Me
quedo con una frase del artículo de Laura Kuenssberg en la BBC: "Brexit
continues to do weird things to the shape of our politics."* Podemos
sustituir "brexit" por alguna otra circunstancia y nos daremos cuenta
que hay muchos países con un "problema" que les hace hacer "cosas
raras".
Lo que
ha hecho Boris Johnson en el Reino Unido es más que raro. Algunos lo llaman un "golpe de estado contra la
monarquía parlamentaria", lo que en el otro tiempo considerado flemático
Reino Unido, lugar de nacimiento de las democracias modernas, que son las
únicas, porque lo de Grecia no cundió. Aquí también se ha llamado "golpe de
estado" a lo ocurrido en la Cataluña autonómica del prófugo Puigdemont.
Los de Matteo Salvini ha sido otro tanto de lo mismo que, como a Puigdemont, le
ha salido fatal. ¿Puede ocurrir lo mismo con Boris Johnson, persona rara ya de
por sí?
Técnicamente,
Johnson siempre ha sido "raro" y muchos sospechan que es una
estrategia. Por ejemplo, en un reciente reportaje televisivo, se decía que se
despeinaba antes de salir ante la cámara para cultivar sus
"abandono". Otras imágenes nos lo mostraban sacando té a los
periodistas apostados ante su casa para repetirles que no hacía declaraciones,
solo les llevaba té, lo que era por sí mismo una declaración asegurándose la presencia
mediática. Si cruzamos el Atlántico, las cosas raras se multiplican. Pensemos
solo en Trump y nos da para un museo completo. Bolsonaro lleva el mismo camino.
Pero
las rarezas de Johnson tienen un fondo distinto y han causado indignación,
incluso entre los miembros de su gabinete, donde ya se están produciendo
reacciones. Varios altos cargos han dimitido por lo que consideran inaceptable,
la suspensión del parlamento. Sí, es una auténtica rareza. La gente ha salido a
la calles a protestar y la recogida de firmas excederá ya los dos millones,
pues se contaban por cientos de miles por día desde que se produjo el
"golpe" de Johnson.
El
diario ABC nos explica:
El desenlace del primer intento de bloquear
la reducción de días disponibles para que el Parlamento tome iniciativas contra
el Brexit abrupto se conocerá en la mañana de hoy. Un juez escocés decidirá si
acepta la petición de más de 70 diputados de la oposición para que prohíba
provisionalmente la suspensión del Parlamento desde la segunda semana de este
mes hasta el 14 de octubre, anunciada el miércoles.
Su abogado argumentó en la vista de ayer que
hay precedentes de anulación judicial de órdenes de la Reina confirmando
decisiones del Ejecutivo y que Johnson pretende negar «la rendición política de
cuentas» y comete «un abuso de poder». El abogado del Gobierno argumentó que el
Parlamento nunca ha tenido voto en la decisión de suspender sus sesiones para iniciar
otro curso parlamentario y que no hay razón para que los tribunales intervengan
ahora porque el periodo de suspensión sea más largo que en ocasiones recientes.*
No sé
yo si ese argumento tiene mucho futuro, porque la duración y el momento del
periodo de suspensión son determinantes, al igual que la intención. Nadie duda que
los parlamentos puedan parar, pero otra cosa es que se les imponga el paro con
fines claros de silenciarlo. Eso es otra cosa. Por eso dimiten los cargos
conservadores, no quieren ser señalados como "golpistas" por el resto
de sus días.
Boris
Johnson está dinamitando a los Tories, destruyendo lo que quedaba de una
antigua mayoría, que hoy se calcula en un solo voto. El Brexit ha partido en
dos al país y Johnson ha decidido la peor solución, la que añade leña indignada
al fuego. Lo que se debate ya no es la permanencia sino la salida ordenada o a
la brava, que es la que Johnson pide. Muchas voces desde muchos sectores creen
que esto es un suicidio económico y político. Los aplausos de Donald Trump
desde el otro lado del océano solo complican más las cosas pues nadie en su
sano juicio saldría de Europa para quedar en las manos de Trump tal como están
las cosas. El rechazo del pueblo británico a Trump ha sido claro y hasta la
reina ha ejercido su grosería elegante con él.
Pero
Johnson no es una excepción, como hemos señalado. Es una muestra más de una
complicada forma de hacer política sobre cuyo origen nos deberíamos preguntar por
el bien de todos.
Los
problemas a los que se enfrentan las sociedades son cada vez más complejos y
requieren de concordia y pragmatismo, de capacidad de análisis y de diálogo.
Sin embargo, lo que vemos es lo contrario: políticos que crean problemas para
dividir la sociedad y hacerse con el bando mayoritario resultante. El rechazo que desde
hace tiempo existe hacia los políticos y la "política" es un síntoma. También es
aprovechado para crear nuevos grupos o personalidades que crecen aparentemente
como "no políticos". El caso más evidente es Donald Trump, que se introduce
como un gusano entre los republicanos y llega al poder declarándose no político
y mejor que ellos. Su estrategia, como todos han visto, es la división y el
aumento de las discordias. Se podrían señalar muchos otros que llegan a los gobiernos como si vinieran directamente del paraíso o de otro planeta a arreglarlo todo. Las consecuencias las estamos viendo cada día en forma de ese populismo visceral y emotivo que promete sin medida y luego se salta las leyes.
Cada vez son más los países en los que la política se dirime en los juzgados. Los jueces tienen que intervenir para poner límites a lo que los políticos hacen. Las noticias del momento nos dicen que ya hay un juez que ha parado la maniobra de Johnson. En Estados Unidos otros han tenido que hacerlo con las políticas de Trump y hemos visto las recientes de Salvini, ya defenestrado por su propia osadía. En España, igualmente, el tribunal Constitucional está con trabajo acumulado. En otros países el método es otro: los políticos manipulan y modifican los sistemas judiciales para evitar ser frenados.
Esta
forma de hacer política es terrible en
sus estragos. El problema es que se extiende como la pólvora. La cuestión ahora
es cuántos líderes conflictivos, vamos a llamarlos así, puede soportar el
sistema sin que se produzcan catástrofes irreversibles para todos por las interacciones
y dependencias. El Brexit arrastrará a Reino Unido, pero también a Europa. No
es una cuestión de "dos", sino de efectos en cadena imprevisibles.
Nada está aislado y nadie puede prever la totalidad de los efectos en todos los
escenarios afectados.
Hacer
cosas raras tiene consecuencias
*
"Laura Kuenssberg: Can the rebel alliance stop no-deal Brexit?" BBC 29/08/2019 https://www.bbc.com/news/uk-politics-49518371
**
"La sociedad británica se subleva contra la decisión de Boris Johnson de
cerrar el Parlamento" ABC 30/08/2019
https://www.abc.es/internacional/abci-sociedad-britanica-subleva-contra-decision-boris-johnson-cerrar-parlamento-201908300848_video.html
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