miércoles, 9 de diciembre de 2020

Christopher Nolan y las pantallas menguantes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Son muchas las batallas que se libran en el escenario de la actual pandemia. Hay muchas guerras abiertas más allá de vacunas o turismo. Hay una enorme batalla que puede hacer cambiar muchas cosas, especialmente en el campo de la cultura. A la enseñanza online, al teletrabajo, a la salida de las ciudades, etc. hay que sumar la batalla de las pantallas, la que afecta al arte del siglo XX y que se ve afectado en el siglo XXI, como se ha visto afectada por la entrada del mundo digital la cultura centrada en el libro y, en consecuencia, bibliotecas y librería, dispositivos lectores, etc.

La cuestión no es nueva. Es otra versión de la guerra anterior entre pantallas, algo que se produjo en los años 50 con la llegada de la TV. A la pantalla grande, le surgió un competidor en la pantalla del televisor, que iniciaba un híbrido entre lo que había sido la cultura de la imagen, representada por el cine, y lo que había sido la radio, algo ligado a un espacio casero hasta la llegada del "transistor" que permitía la salida de casa, el acompañamiento del aparato y su contenido, que había estado enfocado al hogar. Las radios de los coches era un viejo sueño que se empezó a hacer realidad en los cincuenta y explotó como fenómeno masivo a finales de la década.



La Televisión se convirtió en el gran rival del Cine haciendo que este entrara en crisis y tuviera que transformarse por dentro y por fuera. Para competir con la pequeña pantalla, el cine tuvo que decantarse finalmente por el color de forma generalizada y por experimentos como el 3D de los 50 y las pantallas enormes, las panorámicas, los "scopes", las que solo se podían ver en las salas. Frente al color y la pantalla ancha, la televisión competía con una pequeña pantalla, de muy baja definición, cuadrada y en blanco y negro. El cine apostó por lo espectacular, con géneros como las "catástrofes" (Aeropuerto, El coloso en llamas, La aventura del Poseidón...), las tecnologías de efectos digitales, etc.

Hoy la Televisión contraataca y lo hace en los momentos en que el público no puede acudir a las salas de cine, una pieza esencial del proceso que ha ido transformándose en las formas de exhibición (del cine al multicines), su programación (acortando la vida de las películas en pantalla) y diversificando los formatos (vídeos, DVD, Blu-Ray, etc.).



En la BBC, el director británico Christopher Nolan lanza un fuerte ataque a este futuro que deja fuera las salas de cine y sus condiciones de proyección: 

Director Christopher Nolan has criticised Warner Bros over its plans to release major movies on HBO Max.

The titles, such as Dune, Matrix 4 and The Suicide Squad, will now premiere simultaneously on the streaming site and in US cinemas next year.

The move comes in response to the pandemic, but has also been viewed as a further blow to the cinema industry.

Nolan, who has worked with Warner Bros since 2002's Insomnia, said his reaction to it was one of "disbelief".

The BBC has asked Warner Bros for a response.

"There's such controversy around it, because they didn't tell anyone," Nolan told Entertainment Tonight.

"In 2021, they've got some of the top filmmakers in the world, they've got some of the biggest stars in the world who worked for years in some cases on these projects very close to their hearts that are meant to be big-screen experiences."

He added: "They're meant to be out there for the widest possible audiences. And now they're being used as a loss-leader for the streaming service - for the fledgling streaming service - without any consultation. So, there's a lot of controversy."

"It's very, very, very, very messy. A real bait and switch. Yeah, it's sort of not how you treat filmmakers and stars and people who, these guys have given a lot for these projects. They deserved to be consulted and spoken to about what was going to happen to their work."*


 

La guerra es importante y podemos representarla como el cine como acto social, que es lo que implica la sala de proyección, y el cine como acto familiar, el que tiene lugar en la sala de estar, donde el tamaño de las pantallas de los televisores, la alta definición alcanzada y el convertirlos en aparatos colgables en una pared o el uso de proyectores, permite crear variantes del "home-cinema", una definición bastante clara del objetivo.

La llegada de la TV implicaba crear un centro de atención y recepción. La TV, en su modelo norteamericano, era una prolongación comercial del mundo publicitario, que llegaba al hogar como lo había hecho anteriormente la radio, como forma de patrocinio, anuncios, etc. En el fondo, se trataba de concentrar a la gente para introducir el mayor número posible de comerciales por unidad de tiempo. Era la publicidad la que pagaba la programación o las suscripciones a los canales de cable.

La queja de Nolan es por lo que considera —no le falta razón— una enorme traición de las grandes empresas del sector, aquellas que se vieron afectadas por la llegada de la TV y que vieron debilitada su capacidad de penetración e influencia.

La pandemia nos hace quedarnos en casa y salir menos. Eso es fácil de entender. Afecta a muchos sectores, especialmente a los que se basan en la movilidad de algún tipo, ya sea para comer, divertirse, educarse, trabajar o disfrutar de la cultura.



Los museos han desarrollado visitas virtuales; los restaurantes han fomentado el reparto de la comida para llevar; las bibliotecas dan servicio online... Pero ¿esto es circunstancial o viene para quedarse como muchos advierten?

No es casual que sea Christopher Nolan que se haya quejado con la mayor intensidad frente al estreno en plataformas digitales a la vez que en cine. Nolan es el mayor del cine en pantalla grande o, incluso, enorme. Cualquiera que conozca su cine sabe que muchas veces rueda pensando en IMAX, en la mayor definición posible para dar la ilusión de realidad, como consiguió en las escenas de El caballero oscuro, con una resolución de 18.000 líneas. Si pensamos que la televisión durante muchos años tuvo 625, entendemos el problema. El aumento de definición en las grabaciones digitales y de la mejora de reproducción con los televisores 4K, ya estandarizados, por encima de las 55 pulgadas ha hecho desarrollarse las plataformas de "streaming". Pero para Christopher Nolan es un retroceso y, sobre todo, una traición ya que su idea del espectáculo cinematográfico es otra muy distinta y necesitada de la sala, de las mejores salas para ver sus obras.

La queja de Nolan es importante porque es un cineasta de peso en el panorama actual. Su trabajo ha dado suficientes ganancias a las empresas y satisfacción a los espectadores como para ignorarlo. Sin embargo, es lo que se ha hecho. Una vez más, es la maldición del cine, la "industria" ignora a los "creadores". No hay arte más compartida ni arte más jerarquizada. Así ha sido desde el origen.



Pero la cuestión va más allá de Nolan y su perfeccionismo visual. Afecta a un sector en plena extinción y que ha solventado sus crisis mediante reducción, encogiéndose, e invirtiendo en sus mejoras (del Dolby Atmos a la proyección de alta definición digital, pasando por las butacas).

El cine, el llamado "arte del siglo XX", ha sido considerado así por casi todos menos por la propia industria, que ha ignorado a sus grandes creadores, reduciéndolos en lo que ha podido. Hoy las salas se enfrentan al mal hábito, cada día más extendido, de las pantallas pequeñas. Por muy grandes que sean las que tengamos en casa, siempre serán inferiores a lo que tenemos en la sala, que ya sufrió una gran reducción en las últimas décadas. Los multicines sueles tener salas de diferentes tamaños para tratar de ajustar público y formatos. Lo que temen muchos es la muerte de una parte esencial del sector cinematográfico, como es la proyección. No me refiero a los aspectos económicos, sino a los que determinan lo que es la lectura misma de la imagen.

Hay gente que sufre por los bares. Yo lo hago por las salas de cine. En mi casa hay miles de DVD y BD y como persona que trabaja habitualmente en la enseñanza del cine (de las clases a la creación de un cinefórum), no dejo de ir siempre que puedo al cine, a experimentar las condiciones de la sala oscura, de la pantalla grande. El tamaño de la pantalla sí importa, es una forma que determina la experiencia como lo hace el tamaño del lienzo en la pintura. Cualquiera que visita un museo tras haber visto las reproducciones en libros o documental siente un primer choque ante el tamaño real del lienzo. El tamaño determina el lenguaje, como sabe cualquiera que haya visto películas en las que el plano está pensado, compuesto y tiene un tamaño ideal de reproducción. Puede que este no sea muy preciso, pero lo obvio es que sí hay diferencias entre una pantalla de cine y una pantalla de TV, por muy grande que esta sea. La espectacularidad de Nolan, su realismo, como él mismo proclama está en la definición, tiene un tamaño y unos requisitos que si no se cumplen en la proyección nos llevan a un texto aproximado.



Desde el punto de vista de la cultura, la asistencia a las salas conlleva un ritual social, un aspecto diferencial que no tiene la pantalla televisiva en la que todo se entremezcla y el zapping acaba reinando. Es social y es psicológico.

Puede que todos estos factores ya no importen y la gente acepte los cambios sin darles importancia. Las tendencias son claras. Los que tienen capacidad de imponer las formas, lo harán. Demostrarán, una vez más, que mandan unos y otros crean. Asistiremos a este conflicto, existente desde el origen del cine, un arte condicionado por público y productores, cuyos interese no siempre coinciden, pero que ambos afectan al medio en sí y a los que tratan de darle sentido.

Nolan se queja de lo que considera una falta de respeto al cine mismo. Sabe que todo es empezar y lo que hoy es variedad de ofertas, mañana será una reducción en la que se irán depurando las proyecciones en beneficio de la forma más barata.

Sigo acudiendo a las salas. No por motivos solidarios —que también— sino por motivos estéticos y sentimentales. Una parte importante de mi vida ha transcurrido frente a esas pantallas que te permiten salir y adentrarte en lo que nos muestran. Muchos de mis recuerdos más antiguos están asociados a experiencias de cine en salas, como lo está la música o la literatura. Hoy veo a gente que ven sus series en teléfonos móviles en el transporte público, en sus pequeños ordenadores en copias de mala calidad descargadas desde cualquier sitio. No sé si la guerra está perdida o no. Pero nunca sabes cuál es la última batalla.

Cuando Google me manda la síntesis de mi mes con los lugares más visitados, ver que en estos tiempos de movilidad reducida es el cine de mi pueblo me produce cierta sonrisa y satisfacción. Es una vieja costumbre que seguirá mientras sigan abiertos. 



* "Christopher Nolan: Director criticises Warner's streaming plan" BBC 8/12/2020 https://www.bbc.com/news/entertainment-arts-55227474

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