Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Preocupados
por la política, no nos preocupamos de algo esencialmente político: la aplicación
de la tecnología en el control de nuestra vida. El pasado día 13, la reportera
de tecnología de la BBC, Zoe Kleinman, lanzaba un aviso sobre la vigilancia
callejera con el titular " Facial
recognition in King's Cross prompts call for new laws". Recogía así dos
cuestiones, en primer lugar el hecho que las empresas e instituciones están
controlando la vida de la gente a través de las tecnologías sin el
consentimiento de las personas o las autorizaciones preceptivas para hacerlo y,
en segundo lugar, la necesidad de hacer leyes de control que nos aseguren como
ciudadanos nuestra privacidad y demás derechos.
Una de las características que definen esta Sociedad de la
Información en la que vivimos es la "vigilancia". Vigilar, como bien
señaló Michel Foucault forma parte especial de las sociedades nacidas en la era
industrial y se ha convertido en una línea vertebral de esta sociedad nuestra
gracias al poder de la Tecnología, que ha extendido la vigilancia, la
predicción, etc. más allá de lo concebible y que desborda la imaginación
planteada a través de las ficciones. Orwell dio un margen de tiempo para la
sociedad distópica que imaginó. Nosotros no tenemos ya ese margen; vivimos en
ella, aunque no lo sepamos.
Sobre eso precisamente trata el artículo de Zoe Klein Man,
cuyo origen no está en la especulación sino en la constatación de la cámara instalada
en el espacio de King's Cross:
There is growing pressure for more details
about the use of facial recognition in London's King's Cross to be disclosed
after a watchdog described the deployment as "alarming".
Developer Argent has confirmed it uses the
technology to "ensure public safety" but did not reveal any details.
It raises the issue of how private land used by
the public is monitored.
The UK's biometrics commissioner said the
government needed to update the laws surrounding the technology.
Argent is responsible for a 67-acre site close to
King's Cross station.
While the land is privately owned, it is widely
used by the public and is home to a number of shops, cafes and restaurants, as
well as considerable office space with tenants including Google and Central
Saint Martins College.
There had been nothing to suggest that facial
recognition was in use until the fact was revealed by the Financial Times.
UK biometrics commissioner Prof Paul Wiles has
called for the government to take action over the use of facial recognition
technology by the private sector as well as by law enforcement.*
La idea de vigilancia debe ser desarrollada y sus límites.
Me imagino que usted, como yo, estará harto/a de entrar en una web donde le
dicen estar "preocupados por su privacidad"; incluso los periódicos
que dedican artículos a criticar la vigilancia y la invasión de la privacidad
nos vigilan e invaden nuestra privacidad, según podemos comprobar al limpiar
los trackers no que nos instalan cada
vez que visitamos sus páginas. No sé si es un ejercicio de cinismo o una
demostración de ignorancia.
Cualquier movimiento en las redes deja sus huellas y eso es
aprovechado, vendido, revendido, etc. de muchas maneras. La mayoría de las
veces esto ocurre sin que sepamos cuál es la finalidad de esta vigilancia y
rastreo dentro de nuestras máquinas. Así ha sido desde el principio y no hay
forma de que se prohíba esta práctica. Los casos están cada dos por tres en la
prensa y desconocemos los fines y los autores. A veces salta un escándalo. Pero
dura poco.
Los primeros interesados son los medios, pero también los
políticos. Los partidos usan cada vez más el rastreo y la creación de perfiles
a través de las redes sociales. Ya sean ellos o las empresas que les realizan
el trabajo, a ellos les interesa la vigilancia del cuerpo social. Siempre habrá
alguien que anteponga los intereses a los principios y cuando solo importa
llegar al poder, está claro qué suele ocurrir.
Por eso son esos "watchdog" sociales los que
avisan de que se está incumpliendo una normativa, que esta no existe o que no
se sabe quién está detrás. A efectos de la actual ley británica, se nos dice,
solo se consideran elementos biométricos el ADN y la huella dactilar, que
pueden ser archivados. Nuestras huellas hace mucho tiempo que se almacenan y se
imprimen en nuestro DNI. El ADN puede ser archivado.
El problema es que la nueva tecnología de reconocimiento
facial es archivable. A todos nos habrá sorprendido el carácter instantáneo del
reconocimiento de rostros de una red como Facebook. De una foto que subamos nos
pide inmediatamente que la etiquetemos. Lo hagamos o no, esas caras están
localizadas y almacenadas. Que nos pidan permiso no es más que una
"deferencia" que la ley les impone. La velocidad vertiginosa con la
que lo hace nos lleva a imaginar las aplicaciones que esta tecnología tiene no
solo para la vigilancia sino para muchos otros fines, tarea a la que se dedican
miles de personas para sacar rendimiento a lo almacenado.
El caso británico es complicado porque la propiedad del
terreno que se vigila es determinante. Según eso, la propiedad privada se puede
vigilar, pero eso es una parte del problema. La cuestión es que no se sabe qué
protocolo aplican ni que se hace con esos datos obtenidos.
Uno de los expertos consultados sobre la cámara de King's
Cross señala:
"I have no idea what they're trying to do
in King's Cross," Prof Wiles told the BBC.
"There's no point in having
facial-matching tech unless you are matching it against some kind of database -
now what is that database?
"It's alarming whether they have
constructed their own database or got it from somewhere else.
"There is a police database which I very
much hope they don't have access to."*
Una cara solo es una cara hasta que se asocia a otros datos,
como bien se señala. La cara es un punto que sirve para diferenciar primero y
agrupar después. La cara servirá como punto de engarce de los datos. Un mismo
rostro, una persona.
No necesitan, incluso, ser ellos, Argent (la empresa dueña
de la cámara), quien use esos datos en una base. Pueden ser vendidos a
diferentes clientes para innumerables objetivos. Pensemos en uno sencillo. Está
usted de baja en su trabajo y su empleador o su seguro detecta que estaba usted
rondando por el espacio de King's Cross, tomándose un café, cuando debía estar
en su casa enfermo. A esto, como sabemos, se dedican ciertas empresas de
vigilancia para evitar los fraudes. Eso tiene un precio y así sería mucho más
barato. Imagine que, dado que es un centro recreativo y de ocio, pueden saber qué bebe y consume, compra, qué películas ve...
La vigilancia es solo una de las funciones, la que se pone por delante para la acpetemos como el contrapeso de la seguridad. Pero almacenar datos
es otra. Ellos van configurando una imagen de nosotros mismos, de nuestros
gustos y acciones, de nuestras compañías. Permiten establecer horarios,
calendarios, etc. comprobando las frecuencias con las que aparecemos... Un sin
fin de elemento que, aunque no lo creamos, pueden interesar a muchos. De hecho,
esta es una de las bazas con las que cuentan, nuestra tranquilidad pensando a
quién le puede importar lo que hagamos. No nos consideramos sujetos de interés.
Pero, ¿quién sabe?
* "Facial recognition in King's Cross prompts call for new laws" BBC 13/08/2019 https://www.bbc.com/news/technology-49333352
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