jueves, 10 de diciembre de 2020

La desinformación contagiosa

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Los expertos y analistas nos advierten desde distintos escenarios: la estrategia de la negación electoral de la victoria ajena progresa más allá de las fronteras. Lo que hemos estado interpretando como un "fenómeno norteamericano" va más allá de sus fronteras y amenaza con aparecer en distintos lugares con los mismos efectos destructivos.

Los reveses judiciales y políticos, que van desde el rechazo explicado de los jueces hasta las voces que desde el bando republicano rechazan las acusaciones de fraude, no frenan a un Trump que se auto recarga con sus propias mentiras y sale a buscar aplausos entre unos seguidores que abandonan el planeta de la realidad en busca de vida alternativa fuera.

Como ya señalamos hace tiempo, la gente se hace una pregunta: ¿hasta qué punto Trump se cree lo que dice? Las respuestas posibles nos llevan hacia la criminalidad de Trump o hacia su locura. Quizá, piensen algunos, a una mezcla compleja de ambas.

El daño que sigue haciendo a la democracia norteamericana no puede ser evaluado porque no hay precedentes de un comportamiento así. Nunca ha habido un comportamiento así. No si consideramos que Trump no es solo él sino un punto que actúa dentro de un sistema en donde todo ha cambiado. El mundo de Trump no es el de los presidentes anteriores. Ha cambiado rápidamente haciendo que sea lo insólito lo que nos aparece con su comportamiento. El universo de los medios ha cambiado o, si se prefiere, los medios han cambiado el universo sociopolítico.

La llegada de Barack Obama al poder fue saludada como una enorme novedad por su uso de los medios digitales en la campaña. Los miembros jóvenes de su campaña, se nos decía, eran expertos en el envío de correos electrónicos, de tuits, etc. Eran capaces de manejarse en un universo digital incipiente. Trump se desarrolla en un mundo muy distinto, en donde lo que era novedad y ventaja de uno respecto a otro, se ha convertido en un arma poderosa de actuación sobre un escenario cambiante, maleable a golpe de mentiras elaboradas para manipular a la opinión pública. Trump es el mentiroso irredento y patológico capaz de aprovechar si pudor el nuevo escenario, como vemos cada día.

La verdad no existe; solo lo que la gente cree. Y cree lo que se le dice con firmeza e insistiendo. No se trata de hechos o razones, solo de destruir la credibilidad del otro; es un juego de resistencia. Lo que están haciendo Trump y los suyos es destruir el sistema de confirmación democrático. Saben que no van a conseguir detener a Biden, pero se trata de segar la hierba bajo sus pies. Se trata, en última instancia, de hacer de la expresión "una elección fraudulenta" una afirmación aceptable por millones.



Como han mostrado con claridad, Trump ha dejado atrás el sistema bipartidista en el que gana uno y otro con las mismas reglas. Esto es lo que no han entendido o no han querido entender los republicanos. Trump destruye las reglas. El juego es ya otro.

Hoy el juego ya no se decide entre dos contendientes de un mismo partido. Son partidos distintos; están tratando de superar el juego. Se trata del poder como premio. Derechas e izquierdas se encuentran desbordadas desde los extremos, desde donde surgen nuevas fuerzas que dinamitan el sistema poniéndolo en duda. Es la duda constante, de las elecciones a la vacunas. Saben que debilitando el sistema este pierde credibilidad y el avance se hace más fácil. Lo hemos visto con los "antieuropeos" entrando en las instituciones europeas para dinamitarlas desde dentro. Es el cambio de juego.

En Euronews se nos dice, a través de un artículo firmado por Chine Labbe, de los efectos y peligros europeos de esta forma de desinformación que acaba sacudiendo un mundo en crisis, capaz de aceptar los argumentos más falaces y las historias más disparatadas: 


Almost a month after election day in the United States, misinformation about voting continues to flourish online - in the US of course, but in Europe, too. And just as it threatens the essence of American democracy, it is also threatening to sow distrust in the electoral process in Europe ahead of crucial elections.

NewsGuard, a company that rates the credibility of news and information sites, has counted more than 40 French, Italian and German-language websites that published false claims about the 2020 U.S. election. "We all knew that the US Democrats were planning to manipulate the elections… But what has happened in the last few days goes beyond what even those who feared electoral fraud expected, in scale and audacity," wrote a German blog on November 5.

On November 26, a French far-right website explained why "the ongoing coup" in the US was "threatening the world". The coup that the site was referring to was not the unsubstantiated claims by President Trump and his supporters to overturn a legitimate election but to the election itself.

In Germany and France, Russian outlets RT and Sputnik, known for publishing false information to disparage Russia’s rivals, joined in on the conspiracies. Even local and detailed instances of alleged fraud, rooted in the intricacies of the American electoral system, found a home on popular misinformation sites in Europe. From "Sharpiegate" in Arizona to allegations of dead people voting in Nevada, European readers were exposed to hyperlocal misinformation narratives powering the overarching idea of massive fraud. False claims have also been shared on countless European social media accounts.

With federal elections in Germany and regional elections in France coming up in 2021, and French presidential elections just 18 months away, European leaders have reasons to worry.* 



No es un simple temor, una especulación sobre lo que puede ocurrir. Comenté aquí hace unos días mi sorpresa al encontrarme con una tertulia televisiva en el que se hablaba descaradamente de "fraude electoral" en los Estados Unidos y se afirmaba sin fundamento algunos cómo Trump habría ganado "por goleada" las elecciones norteamericanas y una conspiración habría puesto en marcha el dispositivo de robo de votos por millones. El proceso selectivo de las noticias hace que cada uno tome los argumentos que espera escuchar. Estos actúan como ratificadores de las ideas y se siguen expandiendo captando nuevo incautos o adeptos gozosos de las tesis absurdas que les permiten sentirse superiores a los "ignorantes". Esto es posible en el universo mediático en que vivimos, donde es sencillo expandir informaciones, generar riadas de mensajes, incluso de forma automática.

El sistema democrático es sensible a la información, que tiene a retroalimentarse. La información produce opinión y la opinión agrupada produce grupos política que tienen efectos electorales. La continua aparición de grupos contribuye a que, gracias al fraccionamiento, los más pequeños acaban teniendo un poder de decisión más amplio, como podemos ver a la perfección en España. La simple existencia resta votos a otros, los debilita. Partidos con uno o dos diputados pueden ser decisivos para conseguir aprobar unos presupuestos o sacar adelante una ley. Se cobran con creces los apoyos y, además, consiguen mediante nuevas informaciones captar adeptos que rascan a los partidos próximos.



Esta forma de trabajar vive del continuo encrespamiento, que es la forma de hacerse notar, de arrastrar hacia temas que crean atracción hacia ellos, con lo que las legislaturas se convierten en circos romanos mediáticos, el espectáculo de una lucha en donde se puede usar cualquier tipo de argumentos. Todo este espectáculo acaba generando indiferencia en una parte importante del electorado, que se aleja. Y esto permite rentabilizar un número menor de votos, dando más poder.

Lo que ha hecho Trump en los Estados Unidos, con las variantes nacionales y del sistema político, es deslegitimar el sistema político. La enorme reacción movilizadora del voto demócrata ha permitido que el crecimiento de Trump, siendo importante, no fuera decisivo, pero se enfrenta a la situación actual, en donde se trata de convencer a millones de que han sido estafados restando credibilidad y legitimidadal proceso y al presidente electo. En España ya vivimos un proceso de deslegitimación con aquel "¡no nos representan!" de entonces y la réplica desde el otro extremo del espectro político de deslegitimación del gobierno.

Los efectos los estamos viendo en nuestras carnes. Los estamos viendo en Europa y, mucho me temo, que acompañarán la vida política en las próximas décadas. El daño para el sistema político es enorme, igualmente para la estabilidad social, como estamos padeciendo en estos días presupuestarios. Los vimos en el Brexit y cómo interesaba una Europa debilitada a Rusia y a la América de Trump. Los constantes ataques de la desinformación están fraccionando nuestra Unión, un objetivo prioritario para algunos. Nos lo advierten una y otra vez, pero no parecemos creerlo.



Deslegitimación y fragmentación constantes son los nuevos caminos por los que hemos de transitar. El sistema se lleva hasta el extremo, tratando de aprovechar sus ventajas, pero tirando tanto de la cuerda que se encuentra bajo riesgo constante. Con todo, el gran riesgo es el de la indiferencia, conseguir que la gente deje de defender el sistema mediante el que se regula, cantar todo los días sus imperfecciones, responsabilizarlo de los problemas que les crean. La insistencia la modificación de la constitución española es una estrategia más para distanciar a los electores introduciendo nuevos cambios que favorecen a unos o a otros. Muchos medios repiten acríticamente el mantra del cambio sin especificar qué cambio o por qué iba a ser mejor. Pero se trata solo de hacer ver que los males vienen del propio sistema y no de los agentes que lo desestabilizan. Lo que se llamó "nueva política" (hay que crear una buena etiqueta) ha dejado pronto huellas de su forma de trabajo por todo el espectro político. El fenómeno se ha ido repitiendo en casi todas las democracias, mientras que las dictaduras exportan desestabilización para evitar ser molestadas y creando problemas a aquellos que les ponen cerco.

La desinformación es barata y no se desgasta. En Estados Unidos tiene una forma que ha llevado a Trump a la Casa Blanca; en Europa tiene sus propias estrategias y peculiaridades, pero los objetivos desestabilizadores y de acceso al poder, aunque sea coaligado o mediante apoyos, está en marcha desde ambos extremos del espectro político. Hacen bien en advertirlo.

 


* Chine Labbe "Election misinformation isn't an American phenomenon - it's spreading across Europe, too" Euronews 8/12/2020 https://www.euronews.com/2020/12/08/election-misinformation-isn-t-an-american-phenomenon-it-s-spreading-across-europe-too-view

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