Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
diferencias entre el poder político-religioso y el religioso-político se
acrecientan. El político-religioso es el Ministerio de Dotaciones Religiosas,
que respalda las decisiones del gobierno y la afianza de forma religiosa; el religioso-político
es la Universidad de Al-Azhar, la institución que tiene el teórico control
formativo religioso, pero cuya capacidad de emitir "fatwas", es
decir, interpretaciones canónicas de las leyes y principios islámicos tienen un
carácter político dado la fusión de ambos elementos.
Hace
tiempo que llevamos comentando el conflicto entre ambas instituciones y su
lucha por el control del discurso religioso en Egipto, algo esencial dada la
configuración institucional, es decir, la puesta constitucional de la política bajo
la sombra de Al-Azhar y las llamadas constantes a la reforma del discurso
religioso, algo que la Universidad ignora.
En
síntesis, el problema estriba en el "sustrato religioso" del poder.
El régimen egipcio derrocó a un presidente islamista pero no renunció (como no
lo habían hecho los presidentes anteriores) al poder de control que supone la
religión. Pero el hecho es que cuanto más se fundamente el poder político en el
religioso, más supeditado está a la institución de Al-Azhar y más poder pierde.
Se da la paradoja que otros países musulmanes no tienen en esta medida: Al-Azhar
es una fuente de poder sobre el mundo islámico, regulando a los clérigos que
van a formarse de todas partes del mundo musulmán, pero donde tiene, pero es
también un obstáculo para la política egipcia ya que controla la última palabra
en muchos aspectos, decidiendo si están de acuerdo con la ley islámica, que
tienen prioridad para la interpretación de cualquier principio que se quiera
imponer.
El
presidente al-Sisi pudo dar un golpe de estado contra los islamistas Hermanos
Musulmanes porque tras él, en la proclama que hizo a través de la televisión,
estaban las autoridades religiosas del país, las musulmanas y el papa copto.
Estaban los partidos políticos y el único político-religioso permitido, los
salafistas, que también se han cobrado lo suyo, quedando con las manos libres
aunque observados de cerca. Pero en ningún sitio es más evidente esta lucha de
poder entre autoridades políticas y religiosas.
La
forma de intentar contrarrestar al poder de Al-Azhar es crear una entidad
religiosa que dependa directamente de los gobiernos y esa es el Ministerio de
Dotaciones Religiosas.
Nos
cuentan en Ahram Online el estado actual del conflicto:
Differences between Egypt’s two major Islamic
institutions, Al-Azhar and the Ministry of Religious Endowments, have led to
parliament’s Religious Affairs Committee suspending its discussion of a draft
law regulating religious fatwas.
Osama Al-Abd, head of the committee, told the
media that “if the differences between the two institutions are not settled
soon parliament will intervene to give a final word on the matter.”
The law, drafted by the committee’s
secretary-general, has already been discussed at length, said Al-Abd.
“One major issue remains, whether the Ministry
of Religious Endowments has the right to issue fatwas. Al-Azhar wants the
ministry be completely stripped of this right while the Ministry of Religious
Endowments insists one of its affiliated committees has been mandated to issue
fatwas since the 1980s and should continue to do so.”
The differences between Al-Azhar and the
Ministry of Religious Endowments reached a crescendo last week when the
representative of Al-Azhar announced he would not attend any more meetings on
the law.*
El conflicto es la expresión de la contradicción entre lo
nacional y lo islámico. La Universidad de Al-Azhar se presenta como una
institución "universal", un faro para el islam, en donde sus fatwas
tienen autoridad amplia. Pero, ¿ocurre lo mismo con las "fatwas
ministeriales"? ¿Son solo para Egipto o este tiene el derecho de
imponerlas en todo el islam si tienen el mismo valor? ¿Contradicción?
Evidentemente, pero esto es lo que ocurre con una doctrina que se pretende
universal y por encima de lo mundano cuando es encarnada en lo más mundano que
existe, un ministerio.
En los años ochenta se dio la posibilidad de que el
ministerio emitiera sus propias fatwas con el mismo reconocimiento que las de
Al-Azhar, pero parece que se quiere borrar esa prerrogativa. Ya desde los
tiempos de Nasser los enfrentamientos han sido constantes ya que el poder de
Al-Azhar es enorme en una sociedad que consulta cada cosa que tiene que hacer
con los clérigos por si va en contra de las leyes islámicas.
Por eso, Al-Azhar hace "política" y el Ministerio
hace "religión", si es que se puede decir así, ya que ambos controlan
la vida de los egipcios y más allá de las fronteras a golpe de fatwa. La ley
que se está tratando —y sobre la que no hay acuerdo entre gobierno y
Universidad— se vuelve conflictiva desde el momento en que unos quieren tener
la exclusiva de las fatwas y los otros la ven como un contrapoder para evitar
la radicalización y, especialmente, la ampliación del poder de los clérigos en
un mundo en el que se les hace caso y en el que salen a la luz interpretaciones
descabelladas en aplicación del Corán y sus enseñanzas según los clérigos.
Desde este punto de vista, el gobierno se ve comprometido
por las fatwas, pero no presiona hasta crear un cisma pues es peligroso dividir
ahora a la sociedad sobre lo que debe elegir en cuanto a fatwas.
El diario estatal recoge algunas opiniones de los
parlamentarios y algunos despropósitos de fatwas:
Omar Hamroush, the independent MP who drafted
the law, told Al-Ahram Weekly that members of the Religious Affairs Committee
had tried to help Al-Azhar and the Ministry of Religious Endowments reach
common ground in order that “the law does not face any delays given there is a
pressing need to contain the current fatwa chaos”.
Hamroush says his draft will prevent extremist
clerics from issuing bizarre fatwas.
“These bizarre fatwas pose a major threat to
internal stability. Many of them, issued by extremist Salafi clerics, attack
Christians, and hark back to a pre-modern mindset.”
Hamroush says his draft penalises anyone who
issues a fatwa without being licensed by Al-Azhar or the Ministry of Religious
Endowments.
“Al-Azhar insists it has the sole right to
issue such licences while the Ministry of Religious Endowments says its
affiliated committee has the right as well.”
“Ministry of Religious Endowments officials
argue that the ministry’s affiliated committee has also been authorised since
the 1980s to issue religious fatwas and its members are respected clerics who
graduated from Al-Azhar.”
According to Hamroush, “fatwa chaos began when
the Muslim Brotherhood and extremist Salafis came to power in Egypt in 2012.”
“Since then a huge number of bizarre fatwas
have been issued, many attacking Christians and urging Muslims not to have any
dealings with them. Some of these fatwas encouraged terrorist groups to bomb
churches and monasteries.”
“We have ultraconservative clerics who issue
rediculous fatwas on television channels. Some edicts claim citizens are
forbidden by Islam from saluting the flag or singing the national anthem, that
Islam demands women wear the niqab and that government schools are haram
because they teach a secularist curriculum.”*
Como puede apreciarse con claridad, el conflicto está
abierto. El discurso de modernidad que el gobierno egipcio pretende mostrar al
mundo se encuentra entrampado con las fatwas retrógradas de la Universidad de
Al-Azhar, una institución que se ampara en su independencia, pero a la que
puentean a través del ministerio para contrarrestar el poder que ejerce sobre
el día a día.
Los últimos ejemplos que se ponen atentan directamente contra
el "nacionalismo" egipcio, una corriente que choca con la idea del gobierno.
Se muestran así las contradicciones entre la versión nacionalista de la
religión (la sostenida por al-Sisi) y la supranacional de un islam que no tiene
demasiadas simpatías por las fronteras y ve en el poder terrenal un obstáculo
para el religioso. Eso se comprueba en la acusación expresada de
"secularismo", lo peor que se puede hacer contra un gobernante, ya
que pueden empezar la campaña de no obediencia (o peor), acusándolos de abandonar
las enseñanzas coránicas.
Desde el punto de vista del poder, volvemos al viejo
conflicto: al gobernante solo se le obedece si este obedece a Dios, algo que
deciden los clérigos. De esta forma, los gobernantes pueden enfrentarse, tratar
de ganarse o controlar a los clérigos. La lucha con Al-Azhar no ha cesado desde
la llegada al poder de al-Sisi. Más allá de la renovación del discurso
religioso está lo que esto implica, el control social.
Al-Sisi ha intentado usar a los clérigos como arma contra el
radicalismo, extendiendo diferentes tipos de medidas (control ministerial de
los sermones, prohibición de sermones a los clérigos no reconocidos, la
instalación de las "cabinas para la consulta religiosa" en el Metro
de El Cairo, etc.), pero el hecho es que Al-Azhar ha seguido dando ejemplos de
interpretaciones retrógradas de la religión que han causado gran controversia
en la sociedad y, especialmente, le han creado tensiones internas con los
sectores más laicos, por decirlo así, de las instituciones, incluida la
militar.
En las declaraciones citadas se acusa directamente a los clérigos
de Al-Azhar incluso de justificar el terrorismo y los ataques a los cristianos.
Esa acusación es realmente crítica y sitúa a Al-Azhar en el límite. El control
ministerial no es suficiente porque es precisamente lo que los clérigos
cuestionan, como cuando se hizo obligatoria la supervisión de los sermones y el
"sermón único" para todos, algo que causón indignación por la
humillación que suponía para la institución teológica.
El final del artículo muestra el conflicto en toda su
crudeza a través de un ejemplo:
Hamroush lamented that even “Al-Azhar
professors” were issuing strange rulings, pointing to Said Noaman, a member of
the Al-Azhar Fatwa Committee, who gained notoriety after pronouncing that girls
can be married even when they are embryos in their mothers’ wombs.
“Noaman said that if ultrasound scans show an
embryo is a female, then her father can decide on her marriage even if she is
still in her mother’s womb.”
Noaman issued his fatwa in the course of a TV
interview during which he objected to the government’s family planning and
birth control campaign.*
Llamar retrógrada a esta fatwa es poco. Quizá sea algo más,
una muestra de la lógica de la institución llevada a su último extremo.
Partiendo del derecho absoluto del padre sobre la hija, ¿por qué no decidir por
ella antes de que nazca? Son este tipo de fatwas las que descolocan los
intentos del gobierno egipcio de intentar mejorar su imagen interior y
exterior, esta última especialmente. Sabe el daño que le hace que cientos de
periódicos lleven a los titulares casos como estos y otros peores, como el del
mantenimiento de relaciones sexuales con el cadáver de la esposa, por citar
alguno sonado. Últimamente, además, la Universidad parece especialmente locuaz
en sus fatwas, interviniendo en casi todo, lo que es una forma de puentear al
parlamento, ya que legislar contra las fatwas es complicado y significaría un
enfrentamiento más abierto de lo habitual.
Eso explica la necesidad de mantener al Ministerio de Dotaciones
Religiosas como fuente de legislación religiosa sobre la vida cotidiana. Ya no
se trata solo de interpretar este conflicto de competencias, sino que entra la propia
constitución:
Mohamed Abu Hamed, an independent MP and member
of the Religious Committee, told the Weekly that Al-Azhar is resisting calls to
reform religious discourse, “and in the area of religious fatwas Al-Azhar
claims that it is the sole arbiter under the constitution”.
Article 7 of the constitution states that
“Al-Azhar is the main reference on religious sciences and Islamic affairs”, but
does not stipulate it is the sole reference.
“The article opens the door to other
institutions and intellectuals to give their views on religious issues,” says
Abu Hamed.
The MP revealed he is in the process of
drafting amendments to the law regulating the performance of Al-Azhar (Law
103/1961), since “without legislative amendments Al-Azhar will continue
resisting any calls for religious reform, particularly those voiced by
President Abdel-Fattah Al-Sisi.”
Other draft laws that seek to contain extremism
and push for religious reform have also been left in limbo.
“We have drafts which seek to reform the
curricula in Al-Azhar’s schools, prevent Salafi clerics from preaching at
Friday prayers, impose a ban on women wearing the niqab in public places, and
to remove religious identification from ID cards and official documents,” says
Al-Abd.
“None of them appears to be going anywhere.”*
La mención de la ley 103/1961 es volver a la maniobra que
Gamal Abdel Nasser realizó para precisamente evitar que en el naciente nuevo
Egipto la institución se convirtiera en una poderosa entidad autónoma y no
hubiera forma de controlarla desde el estado. Nasser mantuvo el poder de Al-Azhar,
pero supeditándolo a un poder por encima en lo administrativo, el Ministerio.
En el artículo "Egypt’s al-Azhar Steps Forward",
publicado tras la caída del presidente islamista Mohamed Morsi, firmado por
Ahmed Morsy y Nathan J. Brown, investigadores del Carnegie Endowment for
International Peace, se analizaba el papel de la institución y lo que
representó la ley de 1961 para ella:
Since the time of Muhammad Ali in the 1800s,
Egypt’s leaders have regarded al-Azhar as an influential tool in shaping and
promoting the government’s domestic and foreign policies. Accordingly, they
have gradually extended their control over the institution.
Then president Gamal Abdel Nasser moved ambitiously
to reorganize al-Azhar through Law 103 of 1961, which placed the entire
institution and its endowments under the formal jurisdiction of the Ministry of
Religious Endowments. The same law also made the appointment of the grand
sheikh the prerogative of the Egyptian president, just as the appointment of
any other state official. In subsequent years, the regime worked to ensure that
al-Azhar would act as a strong counterbalance to the growing religious
influence of both internal forces such as the Muslim Brotherhood and Salafists
and external forces like Saudi Arabia’s Wahhabism.**
El artículo
lleva una acertada entradilla de lo que el régimen salido del "no-coup"
iba a desarrollar como política: «The downfall of Egypt’s Islamist
president has not led to the separation of religion and state in the country.
The reality is quite the opposite: religion is being nationalized»**. El análisis es correcto porque
eso es lo que hemos estado viendo a lo largo de estos años, desde la llegada.
La
política del régimen ha ido contra la "revolución", contra la
Primavera Árabe, porque entendían que buscaban una separación de religión y
estado, un régimen laico. La baza de salir al pueblo rodeado de partidos
políticos y de autoridades religiosas en un primer momento se vio desvirtuada
con el peso de la Universidad de Al-Azhar. La idea de una "religión
nacional" solo es posible desde la sincronía de las instituciones e
imposible con la Universidad alejándose de los objetivos del discurso
reformista.
Recordar
la ley de 1961 puede interpretarse de muchas maneras, desde la amenaza a la
negociación. Hoy por hoy, el enfrentamiento es grande. No parece que haya
acuerdo pues nadie va a retroceder en el uso del poder que tienen. El gobierno
tiene medidas para presionar a Al-Azhar, pero Al-Azhar puede complicarle mucho
las cosas al gobierno a través de la fatwas y transmitiendo el malestar que le
merece un gobierno poco piadoso o respetuoso de las instituciones religiosas.
Egipto
se metió en un callejón sin salida al intentar encontrar un punto medio en algo
en lo que no es posible. El creciente conservadurismo y vigilantismo moral de la sociedad muestra que no se avanza hacia la
moderación sino hacia el control social por parte de los más tradicionalistas,
cuyo fin no tiene fondo. De ahí la importancia de los casos en los que se trata
de silenciar a las personas que introducen algo de modernidad.
La vía
piadosa de al-Sisi no lleva a la modernización, sino a un constante deslizarse
hacia aquello de lo que huían, los islamistas y su control social desde el
poder. Un vez más la contradicción: no se puede modernizar un país encerrando a los críticos, ofreciéndolos como
trofeo a los más conservadores, como muestra de una rectitud que solo es
represión retrógrada.
Al
deshacerse de los demócratas y laicos, que han quedado marginados por sus
críticas a los militares y a las instituciones religiosas, el régimen se ha
quedado con una situación complicada pues necesita de Al-Azhar para combatir al
extremismo religioso que le es contrario, pero no el extremismo religioso a
secas, que sigue haciéndose con parcelas a golpe de miedo social, de denuncias
(el ejemplo reciente de Rania Youssef por su vestido) contra los que demuestran
que se puede ir de otra manera hacia el futuro. Aquí es esencialmente sensible
el papel de las mujeres ya que en gran medida son las víctimas dobles de este
sistema político y religioso, es decir, patriarcal.
Fueron
las mujeres las más castigadas en la Revolución del 25 de enero cuyo
aniversario se acerca de nuevo implacablemente, como un recordatorio de la
ocasión perdida. Les acaban de decir que pertenecen a sus padres desde el
vientre materno, que también les pertenece, que su destino se escribe antes de
nacer, sin necesidad de escucharlas, acto inútil y descarado ante la autoridad
que les ha llegado desde un Dios que se niega a evolucionar, según insisten sus
intérpretes oficiales y oficiosos.
El
conflicto seguirá. Siguen llegando avisos desde distintos puntos, la religión,
la economía, la administración del estado. El intento de al-Sisi de controlar las diferentes instituciones para poder llevar al país en una dirección no se está produciendo por las resistencias. Se puede controlar al terrorismo con armas, a los críticos con la cárcel, pero ¿cómo hacerlo con una institución como Al-Azhar si esta se resiste? ¿Se atreverá, con la ley en la mano, a desafiar la autoridad de la Universidad y correr el riesgo consiguiente? Nasser le dejó un camino abierto con la ley de 1963, pero ¿lo recorrerá? Es mucho el riesgo.
*
"Differences between Egypt's Al-Azhar, endowments ministry leave religious
edicts law in limbo" Ahram Online 7/12/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/319648/Egypt/Politics-/Differences-between-Egypts-AlAzhar,-endowments-min.aspx
*
"Egypt’s al-Azhar Steps Forward" Carnegie Endowment for International
Peace 7/11/2013
http://carnegieendowment.org/2013/11/07/egypt-s-al-azhar-steps-forward-pub-53536
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