miércoles, 21 de agosto de 2019

Racismo en el fútbol

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En Reino Unido se están tomando en serio la cuestión del racismo en el espectáculo del deporte. Hay un racismo que margina a las personas, pero hay otro que hace alarde de su bajeza en los espectáculos, á través del insulto y las amenazas muchas veces a plena luz. Tal como comentamos el otro día sobre el comportamiento insultante en foros y chats mediáticos, el estadio masivo aporta de nuevo la impunidad del anonimato para los ataques xenófobos y racistas.
Los clubes de fútbol —grandes y pequeños— suelen contar con jugadores que emigran de sus países en busca de mejoras económicas. Hay jugadores españoles, por ejemplo, en ligas como la británica, la francesa o la italiana. En nuestra liga, igualmente hay jugadores de casi cualquier país y continente.
Creo que ningún país se libra de las malas formas, de los insultos, en los deportes, especialmente en aquellos masivos que no le han dado importancia hasta hace muy poco al comportamiento de sus hinchas. Los clubes se hacen responsables de lo que ocurre dentro de sus estadios, que pueden ser cerrados por sanción de las instituciones cuando se producen incidentes. Hasta no hace mucho esos incidentes consistían en peleas entre aficiones, arrojar objetos al campo, bengalas, introducir bebidas, etc. Estaban enfocados a la violencia. Cuando los incidentes son graves, se sanciona al club. En algunos casos —tuvimos en España ejemplos— determinados clubes amparan los comportamientos negativos de algunas peñas porque, se decía, les seguían a sus viajes fuera de su campo ofreciendo apoyo constante. Pero la confusión entre el insulto y el apoyo es clara para quien quiera verla.


Evidentemente no es un fenómeno aislado, sino la manifestación del mismo que recorre muchos países del mundo, por ello no debe ser visto como un problema deportivo, sino como un problema social.
El 30 de julio la CNN recogía información sobre las medidas tomadas por el Chelsea: "Chelsea bans six fans, one for life, for racist abuse of Raheem Sterling":

The one individual permanently excluded from its stadium was found to have used "racially abusive language and threatening and aggressive behavior," the club said.
The other five fans have been banned for between one and two years for "abusive language and threatening and aggressive behavior."
Chelsea says it reviewed video evidence, interviewed witnesses and used the expertise of two lip reading professionals.
"In the case of the supporter who was found by the club to have used racially abusive language, there is no place for this behavior at Stamford Bridge and a permanent exclusion was the appropriate sanction," said a Chelsea statement.*



Los insultos racistas se han convertido en una moda. Es la forma de desquiciar a los jugadores, que se ven sometidos a esa forma de distracción agresiva y que los que las emplean saben que afectan a las personas. Y si no lo hacen, basta con elevar el tono, arrojar objetos (como frutas y demás), etc.
Durante mucho tiempo, se ha considerado esto como parte del espectáculo deportivo. Se han canalizado rivalidades dentro de una misma ciudad o de zonas distintas. Se ha estado promoviendo las rivalidades entre equipos desde los medios "calentando" los días previos. Parece que en el deporte todo es deporte y se olvida al salir del estadio. Lo que ocurre en el estadio se queda en el estadio.
La violencia habitual en muchos países (recordamos alguna muerte en España por rivalidades de las aficiones en las afueras de los estadios). Pero hay países en los que las muertes de han contado por decenas (en Egipto) en violentísimas acciones, que han llevado a cerrar estadios por sanción o, como el caso egipcio, celebrando la liga a puerta cerrada.


Pero hay ahora una nueva deriva, la racista. No tiene porque ser de otro equipo. Fallar un penalti en un partido puede hacer que los insultos sean violentos y racistas, con amenazas incluidas. De nuevo, las redes sociales amplifican lo que ocurre en los estadios. Se puede prohibir la entrada en un estadio, pero las redes sociales vuelven a estar en el centro, canalizando todo hacia el estadio, en donde se vuelca de nuevo el odio.
La BBC nos plantea alguna solución ante otro caso de la Liga en Reino Unido, en el Manchester United, relacionado con el fallo de un penalti de uno de sus jugadores, Paul Pogba: "Racist abuse: footballers should boycott social media, says Phil Neville":

England women's manager Phil Neville said footballers should "boycott" social media to send a "powerful message" that abuse is not acceptable.
Neville's comments come after Manchester United midfielder Paul Pogba received racist abuse online having missed a penalty in his side's 1-1 draw at Wolves on Monday.
"We have to take drastic measures now as a football community. I've had it with my players on social media, the Premier League and the Championship have had it," said Neville.
"I just wonder whether as a football community we come off social media, because Twitter won't do anything about it, Instagram won't do anything about it - they send you an email reply saying they'll investigate but nothing happens.
"I've lost total faith in whoever runs these social media departments, so let's send a powerful message: come off social media (for) six months. Let's see the effect it has on these social media companies."**



La medida es de presión sobre las grandes compañías tras las redes sociales y a su inacción. La cuestión no es muy sencilla, pues se les pide a los jugadores que sean algo más, figuras mediáticas. Se trata, por decirlo así, de vender camisetas. Los jugadores deben jugar bien, por supuesto, pero su faceta pública se ha ido incrementando y sus seguidores forman un activo, tanto para él como para el club en el que se encuentran.
Entre la medida del Chelsea —expulsar de por vida del equipo o dos años— y la petición de boicotear las redes hay muchas medidas.
Hemos tratado estos días el problema del tono agresivo que van cogiendo las redes sociales. A las compañías no les importa de qué hablamos. Somos "tráfico" para ellos. Les es lo mismo una genialidad que un insulto. Se limitar a aprovechar el tráfico que se provoca. Así ha sido siempre.


El problema es que eso es tan insostenible como el argumento de las armas en los Estados Unidos. La palabra es "responsabilidad", algo que, al igual que los que fabrican armas, se niegan a asumir. Quieren el beneficio, pero no la responsabilidad por lo que ocurra en ella. Lo mismo se pretendía con los estadios. Los clubes son responsables de lo que ocurra, por eso deben vigilar, evitar que entren botellas, bengalas, armas... todo aquello que es peligroso para la seguridad.
El argumento del Chelsea de que no desea esos valores —el racismo— para su club es correcto. Ha habido deportes que han sabido defenderse de este tipo de comportamientos, sancionando a los mismos jugadores si lo provocaban o a los seguidores que lo sostenían. Por eso, la denuncia y el aislamiento de los racistas es esencial dentro de los grupos, desde los clubes a las peñas y público en los estadios.


La necesidad de la promoción viral hace más complicado el boicot a las grandes compañías. Pero si mañana los jugadores de las ligas más importantes cerraran sus cuentas oficiales hasta que haya algún tipo de acción contra el racismo, puede que hubiera alguna reacción.
Con todo ello, hay que romper esa extraña creencia según la cual todo es posible en un estadio. Allí se van a desahogar los peores instintos, racistas y criminales. No tiene gracia gritar "¡mátalo!" o insultar. Es más penoso cuando vemos que existe una preparación que lleva su inversión en tiempo para realizar pancartas o disfraces. Hay que romper esa creencia que el comprar una entrada te da derecho a todo.
De nuevo: no es un problema deportivo, sino social. Es una manifestación allí donde se piensa que existe el anonimato y la impunidad para actitudes agresivas y denigrantes hacia las personas. Muchos jugadores han manifestado su hartazgo. El hecho de que sea su profesión salir a un estadio a jugar no quiere decir que tengan obligación de aguantarlo. No solo en el deporte, sino en cualquier tipo de manifestación en la vida.


Siempre se dijo que el deporte era una escuela de valores. Hace mucho tiempo que dejó de serlo. Hay que cortarlo de raíz porque es ingenuo pensar que el que es violento y racista en un estadio o en las redes sociales, solo lo es ahí. Donde se sienta más seguro lo sacará a relucir. 
Y un agravante: hoy el racismo y la xenofobia buscan prosélitos, expandirse camuflados de patriotas. El racismo no es patriótico. No se quiere más al país propio por insultar, despreciar o agredir a los demás.
Hay que estar vigilantes, aquí y en todas partes, para poder cortar lo que parece que crece en demasiadas partes. Ya no se puede permitir el juego de los medios del enfrentamiento o las campañas contra jugadores. 
No se puede ser cómplice. Hay que combatirlo por los medios al alcance de cada uno. Estamos haciendo una sociedad en la que la violencia tiene cada vez más canales... y eso es peligroso. Nos olvidamos de los peligros pasados. Lo malo no muere nunca, solo hiberna. 




* "Chelsea bans six fans, one for life, for racist abuse of Raheem Sterling" CNN 30/07/2019 https://edition.cnn.com/2019/07/30/football/chelsea-issue-bans-fans-racist-abuse-raheem-sterling-spt-intl/index.html
* "Racist abuse: footballers should boycott social media, says Phil Neville" BBC 20/08/2019 https://www.bbc.com/sport/football/49414023


2006



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