miércoles, 7 de agosto de 2019

La visita inoportuna

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Donald Trump tiene previsto ir a El Paso. Tras el clamor de los ataques a sus mensajes ambiguos o de sus silencios cómplices, Trump no puede eludir la responsabilidad por lo que ha dicho y callado, hecho y dejado de hacer. Es el presidente de los Estados Unidos, de todos los norteamericanos, incluso de los que insulta y desprecia. Pero Trump ha preferido protagonizar su propia película.
Desde todos los sectores, de la política a la cultura, del deporte a los ciudadanos de a pie, las voces se levantan indignadas con una pregunta: ¿qué vas a hacer? Las matanzas anteriores no tenía un programa tan diseñado: el asesino condujo nuevo horas para ir a matar hispanos, los invasores. Fue a la ciudad por donde llegan cada día y trató de eliminar todos los que pudo; dejó un manifiesto describiendo los motivos, entre los que destaca evitar que se convierta en un "bastión demócrata". Los demócratas son llamados desde la cadena Fox News como "socialistas" o "izquierdistas". Son la doble amenaza para América: raza e ideología. El apocalipsis.
Quien no ha podido mantener más el silencio ha sido Barack Obama. Ha roto una norma que Trump, sin embargo, no ha mantenido nunca. Esta vez Obama ha tenido que hablar condenado sin paliativos lo sucedido y señalando el peligro de dividir a los norteamericanos.


En la CNN,  Zachary B. Wolf plantea: «It is a strange fact of unfolding American history that the country's first black President should be followed in office by a President who has openly said racist things.»* Hemos tratado esta cuestión en diversas ocasiones desde la llegada al poder de Trump. Nuestra idea es que es precisamente la reacción ante la elección de Obama lo que impulsa la llegada de un personaje como Donald Trump, que capitaliza el resentimiento racista contenido durante los ochos años. Nada une más que un gran desastre y así fue cómo percibieron los supremacistas blancos la aparición de Obama. La perspectiva de ser sucedido por una mujer, Hillary Clinton, acabó de desatar el pánico republicano.
El odio hacia Obama no es por lo que hizo, sino por lo que era. Solo la ceguera de la corrección norteamericana se negó a pensar en términos de una involución ideológica basada en el revanchismo contra la ocupación de la Casa Blanca por un afronorteamericano.


De hecho, muchos norteamericanos han tardado en asimilar que el racismo de Trump. Otros, en cambio, lo detectaron inmediatamente y apostaron por él. Trump jugó con la ambigüedad de la contestación a Obama: ¿a quién o qué atacaba Trump? Como otros manipuladores natos, Trump usaba de ambos conceptos según los casos. Se trataba de mandar un doble mensaje en un solo paquete. A lo largo de la campaña electoral, durante el periodo de transmisión de poderes, y tras la llegada a la Casa Blanca, Trump fue aumentando la intensidad su programa anti-Obama. Durante mucho tiempo, su política parecía limitarse a ser la contraria a lo que Obama hubiera hecho. No hacía falta tener un programa; solo una retórica. Y funcionó. Los tuits nocturnos y las giras de fin de semana con sus seguidores son los momentos en los que Trump permite compensar las frustraciones de muchos y las ilusiones de otros.
No, no es un "hecho extraño", como plantea en la CNN Zachary B. Wolf. es una respuesta pendular que llevó allí donde se podía a movilizar un voto al que se le había insinuado que América estaba en peligro, que los peligrosos izquierdistas, que los invasores desde el otro lado de la frontera sur, etc. estaban conspirando para acabar con la tierra prometida.


Raza y tierra, unidas por la religión, crean el peligroso mito norteamericano de la tierra prometida... a los blancos cristianos. No estamos hablando del siglo XIX, sino del presente. La CNN y otros medios abren hoy sus páginas con unas fotos estremecedoras, la de dos agentes de Policía, montados en sus caballos, llevando a un detenido afroamericano atado con una cuerda, paseándolo por las calles camino de la comisaría. Ha ocurrido en Galveston, Texas. La indignación causada por la publicación de las fotos ha sido grande. Y la falta de sentido común ("pobre juicio") de los agentes ha sido reconocida por el propio jefe de Policía de Galveston, que ha pedido disculpas, señalando que sus agentes deberían haber esperado un medio de trasporte menos humillante.
El hecho llega tras lo ocurrido en El Paso y con una sensibilidad enorme hacia las cuestiones de racismo:

"When they drag Donald Neely down the road by horses and rope, it was like they (were) dragging our entire community down the road," [Benjamin] Crump [abogado de derechos civiles] said.
"This is not 1819. This is 2019. And that image projected back to 1819, as if those were the fugitive slave hunters, and that Donald Neely was a slave being ... with horse and rope brought down the street," Crump said.
Neely family attorney, Melissa Morris, echoed Crump's criticism.
"This is the behavior in 2019 that we have to deal with. Unfortunately, these police officers lacked the judgment, and the fitness to decide that this imagery that comes from the way that they handled Mr. Neely is painful, and that it just ... just dredges up all of these painful memories of the past."


La falta de criterio para el traslado del detenido, un sin hogar con trastorno bipolar, buscado por su familia es obvia. Las imágenes se quedan prendidas en la mente y se asocian con otras imágenes.
Trump quiere ir a El Paso y Dayton, pese a que muchos lo consideran mala idea. Puede ocurrir cualquier cosa. El alcalde de Dayton es demócrata y ya ha dicho que si sus conciudadanos quieres manifestarse en contra, que lo hagan. El de El Paso es republicano, pero está en desacuerdo con la forma en que el presidente ha estado apuntando a su ciudad en comentarios previos, definiéndolo como un nido de violencia.
Todos critican al presidente que haya centrado el problema de la violencia en la salud mental de los atacantes o en los efectos de los videojuegos. Es un ejercicio enorme de cinismo.
Si visita las dos ciudades, habrá que ver lo que allí ocurre. Puede que la estrategia de Trump de darle la vuelta a las cosas no le funcione bien. Ya no es fácil jugar con las palabras tras las campañas racistas contra las congresistas o contra el representante demócrata de Dallas, Beto O'Rurke, que es de esa zona, y ha responsabilizado a Trump desde el principio por lo ocurrido.
Esta vez el juego de las insinuaciones, de las acusaciones genéricas contra ciudades, personas, pueblos enteros, países, etc. no le van a valer de mucho. Las ciudades le van a estar esperando. Pueden ser un clamor contra su política o, una vez más, lograr dividir al país por la mitad.


Las fuerzas que ampararon a Trump para llevarlo a la presidencia lo tienen cada vez más complicado para la reelección en 2020. El presidente ha llevado el debate a espacios demasiado complicados como para que pueda salir airoso de esta confrontación. Como hemos dicho en otras ocasiones, Trump ha llevado la vida norteamericana a un extremo que será difícil recuperar. Los republicanos, además, han elegido la huida hacia adelante. Muchos se bajan del barco, pero otros han decidido estrellarlo contra los arrecifes. Van a por tl todo o nada. Pero ¿somos conscientes de lo que sería para el futuro de los Estados Unidos la reelección de Trump, el respaldo de su persona y actos en las urnas? Antes podía haber la excusa de que no se sabía lo que traería. Ahora ya no es posible. La división sería absoluta.
En estos momentos, Dondald Trump debería estar llegando a Dayton, la primera escala de la visita inoportuna.



*  Zachary B. Wolf "Obama takes on hate and Trump takes on Obama" CNN 6/08/2019 https://edition.cnn.com/2019/08/06/politics/obama-trump-racism-guns/index.html
** "Texas police department apologizes after photos emerge of officers on horseback leading a handcuffed black man" CNN 7/08/2019 https://edition.cnn.com/2019/08/07/us/galveston-police-officers-arrest/index.html

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