Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo del
Brasil de Bolsonaro no tiene nombre. Tampoco Bolsonaro tiene un nombre que le
haga justicia más allá de su Jair. ¿De dónde sale este personaje siniestro, de
familia de reality en bañador,
ultraderechista, homófobo, ex militar, partidario de las armas (y de su uso), machista y
misógino, ahora faltón?
¿Cuántos
Trump, Bolsonaro, Salvini, Maduro, Duterte... se puede permitir el mundo?
Bolsonaro está dispuesto a quemar la Amazonía, que dice que es suya, o dejar
que arda, que es una versión más light, por vía de ineptitud.
La última,
con motivo del G7, se ha permitido faltar a la esposa de Macron, que es una
señora educadísima, que ya tuvo que aguantar lo suyo en el primer encuentro con Trump y ahora, buscando la foto, el presidente norteamericano le pone la mejilla
para que se la bese. ¡Eso sí es patriotismo!
En este
contexto de grosería intercontinental, Emmanuel Macron ha quedado como el
Príncipe de la Cortesía. Pese a llevarse el modelo patán de líder, Macron ha
recuperado su prestigio internacional como anfitrión y persona preocupada por
lo que pasa más allá de Hendaya, Irún, Calais y demás límites nacionales. Ha
resistido al movimiento de los "chalecos amarillos" y una vez más
Francia ha exportado moda al mundo en cuestión de chalecos, para los que van a
faltar colores. Hoy todo es mediático y necesitas una marca que te identifique,
aunque seas antisistema, que es la marca blanca.
La
prensa del mundo recoge hoy la grosería de Bolsonaro, otro
"cristiano" de crucifijo colgante, de doctrina difícil de entender
desde el punto de vista del Sermón de la Montaña. Bolsonaro lleva camino de encontrar unanimidad mundial sobre su mala educación.
Aquí
vemos mucho zafio planetario, pero creo que Jair Bolsonaro (y su familia, que
también insulta) nos va a dejar a todos boquiabiertos en muy poco tiempo. La
importancia de Brasil no es solo la de un país, que considera propiedad. Es la de algo que estaba mucho antes
de que los propios brasileños estuvieran allí, de mucho antes de que los seres
humanos bajáramos de los árboles que hoy se queman por todo el planeta. Pero
nadie lo celebra como Bolsonaro, nadie tiene un plan proclamado de cargarse el
pulmón del planeta para cultivar cosas que ya le han dicho que le van a
boicotear. Se lo están diciendo por todo el planeta. Pero precisamente
es sentido planetario lo que le falta
a Jair Bolsonaro, el pirómano de la fe.
Cuando Bolsonaro dice "la Amazonía es nuestra" está cometiendo el más imperdonable de los errores. Nadie es dueño de los países, espacios que nois hemos inventado poniendo fronteras encima, barreras y multando al que entra o sale din permiso. El planeta no sabe nada de cosas como "Brasil", "Bolsonaro", "evangélico". El planeta —llamémoslo Gaia— es un sistema del que no somos más que una presuntuosa parte que le afecta en más medida que otros, creando efectos irreversibles. Me temo que Bolsonaro no ha pasado del Génesis y en mala traducción evangélica al portugués. Probablemente haya confundido una mala digestión con una llamada a la política.
Macron
ha tenido una nueva oportunidad de quedar como un caballero diciendo que
Bolsonaro no está a la altura, que ha sido "irrespetuoso". Un
caballero, porque le podía haber dicho muchas más cosas, pero... Macron ha sido
bien educado y a Bolsonaro le sobra la educación; él es un visionario. A sus descendientes tampoco
les ha trasmitido mucha, por lo que insultan, amenazan con la misma gracia que
su padre, pero con cara de guardaespaldas. ¡Bonita familia!
Bolsonaro
ha copiado de Maduro lo de llamar "colonial" a toda crítica que se le
haga desde fuera. También sus juegos de palabras rebautizando las cosas. Ya
saben, en Venezuela no hay "crisis". Pronto editarán ambos un
diccionario postcolonial portugués-español, español-portugués, que hará las
delicias verbales de todos. Los insultos a la esposa de Macron son un verdadero retrato del personaje, de su impudicia política y lengua rastrera. Ha quedado retratado con su selfie verbal.
Le han comparado ya con Nerón tocando la lira mientras arde Roma. Él lo niega y dice no ser un "capitán Nero", que mucho me temo lo ha confundido con el personaje del capitán Nemo de Julio Verne en 20.000 leguas de viaje submarino y La isla misteriosa. También está el romulano capitánm Nero de Star Treck, pero me parece demasiado nivel. ¡Vaya usted a saber!
Señora Macron, pasé de este elemento, vergüenza de todos. Francia y las personas educadas están de su lado. Él se ha retratado.
Habrá
muchos brasileños que se sientan avergonzados por los comentarios (algunos ya piden perdón, como Paulo Coehlo)) y actitudes
de Jair Bolsonaro, pero habrá otros que lo aplaudan a rabiar. Es lo mismo de los
Estados Unidos de Trump. ¡Qué triste!
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