domingo, 18 de agosto de 2019

Qué hace esa cámara ahí

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Preocupados por la política, no nos preocupamos de algo esencialmente político: la aplicación de la tecnología en el control de nuestra vida. El pasado día 13, la reportera de tecnología de la BBC, Zoe Kleinman, lanzaba un aviso sobre la vigilancia callejera con el titular " Facial recognition in King's Cross prompts call for new laws". Recogía así dos cuestiones, en primer lugar el hecho que las empresas e instituciones están controlando la vida de la gente a través de las tecnologías sin el consentimiento de las personas o las autorizaciones preceptivas para hacerlo y, en segundo lugar, la necesidad de hacer leyes de control que nos aseguren como ciudadanos nuestra privacidad y demás derechos.
Una de las características que definen esta Sociedad de la Información en la que vivimos es la "vigilancia". Vigilar, como bien señaló Michel Foucault forma parte especial de las sociedades nacidas en la era industrial y se ha convertido en una línea vertebral de esta sociedad nuestra gracias al poder de la Tecnología, que ha extendido la vigilancia, la predicción, etc. más allá de lo concebible y que desborda la imaginación planteada a través de las ficciones. Orwell dio un margen de tiempo para la sociedad distópica que imaginó. Nosotros no tenemos ya ese margen; vivimos en ella, aunque no lo sepamos.
Sobre eso precisamente trata el artículo de Zoe Klein Man, cuyo origen no está en la especulación sino en la constatación de la cámara instalada en el espacio de King's Cross:

There is growing pressure for more details about the use of facial recognition in London's King's Cross to be disclosed after a watchdog described the deployment as "alarming".
Developer Argent has confirmed it uses the technology to "ensure public safety" but did not reveal any details.
It raises the issue of how private land used by the public is monitored.
The UK's biometrics commissioner said the government needed to update the laws surrounding the technology.
Argent is responsible for a 67-acre site close to King's Cross station.
While the land is privately owned, it is widely used by the public and is home to a number of shops, cafes and restaurants, as well as considerable office space with tenants including Google and Central Saint Martins College.
There had been nothing to suggest that facial recognition was in use until the fact was revealed by the Financial Times.
UK biometrics commissioner Prof Paul Wiles has called for the government to take action over the use of facial recognition technology by the private sector as well as by law enforcement.*



La idea de vigilancia debe ser desarrollada y sus límites. Me imagino que usted, como yo, estará harto/a de entrar en una web donde le dicen estar "preocupados por su privacidad"; incluso los periódicos que dedican artículos a criticar la vigilancia y la invasión de la privacidad nos vigilan e invaden nuestra privacidad, según podemos comprobar al limpiar los trackers no que nos instalan cada vez que visitamos sus páginas. No sé si es un ejercicio de cinismo o una demostración de ignorancia.
Cualquier movimiento en las redes deja sus huellas y eso es aprovechado, vendido, revendido, etc. de muchas maneras. La mayoría de las veces esto ocurre sin que sepamos cuál es la finalidad de esta vigilancia y rastreo dentro de nuestras máquinas. Así ha sido desde el principio y no hay forma de que se prohíba esta práctica. Los casos están cada dos por tres en la prensa y desconocemos los fines y los autores. A veces salta un escándalo. Pero dura poco.
Los primeros interesados son los medios, pero también los políticos. Los partidos usan cada vez más el rastreo y la creación de perfiles a través de las redes sociales. Ya sean ellos o las empresas que les realizan el trabajo, a ellos les interesa la vigilancia del cuerpo social. Siempre habrá alguien que anteponga los intereses a los principios y cuando solo importa llegar al poder, está claro qué suele ocurrir.

Por eso son esos "watchdog" sociales los que avisan de que se está incumpliendo una normativa, que esta no existe o que no se sabe quién está detrás. A efectos de la actual ley británica, se nos dice, solo se consideran elementos biométricos el ADN y la huella dactilar, que pueden ser archivados. Nuestras huellas hace mucho tiempo que se almacenan y se imprimen en nuestro DNI. El ADN puede ser archivado.
El problema es que la nueva tecnología de reconocimiento facial es archivable. A todos nos habrá sorprendido el carácter instantáneo del reconocimiento de rostros de una red como Facebook. De una foto que subamos nos pide inmediatamente que la etiquetemos. Lo hagamos o no, esas caras están localizadas y almacenadas. Que nos pidan permiso no es más que una "deferencia" que la ley les impone. La velocidad vertiginosa con la que lo hace nos lleva a imaginar las aplicaciones que esta tecnología tiene no solo para la vigilancia sino para muchos otros fines, tarea a la que se dedican miles de personas para sacar rendimiento a lo almacenado.
El caso británico es complicado porque la propiedad del terreno que se vigila es determinante. Según eso, la propiedad privada se puede vigilar, pero eso es una parte del problema. La cuestión es que no se sabe qué protocolo aplican ni que se hace con esos datos obtenidos.
Uno de los expertos consultados sobre la cámara de King's Cross señala:

"I have no idea what they're trying to do in King's Cross," Prof Wiles told the BBC.
"There's no point in having facial-matching tech unless you are matching it against some kind of database - now what is that database?
"It's alarming whether they have constructed their own database or got it from somewhere else.
"There is a police database which I very much hope they don't have access to."*



Una cara solo es una cara hasta que se asocia a otros datos, como bien se señala. La cara es un punto que sirve para diferenciar primero y agrupar después. La cara servirá como punto de engarce de los datos. Un mismo rostro, una persona.
No necesitan, incluso, ser ellos, Argent (la empresa dueña de la cámara), quien use esos datos en una base. Pueden ser vendidos a diferentes clientes para innumerables objetivos. Pensemos en uno sencillo. Está usted de baja en su trabajo y su empleador o su seguro detecta que estaba usted rondando por el espacio de King's Cross, tomándose un café, cuando debía estar en su casa enfermo. A esto, como sabemos, se dedican ciertas empresas de vigilancia para evitar los fraudes. Eso tiene un precio y así sería mucho más barato. Imagine que, dado que es un centro recreativo y de ocio, pueden saber qué bebe y consume, compra, qué películas ve...
La vigilancia es solo una de las funciones, la que se pone por delante para la acpetemos como el contrapeso de la seguridad. Pero almacenar datos es otra. Ellos van configurando una imagen de nosotros mismos, de nuestros gustos y acciones, de nuestras compañías. Permiten establecer horarios, calendarios, etc. comprobando las frecuencias con las que aparecemos... Un sin fin de elemento que, aunque no lo creamos, pueden interesar a muchos. De hecho, esta es una de las bazas con las que cuentan, nuestra tranquilidad pensando a quién le puede importar lo que hagamos. No nos consideramos sujetos de interés. Pero, ¿quién sabe?


* "Facial recognition in King's Cross prompts call for new laws" BBC 13/08/2019 https://www.bbc.com/news/technology-49333352

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