Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando
Donald Trump salió elegido en 2016, nos contaron que algunos norteamericanos se
habían ido al otro lado de la frontera, a Canadá ante la insoportable sensación
de vivir en un país gobernado por dicho elemento durante cuatro años.
Sencillamente, se fueron. Si los españoles hiciéramos lo mismo, no por un político
en especial, sino por el conjunto visible de la clase política, se habría
registrado el mayor movimiento migratorio del globo, exceptuando las celebraciones
del Año Nuevo en China.
Siguen sumándose alcaldes a los "adelantados a su tiempo", como los calificábamos ayer, que se cuelan en la lista de las vacunaciones y salen con el pinchazo, intentando, además convencernos de que lo hacen su sentido del deber, no sea que nos sintamos perdidos si ellos se tienen que recluir. El argumento del deber heroico, del sacrificio abnegado, gana puntos en sus declaraciones. ¡Suerte tuvieron los gabachos de que no estuvieran ellos!
Pero todo
esto no son más que variaciones entre la picaresca y Maquiavelo, algo esperable
de lo que tenemos colocado en nuestros pueblos y comunidades y nos dan la
medida de su talla. Evocaban el otro día en una tertulia televisiva el caso
conocido del capitán italiano del crucero que fue el primero en saltar al bote,
dejando a los pasajeros a la zaga. Su argumento, parece ser, es que alguien le
empujó y cayó al bote. ¡Qué mala suerte la suya, qué momento desperdiciado para
el heroísmo! Y es que contra la fatalidad no hay nada que hacer.
Con
todo, lo más preocupante es que la política española en su conjunto acabe
girando sobre el pronto ex ministro Salvador Illa, por el que parece que pasan
todo los caminos catalanes y, por ende, los de la política española en su
conjunto.
Dos
titulares en La Vanguardia ya nos alerta de que las próximas (más o menos)
elecciones en Cataluña pasan por él. El primero realizado por Josep Gisbert y
Tini Muñoz, desde Barcelona, nos dice "El Govern se resigna al 14-F y la
campaña se inicia con ataques a Illa"; el segundo lo firma desde Madrid Carmen
del Riego y lleva por titular "El PP recrudece su ofensiva contra Illa y
le acusa de electoralismo".
Como
puede apreciarse, con las estrategias de los partidos ocurre como con las
corbatas, que todos al final usan los mismos colores (menos el señor Iglesias
que se fija en qué llevan los demás para dar la nota y no llevarla). Illa es el
mensaje.
Con los
independentistas peleados entre ellos y sumando menos de lo esperado, los
partidos constitucionalistas repiten el mismo esquema pero aplicado a Illa. Los
independentistas le atacan porque representa a España (sea esto lo que sea);
los constitucionalistas le atacan porque atrae el voto que quieren para ellos,
quedando reducidos a testimoniales, como ocurre con el PP y Ciudadanos, que
pasa de ser la primero fuerza a puestos muy bajos. Como ocurre siempre en estos
casos, quienes que se aprovecharán serán los independentistas que verán
disminuido el poder y la eficacia de los votos contrarios por la división, por
un lado; el segundo efecto, claro está, es que de todos estos desaguisados, los
de independentistas y de los constitucionalistas, quienes se benefician son los
de Vox, a los que muchos votarán allí porque les parecen inequívocamente claros por más radicales que sean sus
propuestas. El populismo trabaja recogiendo las frustraciones y reorientándolas
dándoles sentido.
Toda la
campaña, pues, va a girar sobre Illa, como era de prever. El gobierno quería
que entrara rápido para aprovechar su imagen, mientras que los independentistas
y los constitucionalistas le han estado atacando para erosionar su imagen
presentándolo como un "ministro a media jornada" o como alguien que
abandona el barco en mitad de la tormenta. Le acusan, además, de haberse
aprovechado del puesto para trabajarse su futura candidatura, algo de una
enorme pobreza intelectual y miseria política. Para ello han jugado con dos
variables: el intento de aplazamiento de las elecciones, por parte de unos;
La
resolución del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña confirmando
provisionalmente la fecha es un varapalo a las estrategias de los partidos. Ha
sido el gobierno catalán el que las convocó y ahora, asustado por las
encuestas, quiere no celebrarlas hasta que hayan machacado a Illa o a su
llamado "efecto". La oposición en el plano nacional trata igualmente
de desgastarle, lo que tampoco es muy ejemplar si los objetivos en Cataluña
estuvieran lo suficientemente claros, pero es difícil que esto ocurra con esta
guerra polifónica y multidimensional que es la política española en cualquiera
de sus cuadriláteros, municipales, autonómicos y estatales. Son tales los
encajes de bolillos que se hacen para retener el poder, con partidos que se
matan en un foro mientras que se abrazan en otro (todo por los "pactos"),
que dudo que ellos mismos sean conscientes de lo que hacen y de sus
consecuencias.
Lo peor
no es que lo hagan sino la increíble naturalidad con la que unos medios
entregados a esta exhibición de complejidad maléfica aceptan estas cosas. La
ausencia de crítica sobre las formas en que se desarrolla nuestra vida política
son mínimas ante la admiración que provoca esta astucia retorcida que merecen
estas acciones.
En La Vanguardia, leemos de mano de Josep Gisbert y Tini Muñoz:
En declaraciones a TV3, el vicepresidente
lamentó que la incertidumbre en torno a la fecha final de las elecciones “puede
provocar un perjuicio a las arcas públicas”, con 30 millones de euros “tirados
por la ventana”, si después de obligar a preparar el dispositivo electoral para
el 14-F, el TSJC permitiese el aplazamiento. Una posibilidad que, de todos
modos, fuentes del Govern ven remota, al considerar que detrás de la posición
judicial hay una maniobra para favorecer al candidato del PSC, Salvador Illa.
“Que piensen rápido, porque, si no, sospecharemos que detrás hay una operación
de Estado: el PSC señala y otros hacen el trabajo”, reclamó Aragonès.
Esta circunstancia que, a juicio del
vicepresidente del Govern, busca debilitar al independentismo puede tener, sin
embargo, un efecto contrario, porque ERC y JxCat no tardaron en utilizarla en
beneficio propio y en cerrar filas en pos de un mismo objetivo: hacer frente al
ministro de Sanidad. ERC lo hizo al dar Marta Rovira por descontado el 14-F y
llamar al independentismo a organizarse. Y JxCat con un llamamiento a la
participación masiva el 14-F para “llenar las urnas de votos independentistas”
ante la “ofensiva del Estado” y demostrar que “en Catalunya no manda el PSOE”,
subrayó Elsa Artadi. La portavoz del partido de Carles Puigdemont exigió,
además, la dimisión de Illa, pero no porque sea candidato a la presidencia de
la Generalitat, sino por “incompetente”, por ser “el peor gestor donde ha
habido la mortalidad más alta” de la pandemia del coronavirus.
El cruce de reproches y acusaciones entre el
independentismo y el PSC va camino de ser la tónica hasta el día de la
votación. Pero con el riesgo de que, a río revuelto, “ese efecto Illa termine
con Laura Borràs como presidenta de la Generalitat”, advirtió la candidata de
En Comú Podem, Jéssica Albiach. Y más si al aún ministro de Sanidad le salen
inesperados, pero muy incómodos, compañeros de viaje. “Vox facilitaría la
investidura de Illa en Catalunya para que no gobiernen los golpistas”, indicó
Javier Ortega Smith a OkDiario.*
¿Es
posible llamar "política" a este lío, a este conjunto de maldades
interconectadas? La maldad final de Vox reduciría todavía más la posición de
los partidos constitucionalistas, PP y C's, que verían cómo se les reparten los
votos útiles para intentar sacar adelante al ex ministro, atacado por todos.
Vox, evidentemente, no aspira a gobernar, pero si a desacreditar a los que compiten
por ciertos votos y convirtiéndose así, si le funciona, en pieza esencial. Es sembrar hoy para recoger mañana.
Ser pieza esencial es más fácil en este caos,
pues se necesita menos peso electoral para conseguir un mayor peso político.
Estos son los efectos de haber denigrado (interesadamente) un bipartidismo que
nunca existió debido a los nacionalistas de diverso pelaje. Esto se ha acabado atomizando e imposibilitando un diálogo que no sea marrullero ni a gritos. No es fácil hacer algo de esta forma en un mundo donde todo es zancadilla y cálculo.
Que cada elección se convierta no en una forma de resolver problemas sino de crear otros nuevos y de estirar los viejos como si fuera chicle; estar entretenidos escuchando maldades recíprocas, no deja de ser penoso. Y aburrido, muy aburrido. Cuando deberíamos estar todo pendientes de una sola cuestión, no es posible. Y así nos va.
* Josep Gisbert y Tini Muñoz "El Govern se resigna al 14-F y la campaña se inicia con ataques a Illa" La Vanguardia 23/01/2021 https://www.lavanguardia.com/politica/20210123/6192300/govern-resigna-14-f-campana-inicia-ataques-illa.html
** Carmen del Riego "El PP recrudece su ofensiva contra Illa y le acusa de electoralismo" La Vanguardia 23/01/2021 https://www.lavanguardia.com/politica/20210123/6192333/pp-recrudece-ofensiva-illa-le-acusa-electoralismo.html
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