viernes, 18 de diciembre de 2020

Un mal recuerdo para la Historia

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)




Dicen que la Historia se escribe en la distancia y el periodismo en la cercanía, pero quizá por la aceleración de los tiempos y nuestra mayor preocupación por el fin de los tiempos, empezamos a emitir juicios con validez histórica por si en el futuro se le olvida a alguien los detalles.

Los antiguos tenían un interés real por la posteridad que hoy nos parece más morboso. Al interés por ser recordados anteponemos hoy un pragmático presente, de gloria actual aunque efímera. Los 15 minutos de gloria de Warhol se van reduciendo en una cultura de lo provisional en la que solo los más ingenuos o los psicópatas pretenden dejar huella hasta el fin de los tiempos. Entre estos últimos (elijan la modalidad) se encuentra el pronto ex presidente Donald Trump, autoproclamado el mejor presidente de los Estados Unidos después de Lincoln.

En la CNN —no es el único medio— empiezan ya a trazar su perfil "ex" escrito con una perspectiva histórica aunque todavía le quede tiempo para algunas barrabasadas. Lo hace hoy mismo Maeve Reston con el titular "Trump fights for a job that he's not doing as coronavirus rages". En el inicio del artículo se realizan unas observaciones sobre el desengaño trumpiano de la historia:

 

When the history of the pandemic is written, one of the great mysteries will be what President Donald Trump was doing in the waning days of his presidency as the number of Covid-19 deaths in the US soared past 3,000 each day, the virus spread unchecked and Congress dithered over the details of an emergency relief package that could be the difference between people being able to eat and being forced to sleep on the streets this holiday season.

Trump ran for president pretending he was the consummate dealmaker, the chief executive who could make things happen with a snap of his fingers. He will go down in history as a president who worsened the grief and tragedy of the most consequential pandemic in 100 years by being contemptuous of masks and the safety precautions designed by his own administration -- a man incapable of empathy, who chose to remain cocooned in his White House bubble at a time when leadership would have mattered.

For weeks now, Trump has spent most of his time plotting how to nullify the results of President-elect Joe Biden's November victory as he has fleeced his supporters to pay for a string of ill-conceived lawsuits that were tossed out of court by some of his own judicial appointees. When those efforts failed, he began looking ahead to January 6 when a joint session of Congress meets to formally count the Electoral College results -- seeing another opportunity to try and thwart the democratic process.*

 


Hemos resaltado en diversas ocasiones que Donald Trump es un generador, quizá un provocador de noticias. Su mente narcisista necesita del espejo mediático, que es el que le confirma su propia existencia, vacía por dentro, todo superficie. Ha producido más "tinta" que nadie en las últimas décadas fiel a su principio de la presencia necesaria. Con cada discurso, con cada tuit, con cada mitin, etc. provocaba la polémica necesaria, el escándalo, el llevarse las manos a la cabeza. Ese gesto mágico de chasquear los dedos, como dice Maeve Reston, no cambiaba necesariamente la realidad, pero sí los titulares y las columnas tras ellas. Muchas veces se ha planteado la necesidad del cerco de silencio, pero ¿cómo? ¿Cómo hacerlo ante la provocación constantes ante el miedo de una barbaridad que supere a la siguiente?

Pero la Historia trabaja de otra manera y está empezando a hacerlo porque Trump ya empieza a ser un eco lejano de sí mismo, una especie de deja vu. Lo que muchos temen es que mantenga durante un tiempo indefinido el ascendiente sobre esos millones de adictos votantes, aquellos por lo que ha corrido la adrenalina indignada pese a tener su presidente en la Casa Blanca. Con Trump, la oposición era él. Su agresividad y provocación es la que caracteriza a la oposición, necesitada de espacio, no al poder, que tiende a serlo menos. Pero en los nuevos tiempos de la política, en un universo mediático —lo vemos en muchos países tocados por el populismo—, los que están en el poder se manifiestan con la agresividad de los opositores. La batalla de los parlamentos, toda la política gira sobre la conquista de los titulares y con ellos de la opinión pública, sometida a presión constante.

Pero las preguntas de la Historia son otras. ¿Qué hiciste durante la pandemia?, en el caso de Donald Trump, está claro: preocuparme por mí mismo, por el poder, por desprestigiar a médicos y científicos, negarla, proponer soluciones absurdas como la lejía... Los intentos de Trump de controlar su retrato serán vanos. Intentará encargar a los retratistas de pago que le realicen un cuadro en el que salga favorecido y para el que ha estado posando durante cuatro años. Pero ya no le resultará fácil.




Es más que probable que Donald Trump pretenda una presidencia en el exilio, como ya se ha señalado por su manifestado interés mediático, entendiendo por tal el deseo de vincularse a televisiones. Ha renegado de la Fox y se ha lanzado en brazos de medios de la ultraderecha que ven un filón en convertirse en la nueva "Casa Blanca" virtual desde la que el ex presidente dé su visión diaria de la realidad.

Eso crea un enorme problema a los republicanos, como se ha dicho muchas veces. Trump no volverá a pasar por unas primarias si se considera un rey destronado y con nadie capaz de sucederle. Hasta que muera seguirá siendo "el presidente destronado por un fraude masivo". Una conspiración variable de fuerzas, del "chavismo" a los "virus chinos", han tenido que aliarse para torcer los rectos raíles de la gloria.

Como se ha visto, Trump es una maquinaria que produce dinero con estos discursos, de los donantes de fondos para cubrir las demandas de las que viven legiones de abogados a los futuros inversores en su vida ficticia convocados ante el terror de que "América deje de ser grande de nuevo". El negocio de la estupidez y la ambición, de la deshonestidad y la falta de respeto al sistema suele ser productivo para los avispados. Habrá legiones a su alrededor mientras se pueda hacer dinero en su nombre.

Pero la Historia ya ha empezado a escribirse. La pintura ya está tomando forma: egocéntrico, narcisista, con ya más de 300.000 muertos por los que se le pregunta directamente. ¿Qué hiciste? La aceleración de las vacunas va más allá de su urgencia sanitaria. Trump necesita que su mandato contenga técnicamente el comienzo de la vacunación para apuntarse el tanto, decir que fue él quien salvó millones de vidas, como ya ha comentado. No creo que le funcione. Hay demasiados discursos, demasiadas imágenes de sus mítines, demasiados contagiados en la Casa Blanca por celebrar fiestas descaradamente inseguras, presuntuosas, al servicio del poder irresponsable.

Quedara para la Historia el ridículo: su burda y mal intencionada imitación del periodista discapacitado, sus grabaciones sobre lo que opina de las mujeres, las denuncias por acoso, los escándalos  sexuales comprados a golpe de talonario por sus abogados; quedarán las memorias de los despedidos haciendo los retratos que no pudieron, dando detalles precisos de su maldad, ignorancia y soberbia. Quedarán, como le dicen, los cientos de miles de muertos, los millones de infectado mientras él se preocupaba de sí mismo, que es lo único que le importa.

 


* Maeve Reston "Trump fights for a job that he's not doing as coronavirus rages" CNN 18/12/2020 https://edition.cnn.com/2020/12/18/politics/donald-trump-absent-covid-stimulus-vaccine/index.html

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