lunes, 17 de diciembre de 2018

La democracia es algo más que aritmética

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La fragmentación de la política española no es nueva. Aquí se han empeñado todos en hablar de bipartidismo, pero obvian con ello el papel de los partidos autonómicos o nacionalistas, algo que es imperdonable pues supone distorsionar todo el desarrollo seguido por la vida política española desde los años setenta, es decir, desde los comienzos mismos de la democracia. Nunca ha habido "dos partidos", que es lo que quiere decir "bipartidismo" si el diccionario no miente.
La derecha española tuvo un proceso de unificación en las primeras elecciones en el que se fundieron partidos casi personales con un "centro" creado ex profeso para liderar la transición. El centro y la derecha se unieron dando lugar a lo que era el Partido Popular, resultado de varias fusiones por etapas y finalmente de la absorción del centro, la UCD, que se resistió como CDS para finalmente repartirse entre la derecha y la izquierda socialdemócrata. La izquierda española también tuvo su propio proceso de unificación. Algunos no recordarán los distintos partidos socialistas que se reunieron alrededor del PSOE y la unión de los que dejaron por la izquierda, que asumió el imaginativo nombre de Izquierda Unida.
Todo lo demás han sido jugadas de marketing electoral y combinaciones con los partidos locales de las autonomías, ya fueran nacionalistas o "peculiaridades" consentidas como el Partido de los socialistas catalanes. Era Cataluña precisamente el lugar más prolijo en alianzas y siglas electorales con las que se han pretendido camuflar los asaltos al poder de los mismos durante décadas y que ha llegado a la cacofonía resultante actualmente.


El deterioro de las imágenes de ambos partidos mayoritarios en Cataluña ha llevado a que sea una fuerza emergente como Ciudadanos la que lograra la victoria pírrica en las elecciones en una sociedad polarizada y con deseo de castigo a los que les complican la vida de una forma realmente penosa.
Nada hay más sufrido que votar en España, pues hacerlo se ha convertido en un acto contra el historial del votante, que ve degradadas las propuestas que se le presentan en un mar bronco. No escuchan más que insultos entre unos y otros; a unos porque son rivales y a otros porque son competidores por el mismo voto.
Lo ocurrido en Andalucía hace unos días debería haber hecho reflexionar a más de uno, pero nuestra clase política está a otras cosas. Más que análisis, hace reinterpretaciones de los hechos para tratar de amortiguar sus caídas, profundizar en las ajenas y poco más.
El diario ABC nos da los resultados de una encuesta que le han realizado y nos cuenta:

Si hoy se celebrasen elecciones generales, el Partido Popular, Ciudadanos y Vox sumarían una holgada mayoría absoluta, según el último barómetro de GAD3 que mañana se publica en ABC.
Los datos que arroja la encuesta ofrecen distintos paralelismos con el reciente resultado de las elecciones andaluzas del 2 de diciembre, que puede propiciar por primera vez en 36 años la formación de una Junta sin el Partido socialista.
El resultado de la encuesta de intención de voto a nivel nacional ofrece un giro a la derecha en el arco parlamentario y el fortalecimiento de los partidos constitucionalistas, así como la confirmación de que Vox irrumpe con fuerza en la política nacional.
Pese a que el PSOE continúa perdiendo apoyos, seguiría siendo la fuerza política más votada en caso de que los españoles fuesen convocados a las urnas.*


Vox representa una prueba de fuego para la democracia española. No hay que dejarse seducir por las músicas patrióticas de la "unidad de España" sino escuchar con mesura el paquete completo con el que se parapetan.
Vox es la versión a la española de la fuerte moda de los populismos. Como es característico de estos movimientos que vemos en todo el mundo, es una combinación de elementos nacionalistas emocionales, religioso-tradicionalistas y un odio claro hacia lo que representa la modernidad, especialmente en lo que se refiere a las políticas de género.
La preocupación que todos los españoles sentimos por la situación catalana es aprovechada por Vox para introducir su programa real, el que es menos cacareado pero que está ahí contra las llamadas "leyes ideológicas", entendiendo ellos por "ideología" el rechazo de las políticas de diversidad de identidad sexual y especialmente de igualdad de género. Aquí, el modelo norteamericano de Trump, de Bolsonaro en Brasil y el francés de LePen se ven con claridad en las fusiones de la retórica nacionalista y la religiosa tradicionalista de fondo.


La democracia el algo más que las matemáticas para alcanzar el poder. El diario ABC se limita a realizar operaciones de suma y hacer cálculos de lo que podría. Como nos enseñaron de niños, no se pueden sumar peras y manzanas, por decirlo llanamente.
Lo que se haga en Andalucía se va a medir con lo que se haga en la generales. Los partidos de derechas e izquierdas se dedican a hacer matemática, jugando con números y no con valores y compatibilidades. No todo lo que se puede sumar se debe sumar.
La calidad de la democracia es esencial para cualquier sociedad y la tentación de votar con formaciones cuya creencia en el sistema democrático es muy pobre se acaba pagando, como hemos visto en los Estados Unidos.
España se había librado hasta el momento de la extrema derecha y de partidos con principios dudosos. Más que librarse, sencillamente los había rechazado. Existían, pero la misma sociedad los convirtió en marginales. Ahora regresan al impulso de las circunstancias y sobre todo por el mal hacer de las nuevas generaciones de políticos en poder y oposición. Se les llenó a todos la boca al hablar de renovación, pero lo cierto es que se han cometido los mismos o peores errores que la generación anterior cometió precisamente por ser incapaz de aunar esfuerzos para enfrentarse a los males —corrupción y separatismos— de una forma honesta y clara. Prefirieron jugar las bazas que les llegaban traídas por las circunstancias del momento sin tener en cuenta que se estaban jugando propio sistema, pues la pérdida de la confianza es la peor de las actitudes que se pueden tener.


La extrema derecha no se debería contemplar en el cálculo electoral y debería existir el acuerdo para evitar convertirla en pieza clave. Hay fórmulas para hacerlo que envíen un mensaje claro de las prioridades. Se ha visto lo que le ha ocurrido al propio Partido Socialista por jugar con su izquierda. Más que los efectos electorales, lo que comprobamos es el deterioro.
Si se quiere que España siga su camino de futuro, debe haber un acuerdo entre las fuerzas políticas para estabilizar la sociedad y no para salir cada día con elementos desestabilizadores con los que camuflar la inoperancia. La mala imagen de partidos y líderes es clara. La crisis se agrava con la pérdida del tejido intelectual, la conversión en espectáculo del mundo de las ideas, cada día más necesarias. Lo que la política atrae hasta el momento a sus filas es muy deficiente. No hay filtro y asistimos al penoso espectáculo de la sinvergonzonería campando a sus anchas. Unos detrás de otros van de juzgado en juzgado para sonrojo y escándalo de todos.
Lo que la ultraderecha atrae ahora no es bueno para nadie. La sociedad española ha avanzado en estas décadas mucho y es una pena enorme que nos encontremos de nuevo discutiendo cosas que deberían estar ya superadas solo porque la clase política tiene que encubrir su falta de eficacia.
La democracia es más que aritmética precisamente porque se centra en valores y en la capacidad de acordar avanzando hacia puntos de convergencia. Pero hay límites a las sumas. Lo que se ha escuchado hasta el momento de Vox no es nada bueno. Miremos lo que ha ocurrido en los Estados Unidos, la profunda división en que se encuentran y la caída de los valores democráticos en favor de otros populistas.  Cualquier alianza con Vox supone adentrarse en caminos peligrosos para el futuro. Es algo más que el "giro a la derecha" del que habla ABC.
Siempre se piensa en que todo se puede controlar, que de ahí no pasarán. Pero cuidado con la confianza. El mundo se está poblando de cadáveres políticos confiados. Hay que reaccionar desde los partidos y abandonar este desprestigio recíproco del que viven y que arrastra a las instituciones. Hay que recuperar la política, el diálogo y el sentido común, la voluntad de convivencia. Mientras no se haga, seguirán apareciendo grupos con propuestas populistas.


* "PP, Cs y VOX obtendrían mayoría absoluta si hoy se celebrasen elecciones generales" ABC 16/12/2018 https://www.abc.es/espana/abci-pp-y-obtendrian-mayoria-absoluta-si-celebrasen-elecciones-generales-201812162017_noticia.html

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