viernes, 9 de agosto de 2019

Un país de leyes

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De semana horrible clasifica el analista de la CNN, Zachary B. Wolf ("What a horrible week for America"*) lo que los norteamericanos llevan viviendo en estos últimos siete días, desde las dos matanzas, la de El Paso y la de Dayton, Ohio. Sí, sietes días, horribles y de horror. Un horror fueron las matanzas; horribles su consecuencias de diverso tipo, las pérdidas humanas y las pérdidas de humanidad.
Muchos norteamericanos se sienten avergonzados del espectáculo bochornoso de los 700 trabajadores detenidos en Mississippi, en las plantas de procesado de alimentos en las que trabajan. Como cada día, durante décadas muchos de ellos, acudieron a sus trabajos. Esta vez les estaban esperando para su detención.


Lo hicieron además con alevosía, el día de comienzo de las escuelas en donde muchos de ellos habían dejado a sus hijos, el día en que Trump llegaba a El Paso. Las imágenes de los niños llorando, consolados como pueden por sus maestras y maestros, es un moderno drama norteamericano necesitado de un John Steinbeck para describirlo. Hacerlo tras la masacre de El Paso es, además, una verdadera profundización en una enorme herida. El fiscal que ha llevado la operación ha dicho orgullosamente que "los estados Unidos vuelven a ser una nación de leyes". Tremenda ironía en un país en el que la igualdad ante la ley es muchas veces dudosa. Tremenda ironía en el país que ha declarado que en el exterior no hay más ley que la que sirve a los intereses norteamericanos.


Tremenda ironía para los que han padecido los disparos de los dos asesinos. La madre de uno de ellos avisó a la Policía sobre las armas que su hijo tenía almacenadas unos días antes de la matanza. Le dijeron que todo era legal, que su hijo tenía el derecho de tener las armas. Nada que decir. Un país de leyes que no tienen sentido para los muertos, con un crecimiento enorme en los dos últimos años, según señalan las estadísticas que los medios ofrecen estos días. Hay estas masacres que llaman la atención, pero el enorme goteo diario de muertes por arma de fuego recorre todos los Estados Unidos, un país de leyes.
El artículo de Wolf recoge las imágenes de vídeo de dos falsas alarmas, una en Nueva York, en pleno Times Square (causada por el escape de una motocicleta), y otra de un tirador en unos grandes almacenes. Los dos casos, afortunadamente, fueron falsas alarmas, pero las imágenes de la gente corriendo por Times Square son algo más que una anécdota y deberían hacer reflexionar sobre la psicosis que afecta a la población.


Las ventas de armas, como ocurre siempre tras una matanza, se han triplicado según cuentan a los periodistas los dueños de las armerías en las que se agolpa la gente que nunca tuvo un arma, especialmente los hispanos que se ven convertidos en objetivo de los "patriotas blancos", los salvadores de la "invasión".
La espiral de miedo y violencia es inacabable. Los Estados Unidos—la nación más poderosa de la Tierra, el país grande de nuevo— queda reflejado en las imágenes de la semana horrenda: gente corriendo aterrorizada por las calles, llamadas en pánico a la Policía, detenciones masivas, niños llorando en sus escuelas, manifestaciones de duelo en las ceremonias fúnebres, división de políticos y ciudadanía. No es la mejor situación de los Estados Unidos.


Las noticias que han trascendido de las visitas presidenciales a los heridos es que los heridos no quisieron recibirlos y que tuvieron que llamar a los que habían sido dados de alta. Dos aceptaron hablar con el presidente:

An individual briefed on the matter confirmed to CNN's Jake Tapper a Washington Post report that not one of the eight patients still being treated at University Medical Center wanted to meet with the President so administrators brought back two patients who had already been discharged and who expressed a willingness to meet with him.
A hospital official familiar with the President's trip cautioned that some of those patients did not want to meet with anybody because of their conditions. The official went on to say that there was a general assessment that there was "an absence of empathy" on Trump's part.




Triste. Así es la realidad de los Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump: miedo, división, dolor.
No hace falta indagar mucho en sus causas. Van siendo cada vez más claras y compartidas. La proximidad de la campaña presidencial convertirá todo esto en más división social. Las dos Américas son cada vez menos compatibles. Como en otras ocasiones, la cuestión se centrará en la capacidad de reflexión sobre la situación.


Trump llegó con un marcado sentido aislacionista. Estados Unidos debía alejarse de los conflictos que no le afectaban haciendo gratuitamente de guardián. La realidad hoy es que los Estados Unidos de Trump provocan un rechazo masivo en todas partes del mundo, incluido sus aliados más incondicionales, como ocurre con Reino Unido y el resto de Europa; se enfrenta a actitudes cada vez menos comprensiva para su "trato del siglo" (¿sabe este hombre lo que es la humildad?) en Oriente Medio, que está dejando en manos de Rusia; ha complicado la situación con Irán, en el estrecho de Ormuz, con el desarrollo nuclear; con Corea del Norte, arrastrando a los países de la zona, con un aumento de las pruebas armamentísticas por el régimen; y ha creado un conflicto con China que puede hacer entrar al mundo en recesión. Todo ello por no hablar de la situación creada en los organismos internacionales, como la ONU, o los distintos foros a los que ha asistido Trump.


Todo esto no es mucho en comparación con el horror doméstico: ascenso del racismo en su peor variante, la del violento supremacismo, pese a las irritantes manifestaciones de ese sicario televisivo de la Fox, Tucker Carson, indicando que el "supremacismo" no es un problema en el país. En el lado opuesto, la publicación de una carta de un alto funcionario de Exteriores explicando los motivos de su renuncia. Los ideales americanos en los que creía están en plena contradicción con lo que ve y tiene que hacer. Ya no puede seguir, dice. No bastan las leyes; están los principios.
Una semana horrible, de imágenes horribles. No se olvidará el verano de 2019. 


* Zachary B. Wolf "What a horrible week for America" CNN 9/08/2019 https://edition.cnn.com/2019/08/09/politics/mass-shootings-immigrant-arrests-awful-week/index.html





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