jueves, 1 de agosto de 2019

Estabilidad, coherencia y cohesión

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los desacuerdos políticos aumentan con cada entrada de información nueva. Con el titular "Masivo rechazo del votante del PSOE y Podemos a otras elecciones", el diario El País mete más presión a los partidos y saca la conclusión de que a las "derechas" le viene bien que se repitan las elecciones, mientras que, como se apunta, las "izquierdas" saben que tienen en su mano la posibilidad de formar gobierno salido de algún tipo de acuerdo, no se sabe si a la portuguesa, a la alemana o gratinado. No quedan dudas tras la entradilla: "Solo el 5% de quienes apoyaron a Sánchez e Iglesias quiere nuevos comicios, frente al 64% del PP, 52% de Ciudadanos y 79,9% de Vox".*
Si ya había conflicto con lo que la urna había dejado como resultado del voto, se abre ahora una estrategia diferente. Se trata de cubrirse las espaldas para presionar. El protagonismo de PSOE y Podemos lleva una mayor responsabilidad y lo único que pueden traer la urnas son: 1) victoria del PSOE por el voto útil y hundimiento de Podemos (más); 2) enfado de los votantes y abstención masiva que daría la victoria a las derechas, que se supone que no están enfadadas. Lógicamente, lo suyo es responsabilizar al PSOE, que tiene la responsabilidad del candidato a ser investido, llamado ya el"fallido".


¿Por qué ven los votantes de PSOE y Podemos mal que se vuelva a las urnas? Más vale pájaro en mano. Prefieren un gobierno inestable o desproporcionado, que correr el riesgo de perder lo que el PSOE había sacado y Podemos quiere aprovechar.
La atomización del voto nos condena a un futuro de constante abuso en las exigencias de los socios minoritarios, que sacan mucho más de lo que se merecen que no son las urnas las que mandan, sino la necesidad, que es muy mala. Algunos llevan años practicándola y sacando mucho privilegio con muy poco voto. De esta manera se nos ha vuelto aceptable esta desvergonzada forma de chalaneo.
En las "tres derechas", como ya han sido bautizadas a efectos clasificatorios y políticos, por el contrario el discurso preparado es otro: las izquierdas no se aclaran y el PSOE claudica.


Según la encuesta y la opinión del periódico, siguiendo la simplificación que estamos viviendo, los de derechas quieren nueva elecciones y los de izquierdas no. Así de simple. Quizá sea porque nuestra política, a pesar de tanto grito, es muy simple. Se ha tratado de invertir la transición mediante la vuelta a posiciones de múltiples partidos (recuerden que por la izquierda y la derecha se produjeron procesos de unificación, de Izquierda Unida a un Partido Socialista que acogía un Enrique Tierno Galván y otros grupos mayores o menores).
Luego llegó lo de la "nueva política" y se lío. Sobre todo porque no ha habido "novedad" alguna, solo caras nuevas.
Es cierto que sería mejor tener algún tipo de acuerdo estable y no tener que realizar nuevas elecciones, pero también es cierto que es mejor hacer nuevas elecciones si los acuerdos van a acabar como el rosario de la aurora y distorsionan los resultados al dar poder a algunos que los propios votantes han rechazado previamente.
No es lo mismo el poder que te dan las urnas que el que te dan los pactos de necesidad. En este sentido, hay límites en los que se pueden sobrepasar límites y crear enormes conflictos, ya que por mucho que digan, son conscientes todos de la precariedad de los acuerdos a los que han llegado en ayuntamientos, comunidades y puede que en el estado. Las autonomías permiten aparentar una especie de reparto equitativo en la suma global. Pero los problemas que debe afrontar un gobierno central no son para gastar muchas bromas con la inestabilidad mundial. No se debería estar perdiendo el tiempo con los conflictos inevitables.


Un pacto debe ser leal. No hay claridad en ello. Tal como está la situación, la posibilidad de nuevas elecciones —ya sean inmediatas o posteriormente ante el fracaso de los pactos realizados— es grande, nos guste o no. No se trata, creo que es obvio, de lo que nos guste, sino de la fórmula que garantice un gobierno estable... y coherente. Por eso algunos insisten mucho en el "programa", para evitar que alguno tenga demasiada iniciativa y se prepare las elecciones desde el ministerio o consejería que le haya tocado o pedido.
El problema de fondo, junto al de la fragmentación, es el de la confianza. Es el temor a perder lo ganado, a la puñalada por la espalda, lo que hace que los gobiernos sean poco receptivos a cierto tipo de fórmulas. El problema de las situaciones muy cerradas de voto, con poco movimiento de trasvase, es que acaban trabajando con la frustración, es decir, con el enfado o sanción mediante la abstención o el voto de castigo. Cuando se hace política con base en la irritación (unos y otros) estos son los riesgos. 
La encuesta señala quiénes creen los ciudadanos que son los responsables de esta situación, lo que tiene un punto de ironía, pues la fase en la que estamos es precisamente la de responsabilizar al otro u otros y hacer ver que cada uno ha hecho lo imposible hasta llegado un límite. 
Lo que tenemos derecho los ciudadanos a pedir es estabilidad, esfuerzo en garantizar un gobierno estable para España. Esa estabilidad solo será posible con coherencia y con cohesión en los gobiernos. Todos, pienso, estamos empezando a aburrirnos de una larga, demasiado larga, situación de indefinición política. Pero lo importante es el resultado en los términos señalados y uno una "fallida" legislatura, un sufrimiento cada día, como parece que será.
Hay muchos problemas urgentes que esperan para poder ser resueltos. Llevamos demasiado tiempo hablando de lo mismo, sin avanzar.




* "Masivo rechazo del votante del PSOE y Podemos a otras elecciones" El país 1/08/2019 https://elpais.com/politica/2019/07/31/actualidad/1564595907_183275.html

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