Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los que investigan —fiscales, FBI, Policía— lo ocurrido adelantan que la gente se quedará
estupefacta (shocked) con lo que irá saliendo del asalto al Capitolio. No sé la
capacidad de asombro que queda en los Estados Unidos, pero mucho me temo que lo
van a tener que estirar como los chicles. En efecto, quedan días de asombro, y
mucho me temo que serán largos.
Por lo
pronto empiezan las suspensiones de agentes de Policía del Capitolio, demasiado
"próximos" quizá a los asaltantes. Esto se veía venir y era una
cuestión de tiempo que saliera. No son los únicos. Los asaltantes detenidos, a
los que ya muchos medios califican como "terroristas domésticos",
parecen estar orgullosos de sus lazos político patrióticos y ya han salido los nombres
de tres políticos republicanos que estaban en el interior ya al tanto de lo que
iba a ocurrir. Por ese hilo saldrá más sorpresas.
Los políticos republicanos se han enfrentado a una decisión importante esta madrugada, decidir sobre el impeachment. Cinco de ellos han votado a favor. De nuevo insistimos en ello. Este tsunami se va a llevar al viejo partido republicano destruido por Trump, que no admite partido, solo sicarios. La idea de un grupo humano que no esté a su servicio es incompatible con la mente de Trump. Por ello se ha llegado hasta aquí. Unos le siguieron sin rechistar, encantados; otros, muchos lo aceptaron en silencio, asustados; y, finalmente, están los pocos que se rebelaron y le plantaron cara, al principio, en medio o al final. Esto va de John McCain a los cinco que acaban de votar por su procesamiento en un histórico e insólito segundo impeachment del mismo presidente.
El vicepresidente Pence, que había frenado las presiones de Trump,
no se ha atrevido a pasar a la historia como el vicepresidente que destituyó a
su presidente. Tendrá que ser por cosas peores por las que se recuerde a Pence.
Un diario norteamericano escribía el otro día que Trump "había hecho bueno
a Pence". Quizá se esperaba más de él, pero tampoco hay mucho que esperar
ya. No hay tiempo.
Para el asombro relativo, están las declaraciones de Trump sobre que sus palabras llamando al asalto del Capitolio (que son repetidas una y otra vez por las cadenas de televisión y siguen asombrando) forman parte de la normalidad y son "correctas". Nadie espera mucho ya del sentido de la normalidad y la corrección de Trump, pero no por ello dejan de asombrar. Su tozudez hace ya curvarse el espacio-tiempo, tiene dimensiones planetarias. Como tal, provoca una especie de efecto gravitatorio que capta y atrae a los fanáticos de todos los órdenes, los que asaltan el Capitolio disfrazados de no se sabe qué a los políticos que aspiran a tampoco se sabe muy bien qué. ¿Proclamar a Trump emperador vitalicio de los Estados Unidos? ¿Que sea hereditaria la presidencia?
Como un fogonazo se introduce en mi mente la imagen de Palpatine, el renacido sus cenizas emperador galáctico. Me imagino a un Trump bajo su
oscura capucha. ¿Es posible? Si de él dependiera, desde luego. Lo que le quede de vida lo dedicará a lo mismo, a reivindicarse, a atacar, a subvertirlo todo.
Todo es
posible. Trump ha querido ciertos récords finales (¡como si no tuviera
bastantes!). Uno de ellos es demasiado burdo y cruel: el récord de ejecuciones
federales. Ha elevado el número de ejecuciones de gente que estaba en espera y
cuyas sentencias no se ejecutaban. Creo que es un rasgo de importancia porque
revela dos cosas: la infinita falta de escrúpulos, la crueldad intolerable, de
Trump jugando con las muertes, por un lado; pero muestra algo peor, lo ha hecho
como un gesto electoralista, es decir, que existe gente que le ha votado porque
ha ejecutado a los reos encarcelados. Esos votantes que consideran que ejecutar
penas de muerte es lo justo son parte de los que están, física o mentalmente,
en el asalto al Capitolio.
Le ha hecho daño el cierre de sus cuentas y canales. Necesita el contacto directo y el factor de poder que le significa tuitear, algo que satisface su ego al ver cómo una palabra suya puede desencadenar un asalto.
Las ejecuciones de las penas de muerte, la inclusión de Cuba como "país terrorista", la visita el muro en Texas, el asalto al Capitolio, etc. son demostraciones de fuerza. Así es como Trump entiende la política, como poder personal. Por eso el mayor asombro hasta el momento son sus palabras de advertencia. Estas cosas del impeachment, ha dicho, "están causando mucha ira y peligro". Es una clara amenaza a Biden sobre lo que se está preparando, según el FBI, una revuelta con un ejército miliciano trumpista del que se puede esperar cualquier cosa. No para el asombro.
No ha tranquilizado mucho el mensaje "tranquilizante" de los militares, porque hace suponer que se trata de contener los ímpetus de algunos. La presencia de veteranos en el asalto, de gente con material y equipamiento militar, como han mostrado las fotografía que van saliendo, no ha sido muy ejemplar. El mensaje ha sido calificado por los medios como "extraño". Es lo menos.
Ayer
estaba en Texas para fotografiarse ante "su" muro, lo que presenta
como un logro. Podemos ver claramente la estrategia planteada y lo que busca.
Tras definir como ataques a la libertad de expresión el cierre de sus cuentas,
Trump apunta claramente hacia la nueva administración por llegar:
El presidente también ha asegurado
haber dado golpes a los carteles del narcotráfico y los coyotes y de “restaurar
la ley” en la frontera y ha dicho que, si la administración de Joe Biden decide
desmantelar sus políticas, como ha prometido, esos grupos se beneficiarán de
ello. “En este momento, los criminales y coyotes se preparan para cruzar la
frontera mientras la policía se muestra vulnerable. Nosotros entendimos la
importancia de la seguridad nacional. La población hispana también entiende
esto, no por algo gané en este Estado con amplia ventaja”, ha dicho. En su
discurso, el mandatario ha aprovechado para mostrar su agradecimiento al
presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a quien ha definido como “un
gran hombre y un gran amigo” que, con el despliegue de la Guardia Nacional,
ayudó a reducir los flujos migratorios que llegan a Estados Unidos.*
La
estrategia no puede ser más burda y es tremendamente peligrosa por lo que va
dejando a su paso contra la propia administración. Todo cobra peligroso
sentido. A Biden le tocará aguantar que todo lo que haga será antiamericano,
antipatriótico, sembrador del caos. Frente a ello, Trump mostrará las muertes
en prisión, los muros, los cercos a países... como la demostración del orden y
el patriotismo.
En estos momentos, las dudas sobre lo que pueda ocurrir en el acto de toma de posesión de Joe Biden son muchas. Más si tenemos en cuenta que Trump, como ha dicho, no estará allí. Es algo más que soberbia, por lo que nos podemos temer a la vista de lo que puede suceder según los datos que van saliendo del FBI. Esa revuelta programada para estallar el día de la toma puede traer nuevos y desagradables asombros. Trump lo calificará como manifestación de la ira causada por las malas actuaciones de los demócratas y de los republicanos "débiles", los antipatriotas.
Los
próximos días son decisivos para su destino personal, pero sobre todo para los
propios Estados Unidos sometidos a una enorme tensión política y social de la
que van a tardar mucho, mucho tiempo en recuperarse.
Hay demasiados puntos abiertos, demasiada tensión alimentada por Trump desde que comenzó la carrera electoral y las encuestas no le daban ganador. Lo ha intentado todo. Ahora solo le queda lo impensable.
*
Lorena Arroyo "Trump advierte ante el muro con México de que el
‘impeachment’ es “muy peligroso” para EE UU " El País 12/01/2020
https://elpais.com/internacional/elecciones-usa/2021-01-12/trump-advierte-ante-el-muro-con-mexico-de-que-el-impeachment-es-muy-peligroso-para-ee-uu.html
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