Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Igual que el COVID-19 nos ha servido para comprender muchas cosas sobre la enfermedad, el sufrimiento y la soledad, las elecciones norteamericanas del 2020 nos están haciendo dolorosamente conscientes de los males que aquejan a la democracia a través de este via crucis doloroso que supone la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, algo más que una carrera de obstáculos.
En una
de estas pasadas noches en vela, la emisión de dos documentales seguido, el primero sobre Steve Bannon y sus
objetivos norteamericanos y europeos y el segundo contestando a la pregunta de
su título "¡Está loco Donald Trump?", acumulé suficiente
intranquilidad como para varios años, garantizando el insomnio inducido para
muchos meses.
En el
primero, Bannon explicaba sus objetivos revolucionario populistas y le veíamos
alentar a grupos europeos, incluidos los del Frente Nacional, hacía una
revolución inevitable a cargo de los
despreciados trabajadores por parte de las élites. Los nuevos mesías llegarían
a redimirlos para superar el sistema. Lo malo es que este nuevo mesías
populista llamado a redimir al pueblo frente a las élites se llama Donald
Trump, un hijo de papá multimillonario
gracias a negocios a costa del pueblo, como es el caso de la fortuna que heredó
y con la que construyó torres lujosas y campos de golf. No se ve al
"pueblo" por ningún lado. Las
fotos de la vida de Trump es precisamente un intento permanente de mostrar glamur
y decadencia apestosa. ¿Cómo es posible que haya sido Trump el ideal de ese
pueblo maltratado?
Quizá
de eso se ocupaba el demoledor documental que nos explicaba a continuación las
características del "narcisismo sádico" de Trump y cómo ha sido
percibido para convertirse en canalizador efectivo de ese odio a las elites que
constituyen el sorprendente mensaje alternativo (¿por qué no?) a los mensajes
oficiales del "sueño americano", la idea de que no existen límites,
que puedes llegar a donde sea con tu esfuerzo. El "donde sea", para
millones, es la cola del desempleo, dormir en la calle, etc. No es tanto un
sueño como una pesadilla en donde, crisis tras crisis, se perciben los
beneficios de estar del lado de las élites, incluso las de nacimiento, en un
país republicano, donde se nos sigue vendiendo el milagro del niño con el
puesto de limonada, el que reparte periódicos, etc. que se inician en el mundo
de los negocios. Por el contrario, las noticias que saltan a la prensa para
escándalo del conjunto es el de padres ricos que cuelan a sus torpes hijos en
las universidades de élite gracias al pago oculto de cantidades enormes de
dinero. Nadie sale de las élites si la familia puede mantener el estatus.
Que
Donald Trump sea el héroe de los desheredados no deja de ser un signo tragicómico
de los tiempos. Quizá ya no podamos aspirar a la dignidad para poder llegar a
ilusionar a las "masas", concepto que se había marginado en las
Ciencias Sociales y la Comunicación, pero que puede que haya que reintroducir
por la puerta trasera. No será entonces la "masa" de Walt Whitman,
sino la "masa" de LeBon y Freud, la que retrocede en la escala
evolutiva a través de la conexión virtual, de redes y "like", frente
a los medios en declive, que produjeron la suya. Quizá haya que volver a
producir explicaciones como La muchedumbre solitaria para intentar comprender
un proceso que se nos presenta lleno de incongruencias. La elevación de lo
alternativo y de la mentira a parte constitutiva de la realidad vivida no ayuda
precisamente a hacernos un retrato de nosotros mismos ¿O quizá sí?
No hay
duda de que Trump es una enfermedad, el producto de una sociedad que ha
embaucado y lo seguirá haciendo, un tramposo de los negocios que por fin ha
tenido el público directo, que no ha necesitado filtros para llegar a él. Trump
es el hombre que se distorsionó a sí mismo. Si repasamos la filmografía
política del candidato en los Estados Unidos, siempre se nos muestra a alguien
que acaba siendo elegido para seducir al pueblo. Trump lo ha hecho en directo y
a golpe de tuit. No ha necesitado nadie que le "fabricará", incluso
ha podido sacarle provecho a un ridículo moreno de máquina y un rebelde
peinado, ha mantenido la misma corbata roja con la misma chaqueta azul hasta
producir fatiga visual... Ha ido contra las viejas normas del político y los
partidos... ¡y le ha funcionado! Ha tenido a sus pies a los republicanos a los
que humilló y sigue humillando. Es un despótico rey, irritable y vengativo,
exhibe todos los defectos posibles... y le votan 70 millones de personas en la
democracia ideal. ¿Tendrá razón Bannon, estará tan lleno de odio, de
resentimiento, de hartazgo esa muchedumbre de una parte del país que quiere la
humillación vicaria, ver cómo Trump insulta y degrada a esos distantes miembros
de las élites, esos políticos que se disfrazan con diferentes ropajes —de
liberales a izquierdistas pasando por conservadores— pero que esconden todos el
mismo tipo, la misma genética?
Frente
a todo esto, que requiere una explicación cultural, sociológica, política, Biden
tiene una misión muy difícil que ya ha comenzado tras la confirmación del voto
del colegio electoral ayer. Lo tiene difícil porque esa otra América que
entiende a la Trump la "grandeza" reniega del sistema, de los
políticos, de las instituciones, etc. Está convencida de que todo es
corrupción, que todo es conspiración y humillación contra ellos. Trump
consiguió aunar a todos diciendo a todos lo que querían escuchar, a cada uno su
afrenta. Siendo un crápula, se consiguió el favor de los tradicionalistas
defensores de los valores familiares; careciendo de valores religiosos, le
bastó fotografiarse con una Biblia para convencer a los ultra religiosos, a los
fundamentalistas; insultando a los latinos, llamándolos "violadores",
"narcos" y "bad hombres", ha conseguido dividir y sacar
provecho del voto latino... Es el arte simple del que te dice lo que quieres
escuchar para venderte algo. Esos setenta millones de votantes tienen en común
a Trump. Ahora tienen algo más: el odio transferido a Biden sembrando el camino
de acusaciones contra él y las instituciones, todos en gigantesca conspiración
para robarle al pueblo lo que este deseaba, a Trump. Han robado a Trump, han
robado al pueblo, han robado a Dios.
La CNN recoge las palabras de Joe Biden tras la confirmación de los votos en el Colegio Electoral, la misma institución que le dio la victoria en 2016 pese a tener dos millones de votos menos que su rival. Lo que entonces le funcionó ahora se ha denunciado a pesar de tener Biden 7 millones más de votos y mayoría en el Colegio.
President-elect Joe Biden declared Monday,
hours after the Electoral College made his victory over President Donald Trump
official, that "the rule of law, our Constitution and the will of the
people prevailed" over Trump's efforts to undo the results of the
election.
"The flame of democracy was lit in this
nation a long time ago. And we now know nothing, not even a pandemic or an
abuse of power, can extinguish that flame," Biden said.
In a speech Monday night in Delaware, Biden
launched the most direct and detailed defense of his victory yet -- and the
harshest condemnation of Trump's flailing efforts to change reality.
He catalogued the failures of Trump's campaign
and his allies in state and federal courts and state legislatures, and recounts
that have not substantially changed vote tallies. He called efforts by Trump
and his supporters to use the courts to overturn the election result "so
extreme we've never seen it before."
"Thankfully, a unanimous Supreme Court
immediately and completely rejected this effort," Biden said.
Biden's speech came after the Electoral College
had cast 306 votes for Biden and 232 for Trump, cementing Biden's win. The
Electoral College votes will now be sent to Congress to be counted formally
next month. Though some House Republicans have indicated they will object to
the results in key states, they can do little more than delay the process
during a joint session of Congress on January 6. Then, Biden will be
inaugurated at noon on January 20.
Biden declared it time to "turn the page,
to unite, to heal."*
Biden
está obligado a ser optimista y a lanzar un mensaje de optimismo, pero ¿logrará
hacerlo? Trump ya ha advertido que no habrá retiro, solo cambio de actividad.
Una de ellas, ha amenazado, será la televisión. Trump tiene que sacar dinero a
esa clientela que le ha votado pese a ser él o por ser él. Biden puede ofrecer
hechos, discursos y hermosas palabras, pero a Trump le queda el gratificante
campo de las mentiras, las insinuaciones, las acusaciones inventadas. Lo hará
un hombre que sin sentido moral, religioso, político... o cualquier otro
aspecto que signifique compromiso con algo que no sea él mismo. Si nadie pudo
sujetar a Trump en la presidencia (hasta le llevaron militares con fama de
duros, curtidos en batallas), ¿podrá hacerlo alguien en la oposición?
Trump
no ha ganado las elecciones. Lao ha evitado la movilización de una parte del
pueblo norteamericano horrorizado con alguien que se creía un semidiós y que,
ganando la reelección, ascendería de categoría. Ahora, expulsado del Olimpo,
lanzará sus rayos iracundos y alternativos.
Biden
responde con la democracia, los valores y el deseo de concordia internacional.
Ya han dicho muchos analistas que el mundo ha aprendido que en los Estados
Unidos pueden pasar de nuevo cosas como "Trump", que la confianza se
ha roto, por mucho que se confíe en Biden. Pero lo que ocurre una vez puede
ocurrir de nuevo. La llegada de un nuevo Trump (afortunadamente, nadie en su
familia está a su altura).
Pese a
que Biden pide "pasar página", sabemos que el "libro político"
está en su inicio. Sus páginas las están escribiendo Steve Bannon y otros por
Europa y el mundo, sembrando divisiones, creando enfrentamientos. Todo ello
alentado por las potencias que saben que aumenta su poder en un mundo
quebradizo, iracundo y manipulable.
Podemos ignorar el fenómeno, pensar que es cosa de ellos, pero nuestra indiferencia e ignorancia no nos librará de sus efectos, ya sean directos o indirectos. La llegada de nuevos demagogos redentores es más probable en esta sociedad que se vuelve emocional para unas cosas y fría e indiferente para otras; con unas bolsas de paro juvenil brutales y unos medios reducidos a muy poco en beneficio de otras formas de acceso y manipulación directas, con el crecimiento del terrorismo y del fanatismo en medio de movimientos migratorios contra los que es fácil organizar el odio y el descontento. Lo vemos todos los días. Biden ha sido firme denunciando la inconsciencia de Trump. Dos cuestiones: a) no creo que sea inconsciente; y b) nunca las buenas palabras han frenado tormentas, terremotos o guerras. O se trata de separar el trigo de la paja en el partido republicano, eliminar el virus del populismo o la próxima ocasión el cántaro puede romperse. No son las palabras de Biden lo que hacen falta, sino las acciones de los republicanos conscientes tratando de vitar ser arrastrados con los restos del naufragio del sistema provocado por Trump.
Son tiempos de cirugía, más que de paños calientes.
* Eric
Bradner "Biden after Electoral College affirms win: 'The rule of law, our
Constitution and the will of the people prevailed'" CNN 15/12/2020
https://edition.cnn.com/2020/12/14/politics/joe-biden-speech-electoral-college/index.html
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