Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Lo que
dijimos ayer sobre la responsabilidad de Trump en lo ocurrido en El Paso es lo
mismo que piensa una mayoría de los políticos demócratas que se han manifestado
y una gran mayoría de los norteamericanos, muchos de los cuales han salido a la
calle a denunciarlo. No se puede fumar cerca del polvorín y es lo que Trump
hace cada día. Lanza colillas encendidas al monte reseco de la sociedad
norteamericana. Luego intenta taparlo, pero su historial previo no permite
demasiados movimientos de ocultación.
De
nuevo Trump sigue siendo único, casi siempre en lo peor.
El
manifiesto del asesino no ha dejado lugar a dudas, como veíamos ayer. La simple
mención al "bastión de los demócratas", destino que esperaba a la
ultraconservadora Texas por la "invasión" hispana, ya trasladaba la
acción criminal al plano plenamente político, pues es una clara alusión a la
próxima campaña electoral.
Trump
no solo ha criminalizado a los hispanos, sino que por asociación ha convertido
a los "demócratas", en un complejo movimiento retórico, en sus
cómplices. En cierto sentido, el asesino actuaba como corrector electoral.
En
estos días se están recuperando en algunos canales televisivos documentales sobre
el movimiento de los derechos civiles en los años 60. En especial, muchos de
ellos muestran los obstáculos para que los ciudadanos afroamericanos pudieran registrarse
en sus ciudades y poder tener acceso al voto. Lo que estamos viendo en los
actuales Estado Unidos de Trump se acerca bastante a esa situación y, a lo que
es peor, a aquella mentalidad que se creía enterrada.
Sin
embargo, no es así. Ha bastado la llegada de Donald Trump a la presidencia para
que todo esto se reviva, para que se criminalice por el origen o la lengua. Trump
pretende deshacer lo ganado en muchos sectores —feminismo, inmigración,
sanidad...— durante décadas. Lo hace enfrentando a la sociedad, alentando lo
peor dentro y fuera (recordemos el conflicto con el gobierno de Theresa May por
alentar a unos grupos racistas en Reino Unido a través de sus tuits
incendiarios). Por otro lado, las dimisiones constantes van haciendo que
quienes aceptan sus cargos sean cada vez más radicales, más cercanos al núcleo
duro de los republicanos, muchos de los cuales están ya escandalizados y no
saben cómo afrontar esa situación.
Escriben
en El País:
En El Paso, la “invasión hispana” a la que se
refería el asesino en el manifiesto que publicó en Internet poco antes de
cometer la masacre, es un ir y venir cotidiano de niños que van al colegio y
adultos que van a trabajar y a comprar, de un lado a otro de la frontera. Aquí,
lejos de los “violadores y criminales” de los que habla el presidente Trump,
las que llegan son familias que huyen de la violencia de sus países para buscar
una vida mejor. “El día de Navidad, un autobús dejó en el centro de la ciudad
un centenar de niños, sin nada en los bolsillos”, recordaba Michael Cerda,
exfuncionario del Departamento de Defensa jubilado. “Pero ya nos encargamos los
vecinos de que no les faltara comida, abrigo y un lugar para dormir”.*
Hasta
allí es donde fue, tras nueve horas de viaje, el asesino, no sin antes explicar
los motivos de su matanza. Es la lectura del manifiesto lo que ha despertado
mayor indignación, junto a la hipocresía presidencial.
Por
otro lado, ha sido penosa la intervención de la fiscalía mejicana, en su
anuncio de que interpondrán una demanda contra el fabricante de las armas por
la muerte de cinco ciudadanos mejicanos en la matanza.
Es la
forma que tiene el gobierno de México de mostrar su impotencia y tapar su
responsabilidad. Los ciudadanos mejicanos huyen de la situación que tienen al
otro lado, con una violencia constante. Lo que ocurre al otro lado, en Ciudad
Juárez, ya no puede ser contado. Esta expresión es ya casi literal debido a las
muertes constantes de periodistas en las ciudades mejicanas. Las violentas
mafias locales y la corrupción hacen que no sea buen negocio el periodismo de
denuncia. El silencio rebaja tus probabilidades de morir. Al otro lado de la
frontera, gracias a los discursos racistas, las probabilidades de morir en una
masacre por pasar por allí aumentan.
El
corresponsal de La Vanguardia titula su
crónica "Clamor contra Trump y las armas". Allí recoge la opinión que
les merece a políticos y ciudadanos: «“Puedes encontrar cosas en el manifiesto de
Crusius que le escuchamos al presidente”, recalcó Tim Ryan, legislador por Ohio
y uno de los demócratas en la carrera a la Casa Blanca.»**
Ese es,
en efecto, el escándalo. Otras veces, lo que aparece en los manifiestos es más
personal y apocalíptico, pero esta vez el escrito muestra claramente la
influencia, esa provocación electoralista que Trump ha estado haciendo con el
peligro de la inmigración. Lo que se escucha al presidente, se repite en el manifiesto. No es casualidad y por eso el escándalo es de enormes dimensiones. Por mucho que Trump que lo niegue, su voz está detrás, como un eco con el que entablan relación los que están en sintonía con el mensaje presidencial.
Muchos ya no se callan y elevan el tono:
Desde numerosos frentes, salvo el de los
conservadores, criticaron que esa condena no la extendiera al supremacismo
blanco como hace con el islamista. “Seamos claros sobre quién está causando
esto y quién es el presidente. Es un racista declarado y está alentando más
racismo en este país”, dijo Beto O’Rourke, vecino de esa zona texana y
competidor progresista para el 2020. “Alimenta el miedo al inmigrante, y esta
retórica llevó a esta matanza”, añadió. “Hay una persona que es directamente
responsable del tiroteo en El Paso”, terció Julian Castro, otro aspirante
presidencial, exalcalde de San Antonio, que estuvo en el gobierno Obama. “El
presidente opta por dividir para sacar rédito político”, insistió.
Otro en la carrera a la Casa Blanca, el
senador Cory Booker, también habló. “Cuando tienes un presidente que desde el
despacho de la más alta moral se refiere a invasiones, infestaciones y países
que son agujeros de mierda, todas esas cosas que salen de su boca dañan el
tejido moral de nuestra nación, y es responsable”.**
Conforme
se acerca el final de la legislatura y llegan las elecciones, los efectos de lo
hecho por Trump se van acumulando. Sus objetivos eran sembrar el miedo y el
descontento para después ofrecerse como la única solución, la única defensa
frente a los peligros y problemas que ve.
Recordemos
—un blog diario es una memoria— que los primeros incidentes, apenas pasadas
unas horas de la elección fueron los insultos a Michelle Obama, llamándola
"mona con tacones" por parte de una funcionaria; que pronto empezaron
a darse incidentes en las cajas de las tiendas o en los restaurantes por las
personas que protestaban por escuchaban hablar en "español" y eso les
parecía ofensivo.
Los
Estados Unidos habían dejado de ser aquel "poema" del que hablara
Walt Whitman, acogedor de los perseguidos, y comenzaba a ser la "tierra
prometida" a unos pocos, blancos y cristianos, para los que la esclavitud
la había querido Dios. Ese es el legado resucitado por Trump, una involución
peligrosísima para la vida social.
¿Es la
obra de un irresponsable o la de un frío gobernante al que no le importa nada
con tal de conservar el poder? ¿Es la obra de un idiota o de un maquiavélico
dirigente capaz de manipular a todos? Probablemente una mezcla de ambas.
Lo que
da más miedo son precisamente las salidas a sus propias encerronas, a lo que sea
capaz de hacer cuando se vea en un embrollo del que no pueda salir fácilmente. Todos los dedos apunta a Trump. Lo mejor que ha obtenido ha sido el silencio. Es difícil salir en su defensa. Todos ven en él el responsable por los dos lados, por su defensa de las armas y por sus ataques a la comunidad hispana.
Para el
resto del mundo, para el aquella parte sensata del mundo, es un recordatorio de
las consecuencias que esta forma divisiva de hacer política tiene. Es una
enseñanza de la necesidad occidental de asegurarse su propia autonomía para no
verse arrastrado, como ya ha tratado varias veces, por los intereses de la
política norteamericana.
**
Francesc Peirón "Clamor contra Trump y las armas" La Vanguardia
5/08/2019
https://www.lavanguardia.com/internacional/20190805/463857682398/el-paso-dayton-crusius-betts-trump-armas-estados-unidos.html
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