Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Reproducíamos
ayer la imagen del titular del artículo de la CNN: "El mundo se pregunta
qué le ha ocurrido a América", firmado por Nick Paton Walsh. Citábamos la
carta publicada por un alto funcionario de Exteriores que había presentado su
renuncia, harto —decía—, de ver pisoteados los ideales por los que se había
dedicado al servicio público y harto, de nuevo, de tener que dar explicaciones
en el exterior sobre lo que estaba pasando en los Estados Unidos, una pregunta casi
universal.
Desde
hace unas décadas uno de los temas favoritos de aquellos que se dedican a la
especulación sobre el futuro es la "decadencia del imperio
americano". Sobre ella se han escrito cientos de libros y artículos dando
por sentado que los Estados Unidos habían llegado a su punto más elevado y que
ahora se enfrentaban al ascenso de Asia, para algunos la emergencia de un nuevo
espacio socioeconómico y político, Eurasia, que el eje del Pacífico, USA, Japón
y Corea del Sur, sería sustituido por un nuevo espacio, como había sido con
anterioridad a que Europa de volcara en la colonización de América. Es la
realidad, propuesta por China, de la "nueva Ruta de la Seda" o
"Una Franja y una Ruta" en marcha y que se enfrenta al recelo de
países europeos y, sobre todo, de los Estados Unidos. Esto se ha entendido como
una pérdida de influencia de los Estados Unidos. La respuesta norteamericana a
la tentación asiática de sus socios japoneses y coreanos ha sido aumentar las
tensiones con China e intensificar el conflicto con Corea del Norte. Es su
forma de evitar que se le escapen los clientes.
La
política hacia los países por debajo del Río Grande la estamos viendo desde la
llegada a la Casa Blanca de Trump. Una cosa es regular, mejor o peor, la inmigración
y otra el insulto y el desprecio a medio continente. Es lo que Trump ha hecho.
Ha criminalizado a millones de personas. No lo ha hecho solo por querer estar
en los Estados Unidos, donde muchos llevan décadas, con hijos nacidos allí. Los
ha llamado "agujeros de mierda", algo que difícilmente se le hubiera "tolerado"
a alguien que no fuera el presidente de los Estados Unidos. La renuncia del funcionario
de Exteriores es el ejemplo de no poder asumir más lo que "el mundo se
pregunta" sobre América.
Al
resto del mundo no les ha ido mucho mejor, con la excepción de los dictadores,
que han visto que lo que antes se les recriminaba ahora se les aplaude.
¡Tremenda perversión política la de los Estados Unidos de Trump!
Son los
propios norteamericanos los que empiezan a estar preocupados por lo que desde
fuera preocupa a medio mundo. Es poco inteligente no preocuparse por el estado
de la primera potencia mundial, físico y anímico. Padecemos sus decisiones
económicas y muchos países algo peor, como ocurre con Oriente Medio, sublevado
ante lo que pomposamente se ha llamado el "acuerdo del siglo", cuyas
consecuencias están por verse si siguen adelante.
Más de
medio mundo se encuentra afectado, de una forma u otra, por las políticas
erráticas, agresivas y despectivas de Trump. La preocupación, cuando la
legislatura avanza hacia su recta final, es que los demócratas no sean capaces
de encontrar un candidato dispuesto a disputarle la Casa Blanca en condiciones.
Trump hará lo posible por arruinarles la fiesta. Y "lo posible", en
el caso de Trump, es mucho. Baste con recordar los efectos de la trama rusa, Cambridge
Analytica, etc. Con gobiernos interesado en que Trump siga (para bien propio o
desgracia ajena), las próximas elecciones van a ser de infarto.
Con
todo, son dos aspectos que se han unido los que más llaman la atención: el
aumento de la violencia y el control de la armas, por un lado, y la problematización
de la inmigración. Respecto
a la primera, el editorial de ayer de The Washington Post, titulado "Mass
shootings are becoming routine. It doesn’t have to be this way", señalaba:
The United States faces a grave threat to
public safety. The Post reports that mass shootings took place roughly twice a
year between 1966 and the massacre at Columbine High School in Littleton,
Colo., in 1999. Between Columbine and the slaughter at a predominantly African
American church in Charleston, S.C., in June 2015, the pace was roughly five
times a year. Since the white-supremacist attack in Charleston, there’s been
one almost every six weeks. And these data reflect a restrictive definition of
mass shootings: those that claimed at least four lives, not including
perpetrators, in public places or large private gatherings.
GunViolenceArchive.org’s broader definition, which encompasses a wider-range of
multiple-victim shootings, fatal and nonfatal — including those tied to such
crimes as robbery and domestic abuse — produces 254 just this year, through
last Wednesday.*
Los datos son peores hacia el futuro, pues el gigantesco
negocio de las armas ha tomado parte en la vida política norteamericana de
forma inusitada. La poderosa Asociación nacional del Rifle tiene en nómina a
toda una serie de políticos que son quienes la sostienen políticamente para
evitar que sea regulada. Jamás se ha visto un país envuelto en una forma suicida
de autoconsumo de la violencia. Cuando el negocio exterior decae, el negocio se
tiene que desarrollar en el interior. Fuera el sector de las armas promueve la
compra allí donde se ha sembrado la intranquilidad creando conflictos. Esa es
la tarea de Donald Trump con la política exterior. Trump crea inseguridad; los
vendedores de armas le sacan partido. Recordemos el enfado de Trump y los suyos
cuando, tras las presiones a Europa, esta decidió tener su propio ejército y
fabricar sus propias armas. La administración norteamericana se encolerizó ante
la perspectiva de no participar en el negocio armamentístico. Las ventas
multimillonarias de armas en Oriente Medio aseguran dos cosas: a) que nunca
cesarán los conflictos; y b) que los tiranos están más seguros al comprarles
las armas a los estados Unidos. Recordemos el enfado norteamericano cuando Recep
Tayyip, Erdogan, con quien mantiene un conflicto de egos, decide comprar
material militar a Rusia y no a los Estados Unidos. Otros juegan a dos bandas,
como Egipto, cuyo ejército está financiado por los Estados Unidos, pero también
compra armamento a los rusos, que le están comiendo mercado.
Con esta perspectiva, no es ya la seguridad nacional
norteamericana la que debe preocupar, sino la de todo el mundo, en manos de una
persona que no tiene reparos para los negocios en vender cada vez más armas.
Los estados Unidos dieron su salto como superpotencia tras
participar en dos guerras mundiales, tomando posiciones y aumentando su
maquinaria productiva. Las guerras son un buen negocio y que se acaben una
triste perspectiva para las ventas. Históricamente no se puede negar este
vínculo, de la misma forma que fue la competencia con la Unión Soviética la que
produjo la carrera armamentística hasta que se firmaron los acuerdos para
evitar la proliferación de armas nucleares. Hace unos días se ha renunciado a los
efectos de control de armas nucleares. Rusia, China, Irán, etc. se verán de
nuevo inmersos en una guerra que enriquece a los Estados Unidos pero empobrece
a los demás, que no disponen de recursos suficientes en esa competencia. En
este sentido, evitar el desarrollo de China se ha convertido en una obsesión
estratégica. Es la única que tiene recursos suficientes como para sostener el
desafío armamentístico y estratégico, de ahí el boicoteo sistemático, de ahí el
intento de evitar que China mantenga alianzas tanto en Asia como en Europa,
África y América Latina. Sin embargo, los tiene y muchos de ellos gracias a la
beligerante política norteamericana.
Pero donde más se percibe la enfermedad de la codicia y de
la indiferencia salvaje es en la extensión de las armas, cada vez más
sofisticadas, en el país.
Las matanzas son el resultado de la carrera armamentística
interior que lleva a la proliferación y mejora de las armas. No se trata ya del
"derecho a defenderse", sino de la potencia necesaria para ello. Las
armas empleadas en las matanzas son de una sofisticación enfermiza, de una
obsesión que acaba cumpliéndose. Muchos norteamericanos dicen descargar su
estrés con las armas. Otros, cada vez, más descargan su ira. Esta se ha ido
fomentando a través de los discursos políticos o de las ficciones, los video
juegos, etc., que ha creado una mente a la defensiva que en muchos casos
estalla. El asesino de El Paso es el mejor ejemplo. Tenía solo 21 años, pero ya
vivía la vida con un sentido de peligro, con temor a ser invadido. Tras las
matanzas, se han multiplicado de nuevo las ventas. Es el miedo la base del
negocio. No hay escrúpulos.
El segundo elemento es el trato dado a la inmigración, una de
las bases de la riqueza de los Estados Unidos. La violencia personal, de los
asesinos o de los racistas, o la institucional ha ido en aumento. La CNN recoge
la indignada carta de Raul A. Reyes, un fiscal de origen hispano, señalando el
despilfarro económico, juciail y laboral de lo ocurrido en Mississippi, con la
detención de cerca de 800 inmigrantes, muchos de los cuales llevaban décadas
con sus familias en los Estados Unidos. Muestra su indignación por la falta de
sensibilidad que supuso hacer que le trajeran a un bebé que había quedado
huérfano en la matanza.
La foto es un auténtico despropósito: Trump hace el
gesto de elevar su pulgar mientras Melania lo sostiene. Ambos sonríen. Cuando el niño crezca, alguien tendrá que explicarle el sentido de la fotografía y porqué fue usado de esta forma por la persona a la que muchos responsabilizan de la violencia que acabó con la vida de su padre. Manipulación constante, desvergüenza total.
Mientras
tanto, en Mississippi, son otros hijos los que son separados de los padres, los
trabajadores de las industrias alimentarias. Este aspecto hace estallar a Reyes
y va al centro de la segunda cuestión:
There is profound hypocrisy here, as the Trump
Organization has a history of using illegal labor. In 1998, the company settled
a class-action lawsuit brought by undocumented workers who alleged that they
had worked on Trump Tower and were not properly paid. The Washington Post has
reported on undocumented immigrants working at The Trump National Golf Club and
undocumented workers at a Trump-owned construction company. The New York Times
has published the stories of undocumented workers toiling at Trump's properties
in Florida, Pennsylvania, and New York. In response, the president said,
"Probably every club in the United States has that (undocumented workers)
because it seems to be, from what I understand, a way that people did
business." If that is simply "the way that people did business,"
it would make sense to move towards legalizing these workers, instead of
targeting them for removal with military-style raids.
True, immigration laws need to be enforced. Yet
the problem is that they are enforced selectively. Mike Hurst, the US attorney
for the Southern District of Mississippi said, "To those who use illegal
aliens for a competitive advantage or to make a quick buck, we have something
to say to you: If we find you have violated federal criminal law, we are coming
for you." Really? Recent history says otherwise. Even as the Trump
administration has aggressively gone after undocumented workers and migrants,
it has not prioritized punishing those who hire them. In the 12 months ending
in March, only 11 employers faced criminal prosecutions for hiring undocumented
workers. Of those 11, just three served prison time.**
Reyes habla directamente de "hipocresía". La respuesta de Trump
es la misma que antes las armas (o ante el cambio climático, como respondió
Mike Pompeo, secretario de Estado): son los negocios. En efecto, hay una
profunda hipocresía en una riqueza que se ha hecho precisamente en el abuso
sobre muchos inmigrantes, pagándoles sueldos inferiores en muchos casos y
trabajando sin poder tener derecho a nada dada su condición. La riqueza de Trump y su familia, proviene de
esa competencia desleal que ahora se usa como amenaza y que, como bien señala
el fiscal, tendrá una actuación selectiva. ¿Va a ir alguien a verificar si los
empleados de los negocios de Trump están legalmente en los Estados Unidos?
La hipocresía es mayor cuando los propios estados Unidos critican
a otros países su prácticas desleales con los abusos o los bajos sueldos de los
trabajadores cuando precisamente es eso lo que han ido buscando: bajos sueldos,
saltarse las normas de control medioambiental, laborales restrictivas de sus
propios países, etc.
Es de nuevo la codicia la que está en la base. No hay ningún
motivo humanitario en el trato de los trabajadores. Es simplemente la forma
americana de hacer negocios. Una parte importante de la economía se ha
mantenido política y económicamente en ese espacio de la irregularidad
migratoria. Ese ha sido una de las bazas con las que se ha contado para hacer
esos negocios.
Ya no es solo el mundo el que se pregunta desde fuera "qué
ocurre en América". Lo que ocurre se ve con claridad, otra cosa es que en
ese estado social en el que se encuentra sea capaz de resolver sus problemas
que van más allá de la economía. Cuando la gente es capaz de hacer negocios con
el sufrimiento, cuando hay desprecio hacia los demás, cuando se vive entre el
miedo y la ira, es el momento de reflexionar sobre por qué se ha llegado a ese
punto.
Muchos lo están haciendo desde periódicos, televisiones, películas,
novelas, etc. intentando traducir a sus lenguajes la América en la que viven y
perciben con dolor. Tienen mucho camino por delante.
Muchos de los síntomas que se ven en los Estados Unidos
están empezando a contagiarse a otros países. Que lo que vemos sirva de
advertencia. No se puede hacer del odio, dentro o fuera, el motor de un país,
pues este acaba reduciéndose a una retórica patriótica hueca rebosante de
hipocresía, como se señalaba en ambos escritos. Algunos necesitan de enemigos para sentirse poderosos. Suelen acabar mal.
El gigante está enfermo. Es el diagnóstico que llega de dentro y fuera. Un sentido equivocado de la grandeza es la peor enfermedad. Es la que impide ver los errores propios o, peor, considerarlos virtudes.
*
"Mass shootings are becoming routine. It doesn’t have to be this way"
The Washington Post 9/08/2019 https://www.washingtonpost.com/opinions/mass-shootings-are-becoming-routine-it-doesnt-have-to-be-this-way/2019/08/09/85f70cf8-b9fb-11e9-b3b4-2bb69e8c4e39_story.html
** Raul A.
Reyes "Trump's cruelty never stops" CNN 9/08/2019
https://edition.cnn.com/2019/08/09/opinions/trump-mississippi-raids-el-paso-visit-reyes/index.html
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