Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Egipto,
el país del enorme Nilo (y de los países por los que pasa), tiene muchas
corrientes subterráneas. Está lo que se ve, monolítico, y las sinuosas corrientes
de la política en un país donde todo es político y se trata de que nada lo
parezca. En este estado, la observación se convierte en un ejercicio de
detallismo, de suma de detalles porque no se espera encontrar lo que sucede en
los de grandes titulares, controlados por la propaganda y la censura.
Algo
liviano para empezar. El revuelo causado en el país por las demandas contra
Rania Youssef por su vestido y atentar contra la moral, las familias y el país
se ha resuelto aparentemente por la retirada de las denuncias por parte de los abogados.
Egyptian
Streets recogía las explicaciones sobre la retirada:
Lawyers Wahid al-Kilani, Hamido Jameel
al-Prince and Amr Abdel Salam said in a statement that they decided to forego
the legal measures as Youssef apologized for her action.
“The artist Rania Youssef presented an apology
to the Egyptian family and society for this incident and its affirmation that
it was not intentional, that it was placed in circumstances beyond its control
and that the behavior was wrong and unintentional,” the statement read.
The lawyers added that they only took legal
action against Youssef as they feared that the action would be imitated and
spread values that contradict the norms of Egyptian society.*
Lo que es una buena noticia para Rania Youssef es una enorme
pérdida para las aspiraciones de muchos egipcios de poder vivir en libertad sin
que nadie les diga lo que deben hacer, pero eso no sería Egipto. Hace ya
algunos años, un periodista crítico que desapareció pronto del panorama
informativo habló de "fascismo social". Se refería a esa obsesión
vigilante y censora que manifiesta, más allá de las instituciones de control,
una parte de la sociedad egipcia y que sanciona cualquier comportamiento que
considera que traspasa sus estrictos límites. La retirada de las denuncias y el
"perdón" dado implica que ellos no solo son los denunciantes sino que
son los jueces de sociedad, que ellos no son "ellos", sino una
entidad difusa pero poderosa llamada "los egipcios", en cuyo nombre
habla un día el presidente, otro un representante de Al-Azhar y finalmente esta
atomizada pero bien identificada legión de leguleyos encargados de mandar a los
juzgados a cantantes (Sherine), actores (Rania Youssef),
cineastas (Khaled Youssef), humoristas (Bassem Youssef), predicadores reformistas (Islam
al-Beheiry), presentadores y periodistas (Khairy Ramadan...), etc. Ninguno es enemigo declarado del régimen, todos son víctimas
del segundo gran pecado nacional: la intransigencia. Y ese "defecto" lo tienen todos los gobiernos y regímenes egipcios, da igual el color o la orientación.
Cuando un grupo social se
erige en portador de una construcción "los valores" y los identifica
con la esencia "nacional" o "religiosa! (o fundiendo ambas, como
ocurre en Egipto, en donde se ha dicho por las autoridades religiosas que el
egipcio es "religioso" por "naturaleza") degenera pronto en
una forma de "fascismo social", una sociedad en la que unos se
consideran puros, piadosos, buenos ciudadanos, buenos creyentes, etc. mientras
que se estigmatiza a los demás considerando su misma existencia como un
peligro.
Las disculpas sentidas de Rania Youssef no son más que el
resultado del miedo que produce llevar la contraria a esta marea social encabezada
por esos "vigilantes morales" de la pureza de las familias. La única
salida posible era su reconocimiento en los tribunales, la declaración de que
Rania Youssef no ha atentado contra nadie, sino que ha ejercido un derecho
mínimo, el de vestirse según su criterio y no según el gusto puritano,
hipócrita y vergonzante de estos "ayatolas" de los tribunales. Al
retirar sus demandas se han mostrado generosos ante la debilidad ajena y con la
petición pública de perdón se "conforman". Es el gesto calculado de
quien se quiere mostrar ante la sociedad como generoso, magnánimo y capaz de
disculpar las debilidades ajenas, pero nunca de reconocerles una libertad que
no está en manos del hombre sino en las de Dios y en sus santos intérpretes, es
decir, ellos como representantes de la voz de Dios y de la de las piadosas
familias egipcias, una entidad gloriosa que bate récords de divorcios, matrimonios
infantiles y acoso sexual. Pero decirlo es difamar el nombre de Egipto.
El segundo detalle es el artículo publicado en Ahram Online,
el diario estatal, por Hany Ghoraba, con el título "France’s European
Spring"**. La primera parte del artículo es un análisis de lo que está
ocurriendo en Francia con el movimiento de los "chalecos amarillos",
cuyo origen es el descontento económico, interpretando el autor que el pueblo
francés movilizado ve en Macron a un insensible "banquero" que les
castiga con impuestos y subidas mientras que da alas económicas a las empresas.
Advierte que este movimiento ya está teniendo resonancias en Europa y que puede
dar lugar a una "Primavera Europea" contagiada y contagiosa por
Europa. Señala también que los intentos de Macron de analizar el movimiento
como una infiltración violenta de la ultraderecha francesa no resulta demasiado
convincente y que es más claro apostar por la idea del descontento social ante
las medidas como causante de las protestas.
Es frecuente en la prensa egipcia institucional que los
conflictos en los países democráticos se llevan a primera plana y se conviertan
en espejo de los desastres que la democracia en el pueblo. Se matan así dos
pájaros de un tiro: la democracia no es perfecta y tiene sus propios problemas
y, casi tan importante, los gobiernos democráticos también reprimen el desorden
con fuerza. Los dos mensajes suelen ser claros para que el pueblo egipcio no
albergue esperanzas de futuro en sistemas idealizados como las democracias
occidentales, fuentes de problemas para todos.
Hasta ahí todo entra dentro de la "normalidad"
informativa asociada a enterrar el sueño democrático que surgió con la "Primavera
árabe", denostada en los medios oficiales y afiliados al régimen y
responsabilizada de querer llevar a Egipto al caos. Pero lo que sorprende del
texto es su ruptura final del "mensaje" con un aterrizaje forzoso en
la realidad egipcia
If that happens, Europe could be witnessing the
birth of a European Spring, which, though it will probably not be as violent as
the Arab Spring was in the Middle East, will remain unchartered waters that
could cause the toppling of some European governments.
The present incidents in France serve as a
reminder that governments, even the most democratic among them, do not have
carte blanche to do as they please when it concerns the economy without serious
consequences.
Trying to adjust the fiscal balance through
taxation can lead to adverse consequences that toss away any gains made from
higher taxes.
There is a limit to what people can bear in
taxation and price hikes even in the most democratic of nations, and France is
becoming a prime example of where such policies may lead.**
En los últimos tiempos se han multiplicado los mensajes
denunciando el empobrecimiento del pueblo egipcio. No ha sido solo la altísima inflación
(que llegó a superar el 32% y ahora "estabilizada" sobre el 17%),
sino la depreciación de la libra, hundida al dejarla flotar y que redujo el
valor del ahorro y multiplicó los precios de las importaciones en una economía
que importa mucho más que exporta. El hundimiento de la libra tampoco permitió
la exportación (no había mucho que exportar) y lo que es peor, no atrajo al
esperado turismo, que huyo espantado ante el terrorismo y (por más que se
niegue) la destrucción de la imagen por la represión gubernamental. No ha sido
la Primavera Árabe la que hundió la imagen de Egipto o las conspiraciones
islamistas con Occidente (tesis oficial), sino la represión de los intentos de
democracia y la llegada de un ultra puritanismo, como lo que hemos visto en el
primero punto en el caso de las denuncias contra la actriz Rania Youssef. No es
la Primavera lo que hace daño, sino
los abrazos y parabienes al príncipe Mohamed Bin Salman contra todas las
evidencias, por citar un caso actual, en el que mientras el mundo recrimina a
los saudís, Egipto extrema sus aplausos. Es el terrorismo, sí, pero también los
intentos de hacer ver que este no existe en clara contradicción con el recorte
de libertades en nombre de la "seguridad". ¿Seguro para los turistas e inseguro para los nacionales? O una cosa u otra.
The Guardian 2017 |
El mensaje dado al final del texto de Hany Ghoraba apunta a
la realidad egipcia y denuncia "a la egipcia" y dentro de las
posibilidades lo que puede ocurrir con una situación económica como la que vive
Egipto, con recortes continuos, eliminación de subsidios, elevaciones brutales
de los precios de la energía que repercuten en todos los sectores sociales,
pero especialmente en la clase media que ve cómo su apoyo al presidente y al
régimen se ha traducido en un hundimiento económico cuya protesta ya no tiene
oídos pues el régimen se centra en otras cuestiones, como la defensa de los
saudís (¿no han escarmentado después de las protestas por la entrega de las
islas de Tiran y Sanafir?) o diversos aspectos que no importan demasiado pero
que distraen la atención, como los múltiples foros o la multiplicación de los
hallazgos arqueológicos, que parecen querer enterrar la realidad mientras se
desentierra el pasado.
Creo que el final del artículo tiene un sentido claro de
advertencia al propio régimen y un gobierno que no ha tenido mucha sensibilidad
ante los efectos provocados. No hace muchos días, las advertencias venía de un
sector más complejo: el funcionariado. Se advertía de su empobrecimiento
brutal. Si los funcionarios se quejan (ha habido protestas sectoriales que ha
sido acalladas, de la medicina a la policía), el problema es más intenso que
otros sectores pues es el sostén del sistema. Son los que mantienen un en pie
el funcionamiento y a los que no se puede tratar de engañar porque forman parte
de la propia maquinaria.
Francia es la excusa; el verdadero sentido del texto es la
advertencia de la situación actual que no tiene muchas posibilidades de aflorar
por los mecanismos normales y lo hace de esta forma indirecta y comparada. Los
regímenes como Francia, democráticos, son llevados a estas situaciones cuando
no dan respuesta o cuando no les importan los efectos de sus acciones sobre el
propio pueblo al que dirigen.
Recuerdo un artículo de Alaa al-Aswani, el escritor y
articulista (refugiado en la Deutsche Welle) en el que recordaba un encuentro tenido
en casa de una persona importante con un ministro de Mubarak. Este manifestaba
un profundo desprecio hacia el pueblo, del que no se sentía responsable. Cada
uno, venía a decir, está donde está porque
Dios lo quiere. El pueblo no es más que una carga de pobreza e ignorancia,
de enfermedades y problemas. Al-Aswani daba cuenta de ello para mostrar lo que
eran los dirigentes de un país en el que unos viven muy bien y otros, la
mayoría, muy mal. Aquel pueblo miserable, decía el ministro, no se levantaría
nunca, era servil, acostumbrado a besar la mano de quien le arrojaba unas
migajas, a obedecer para conseguir cualquier cosa.
Los egipcios saben que están donde están por las decisiones
de sus gobiernos y que sobre lo que tienen o dejan de tener son responsables
las autoridades, los que siempre han estado arriba por décadas y que lo siguen
estando, los que apelan a su patriotismo cuando es necesario o a su piedad en
iguales circunstancias.
Pese a las diferencias entre los dos casos, muestran aspectos de un mismo escenario, complejo y contradictorio, orgulloso y frustrado. Si el Nilo sigue su curso, los ríos subterráneos pueden
emerger en cualquier momento por los sitios más insospechados.
*
"Lawyers Drop Charges Against Rania Youssef’s Dress" Egyptian Streets
4/12/2018 https://egyptianstreets.com/2018/12/04/lawyers-drop-charges-against-rania-youssefs-dress/
** Hany
Ghoraba "France’s European Spring" Ahram Online 5/12/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/319591/Opinion/France%E2%80%99s-European-Spring.aspx
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