Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En Reino
Unido se están tomando en serio la cuestión del racismo en el espectáculo del deporte.
Hay un racismo que margina a las personas, pero hay otro que hace alarde de su
bajeza en los espectáculos, á través del insulto y las amenazas muchas veces a
plena luz. Tal como comentamos el otro día sobre el comportamiento insultante en
foros y chats mediáticos, el estadio masivo aporta de nuevo la impunidad del
anonimato para los ataques xenófobos y racistas.
Los
clubes de fútbol —grandes y pequeños— suelen contar con jugadores que emigran
de sus países en busca de mejoras económicas. Hay jugadores españoles, por
ejemplo, en ligas como la británica, la francesa o la italiana. En nuestra
liga, igualmente hay jugadores de casi cualquier país y continente.
Creo
que ningún país se libra de las malas formas, de los insultos, en los deportes,
especialmente en aquellos masivos que no le han dado importancia hasta hace muy
poco al comportamiento de sus hinchas. Los clubes se hacen responsables de lo
que ocurre dentro de sus estadios, que pueden ser cerrados por sanción de las
instituciones cuando se producen incidentes. Hasta no hace mucho esos
incidentes consistían en peleas entre aficiones, arrojar objetos al campo,
bengalas, introducir bebidas, etc. Estaban enfocados a la violencia. Cuando los
incidentes son graves, se sanciona al club. En algunos casos —tuvimos en España
ejemplos— determinados clubes amparan los comportamientos negativos de algunas
peñas porque, se decía, les seguían a sus viajes fuera de su campo ofreciendo
apoyo constante. Pero la confusión entre el insulto y el apoyo es clara para
quien quiera verla.
Evidentemente
no es un fenómeno aislado, sino la manifestación del mismo que recorre muchos
países del mundo, por ello no debe ser visto como un problema deportivo, sino como un problema social.
El 30
de julio la CNN recogía información sobre las medidas tomadas por el Chelsea:
"Chelsea bans six fans, one for life, for racist abuse of Raheem Sterling":
The one individual permanently excluded from
its stadium was found to have used "racially abusive language and
threatening and aggressive behavior," the club said.
The other five fans have been banned for
between one and two years for "abusive language and threatening and
aggressive behavior."
Chelsea says it reviewed video evidence,
interviewed witnesses and used the expertise of two lip reading professionals.
"In the case of the supporter who was
found by the club to have used racially abusive language, there is no place for
this behavior at Stamford Bridge and a permanent exclusion was the appropriate
sanction," said a Chelsea statement.*
Los insultos racistas se han convertido en una moda. Es la
forma de desquiciar a los jugadores, que se ven sometidos a esa forma de
distracción agresiva y que los que las emplean saben que afectan a las personas.
Y si no lo hacen, basta con elevar el tono, arrojar objetos (como frutas y
demás), etc.
Durante mucho tiempo, se ha considerado esto como parte del
espectáculo deportivo. Se han canalizado rivalidades dentro de una misma ciudad
o de zonas distintas. Se ha estado promoviendo las rivalidades entre equipos desde
los medios "calentando" los días previos. Parece que en el deporte
todo es deporte y se olvida al salir del estadio. Lo que ocurre en el estadio
se queda en el estadio.
La violencia habitual en muchos países (recordamos alguna
muerte en España por rivalidades de las aficiones en las afueras de los
estadios). Pero hay países en los que las muertes de han contado por decenas
(en Egipto) en violentísimas acciones, que han llevado a cerrar estadios por
sanción o, como el caso egipcio, celebrando la liga a puerta cerrada.
Pero hay ahora una nueva deriva, la racista. No tiene porque
ser de otro equipo. Fallar un penalti en un partido puede hacer que los
insultos sean violentos y racistas, con amenazas incluidas. De nuevo, las redes
sociales amplifican lo que ocurre en los estadios. Se puede prohibir la entrada
en un estadio, pero las redes sociales vuelven a estar en el centro,
canalizando todo hacia el estadio, en donde se vuelca de nuevo el odio.
La BBC nos plantea alguna solución ante otro caso de la Liga
en Reino Unido, en el Manchester United, relacionado con el fallo de un penalti
de uno de sus jugadores, Paul Pogba: "Racist abuse: footballers should
boycott social media, says Phil Neville":
England women's manager Phil Neville said
footballers should "boycott" social media to send a "powerful
message" that abuse is not acceptable.
Neville's comments come after Manchester United
midfielder Paul Pogba received racist abuse online having missed a penalty in
his side's 1-1 draw at Wolves on Monday.
"We have to take drastic measures now as a
football community. I've had it with my players on social media, the Premier
League and the Championship have had it," said Neville.
"I just wonder whether as a football
community we come off social media, because Twitter won't do anything about it,
Instagram won't do anything about it - they send you an email reply saying
they'll investigate but nothing happens.
"I've lost total faith in whoever runs
these social media departments, so let's send a powerful message: come off
social media (for) six months. Let's see the effect it has on these social
media companies."**
La medida es de presión sobre las grandes compañías tras las
redes sociales y a su inacción. La cuestión no es muy sencilla, pues se les
pide a los jugadores que sean algo más, figuras mediáticas. Se trata, por
decirlo así, de vender camisetas. Los jugadores deben jugar bien, por supuesto,
pero su faceta pública se ha ido incrementando y sus seguidores forman un
activo, tanto para él como para el club en el que se encuentran.
Entre la medida del Chelsea —expulsar de por vida del equipo
o dos años— y la petición de boicotear las redes hay muchas medidas.
Hemos tratado estos días el problema del tono agresivo que
van cogiendo las redes sociales. A las compañías no les importa de qué
hablamos. Somos "tráfico" para ellos. Les es lo mismo una genialidad
que un insulto. Se limitar a aprovechar el tráfico que se provoca. Así ha sido
siempre.
El problema es que eso es tan insostenible como el argumento
de las armas en los Estados Unidos. La palabra es "responsabilidad",
algo que, al igual que los que fabrican armas, se niegan a asumir. Quieren el
beneficio, pero no la responsabilidad por lo que ocurra en ella. Lo mismo se
pretendía con los estadios. Los clubes son responsables de lo que ocurra, por
eso deben vigilar, evitar que entren botellas, bengalas, armas... todo aquello
que es peligroso para la seguridad.
El argumento del Chelsea de que no desea esos valores —el
racismo— para su club es correcto. Ha habido deportes que han sabido defenderse
de este tipo de comportamientos, sancionando a los mismos jugadores si lo
provocaban o a los seguidores que lo sostenían. Por eso, la denuncia y el
aislamiento de los racistas es esencial dentro de los grupos, desde los clubes
a las peñas y público en los estadios.
La necesidad de la promoción viral hace más complicado el boicot a las
grandes compañías. Pero si mañana los jugadores de las ligas más importantes
cerraran sus cuentas oficiales hasta que haya algún tipo de acción contra el
racismo, puede que hubiera alguna reacción.
Con todo ello, hay que romper esa extraña creencia según la
cual todo es posible en un estadio. Allí se van a desahogar los peores
instintos, racistas y criminales. No tiene gracia gritar "¡mátalo!" o
insultar. Es más penoso cuando vemos que existe una preparación que lleva su
inversión en tiempo para realizar pancartas o disfraces. Hay que romper
esa creencia que el comprar una entrada te da derecho a todo.
De nuevo: no es un problema deportivo, sino social.
Es una manifestación allí donde se piensa que existe el anonimato y la
impunidad para actitudes agresivas y denigrantes hacia las personas. Muchos
jugadores han manifestado su hartazgo. El hecho de que sea su profesión salir a
un estadio a jugar no quiere decir que tengan obligación de aguantarlo. No solo
en el deporte, sino en cualquier tipo de manifestación en la vida.
Siempre se dijo que el deporte era una escuela de valores.
Hace mucho tiempo que dejó de serlo. Hay que cortarlo de raíz porque es ingenuo
pensar que el que es violento y racista en un estadio o en las redes sociales,
solo lo es ahí. Donde se sienta más seguro lo sacará a relucir.
Y un agravante:
hoy el racismo y la xenofobia buscan prosélitos, expandirse camuflados de
patriotas. El racismo no es patriótico. No se quiere más al país propio por insultar, despreciar o agredir a los demás.
Hay que estar vigilantes, aquí y en todas partes, para poder cortar lo que parece que crece en demasiadas partes. Ya no se puede permitir el juego de los medios del enfrentamiento o las campañas contra jugadores.
No se puede ser cómplice. Hay que combatirlo por los medios al alcance de cada uno. Estamos haciendo una sociedad en la que la violencia tiene cada vez más canales... y eso es peligroso. Nos olvidamos de los peligros pasados. Lo malo no muere nunca, solo hiberna.
* "Chelsea bans six fans, one for life, for racist
abuse of Raheem Sterling" CNN 30/07/2019 https://edition.cnn.com/2019/07/30/football/chelsea-issue-bans-fans-racist-abuse-raheem-sterling-spt-intl/index.html
*
"Racist abuse: footballers should boycott social media, says Phil
Neville" BBC 20/08/2019 https://www.bbc.com/sport/football/49414023
2006 |
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