Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No hace
mucho recogíamos aquí la idea de un analista sobre el camino que Trump tenía
por delante marcado por tres líneas posibles: destituciones, órdenes ejecutivas
y perdones presidenciales. Las tres líneas tienen como función 1) eliminar
enemigos y desleales a la vez que nombra personas afines (como hizo en las
Agencias de Seguridad y el Pentágono); 2) poner en marcha iniciativas de última
hora para ganar adeptos, pagar favores, realizar venganzas, etc.; y 3) dejar al
margen de la ley a aquellos que le han protegido y ayudado, especialmente, a
aquellos que podrían irse de la lengua si se sienten abandonados. Las tres
líneas están en marcha conforme se acerca el momento del relevo. Trump no deja
para mañana lo que no podrá hacer de nuevo.
La
república presidencialista se está mostrando excesivamente
"imperial". Los norteamericanos lo están descubriendo. Poco a poco,
gracias a Trump, se dan cuenta de lo que implica que los mecanismos
excepcionales estén en manos de un sinvergüenza que los usa sin medidas y sin
pudor, con una descaro y arbitrariedad que solo alguien como Trump se puede
permitir. No sabemos lo que Trump ve cada día en el espejo, pero si sabemos que
no le importa cómo le ven los demás.
La
tercera línea, la de los perdones, está llegando al límite de lo razonable, si
es que el poder dado a un presidente de poner a alguien por encima de la ley se
puede llamar "razonable" en un estado de derecho. De nuevo, los
norteamericanos se están dando cuenta de su poder, pero también del problema
que plantea haber llevado a la Casa Blanca a alguien con la moral (o su
ausencia) de Donald Trump.
En la CNN, el artículo firmado por Zachary B. Wolf lleva el siguiente titular "Can Trump pre-pardon his children?" y contiene el análisis de los despropósitos que Trump está planteando para salir no airoso, pero sí de rositas o al menos intentarlo. Él, su familia y sus colaboradores directos. Ya lo ha hecho con Mike Flynn, el ex militar acusado dos veces de mentir en las investigaciones federales sobre las cuestiones rusas. Wolf comienza su artículo con la misma sorpresa que muchos norteamericanos:
Beg your pardon?
It's something you ask of somebody else for
something you've already done. And that, more or less, is how it's been viewed
in the Constitution.
But each day brings new reporting about how
President Donald Trump might creatively stretch and bend his expansive pardon
power not just to protect himself but also to shield his children and his
closest associates from future legal problems -- all moves that would test the
spirit of the power and legal precedent.
Trump has yet to acknowledge his electoral
defeat, but he's clearly eyeing the door. We've heard about his interest in
using the pardon power on himself, a prophylactic application that is not
specifically verboten but would betray the legal principle of standing in judgment
of oneself. CNN's Jim Acosta reported Wednesday that the public should expect a
"flurry" of pardons before Trump leaves office -- and that some of
his advisers believe that it would be perfectly fine for Trump to pardon his
family members and other associates preemptively, even though they haven't been
charged with any crimes.
We also learned this week that the Department
of Justice is investigating a potential presidential pardon bribery scheme,
although details are few, and no charges have been leveled. CNN has also
reported on Trump's consideration of pardoning:
Ivanka Trump and her husband, Jared Kushner,
who worked for him on his campaigns and in the White House.
Donald Trump Jr. and Eric Trump, who helped
with his campaigns and ran his business and his now-defunct charity.
Rudy Giuliani, who sought dirt on Joe Biden
from foreign governments and has been Trump's lawyer.
Trump's already pardoned his former national security adviser Michael Flynn, who pleaded guilty twice to lying to the FBI but had not yet been sentenced, for any and all crimes pertaining to the special counsel investigation.*
Me llama la atención el uso del adjetivo "creativo" aplicado a estas prácticas, cuya función es la misma que en "contabilidad creativa", un eufemismo para las malas prácticas contables que llevan al límite la ortodoxia dejándola a un paso de perder su nombre. Lo creativo aquí es el juego de lo posible antes de llegar a lo delictivo; es lo que el sentido de la vergüenza te impide hacer salvo que no tengas vergüenza, como es el caso.
Si surgen dudas, como se señala, sobre la legalidad de un "pre perdón" que sería —ya puestos— como una "post inmunidad". A Flynn se le puede perdonar porque ya ha sido condenado, pero ¿se pueden perdonar los delitos que no sabemos que han ocurrido? ¿No es ya bastante complicado —más bien descarado— perdonarse a sí mismo?
Hasta este momento de la Historia, los presidentes de los Estados Unidos o de casi cualquier parte con la excepción de los dictadores aburridos, han tratado de preservar la idea de la justicia o de la acción en beneficio de la mayoría. Pero Trump va a perdonar y a tratar de perdonarse sectariamente, por decirlo así. No es un perdón, es un corte de mangas.
Va a perdonar a las personas que cometieron delitos contra el propio sistema democrático (los otros están por ver), a personas de su familia y allegados, después de haberlos puesto a delinquir en su nombre y beneficio. Si esto sale adelante, la democracia americana habrá perdido cualquier tipo de respeto en el mundo. Es lo que ocurre cuando en un buen sistema se eligen malos tipos. La confianza que se deposita en un cargo es pisoteada por quien lo ocupa.
Las informaciones que se citan en el último párrafo de una trama corrupta de perdones presidenciales puede ser —si se confirma— uno de los mayores escándalos en la democracia norteamericana. Con todo, la gran pregunta es "¿cómo van a reaccionar los 70 millones de votantes de Trump? La CNN entrevistaba ayer a personas que decían seguir confiando en la victoria de Trump. Esto se hace después de que uno de sus fieles, el Fiscal General, haya tenido que reconocer que no hay ninguna evidencia de fraude en las elecciones que pueda alterar el resultado. Por supuesto, los titulares ya hablan del posible despido de William Barr. Las autoridades republicanas de Georgia han salido a decir al presidente que deje de sembrar dudas haciendo afirmaciones falsas, que su estado —les guste o no— ha votado lo que ha votado. Le advierten que puede haber muertes si sigue con esa actitud calentando a los electores y tratando de convencerles de que han sido engañados. ¿Le importa a Trump? Ni lo más mínimo. Salvo la seducción, la ceguera absoluta, no hay explicaciones para que Trump siga haciendo lo que hace... y le sigan en ello.
El artículo de la CNN se cierra con una aclaración:
It's important, however, to remember that
presidential pardons do no good in civil proceedings and state courts,
according to Bowman. They also can't stop Congress, and perhaps more likely
than a criminal investigation would be congressional investigations led by
House Democrats.
Most of the President's current legal problems are at the state level in New York, where the Manhattan district attorney, Cyrus Vance, is investigating Trump's finances, his tax avoidance, his charity and his involvement in hush money payments to women who have alleged affairs with him. But we also don't know the full extent of Trump's actions, or of his children's or Giuliani's activities.*
Si al final, Capone fue a la cárcel por impago de impuesto, podría decirse que no importaría la causa por la que le encarcelaran, un destino probable. Pero Capone era Capone, amo de una ciudad, pero no de los Estados Unidos ni pretendía serlo de medio planeta, que Trump considera como suyo. Los norteamericanos van a tener que vivir las próximas décadas —quizá todo su futuro— viviendo entre la porquería que Trump, su familia y sus sicarios, han desperdigado por todo el sistema. Ahora tienen la evidencia que no es Dios quien les inspira para la presidencia y que Trump es más bien una perversión humana, demasiado humana.
Convivir con la porquería no es fácil y provocará imitadores, alentados por lo arriba que se puede llegar con malos principios y peores prácticas. Cuando salga la porquería, habrá negacionistas y también personas que con un mínimo de sentido de la vergüenza se horroricen por la malversación de la historia y de la buena voluntad. Trump no es el único ejemplo de cómo alguien así puede llegar tan alto; hay otros. Pero si el sistema no da una respuesta adecuada a lo realizado por Trump y los suyos —lo que sabemos y lo que queda por saber, que no será poco— el sistema se hundirá, perderá su autoestima y cundirá el desánimo.
Cuando Trump salió elegido presidente, algunos norteamericanos trasladaron su residencia a Canadá porque no soportaban la vergüenza de estar en un país gobernado por este personaje. No sabemos si, con todo esto, volverán o tardarán en recuperar la confianza. Trump es más generoso con sus perdones que con sus impuestos. Veremos si esta generosidad no le crea más problemas. Trump no será presidente en los próximos cuatro años, pero puede que tengamos que seguir hablando de él.
* Zachary B. Wolf "Can Trump pre-pardon his children?" CNN 2/12/2020 https://edition.cnn.com/2020/12/02/politics/trump-presidential-pardon-children/index.html
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