Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Trump y
el Capitolio, el coronavirus y las vacunas, el Brexit, las nevadas que nos
aíslan... Todo ello ocurre y ocupa espacio en nuestras pantallas, en las
páginas de los periódicos. Es lo que llamamos la "primera plana".
Pero esto es el resultado de nuestra propia percepción, la respuesta a nuestros
intereses.
Un
asunto del que se habla, pero no se está profundizando para darle sentido es lo
que los medios están calificando como la "reconciliación con Qatar",
un caso que requiere de más análisis del que los medios, desbordados por lo
anteriormente señalado, le están concediendo.
Esto que puede parecer una cuestión amable — ¿desde cuándo una reconciliación es mala?—, podría ser una señal de algo que puede estar tomando forma y nos estalle en las manos.
Si
recordamos los motivos que llevaron a romper las relaciones con Qatar por parte
de Arabia Saudí, Egipto, Jordania y algún otro país de la zona podremos tener
alguna indicación. La ruptura se basaba en tres acusaciones: 1) la proximidad a
Irán; 2) la proximidad a Turquía; y 3) el acoger a los rebeldes, especialmente
a los islamistas Hermanos Musulmanes, considerados "terroristas" tras
el "no-coup" de al-Sisi, que sacó del gobierno a Mohamed Morsi y
abrió la caza y encarcelamiento de los "hermanos". Y tenía también
una importante exigencia aparentemente al margen de lo anterior: el cierre de la
cadena de noticias Al-Jazeera. Egipto todavía tiene encarcelados a varios
periodistas de la cadena, lo que provoca las peticiones periódicas de
liberación. Conceder entrevistas a la cadena qatarí puede, como de hecho ha
ocurrido en Egipto, suponerte el encarcelamiento por conspirar con el "enemigo"
(variable) contra Egipto.
La
reconciliación sin que haya cambiado nada en las relaciones debe obedecer a
algún factor específico y se une a otro en paralelo, el establecimiento en
cadena de relaciones entre Israel y los países árabes, que explicado como un "plan
de paz" (el acuerdo del siglo, de Trump) no tiene demasiado sentido. Pero
cuando ocurren muchas cosas sin sentido,
cambios significativos en una misma dirección, es que hay algún probable nexo
entre ellos. ¿A qué viene tanta reconciliación?
Otro
factor común en estos momentos es la intensa compraventa de armas en la zona,
ya de por sí un arsenal, la zona más armada del golfo. Las ventas de armas han
seguido a la firma de los acuerdos de reconocimiento con Israel, en los que no
ha habido ningún reconocimiento hacia los palestinos, por lo que difícilmente
se puede considerar un "plan de paz".
Lo que
se está avecinando, por el contrario, es lo más parecido a un "plan de
guerra". Si los acuerdos con por un lado con Israel y seguidamente se
realiza la reconciliación con Qatar solo queda un elemento conflictivo, Irán,
contra el que Estados Unidos ha lanzado toda su presión. El aviso hace unos
días del enriquecimiento de uranio por parte de los iraníes no da una
perspectiva coincidente.
El
mandato de Trump, sobre todo desde la llegada de Mike Pompeo, ha tenido en el
acoso a Irán uno de sus principales objetivos. La agenda exterior de
Trump, lo hemos resaltado en diversas ocasiones, se ha basado en alentar los
conflictos existentes para obligar a agruparse bajo el paraguas protector de
pago de los Estados Unidos. Así lo hecho y todavía lo hace. Lo ha hecho en la
zona asiática con Corea del Norte y lo sigue haciendo con la presencia en la
zona de Taiwán, tanto diplomática como militar, tensando las relaciones.
Pero el
foco más preocupante es el de Oriente Medio donde ha roto los instrumentos de
acuerdo en la zona. Lo ha hecho en un doble movimiento, el de la tensión con
Irán que lleve a formar una alianza común en los que antes eran enemigos, es
decir, los países de la zona han tenido que elegir "enemigo". Para
tomar esta decisión, Trump ha dado "premios" militares, la venta de
armamento, en algunos casos reservado, que no se había vendido anteriormente.
De esta forma, los Estados Unidos de Trump ganan en dos aspectos: a) se
convierten en sombra protectora con posibilidad de intervención; y b) pero
sobre todo hacen el gran negocio de las armas y, con ellos armados, se reduce
la necesidad de intervención. La preocupación de Nancy Pelosi porque Trump
pueda iniciar una guerra en el tiempo restante, apenas diez días, se ha
manifestado ahora como algo más que una prevención.
Los
beneficiarios son, desde luego, el lobby armamentístico norteamericano, que
incrementa sus beneficios con cualquier conflicto. No son los únicos, desde
luego. En los últimos tiempos, que sepamos, han vendido armas a Egipto, Arabia
y a Emiratos Reino Unido, la Francia de Macron hace unos días y los italianos,
como denunciaron los padres del asesinado en Egipto Giulio Regeni.
El
negocio de la venta de armas se dispara con la perspectiva de conflictos, pero
es a la vez un generador de conflictos. Las armas acaban llamando a su uso. El
desarme es una señal de que se busca la paz; armarse, de lo contrario. Si se
quieren vender armas y protección, los que no tienen escrúpulos acabarán
haciendo estallar los conflictos. Los ataques con drones a objetivos de Irán
han partido presumiblemente de Israel y Estados Unidos, los únicos que poseen
esa tecnología en la zona. En cualquier momento la chispa puede prender.
Nada había cambiado como para reconciliarse con Qatar, cuyo futuro en un conflicto difícilmente se podría sostener. En The New York Times interpretan el gesto Saudí como una especie de regalo estratégico para Donald Trump en sus horas finales y otro "regalo" para la entrada de Joe Biden, que tendría un problema menos. Las dos articulistas Vivian Yee y Megan Specia escriben desde su base en Túnez:
Prince Mohammed, Saudi Arabia’s de facto
leader, portrayed the agreement as a way to present a united front against
Iran. The declaration emphasized “solidarity and stability in the Gulf, Arab
and Islamic countries, and the strengthening of bonds of friendship and
brotherhood between our countries and peoples,” he said Tuesday, according to
the official Saudi press agency.
Political analysts close to the rulers of Saudi
Arabia and the Emirates acknowledged that the three-and-a-half year boycott had
failed to achieve its most expansive goals, including driving Qatar away from
Iran and Turkey and forcing it to curb the Qatar-owned Al Jazeera broadcast
network, whose critical coverage of Arab governments remains a sore point for
Qatar’s neighbors.
Mr. Abdulla argued that the Gulf rulers had not
expected to force Qatar to change its entire way of doing business. At the
least, he said, they had been able to make their displeasure with the Qataris
clear.
But they came nowhere close to crippling Qatar,
which, despite suffering from the blockade, leveraged its vast natural gas
wealth to make its economy more self-sufficient and build new trading links. In
the end, both sides were increasingly weary of the burden and cost of the
boycott, and both may have been ready for some time to back off the conflict,
Mr. Abdul.*
La cuestión es, de nuevo, si se trata de un frente de intimidación, una forma de presentar una cara común frente a Irán o si hay algo más dado el crecimiento de la compra de material bélico, que no suele ser una buena señal. De lo que sí estamos seguros es que se trata de un inmenso negocio que no se caracteriza precisamente por sus escrúpulos.
Los Estados Unidos de Trump ha roto todos los acuerdos de contención de Irán. Con ello ha trasladado otro nuevo conflicto a las puertas de Europa, que si se produce un aumento de la tensión tendrá que apelar al paraguas norteamericano de nuevo. Las acciones anteriores de Trump sabemos en qué sentido iban. No parece probable que Biden tenga los mismos objetivos. ¿Tan seguro de su victoria estaba Trump que no tenía un plan B para la zona en caso de perder las elecciones?
La preocupación manifestada por los demócratas sobre que Trump pudiera ordenar acciones militares no es un exceso de celo. Cuando los enemigos se unen es porque temen a un enemigo mayor.
* Vivian
Yee y Megan Specia "Gulf States Agree to End Isolation of Qatar" The
New York Times 5/01/2021
https://www.nytimes.com/2021/01/05/world/middleeast/gulf-qatar-blockade.html
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