Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
situaciones que se prolongan demasiado acaban enquistándose y creando una lucha
que las trasciende. Es lo que está ocurriendo con el barco Open Arms, de una
ONG española, fondeado a pocos metros de la arena de la playa italiana.
Desgraciadamente, las personas que lo sufren no pueden evitar lo que les ocurre ni pueden, tampoco, evitar que otros les utilicen.
Desgraciadamente, las personas que lo sufren no pueden evitar lo que les ocurre ni pueden, tampoco, evitar que otros les utilicen.
Los que
están encerrados frente a la costa no entienden nada, solo sufren la tensión y
las circunstancias, ambas tienen un límite psíquico y físico, ambos ligados. Lo
único que esperan es una autorización para poder acabar con este tiempo extra a
su ya larga odisea de atravesar un continente convertido en una trampa de
violencia y explotación. Lo que vemos es la punta del iceberg.
El Open
Arms es en este momento un lugar de sufrimiento humano y un campo de juego en
el que están luchando legal, verbal y políticamente muchos. La presencia
mediática constante es una forma de atraer la atención, pero también juega en
el sentido negativo contrario: nadie quiere perder ante el mundo esta batalla.
En
estos momentos, el caso del Open Arms se
usa para el debate o lucha política en España, Italia y la Unión Europea.
Es tema de conflicto entre gobiernos, partidos políticos e instituciones. Los
argumentos o los silencios forman parte de este conflicto que se eterniza y
sirve para echarse pulsos unos a otros.
La
Vanguardia nos trae hoy un ejemplo de cómo están los ánimos:
El diputado de Ciudadanos Marcos de Quinto ha
generado un fuerte revuelo en Twitter al cuestionar la situación de urgencia
del Open Arms. El político y exdirectivo de Coca Cola afirmó que en el barco
hay “bien comidos pasajeros” y relacionó los rescates con las mafias que
trafican con personas. Con estas palabras intentaba afear a la “piadosa
teocracia izquierdista” que se preocupe de ciertos temas y no haga caso a la
“hambruna del éxodo venezolano”.
Open Arms
“El mayor drama lo viven aquellos que no
pueden “pagar pasaje” a las mafias y están condenados a permanecer en Libia.
¿Por qué no preocupan tanto?”, seguía en otro mensaje. La serie de comentarios
le ha valido cientos de respuestas y reprobaciones, insultos incluidos, lo que
ha encendido todavía más los ánimos en la red social. “No estoy acostumbrado
(ni me quiero acostumbrar) a que la gente me insulte”, señalaba después, con
otros mensajes en los que se devolvía e insultaba y criticaba a otros, como el
portavoz de Facua, Rubén Sánchez.*
No
vamos a insultar al señor de Quinto; solo decirle que no estamos de acuerdo con
su comentario o, si se prefiere, que es poco oportuno, como se ha podido
comprobar por la respuesta de su partido cuando han sido preguntados. Les ha
complicado la vida y se la ha complicado él mismo. Nadie se debe acostumbrar a
que le insulten.
Desde
mi personal punto de vista, se ha equivocado —no por dar su opinión, que es muy
libre—, sino por mezclar la cuestión del "éxodo venezolano", que es
una cuestión muy diferente. El sufrimiento real de los venezolanos no va a
reducirse ni a ganar en su causa por las comparaciones con los que están a unos cientos de metros de una costa que les
parece inalcanzable, metidos en un tour
de force con países e instituciones privadas y comunitarias.
El
drama del Open Arms es una cosa trágica, un problema que nos afecta a todos en la
dimensión humana y en la institucional europea. Son peras y manzanas, no se
trata de un concurso de a ver quién sufre más. No. Todas las situaciones tienen
su especificidad y el sufrimiento es el que es. No hay un ranking para estas
cosas. Solo hay, desgraciadamente, simpatías que nos hacen percibir a los seres
humanos, iguales, de forma distinta. Es un error hacerlo en este caso.
Tampoco
creo justificado el hablar de "bien comidos", un desprecio
innecesario. ¿Sería mejor si pasaran hambre? ¿Si murieran algunos, si se
declarara una epidemia? No lo creo y es un camino peligroso solo pensarlo.
Sobre todo, poco humanitario.
Todos
nos damos cuenta que se trata de un problema de enorme complejidad
institucional. Solo hay una cosa clara, el sufrimiento y el deber de evitarlo.
Decía Camus en su El hombre rebelde
(1951), recordando su propia obra: "El mal que sufría un solo hombre se
hace peste colectiva". El sufrimiento que no se repara se convierte en
epidemia moral. La indiferencia es el peor lastre, el peor vicio para cualquier sociedad.
Las
palabras de alarma por la invasión africana de Europa por parte del padre de
Marine Le Pen, Jean-Marie, todavía resuenan en Francia, pese a ser dichas en la
campaña de 2014: «Monseigneur Ebola peut régler ça en trois mois» (Le Figaro 14/05/2014). Sí, ¡"el señor
ébola lo puede arreglar en tres meses"! Igual el señor mar tragándoles.
Cuando
un barco egipcio con emigrantes se hundió camino de Italia, un diputado declaró
que, por él, podían morirse todos porque se iban del país (un insulto) y se
llevaban el dinero (un crimen). Murieron 500, sobrevivieron 37. Fueron 190 de
Somalia, 150 de Etiopía, 80 egipcios, y unos 85 de Sudán, Siria y otros países.
El diputado del parlamento egipcio dijo que se lo merecían. Los únicos multados
fueron ser supervivientes cuando regresaron a Egipto. Se les acusó de haber
traspasado fronteras ilegalmente. No se juzgó ni a los dueños del barco, ni a
los contrabandistas ni a nadie de la organización y si se hizo fue en rebeldía
y están libres.
Reuters 6/12/2016 |
El plan
de Salvini es que se aburran y se vuelvan o se hundan. Él no lo dirá así, pero
¿qué otro efecto tiene dejarlos indefinidamente en el mar, tratar de evitar que
otros los recojan? Que elija el destino.
Pero el mundo no funciona así.
El que te
recoja un barco es un arma de doble filo. Significa que estás a salvo, sí, pero
también que tu sueño de entrar en Europa de forma rápida se ha esfumado. Ya no
puedes desembarcar de noche en una playa y perderte. El circuito clandestino
queda interrumpido. Las ONG salvan, pero no son las que te entregan a
domicilio. Quien te recoge se hace responsable, por lo que las ONG se enfrentan
a lo que ha hecho Salvini, declararlos "cómplices" de los
traficantes. Por eso se han lanzado al mar tras los que se iban directos a la
playa a pocos metros; por eso no los pueden dejar salir del barco. Por esos son ellos ahora, con sus decisiones, los responsables.
Podemos
discutir de leyes, pero no podemos discutir de vidas humanas o sufrimiento. No
podemos utilizarlos, unos y otros, en conflictos políticos partidistas, porque
esto está por encima de eso. Y si lo politizamos,
acabaremos deshumanizándonos, acabaremos víctimas de la peste moral.
Pero esa
no le preocupaba al cristiano Le Pen ni al musulmán diputado del parlamento egipcio.
No caigamos en los errores que nos degradan, que nos hacen peores, más
egoístas. El sufrimiento no debe ser causa de juego ni tiene partido, tampoco de manipulación por nadie aunque muchos lo intenten.
Y, por
favor, no nos hagamos partidarios de un exilio o de otro, los míos y los tuyos. Eso
es una infamia porque les acabará perjudicando.
*
"Marcos de Quinto enciende Twitter por los “bien comidos pasajeros” del
Open Arms" La Vanguardia 19/08/2019
https://www.lavanguardia.com/politica/20190818/464139728192/marcos-de-quinto-twitter-open-arms-ciudadanos.html
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