Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
frentes que tiene ahora mismo abiertos Pablo Casado son tres: a) cómo gestionar
su aterrizaje en la presidencia del Partido Popular; b) la percepción preocupada
desde Europa de que trata de llevar al PP hacia una narrativa neoliberal y
populista; y c) el culebrón del máster universitario. Son tres cosas distintas, pero al convivir en el mismo cuerpo y espacio-tiempo las unas interactúan con las otras.
Es
sorprendente la salida hacia adelante de Casado cuando era el candidato más
débil por la tercera cuestión. ¿Pensaba que quedaría aparcada? Más bien lo
contrario. Los titulares del diario El País son "La juez aprecia “indicios
de responsabilidad penal” en Pablo Casado y eleva su caso al Supremo"
(caso C), "Las claves del máster de Casado" (caso C), "El riesgo
populista en España por la tensión migratoria pone en alerta a Bruselas"
(centrado en Casado, caso B), "El PP de las trolas" (casos A y B). En el diario El Mundo es todavía peor.
La
sorpresa por la elección de un líder tan débil es menor en la
interpretación de Manuel Jabois, en el último artículo mencionado, "El PP de las trolas". Los enemigos
creados por Soraya Sáenz de Santamaría a lo largo de los años se unieron para perderla de vista o,
como se dice en el texto: «Más que mirar al futuro, se había mirado al
pasado: unos para vengarse de él y otros, como el aspirante, para prometer no
repetirlo.»*. No le va a ser fácil gestionar esto. porque ha sido una forma extraña de renovación elegir a un presidente que ya está en los titulares por causas legales.
La
Historia dice que es más fácil caer por un precipicio cuando alguien te empuja.
Los fondos de los precipicios están llenos de incautos que siguieron la sugerencia
de mirar hacia abajo. También nos dice que la forma más sencilla de quitar a
alguien de en medio es aprovechar sus propios errores. La cuestión de los
"estudios rápidos" ya se ha cobrado una víctima importante en el PP,
también una de las posibles candidatas a la dirección del partido en caso de
relevo, la ex presidenta de Madrid. Veremos en qué queda el asunto en los tribunales, pero sí hay
una cuestión segura: va a tener que vivir toda su vida política con ello. Esto
supone una enorme debilidad para el Partido Popular cuando lo tiene al frente. No hay más que mirar la prensa para comprenderlo.
Lo
preocupante es que obligará a Pablo Casado a intentar desviar la
situación con otros motivos —el modelo Trump de distraer— y eso tiene un coste
político, como hemos podido apreciar en sus salidas sobre el tema de la
inmigración. Era lo más fácil, pero también lo más caro. Ya lo está viendo en las recepciones en la calle.
Preocupante también es que lo que no se dice como gobierno se diga como oposición, lo
que resta credibilidad y más parece oportunismo. Hay intereses en que el
Partido Popular haga un giro populista y nacionalista; lo hay a la vista de
ciertos artículos aparecidos ponderando a los populistas europeos, como el
austriaco y tratado de comparar a Casado con sus líderes.
El caso
de Cataluña sigue abierto y con malas perspectivas. Una falta de contundencia
en las instituciones europeas puede, efectivamente, producir un brote de
nacionalismo antieuropeísta, algo que hasta el momento no hemos tenido más que
de forma muy marginal.
Es ahí
donde, según el artículo sobre el "riesgo populista", se manifiesta
la preocupación europea, que teme "perder a España", atrapada en un
futuro populismo xenófobo de derechas, al estilo de lo que se ha creado estos
años en Europa y que ha sabido aprovechar (y provocar) su momento. La cuestión
de la inmigración es fácilmente manipulable y no hace falta echarle mucha
imaginación porque ya están inventadas sus narrativas y retóricas desde hace
muchas décadas. Mientras Europa trata de
inventarse como unión, los populismos
tratan de reconstruir los viejos modelos.
El
riesgo de que ocurra un escoramiento populista es elevado si se produce un
choque con dos partidos compitiendo por el espectro que anteriormente era coto del
Partido Popular. Por eso criticamos la mala idea de Casado de eliminar las
corrientes, sensibilidades, alas o como lo queramos llamar. Obligan a los
debates internos y siempre hay más posibilidades de evitar los desastres que
con partidos monolíticos. Es la fuente de la corrupción y genera una toma
burocrática de los partidos, un aparato que se adueña de ellos.
A
Europa parecen preocuparle menos los populismos de izquierda que los de
derecha. Quizá sea porque ve el problema en los nacionalismos más que en la
cuestión social. En efecto, los mayores problemas vienen de mano de los "nacionalismos
patrióticos", como ocurrió con el Brexit en Reino Unido. La superación de
la crisis de Grecia, que se vio como una gran amenaza —y lo era— se desvanece
con la mejora económica. Las aguas volvieron a su cauce y la preocupación se
centra ya en la inmigración, un problema para Europa y una oportunidad para
aquellos que la quieren ver fracasar. El problema está que ninguna
"respuesta" en Europa o en sus fronteras va a solucionar los
problemas de origen, que son los que causan los movimientos migratorios.
En
elecciones anteriores, especialmente en Cataluña, donde fue el partido más
votado, Ciudadanos mostró más "firmeza" que el Partido Popular, que
se vio arrastrado no solo a hacer sino a
decir, dos momentos distintos en la política. No todo lo que se hace se dice,
ni todo lo que se dice se hace. Pero hay que tener cuidado con ambas cosas
porque en manos de los demás pueden complicarte mucho la vida.
La
tarea de Pablo Casado al frente del PP no es sencilla. Más bien está llena de
complicaciones, las acumuladas en los años de gobierno y las que el propio
Casado ha añadido a las debilidades del partido. Un líder que a las pocas
semanas de ser elegido queda expuesto a las llamadas de los jueces presenta una
situación de gran debilidad.
El
Partido Popular salió del poder por una moción de censura, pero esta fue
posible por la debilidad arrastrada en la legislatura por sus pobres resultados
electorales para gobernar. Era cuestión de tiempo que se deshicieran de ellos.
Ahora han apostado por Pablo Casado. Ni la juventud ni el desparpajo le van a
poder defender como se tuerzan las cosas en los juzgados, de la misma manera
que fueron los juzgados los que dictaron las condenas que arrastraron a Mariano
Rajoy y lo llevaron a la vida tranquila de Santa Pola. Lo asumió después de años.
Los
tres problemas tendrán su momento juntos o por separado, o —como dicen los
cursis— aprovechando la sinergia. Es duro que ya estén pidiendo tu dimisión, pero los problemas no surgen por generación espontánea. ¡Ay, los estudios...!
.* "El PP de las trolas" El País
6/08/2018
https://elpais.com/politica/2018/08/05/actualidad/1533493610_138513.html
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