosa, que estos
científicos se equivocan, que este gobierno se equivoca o que este doctor se
equivoca, según el foco de antipatía.
En La
Vanguardia leemos la entrevista al doctor Yuguero:
Con la errónea sensación de que en la
intimidad familiar o entre colegas no hay riesgo, se registraron esta Navidad
la mayoría de infecciones de esta tercera ola que vuelve a desbordar al sistema
sanitario. Y la fatal estadística aún no refleja los contagios por la
interacción en la semana de Reyes. Así describe Oriol Yuguero, médico de
urgencias del hospital Arnau de Vilanova, su día a día en las últimas semanas.
LA RESACA navideña
“Los pacientes confiesan haber mantenido más
de 20 contactos en 48 horas”
¿Le sorprende que
casi el 70% de los contagiados en esta tercera ola confiesen que se infectaron
en sus domicilios?
En absoluto. Y menos después de constatar una
realidad jamás vista, desde el inicio de la pandemia, en el servicio de
urgencias del hospital en el que trabajo.
¿Cuál es esa
realidad?
La mayoría de pacientes que estas últimas
semanas llegan al hospital confiesan haber tenido más de una veintena de
contactos en solo 48 horas. Es una barbaridad y es totalmente nuevo para
nosotros.
Eso son muchas
burbujas...
Demasiadas. Esos pacientes nos cuentan que en
un mismo día comieron con sus padres, cenaron con sus suegros y al día
siguiente quedaron con un grupo de amigos. ¿La excusa? Que era Navidad.
¿Cumplirían, al
menos, con la orden que limita el número de comensales en la misma mesa?
Sí, eso es lo que dicen muchos de estos
nuevos enfermos víctimas de las fiestas navideñas, y que ahora lamentan, cuando
ya no hay nada que hacer, haber bajado la guardia. Pero lo que no calcularon es
que de nada sirve limitar el número de personas en los encuentros si se
programan varias citas en muy pocas horas con diferentes burbujas.*
Sí,
Navidad. No hay otra. Salvemos la Navidad, salvemos las ballenas... Salvar está
muy bien. Pero las consecuencias están ahí. También a nosotros tienen que "salvarnos", pero no solo del COVID19, sino de nosotros mismos.
Somos
una sociedad cómoda, que es lo que se estimula. Desde que decretaron que el
ahorro era un crimen contra la humanidad, el gasto tiene un fundamento social:
salvar la economía. Ahora hay que salvarlo todo, incluso lo insalvable. Todo...
menos nosotros mismos, a los que nos salvan los sanitarios. Al menos, a los que
se pueden salvar.
Con el
paso del tiempo se ha ido viendo la evidencia. Se trata de "salvar" a
todos menos a los que caigan. Es el porcentaje de "bajas" entre
guerra del consumo contra la naturaleza.
Ahora
que tenemos vacunas, todos nuestros políticos se han vuelto muy serios y
exigentes. No quieren que las cifras se vuelvan contra ellos. Antes era la
economía la que no querían que se volviera contra ellos. Ahora son las cifras
de muertes, que quedarán en algún momento "estables", suponen.
Lo que
explica el doctor Oriol Yuguero es de una obviedad palmaria. Pero hacemos unas
interpretaciones sui géneris cuando no interesa. No queremos entender y lo
hacemos buscando subterfugios, como con los "allegados". ¡20
contactos en un día! ¡Buena vida social! Seguimos entender que el número no es
garantía de nada, solo una reducción de probabilidades. Muchos han entendido
que pueden tener 10 reuniones diarias si son pocas personas o si son de la
familia, ¡como si eso importara algo!
Si la
pandemia nos deja una imagen es la de empecinamiento suicida. Ahora los
ingresos han ido reduciendo las edades. Era de esperar, porque es la vida
social, las interacciones personales las que determinan las probabilidades del
contagio.
Tener
que estar todo el día con la prohibición en la mano en vez de con el sentido
común nos muestra esa incapacidad para acabar de entender —ya vamos para el
año— cómo funciona esto.
Pues habría que
aprender la lección...
Confío. Las personas que han pasado por esta
nueva realidad creo que lo han entendido. Aunque la gran mayoría presentaban lo
que conocemos como fatiga pandémica. Confesaron que estaban ya muy cansados de
tantas limitaciones y de no poder compartir mesa, como antes, con sus seres
queridos. Creo que esta Navidad vencieron los sentimientos a la prudencia. Pero
una cosa es muy cierta: estamos pagando una factura, muy cara por esos
incumplimientos. Afortunadamente, otras muchas sí cumplieron y se lo agradezco
de todo corazón.*
No sé si es demasiado optimista. Los que han tomado medidas, saben que han servido de algo, que es duro pero que han protegido sus vidas y las de los suyos. Los que se lamentan ahora encontrarán alguna caja de excusas, como el "cansancio", la "cepa británica", la "brasileña" o cualquier otra.
Nos lo han explicado de todas las maneras posible, decenas de veces al día. Lo han hecho con gráficos, estáticos y animados; con simulaciones; con pizarras, de viva voz... Los medios lo han repetido hasta el aburrimiento. Pero no ha servido de nada. Las emociones navideñas nos han arrastrado, han nublado nuestra precaria inteligencia.
No es
fácil resistirse a tanta invitación, a tanto deseo de verte. "¡A ver si
nos vemos!" Pues no, hay que
hacerlo, hay que resistirse. Es bueno el doctor: los sentimientos vencieron a
la prudencia... También los hicieron a las vacaciones veraniegas, a los
cumpleaños, entierros, despedidas de solteros/as, a los sanfermines
alternativos, a los puentes, a las rebajas... Demasiados sentimientos. Si hay
"inteligencia emocional", ¿también hay "estupidez
emocional"? Me temo que sí.
* Javier Ricou "“Con la excusa de la
Navidad se cometieron barbaridades”" La Vanguardia 25/01/2021
https://www.lavanguardia.com/vida/20210125/6195429/pandemia-espana-medico-entrevista-restricciones-covid.html
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