sábado, 3 de agosto de 2019

Remedios y enfermedades o los efectos reales de las medidas de Trump

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Sobre el papel, casi todo funciona. Pero la realidad es más complicada. Los efectos de las medidas que Donald Trump está tomando, incluida la última de gravar todo producto que llega de China, van aumentando la complejidad y con ella la incertidumbre, que es la que todo el mundo teme. El miedo más acusado es a lo desconocido. No es la puerta abierta lo que nos da miedo, sino los ruidos que nos llegan desde el otro lado.
En estos días se multiplican los artículos sobre las consecuencias reales (las que se están dando), las potenciales (las que se pueden producir) y las que imaginamos como posibles en una escalada. Lo que es más difícil de controlar son los miedos. El dinero no sufre; se esconde hasta que pasa la tormenta. Algunos querrán hacer fortunas aprovechando las "oportunidades" que se produzcan, pero es su riesgo.


La BBC nos trae uno de esos artículos basados en casos concretos, en lo que está ya ocurriendo. Lo hace con el título "US-China trade war: 'We're all paying for this'" para no dejar dudas de que se trata de algo que nos afecta y no solo una cuestión lejana.
La BBC usa a Sherrill Mosee, propietaria de la empresa de bolsos MinkeeBlue, radicada en Filadelfia; diseño propio y manufacturado en China, como tantas otras que vieron las ventajas de una fabricación más barata fuera, con mano de obra mucho menos costosa:

It is one of a huge range of companies - from shoe makers to chemical firms and tech suppliers - facing the impact of the bruising trade fight between the world's two largest economies.
Ms Mosee has seen import tariffs on her products more than double in the last few months.
Top trade negotiators from the US and China met in Shanghai this week for their first face-to-face talks since May. But the meetings were brief and no swift resolution is yet in sight.
Both sides have imposed tariffs on billions of dollars worth of goods, leading to higher costs for business and consumers.
Ms Mosee says import duties on her bags were "already expensive" at 17.6% before the US-China trade war started - now the rate is 42.6%.
To get her products into the US, that tariff must be paid at the border. Ms Mosee says she's had to "scramble around to get the additional funds" to pay the higher duties, including looking for loans.
"As a small business my finances were already a little tight. I had to figure out how I was going to get the money to operate the business. We're all paying for this, not [only] China," she says.
Ms Mosee has raised the price of some bags - which are designed with compartments to carry lots of items like shoes and laptops - by roughly 25% to offset the impact of the higher import tariff.
Those price hikes mean Ms Mosee's customers, who buy online from countries including the UK, Dubai, Canada and Australia, are feeling the knock-on effects of the trade battle.*


El efecto de las medidas es claro. Los que pagan los aranceles son los que han comprado los productos, que son sus propietarios, los importadores. Con unas cargas así, no quedará más remedio que subir los precios y cargárselos a los clientes o asumirlos, en cuyo caso el beneficio se reduciría a casi nada, pudiendo tener pérdidas según los márgenes. Evidentemente, sus ventas no van a aumentar al subir los precios, por lo que el volumen de su negocio se reducirá. Nada bueno. Incluso los que compran online lo pagan. Tiene la opción de montar una sucursal en Europa para no tener que vender desde estados Unidos y ahorrarse los aranceles, pero es también un gasto y habría que ver si eso le compensaría.
Algunos fabricantes norteamericanos abandonaron China para producir en países vecinos. A unos les ha ido mejor que a otros. No es fácil improvisar y, además, esto produce una modificación en la producción. La propia oferta y demanda, la necesidad en encontrar lugares que produzcan, provoca alteraciones en la estabilidad, creando más inestabilidad. Irte a otro lugar no significa que puedas hacer lo mismo ni en las mismas condiciones.
Este es el segundo tipo de caso que nos cuenta la BBC, esta vez a través de Magi Raible, otra empresaria en China:

When tariffs on some of those goods were hiked by 10% last December, chief executive Magi Raible had a feeling the matter might drag on for some time. She acted quickly to shift some production out of China to Cambodia. Later those tariffs were increased by another 15%.
Now around half of her products - mainly smaller accessories - are made in the South East Asian country. The rest are still made in China.
Despite her swift action there was a gap in production, and overall the tariff rises have hit Litegear profits by up to 15%.
"The learning curve has been very steep," Ms Raible says.
A planned merger with a luggage firm had to be scrapped as her potential partner couldn't absorb the higher costs, or pass them on to consumers.
"He went out of business and I lost the opportunity to double the size of my business. That was really terrible for us," says Ms Raible.
"I'm fighting this battle… and I'm adjusting, but it costs jobs, it costs building the business, it costs profits."
She doesn't oppose the overall aim of pressing China to reform its trading practices but isn't happy with the current strategy.
"I feel that the approach is hurting Americans way more than helping the problem."*


La "curva de aprendizaje" es la que muestra el tiempo que tardamos en aprender de nuestros errores, es decir, en este caso normalizar de nuevo la producción por el cambio. Magi Raible ha tenido que desmantelar su sistema de producción y tratar de montar otro nuevo, dividido entre dos países. Supone tener que volver a plantearse opciones, tantear posibilidades, fallar hasta que todo se vaya reajustando.
Todas estas circunstancias (multiplicadas por millones de personas) han sido desencadenas por la acción de Trump de abrir una guerra comercial. Puede que Trump pierda la guerra en casa, en vez de ganarla fuera, como es su deseo. Su costumbre de llevar todo al límite y jugar desde una posición de fuerza, como hace habitualmente, puede haber chocado con un hueso difícil de roer.
Cada vez son más los economistas que introducen factores no estrictamente económicos en sus cálculos. No siempre es fácil porque no se pueden sumar peras y manzanas. La idea expresada por Magi Raible puede estar rondando en muchas cabezas en estos momentos.


Toda la campaña anti China que recorre los Estados Unidos y parte del mundo occidental, puede volverse contra Trump si la gente percibe que se les ha metido en una guerra innecesaria. Las guerras innecesarias son la especialidad de Trump. Lo lleva haciendo desde que llegó a la Casa Blanca. Ya sea con Europa, con Irán, con China, con Turquía, etc., la especialidad de Trump es crear conflictos de los que finalmente aparente salir vencedor. Lo ha hecho adulando el ego de los Estados Unidos, con el rollo de la "grandeza otra vez", etc.
Para poder hacerlo ha tenido que presentar unos Estados Unidos víctimas de la Historia, de sus políticos, de sus presidentes anteriores, de sus aliados, etc. Ha tenido que hacer creer a los Estados Unidos que eran una nación a la que todos tomaban el pelo, blanda, esquilmada en sus recursos y necesitada de Viagra emocional. En el interior, ha vendido a los demócratas como "socialistas", "entreguistas", privados de los valores tradicionales defendiendo el feminismo  y  como un infiltrado, en el caso de Obama, dudando de su nacionalidad y, por ello, lealtad.


El sistema económico mundial, junto con el sistema climático, quizá sea el más complejo que podemos encontrar. No es fácil acertar y sí muy fácil verse desbordado por los efectos de nuestras acciones y las reacciones de los demás. Con la globalización se unieron los destinos de los países y no sabemos muy bien cómo funciona esa intrincada economía que hemos creado.
La llegada de una campaña electoral (si el impeachment no lo remedia) en los Estados Unidos será un foco de atención sobre muchas cosas. Hasta el momento se ha centrado en los aspectos morales de Trump, es decir, machismo, racismo, etc. La economía que Obama había dejado era bastante decente, lo suficiente como para percibir un serio empeoramiento que se puede notar en todas esas pequeñas empresas que se han visto —como las dos señaladas— afectadas por los aranceles.
El problema es que Trump solo puede salir en la foto final como "vencedor" y no creo que China esté por la labor. De hecho, los ataques de Trump han servido para fortalecer la capacidad de unidad de China, en donde surge un nuevo nacionalismo basado en su propio "sueño chino".
La persona menos indicada para negociar los cambios del mercado mundial es Donald Trump, como se ha demostrado en todos los intentos que lleva desde que llegó al poder. El mejor indicador son los abandonos de sus propios estrategas y colaboradores. El último caso, hoy mismo, con la retirada de la candidatura para dirigir un puesto tan clave como es la Inteligencia, después de la dimisión del anterior.
Trump puede hacer mucho daño antes de desaparecer en algún campo de golf, en uno de sus resorts o en la torre neoyorquina que lleva, como no podía ser de otra forma, su nombre.
Mientras tanto seguirá echando por tierra las pequeñas empresas norteamericanas que se forjaron en los tiempos de la globalización, algo que nos guste o no, creó un mundo que no se puede modificar en un día, como Trump pretende. Ninguna situación es perfecta, pero en ocasiones, como se suele decir, los remedios son peores que las enfermedades.
Está bien que, frente a los grandes números, nos muestren los efectos en la economía real, en las personas, en los negocios. Así se ve el mundo de otra manera,



* "US-China trade war: 'We're all paying for this'" BBC 1/09/2019 https://www.bbc.com/news/business-49122849

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