Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Con la
llegada del verano, los periódicos se llenan de noticias triviales. ¡Un bonito
tópico!
Los veranos de ahora ya no son aquellos otros de calles vacías en los
que todo el mundo desaparecía y los periódicos tenían que inventarse aquello
que en la profesión se llamaba "serpientes de verano".
Creo recordar
que el origen de esta expresión está en la aparición por la zona de Levante,
entre los cañaverales, de una enorme serpiente, supuestamente una pitón por su tamaño. Alguien decía haberla visto entre las cañas y se tuvo en vilo a los lectores de
periódicos en aquellos largos veraneos con las vicisitudes de la caza y los sustos de los vecinos.
La expresión "serpiente de
verano" quedó con el significado de algo que se ha fabricado, una distracción, una especie
de "fake new" antes de que existieran las redes sociales. Su función era cubrir
las páginas sin noticias y atraer la atención cuando no había cosas mejores. Podía ser
una invención o un simple rumor que se estiraba días y días a falta de
información.
Hoy el
mundo han cambiado y tenemos crisis de gobierno en agosto (Italia), al igual
que guerras comerciales, escapes nucleares (Rusia), dramas migratorios en el
Mediterráneo, conflictos políticos de todo orden (USA), tensiones en Ormuz /medio mundo) y España con gobierno en
funciones, debatiendo los autonómicos, etc. etc. Aquellos viejos veranos de
sol y aburrimiento han desaparecido. Hasta se echan de menos, a la vista de
tanta desgracia sin descanso.
Por
efecto de las tecnologías y de la globalización, recibimos más informaciones y
tenemos acceso a nuevos medios que nos impiden abstraernos de lo que ocurre en
el mundo o a la vuelta de la esquina. Nuestro teléfono, se lo hayamos pedido o
no, nos va dando noticias de lo que pasa en cualquier sitio.
Si los veranos se han llenado de
noticias, el año entero se ha llenado de "serpientes", es decir, de
cosas intrascendentes que se amplifican hasta producir ruidosos fuegos
artificiales. La explicación es sencilla: la abundancia de espacio. La dramática decisión sobre qué meter en el periódico o programa de cada día se
resolvía asignando a lo importante más espacio que a lo trivial, que se
concebía, en el fondo, como un relleno.
Con los nuevos medios digitales, el
espacio sobra y también el tiempo (no en televisión, pero sí en las páginas web multimedia). Ya no hay que rellenar, sino que el espacio y el tiempo pasan a ser
potencialmente inagotables. Hoy podemos hacer nuestras ediciones digitales online con el número de noticias que queramos. El papel sí estaba limitado; lo virtual, no.
El factor humano también se ha reducido, pues muchas de las noticias vienen de la redes sociales a las que la gente sube de todo. Es más barato rastrear en la redes que mantener corresponsales. Por ello, las páginas sacadas de las redes abundan, mientras que se reducen los costosos artículos, los reportajes, etc.
Si
vemos la lista de "lo más leído", casi siempre nos llevamos la
"¿sorpresa?" de una sarta de noticias intrascendentes. En el momento
en que escribo, el artículo más leído en El País se titula "La isla de los
chiringuitos", sobre la isla de Tabarca; en El Mundo, los dos primeros
puestos están ocupados por las acusaciones contra Plácido Domingo; en el ABC,
el primer puesto está ocupado por el encuentro del caza español con los aviones
rusos, pero el segundo nos ofrece comprobar si superaríamos un test para
conseguir la nacionalidad española, el tercero se centra en las críticas en
Instagram al físico de María Patiño este verano, y el cuarto nos dice que la
Biblia tenía razón por unas joyas encontradas en el monte Sión.
Mi artículo
intranscendente favorito de este verano ha aparecido en estos días. El primero
de ellos va acompañado de un vídeo. Prácticamente lo ha reproducido toda la
prensa, de todos los colores y titularidades: "Un joven tira a un río el
BMW que le habían regalado sus padres por su cumpleaños porque quería un
Jaguar" (La Vanguardia); "Tira a un río el BMW que le habían regalado
sus padres porque quería un Jaguar" (20 Minutos); "Un joven tira a un
río el BMW que le habían regalado sus padres porque quería un Jaguar" (La
Sexta); "Le regalan un BMW y lo tira al río porque quería un Jaguar"
(Público y MundoDeportivo); "Regalan a un joven un BMW y lo hunde en el
río porque quería un Jaguar" (ABC). La unanimidad nos muestra la
importancia de la trivialidad. Bueno, bonito y, sobre todo, barato. La noticia
irrita tanto navegando entre las referidas a la precariedad y al desempleo
entre los jóvenes, que su éxito queda asegurado.
Hay que
reconocer que tiene todos los componentes para ser una gran noticia trivial:
exotismo (ocurre en la India); moralismo (muestra el comportamiento caprichoso
del hijo); provoca irritación y hay imágenes (el vídeo del intento de rescate
del BMW). Es la combinación de tres elementos que no fallan. La unanimidad en
la reproducción nos muestra que los criterios son estables, que no es cosa de
un periódico o de una orientación ideológica.
Como
divertido, podemos comprobar que el diario ABC lo ha incluido en la sección
Motor, algo incomprensible, pero en algún sitio había que ponerla. Público lo
ha hecho en "Strambotic", que
los autores clasifican ya como el blog más desquiciado de la blogosfera. El
diario argentino, La Nación, por ejemplo lo ha incluido como "India"
apostando por el espacio, que no admite dudas. MundoDeportivo en algo llamado
"Viralia".
Nos
dice un profesional que el problema del Periodismo es la
"credibilidad". Le diría que no, que es la "trivialidad",
el ofrecer serpientes de verano todo el año, es decir perder el sentido de para
qué existen inicialmente, perder el sentido del Periodismo y perder el sentido
de para qué nos informamos.
Las
noticias falsas son muy peligrosas porque son intencionadas, buscan engañarnos,
que actuemos en un sentido determinado. Por eso los países se previenen durante los períodos electorales, una época vulnerable porque se decide mucho y hay poco
tiempo para reaccionar.
La
trivialidad, en cambio, modifica nuestra percepción de la propia prensa, la
desnuda de sus funciones sociales y políticas, y tiene un efecto
"narcótico", por seguir citando a Marshall McLuhan. Rodeados de
trivialidad, acostumbrados a alimentarnos cada día con ella, acabamos perdiendo
el sentido de la realidad y de su equilibrio. Dejamos de saber qué es
importante y qué no. O tardamos demasiado en darnos cuentas y ya es tarde.
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