Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A falta
de menos de dos semanas del final oficial de su mandato, la prensa
norteamericana recoge de forma unánime en grandes titulares las dos vías que le
quedan a Trump: el impeachment y la
enmienda 25, la que permite el relevo del presidente por el vicepresidente. La
otra posibilidad es que siga como si nada, se vaya de rositas de la Casa Blanca
y empiece a hacer lo que sabe, crear problemas, pero sin las responsabilidades
del gobierno. Esta última posibilidad es la más peligrosa de todas.
Estos
días pueden ser de infarto con un Trump haciendo demostraciones de fuerza,
perdonando al sistema asegurando que "habrá paz". No sirve ya de
mucho preguntarse "cómo se ha llegado a esto". Ya habrá tiempo,
porque es necesario.
La
pregunta acuciante ahora es "qué salida darle": ¿va a salir por la
puerta grande, diciendo, como dice, que el suyo ha sido el "mejor primer
mandato de la historia norteamericana", lo que lleva implícita la amenaza
de una segunda legislatura?
Conforme pasan las horas, los norteamericanos
empiezan a despertar de la pesadilla vivida, el día que quedará grabado en sus
memorias, el día en que el circo abandonó la carpa e hizo del Capitolio su
pista central, dirigido por esa nueva versión del sombrerero loco, también
conocido como Donald Trump.
El
despertar no es agradable. Hay una sensación de pesadilla que se recuerda
conforme van apareciendo nuevas imágenes de esta fantasía barroca de violencia.
Las explicaciones que algunos medios recogen de los participantes son
delirantes. Según algunos, todo ha sido una maniobra del movimiento
"antifa", de extrema izquierda, para desprestigiarles. Otros
sostienen que es "Our House", lo que les permite entrar en ella como
Pedro por su casa, asaltarla y hacer todo tipo de demostraciones de fuerza.
No
consiguen abandonar su propia locura, su sentido distorsionado de la realidad.
Muchos deberían ser enviados a terapia, aunque dudo que sirva de algo. Pasadas
las primeras horas se va viendo la locura colectiva inducida por la
manipulación de los discursos de Trump, lanzándolos hacia el Capitolio.
Con
todo, lo que más estupefacción ha causado ha sido la debilidad de la respuesta,
la completa indefensión en que se encontraban los miembros elegidos mientras
realizaban un acto capital como era la verificación, aceptación o rechazo, de
los resultados electorales. Sorprende por dos aspectos: a) la facilidad de
entrar; y b) el agravio comparativo con el dispositivo de defensa montando
cuando se celebró en el mismo lugar la manifestación del Black Lives Matter,
una declaración contra el racismo y la violencia policial, para la que se llamó
a miles de efectivos, no solo de la Policía, sino que se autorizó un
dispositivo que deja lo del Días de Reyes convertido en un juego de niños.
Las preguntas deben ser contestadas. Quizá la explicación esté delante de nuestras narices, quizá los cambios que Trump hizo hace una semanas en las Fuerzas de Seguridad y en Pentágono (ya lo comentamos aquí en su momento) tenían más sentido que el de la venganza contra aquellos que no le habían sido "fieles.". Estas cosas dependen muchos de quien las valore y parece que quienes tenía que hacerlo, que evitar que se produjera lo que se produjo, estaban a otra cosa, por decirlo así. También el presidente dijo estar muy ocupado para atender las preguntas sobre lo que estaba ocurriendo. El tiempo lo dirá y se podrá hablar entonces de negligencia (en el mejor de los casos) o de connivencia en el peor (aunque puede haber peores).
Las
palabras incitadoras del presidente eran repetidas por uno de sus hijos,
exaltando a los que habían ido a escuchar lo que querían oír, pero también por
un impresentable Rudy Giuliani, monumento al cinismo, a la hipocresía política,
un hombre en la oscuridad de todos los entramados.
Entre
los participantes, los hay que se pasean con la pancarta clave, "Trump is
my President", la madre de todas las pancartas, la garantía de futuro
paralelo, alternativo. Parece que los republicanos empiezan a darse cuenta que
les han robado el partido. Trump ya lo dice directamente y promete una nueva
fuerza política con la que "regresar". El problema es que no se va a
ir porque va contra su propia naturaleza. Lo que hará es seguir creciendo,
ahondando en la paranoia colectiva y en su cesarismo congénito.
Los
republicanos que han tenido el coraje de resistir, tienen ahora la obligación
moral de levantar una bandera realista, política y abierta para regenerar la
vida política. Si los demócratas son inteligentes, saben que no pueden
polarizar la vida norteamericana con un abismo en medio, que lo que necesitan
es un mecanismo para aislar a Trump, por muy iluso que pueda parecer. Se trata
de salvar el sistema democrático, de aplicar medidas de higiene cuando el
experimento Trump ha tenido los efectos vistos y los que quedan por ver,
probablemente peores.
Trump,
como hemos visto, se crece con la confrontación, es su alma energética. Se
trata de extender ese estado irascible de Trump hasta unas masas iracundas, que
solo él es capaz de calmar, como si de una jauría de perros peligrosos se
tratara. Trump no tiene otra estrategia más que esta, la creación de esa masa
reactiva que le permita seguir chantajeando desde el exterior del sistema,
creciendo continuamente, sembrando el desconcierto, la confusión, alentada por
las fuerzas en la sombra que buscan la destrucción del sistema.
Me ha
preocupado escuchar en el canal español de la ultraderecha populista a los que
preconizan el paso más allá de los límites del sistema con absoluta normalidad.
La declaración explícita de que el
sistema no tiene nada para ellos, que por esa vía no obtendrán nada que
valga la pena, que cubra sus objetivos. Se callaba, por supuesto, cuál era la otra vía. Pero no hacía falta. Lo hemos
visto en el Capitolio.
No se
trata de ganar unas elecciones, sino de conseguir el suficiente poder como para
acabar con el poder, es decir, con el sistema. Como hicieron los antieuropeos en el
Parlamento Europeo, romper las cosas desde dentro, obstruir, desprestigiar,
descalificar el sistema mismo.
Trump es la herramienta para dinamitar el sistema. Ya lo han hecho con el Partido Republicano, dinamitado desde dentro. Con cargarse el Partido Republicano se sientan ya las bases de la destrucción del bipartidismo, fundamento de la vida política y de su estabilidad. La estrategia es fraccionar, dividir, deslegitimar. "Our House" y "Trump is my President" son las manifestaciones de ese mundo invertido al que se apuntan los detritos del sistema, organizados, convertidos en legión. No hay que dejar que roben las palabras ni las ideas, las banderas, los principios, los discursos... Es el argumento con el que les mueven "sois los patriotas", "sois los cristianos", "sois el pueblo"... Son las palabras las que mueven el mundo, las que organizan las mentes... y también lo contrario.
Lo hemos dicho, esto es el final de la primera temporada. Los que debaten si sacar a Trump por el impeachment o por la 25ª enmienda puede que tengan pronto alguna tercera vía que los propios hechos le abran. Trump ha desbordado a aquellos que esperaban controlarle en el inicio y sus conexiones con sus fieles pueden mostrar todavía muchas sorpresas.
Por lo
pronto —¡faltaría más!—, frente a las condenas de todo el mundo y las burlas de
sus rivales mundiales, a Trump le ha salido un defensor, el señor de la
"gripecita", el amigo Jair Bolsonaro, incendiario de la Amazonía,
enviado por un dios despistado a salvar el mundo y a ser apóstol del mesías Trump. Ha
dicho que todo esto es lógico porque nadie puede dudar del robo de las elecciones,
del fraude. Mucho me temo que en Brasil pronto el discurso del
"robo electoral", puesto en marcha en cuanto vean que bajan las
encuestas.
Es algo
más que una docena de días lo que está en juego. Trump ha sembrado el miedo,
que era su objetivo, mantener en alto la espada amenazante, destruir el partido
republicano para construir el propio sobre las cenizas y no malgastar esos
muchos millones de votos. El problema es algo más que cómo quitárselo de
encima. El problema real es qué hacer para que no arrastre al caos al país.
Lo
veremos pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.