domingo, 11 de agosto de 2019

El gigante enfermo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Reproducíamos ayer la imagen del titular del artículo de la CNN: "El mundo se pregunta qué le ha ocurrido a América", firmado por Nick Paton Walsh. Citábamos la carta publicada por un alto funcionario de Exteriores que había presentado su renuncia, harto —decía—, de ver pisoteados los ideales por los que se había dedicado al servicio público y harto, de nuevo, de tener que dar explicaciones en el exterior sobre lo que estaba pasando en los Estados Unidos, una pregunta casi universal.
Desde hace unas décadas uno de los temas favoritos de aquellos que se dedican a la especulación sobre el futuro es la "decadencia del imperio americano". Sobre ella se han escrito cientos de libros y artículos dando por sentado que los Estados Unidos habían llegado a su punto más elevado y que ahora se enfrentaban al ascenso de Asia, para algunos la emergencia de un nuevo espacio socioeconómico y político, Eurasia, que el eje del Pacífico, USA, Japón y Corea del Sur, sería sustituido por un nuevo espacio, como había sido con anterioridad a que Europa de volcara en la colonización de América. Es la realidad, propuesta por China, de la "nueva Ruta de la Seda" o "Una Franja y una Ruta" en marcha y que se enfrenta al recelo de países europeos y, sobre todo, de los Estados Unidos. Esto se ha entendido como una pérdida de influencia de los Estados Unidos. La respuesta norteamericana a la tentación asiática de sus socios japoneses y coreanos ha sido aumentar las tensiones con China e intensificar el conflicto con Corea del Norte. Es su forma de evitar que se le escapen los clientes.


La política hacia los países por debajo del Río Grande la estamos viendo desde la llegada a la Casa Blanca de Trump. Una cosa es regular, mejor o peor, la inmigración y otra el insulto y el desprecio a medio continente. Es lo que Trump ha hecho. Ha criminalizado a millones de personas. No lo ha hecho solo por querer estar en los Estados Unidos, donde muchos llevan décadas, con hijos nacidos allí. Los ha llamado "agujeros de mierda", algo que difícilmente se le hubiera "tolerado" a alguien que no fuera el presidente de los Estados Unidos. La renuncia del funcionario de Exteriores es el ejemplo de no poder asumir más lo que "el mundo se pregunta" sobre América.
Al resto del mundo no les ha ido mucho mejor, con la excepción de los dictadores, que han visto que lo que antes se les recriminaba ahora se les aplaude. ¡Tremenda perversión política la de los Estados Unidos de Trump! 
Son los propios norteamericanos los que empiezan a estar preocupados por lo que desde fuera preocupa a medio mundo. Es poco inteligente no preocuparse por el estado de la primera potencia mundial, físico y anímico. Padecemos sus decisiones económicas y muchos países algo peor, como ocurre con Oriente Medio, sublevado ante lo que pomposamente se ha llamado el "acuerdo del siglo", cuyas consecuencias están por verse si siguen adelante.
Más de medio mundo se encuentra afectado, de una forma u otra, por las políticas erráticas, agresivas y despectivas de Trump. La preocupación, cuando la legislatura avanza hacia su recta final, es que los demócratas no sean capaces de encontrar un candidato dispuesto a disputarle la Casa Blanca en condiciones. Trump hará lo posible por arruinarles la fiesta. Y "lo posible", en el caso de Trump, es mucho. Baste con recordar los efectos de la trama rusa, Cambridge Analytica, etc. Con gobiernos interesado en que Trump siga (para bien propio o desgracia ajena), las próximas elecciones van a ser de infarto.


Con todo, son dos aspectos que se han unido los que más llaman la atención: el aumento de la violencia y el control de la armas, por un lado, y la problematización de la inmigración. Respecto a la primera, el editorial de ayer de The Washington Post, titulado "Mass shootings are becoming routine. It doesn’t have to be this way", señalaba:

The United States faces a grave threat to public safety. The Post reports that mass shootings took place roughly twice a year between 1966 and the massacre at Columbine High School in Littleton, Colo., in 1999. Between Columbine and the slaughter at a predominantly African American church in Charleston, S.C., in June 2015, the pace was roughly five times a year. Since the white-supremacist attack in Charleston, there’s been one almost every six weeks. And these data reflect a restrictive definition of mass shootings: those that claimed at least four lives, not including perpetrators, in public places or large private gatherings. GunViolenceArchive.org’s broader definition, which encompasses a wider-range of multiple-victim shootings, fatal and nonfatal — including those tied to such crimes as robbery and domestic abuse — produces 254 just this year, through last Wednesday.*


Los datos son peores hacia el futuro, pues el gigantesco negocio de las armas ha tomado parte en la vida política norteamericana de forma inusitada. La poderosa Asociación nacional del Rifle tiene en nómina a toda una serie de políticos que son quienes la sostienen políticamente para evitar que sea regulada. Jamás se ha visto un país envuelto en una forma suicida de autoconsumo de la violencia. Cuando el negocio exterior decae, el negocio se tiene que desarrollar en el interior. Fuera el sector de las armas promueve la compra allí donde se ha sembrado la intranquilidad creando conflictos. Esa es la tarea de Donald Trump con la política exterior. Trump crea inseguridad; los vendedores de armas le sacan partido. Recordemos el enfado de Trump y los suyos cuando, tras las presiones a Europa, esta decidió tener su propio ejército y fabricar sus propias armas. La administración norteamericana se encolerizó ante la perspectiva de no participar en el negocio armamentístico. Las ventas multimillonarias de armas en Oriente Medio aseguran dos cosas: a) que nunca cesarán los conflictos; y b) que los tiranos están más seguros al comprarles las armas a los estados Unidos. Recordemos el enfado norteamericano cuando Recep Tayyip, Erdogan, con quien mantiene un conflicto de egos, decide comprar material militar a Rusia y no a los Estados Unidos. Otros juegan a dos bandas, como Egipto, cuyo ejército está financiado por los Estados Unidos, pero también compra armamento a los rusos, que le están comiendo mercado.


Con esta perspectiva, no es ya la seguridad nacional norteamericana la que debe preocupar, sino la de todo el mundo, en manos de una persona que no tiene reparos para los negocios en vender cada vez más armas.
Los estados Unidos dieron su salto como superpotencia tras participar en dos guerras mundiales, tomando posiciones y aumentando su maquinaria productiva. Las guerras son un buen negocio y que se acaben una triste perspectiva para las ventas. Históricamente no se puede negar este vínculo, de la misma forma que fue la competencia con la Unión Soviética la que produjo la carrera armamentística hasta que se firmaron los acuerdos para evitar la proliferación de armas nucleares. Hace unos días se ha renunciado a los efectos de control de armas nucleares. Rusia, China, Irán, etc. se verán de nuevo inmersos en una guerra que enriquece a los Estados Unidos pero empobrece a los demás, que no disponen de recursos suficientes en esa competencia. En este sentido, evitar el desarrollo de China se ha convertido en una obsesión estratégica. Es la única que tiene recursos suficientes como para sostener el desafío armamentístico y estratégico, de ahí el boicoteo sistemático, de ahí el intento de evitar que China mantenga alianzas tanto en Asia como en Europa, África y América Latina. Sin embargo, los tiene y muchos de ellos gracias a la beligerante política norteamericana.
Pero donde más se percibe la enfermedad de la codicia y de la indiferencia salvaje es en la extensión de las armas, cada vez más sofisticadas, en el país.
Las matanzas son el resultado de la carrera armamentística interior que lleva a la proliferación y mejora de las armas. No se trata ya del "derecho a defenderse", sino de la potencia necesaria para ello. Las armas empleadas en las matanzas son de una sofisticación enfermiza, de una obsesión que acaba cumpliéndose. Muchos norteamericanos dicen descargar su estrés con las armas. Otros, cada vez, más descargan su ira. Esta se ha ido fomentando a través de los discursos políticos o de las ficciones, los video juegos, etc., que ha creado una mente a la defensiva que en muchos casos estalla. El asesino de El Paso es el mejor ejemplo. Tenía solo 21 años, pero ya vivía la vida con un sentido de peligro, con temor a ser invadido. Tras las matanzas, se han multiplicado de nuevo las ventas. Es el miedo la base del negocio. No hay escrúpulos.
El segundo elemento es el trato dado a la inmigración, una de las bases de la riqueza de los Estados Unidos. La violencia personal, de los asesinos o de los racistas, o la institucional ha ido en aumento. La CNN recoge la indignada carta de Raul A. Reyes, un fiscal de origen hispano, señalando el despilfarro económico, juciail y laboral de lo ocurrido en Mississippi, con la detención de cerca de 800 inmigrantes, muchos de los cuales llevaban décadas con sus familias en los Estados Unidos. Muestra su indignación por la falta de sensibilidad que supuso hacer que le trajeran a un bebé que había quedado huérfano en la matanza. 



La foto es un auténtico despropósito: Trump hace el gesto de elevar su pulgar mientras Melania lo sostiene. Ambos sonríen.  Cuando el niño crezca, alguien tendrá que explicarle el sentido de la fotografía y porqué fue usado de esta forma por la persona a la que muchos responsabilizan de la violencia que acabó con la vida de su padre. Manipulación constante, desvergüenza total.
Mientras tanto, en Mississippi, son otros hijos los que son separados de los padres, los trabajadores de las industrias alimentarias. Este aspecto hace estallar a Reyes y va al centro de la segunda cuestión:

There is profound hypocrisy here, as the Trump Organization has a history of using illegal labor. In 1998, the company settled a class-action lawsuit brought by undocumented workers who alleged that they had worked on Trump Tower and were not properly paid. The Washington Post has reported on undocumented immigrants working at The Trump National Golf Club and undocumented workers at a Trump-owned construction company. The New York Times has published the stories of undocumented workers toiling at Trump's properties in Florida, Pennsylvania, and New York. In response, the president said, "Probably every club in the United States has that (undocumented workers) because it seems to be, from what I understand, a way that people did business." If that is simply "the way that people did business," it would make sense to move towards legalizing these workers, instead of targeting them for removal with military-style raids.
True, immigration laws need to be enforced. Yet the problem is that they are enforced selectively. Mike Hurst, the US attorney for the Southern District of Mississippi said, "To those who use illegal aliens for a competitive advantage or to make a quick buck, we have something to say to you: If we find you have violated federal criminal law, we are coming for you." Really? Recent history says otherwise. Even as the Trump administration has aggressively gone after undocumented workers and migrants, it has not prioritized punishing those who hire them. In the 12 months ending in March, only 11 employers faced criminal prosecutions for hiring undocumented workers. Of those 11, just three served prison time.**



Reyes habla directamente de "hipocresía". La respuesta de Trump es la misma que antes las armas (o ante el cambio climático, como respondió Mike Pompeo, secretario de Estado): son los negocios. En efecto, hay una profunda hipocresía en una riqueza que se ha hecho precisamente en el abuso sobre muchos inmigrantes, pagándoles sueldos inferiores en muchos casos y trabajando sin poder tener derecho a nada dada su condición.  La riqueza de Trump y su familia, proviene de esa competencia desleal que ahora se usa como amenaza y que, como bien señala el fiscal, tendrá una actuación selectiva. ¿Va a ir alguien a verificar si los empleados de los negocios de Trump están legalmente en los Estados Unidos?
La hipocresía es mayor cuando los propios estados Unidos critican a otros países su prácticas desleales con los abusos o los bajos sueldos de los trabajadores cuando precisamente es eso lo que han ido buscando: bajos sueldos, saltarse las normas de control medioambiental, laborales restrictivas de sus propios países, etc.


Es de nuevo la codicia la que está en la base. No hay ningún motivo humanitario en el trato de los trabajadores. Es simplemente la forma americana de hacer negocios. Una parte importante de la economía se ha mantenido política y económicamente en ese espacio de la irregularidad migratoria. Ese ha sido una de las bazas con las que se ha contado para hacer esos negocios.
Ya no es solo el mundo el que se pregunta desde fuera "qué ocurre en América". Lo que ocurre se ve con claridad, otra cosa es que en ese estado social en el que se encuentra sea capaz de resolver sus problemas que van más allá de la economía. Cuando la gente es capaz de hacer negocios con el sufrimiento, cuando hay desprecio hacia los demás, cuando se vive entre el miedo y la ira, es el momento de reflexionar sobre por qué se ha llegado a ese punto.
Muchos lo están haciendo desde periódicos, televisiones, películas, novelas, etc. intentando traducir a sus lenguajes la América en la que viven y perciben con dolor. Tienen mucho camino por delante.
Muchos de los síntomas que se ven en los Estados Unidos están empezando a contagiarse a otros países. Que lo que vemos sirva de advertencia. No se puede hacer del odio, dentro o fuera, el motor de un país, pues este acaba reduciéndose a una retórica patriótica hueca rebosante de hipocresía, como se señalaba en ambos escritos.  Algunos necesitan de enemigos para sentirse poderosos. Suelen acabar mal.
El gigante está enfermo. Es el diagnóstico que llega de dentro y fuera. Un sentido equivocado de la grandeza es la peor enfermedad. Es la que impide ver los errores propios o, peor, considerarlos virtudes.



* "Mass shootings are becoming routine. It doesn’t have to be this way" The Washington Post 9/08/2019 https://www.washingtonpost.com/opinions/mass-shootings-are-becoming-routine-it-doesnt-have-to-be-this-way/2019/08/09/85f70cf8-b9fb-11e9-b3b4-2bb69e8c4e39_story.html
** Raul A. Reyes "Trump's cruelty never stops" CNN 9/08/2019 https://edition.cnn.com/2019/08/09/opinions/trump-mississippi-raids-el-paso-visit-reyes/index.html




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