lunes, 19 de agosto de 2019

No hay partidismo con el sufrimiento

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las situaciones que se prolongan demasiado acaban enquistándose y creando una lucha que las trasciende. Es lo que está ocurriendo con el barco Open Arms, de una ONG española, fondeado a pocos metros de la arena de la playa italiana.
Desgraciadamente, las personas que lo sufren no pueden evitar lo que les ocurre ni pueden, tampoco, evitar que otros les utilicen.
Los que están encerrados frente a la costa no entienden nada, solo sufren la tensión y las circunstancias, ambas tienen un límite psíquico y físico, ambos ligados. Lo único que esperan es una autorización para poder acabar con este tiempo extra a su ya larga odisea de atravesar un continente convertido en una trampa de violencia y explotación. Lo que vemos es la punta del iceberg.
El Open Arms es en este momento un lugar de sufrimiento humano y un campo de juego en el que están luchando legal, verbal y políticamente muchos. La presencia mediática constante es una forma de atraer la atención, pero también juega en el sentido negativo contrario: nadie quiere perder ante el mundo esta batalla.


En estos momentos, el caso del Open Arms se usa para el debate o lucha política en España, Italia y la Unión Europea. Es tema de conflicto entre gobiernos, partidos políticos e instituciones. Los argumentos o los silencios forman parte de este conflicto que se eterniza y sirve para echarse pulsos unos a otros.
La Vanguardia nos trae hoy un ejemplo de cómo están los ánimos:

El diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto ha generado un fuerte revuelo en Twitter al cuestionar la situación de urgencia del Open Arms. El político y exdirectivo de Coca Cola afirmó que en el barco hay “bien comidos pasajeros” y relacionó los rescates con las mafias que trafican con personas. Con estas palabras intentaba afear a la “piadosa teocracia izquierdista” que se preocupe de ciertos temas y no haga caso a la “hambruna del éxodo venezolano”.

Open Arms
“El mayor drama lo viven aquellos que no pueden “pagar pasaje” a las mafias y están condenados a permanecer en Libia. ¿Por qué no preocupan tanto?”, seguía en otro mensaje. La serie de comentarios le ha valido cientos de respuestas y reprobaciones, insultos incluidos, lo que ha encendido todavía más los ánimos en la red social. “No estoy acostumbrado (ni me quiero acostumbrar) a que la gente me insulte”, señalaba después, con otros mensajes en los que se devolvía e insultaba y criticaba a otros, como el portavoz de Facua, Rubén Sánchez.*


No vamos a insultar al señor de Quinto; solo decirle que no estamos de acuerdo con su comentario o, si se prefiere, que es poco oportuno, como se ha podido comprobar por la respuesta de su partido cuando han sido preguntados. Les ha complicado la vida y se la ha complicado él mismo. Nadie se debe acostumbrar a que le insulten.
Desde mi personal punto de vista, se ha equivocado —no por dar su opinión, que es muy libre—, sino por mezclar la cuestión del "éxodo venezolano", que es una cuestión muy diferente. El sufrimiento real de los venezolanos no va a reducirse ni a ganar en su causa por las comparaciones con los que están  a unos cientos de metros de una costa que les parece inalcanzable, metidos en un tour de force con países e instituciones privadas y comunitarias.

El drama del Open Arms es una cosa trágica, un problema que nos afecta a todos en la dimensión humana y en la institucional europea. Son peras y manzanas, no se trata de un concurso de a ver quién sufre más. No. Todas las situaciones tienen su especificidad y el sufrimiento es el que es. No hay un ranking para estas cosas. Solo hay, desgraciadamente, simpatías que nos hacen percibir a los seres humanos, iguales, de forma distinta. Es un error hacerlo en este caso.
Tampoco creo justificado el hablar de "bien comidos", un desprecio innecesario. ¿Sería mejor si pasaran hambre? ¿Si murieran algunos, si se declarara una epidemia? No lo creo y es un camino peligroso solo pensarlo. Sobre todo, poco humanitario.
Todos nos damos cuenta que se trata de un problema de enorme complejidad institucional. Solo hay una cosa clara, el sufrimiento y el deber de evitarlo. Decía Camus en su El hombre rebelde (1951), recordando su propia obra: "El mal que sufría un solo hombre se hace peste colectiva". El sufrimiento que no se repara se convierte en epidemia moral. La indiferencia es el peor lastre, el peor vicio para cualquier sociedad.
Las palabras de alarma por la invasión africana de Europa por parte del padre de Marine Le Pen, Jean-Marie, todavía resuenan en Francia, pese a ser dichas en la campaña de 2014: «Monseigneur Ebola peut régler ça en trois mois» (Le Figaro 14/05/2014). Sí, ¡"el señor ébola lo puede arreglar en tres meses"! Igual el señor mar tragándoles.


Cuando un barco egipcio con emigrantes se hundió camino de Italia, un diputado declaró que, por él, podían morirse todos porque se iban del país (un insulto) y se llevaban el dinero (un crimen). Murieron 500, sobrevivieron 37. Fueron 190 de Somalia, 150 de Etiopía, 80 egipcios, y unos 85 de Sudán, Siria y otros países. El diputado del parlamento egipcio dijo que se lo merecían. Los únicos multados fueron ser supervivientes cuando regresaron a Egipto. Se les acusó de haber traspasado fronteras ilegalmente. No se juzgó ni a los dueños del barco, ni a los contrabandistas ni a nadie de la organización y si se hizo fue en rebeldía y están libres.
Reuters 6/12/2016
El plan de Salvini es que se aburran y se vuelvan o se hundan. Él no lo dirá así, pero ¿qué otro efecto tiene dejarlos indefinidamente en el mar, tratar de evitar que otros los recojan? Que elija el destino. Pero el mundo no funciona así.
El que te recoja un barco es un arma de doble filo. Significa que estás a salvo, sí, pero también que tu sueño de entrar en Europa de forma rápida se ha esfumado. Ya no puedes desembarcar de noche en una playa y perderte. El circuito clandestino queda interrumpido. Las ONG salvan, pero no son las que te entregan a domicilio. Quien te recoge se hace responsable, por lo que las ONG se enfrentan a lo que ha hecho Salvini, declararlos "cómplices" de los traficantes. Por eso se han lanzado al mar tras los que se iban directos a la playa a pocos metros; por eso no los pueden dejar salir del barco. Por esos son ellos ahora, con sus decisiones, los responsables.


Podemos discutir de leyes, pero no podemos discutir de vidas humanas o sufrimiento. No podemos utilizarlos, unos y otros, en conflictos políticos partidistas, porque esto está por encima de eso. Y si lo politizamos, acabaremos deshumanizándonos, acabaremos víctimas de la peste moral.
Pero esa no le preocupaba al cristiano Le Pen ni al musulmán diputado del parlamento egipcio. No caigamos en los errores que nos degradan, que nos hacen peores, más egoístas. El sufrimiento no debe ser causa de juego ni tiene partido, tampoco de manipulación por nadie aunque muchos lo intenten. 
Y, por favor, no nos hagamos partidarios de un exilio o de otro, los míos y los tuyos. Eso es una infamia porque les acabará perjudicando.



* "Marcos de Quinto enciende Twitter por los “bien comidos pasajeros” del Open Arms" La Vanguardia 19/08/2019 https://www.lavanguardia.com/politica/20190818/464139728192/marcos-de-quinto-twitter-open-arms-ciudadanos.html

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