Tiene
su lógica que las mayores amenazas a Trump en el impeachment provengan de lo
que ha sido su círculo más próximo. Desde los abogados que le aguantaron a los
asesores desoídos pasando por las autoridades desesperadas. Ese Trump que no
sabe estrechar las manos porque probablemente nunca haya querido hacerlo y haya
tenido que aprender a retener la mano del otro haciendo un juego mental para
superarlo. Ver agarrar la mano del otro dice mucho de Trump, de su falta
absoluta de empatía y cordialidad. Trump solo se daría la mano a sí mismo y
según los días.
La
preocupación actual viene de John Bolton, hasta hace muy poco pieza esencial
del equipo Trump en Defensa. Según salió disparado de la Casa Blanca se sentó
ante el ordenador y se puso a escribir —me imagino que para no olvidar detalles
y llegar sabroso al momento adecuado. The New York Times ha filtrado parte del
libro. Y el escándalo ya está montado.
La
estrategia republicana para defender a ha sido claramente obstruccionista. No
se ha basado en argumentos, sino en impedir que otros declararan o leyeran
documentos solicitados. En este sentido, los republicanos están hundiendo
cualquier posibilidad. Hay otra estrategia paralela de justificación. Esta
consiste en sembrar la idea de que todos atacan a Trump por lo hace muy bien,
porque hace a "América grande de nuevo" y, finalmente, porque lo que
se hace contra Trump, se hace contra el "pueblo". El propio Trump
difunde encantado estos argumentos a través de sus tuits y de sus giras públicas
para calentar al personal.
Sin
embargo, puede que no le salga bien esta estrategia. La presión no es tanto contra
los demócratas (a los que llaman "socialistas" o la "izquierda
radical"), sino esencialmente para que no haya republicanos que den un
paso atrás avergonzados, vengativos o presionados por el electorado de sus
circunscripciones.
En
Euronews leemos el argumento demócrata:
"No hay forma de tener un juicio justo
sin testigos, y cuando se tiene un testigo tan claramente relevante como John
Bolton, que va al corazón de la más grave y atroz de las faltas del Presidente
y que se ha ofrecido voluntariamente a venir a testificar, creo que rechazarlo
es algo que está profundamente en desacuerdo con el hecho de ser un jurado
imparcial", argumentó ante los senadores el congresista demócrata Adam
Schiff.*
Y la
respuesta de Donald Trump a través de uno de sus tuits: «"Yo NUNCA dije a Bolton que la ayuda a Ucrania estaba ligada a
investigaciones sobre los demócratas. Si Bolton dice eso es solo para vender un
libro", dice.» Los "NUNCA" de Trump le han dejado en evidencia
últimamente. Por ejemplo, cuando negó conocer a Lev Parnas y este subió a la
redes sociales vídeos y fotos demostrando lo contrario.
Quejándose siempre que todos son conspiraciones porque
es el mejor presidente que los Estados Unidos han tenido en su Historia, Trump
se ve atrapado en muchas ocasiones en contradicciones y mentiras, siendo estas
últimas su especialidad histórica, con unos promedios diarios de embustes,
falsedades, medias verdades, etc. inalcanzables para los próximos presidentes.
La credibilidad de Trump es nula gracias a sus propios esfuerzos en quedar en
evidencia.
El testimonio de Bolton en el senado sería una
especie de careo indirecto con un presidente que hasta el momento se parapeta
tras los bloqueos. La estrategia de evitar que vaya a testimoniar se va al traste
en el momento en que se publica la información filtrada por The New York Times y
salga el libro. Cuanto más trate de obstruir el presidente, más valiosa se
considerará la información. La idea de que Bolton confirma el chantaje a
Ucrania solo por vender libros es claramente un último recurso, la última bala
que agota los argumentos. Si Trump pudiera decir que "no conoce a
Bolton", lo haría.
Los argumentos republicanos se centran en un aspecto
más complicado, también ilustrativo: si lo que hizo en el caso que lo hiciera
estaba mal. Aquí han tenido que entrar en contradicciones. En los primeros
momentos, se argumentaba que era obligación de Trump perseguir la corrupción,
dando por bueno que los Biden había hecho algo malo en Ucrania, pero como no se
ha confirmado nada de lo dicho o insinuado, la estrategia se ha tenido que
plantear de otro modo. Todo, como se puede apreciar, se basa en un solo
aspecto, la obstrucción de los testigos.
La estrategia demócrata es el procesamiento de
Trump, pero el premio de consolación no es mala: destruir la credibilidad de
los republicanos (la de Trump ya está destruida) de cara a las próximas
elecciones presidenciales. De la misma forma, la estrategia republicana es
considerarlo todo un montaje ilegítimo contra el poder de las urnas.
Todo esto se produce en un mundo convulso, tensionado
por el propio Trump en todos sus niveles. La puesta en marcha de un acuerdo —"el
acuerdo del siglo"— que nace muerto por el rechazo frontal palestino
intenta desplazar el foco del impeachment y mostrar un "lado
glorioso" que se puede volver contra él de nuevo.
Es como si todas las líneas trazadas por Trump
fueran acercándose todas a un punto catastrófico. Las próximas semanas serán
decisivas para el mandato de Trump. Es probable que su presidencia pase a la
Historia, pero por motivos diferentes a los que él supone.
*
"Las revelaciones de John Bolton irrumpen en el juicio político contra
Trump" Euronews 30/01/2020
https://es.euronews.com/2020/01/30/las-revelaciones-de-john-bolton-irrumpen-en-el-juicio-politico-contra-trump
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