martes, 7 de agosto de 2018

Los atentados, un año después


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El descubrimiento de parte del sumario, a punto de cumplirse un año de los atentados terroristas en Cataluña por parte de una célula yihadista nos trae perspectiva interesante para la investigación del fenómeno de la radicalización religiosa y el salto a la acción terrorista.
La juventud de los miembros de la célula, criados y educados en España, y el estar creada y gestionada directamente por un imam la hace especialmente interesante para analizar los dos procesos básicos: el personal y el social, o si se prefiere, los móviles psíquicos y los socio-culturales.
Tras los brutales atentados se han ido descubriendo detalles, muchos de los cuales nos son ofrecidos estos días, como las imágenes que se hicieron para dejar testimonio de sus actos y conversaciones grabadas para ser distribuidas o simplemente como intercambio eufórico de expresiones ante lo que iban a realizar, un gran atentado —en la Sagrada Familia, en Barcelona, o en la Torre Eiffel, en París, donde estuvieron días antes. Las circunstancias les hicieron cambiar de objetivo.
Leer los diálogos y declaraciones entre ellos en las grabaciones que el diario El Mundo reproduce es una experiencia que nos debe hacer reflexionar sobre las muchas caras que el fenómeno del yihadismo terrorista tiene y sobre cuáles son las medidas que es posible tomar, ya sea como prevención o como detección.
Estamos preparados para comprender este radicalismo religioso como algo lejano y que nos llega con el deseo expreso de hacer daño. Sin embargo, el proceso es justo el contrario. De igual forma que la llamada del Estado Islámico produjo una corriente de yihadistas desde Occidente hasta los escenarios bélicos, la mayor parte de los atentados que hemos visto se han producido por personas asentadas, cuando no nacidas, en Europa.
El porqué de esta cuestión creo que es medianamente fácil de explicar. La mayor parte de los radicales religiosos en países en los que estaban perseguidos se instalaron en las comunidades musulmanas de los países europeos ya fuera porque tenían familias que les acogían o por sus propios círculos políticos religiosos. Mientras no pasaron  a la acción se les vigilaba a distancia, pensando que sus iras iban contra sus propios países, contra los gobiernos que los perseguían. Pero la situación fue cambiando.


La preocupación mostrada por los gobiernos europeos por el regreso al interior de sus fronteras de yihadistas ya curtidos en el entrenamiento militar y, especialmente, habiendo probado el sabor de la sangre en batalla y en los desmanes cometidos en los territorios que han estado ocupando dejaba de lado el efecto mimético. Este se produce en los más jóvenes, los crecidos escuchando y viendo las noticias sobre la guerra de siria y las "hazañas" de los atentados en suelo europeo.
El papel central del imam de Ripoll en la radicalización debe ser tenido en cuenta por lo que representa: un modelo de adoctrinador, de la persona que hace bajar las defensas naturales de la vida y los introduce en una cultura de la muerte, del premio en el otro mundo y de la gloria del guerrero.
Las polémicas sobre si el islam es o no una religión de violencia es una cuestión estéril para los efectos prácticos. No se va a convencer a nadie; los que dicen que sí saben atraerse a los que lo creen y los otros se distancian.
De los diversos fragmentos que el diario El Mundo reproduce del sumario, todos ellos muy significativos, este es quizá el que contiene el núcleo de las argumentaciones sobre lo que ellos creen que es ser "buen musulmán" y cuáles son las acciones que les definen:

Younes Abouyaaqoub: "Vamos a hablar en español. A sufrir".
Youssef Aalla: "Seres engañados, enemigos de Alá. Esto es para que sepáis que el musulmán tiene el honor y la fuerza con el apoyo de Alá, alabado sea. En cuanto a la humillación y la mezquindad, eso es para vosotros, enemigos de Alá".
Mohamed Hychami: "Nos queríais comprar con nuestros trabajos y vuestros... La vida no nos importa nada. Alá, alabado sea, nos ha elegido entre millones de hombres para haceros llorar sangre con el permiso de Alá, alabado sea".
Aalla: "Alá, alabado es, nos ha prometido el paraíso y a vosotros os ha prometido el infierno. Enemigos de Alá, esperad".
Hychami: "Todo lo que os tenemos preparado con el permiso de Alá. Os vais a arrepentir de haberos nacido. Sobre todo vosotros, Mossos d'Esquadra".
Aalla: "Malnacidos... jaja...".
Abouyaaqoub: "Cabrones".
Hychami: "Os estáis metiendo en un berenjenal. No sabéis dónde os habéis puesto".
Abouyaaqoub: "Ya estamos con la ayuda divina. Vamos a hacer vencer nuestra religión, nuestra creencia, y vamos a destrozar a nuestros enemigos con el permiso de Alá, todopoderoso".
Hychami: "Con el permiso de Alá, alabado sea".
Los tres a la vez: "Alá es el más grande".*


Los principios están muy claros y se repiten como doctrina a aquellos que lo quieren creer. El terrorismo yihadista se puede producir por la reacción contra la modernidad, como también lo hace el radicalismo social, que le crea después la sensación de heroicidad. Aquí, en España, lo podemos entender fácilmente por los recientes homenajes al asesino terrorista Santi Potros al salir de la cárcel y presentarse como un "héroe" por aquella parte de la población vasca que ya le aplaudió los crímenes. El mecanismo es el mismo. El yihadista aspira al paraíso; el etarra a que le pongan su nombre a la plaza de su pueblo.
La publicación de estos fragmentos no debe servir —como se aprecia en muchos de los comentarios— para acrecentar en rechazo al conjunto sino para fijarnos en los aspectos clave que hace que se llegue a este grado de radicalismo en personas que han crecido en las mismas escuelas y ciudades que sus víctimas.
Una cuestión clave es la salida de elementos radicales que llegan a sembrar entre las comunidades asentadas en los países europeos. Su presencia es consecuencia de las persecuciones en sus países, pero también por un deseo de "apostolado", por decirlo así, con lo que tratan de evitar lo que consideran la "occidentalización" y la pérdida de la identidad islámica. Es característico las comunidades fuera de sus países intensificar los elementos que consideran identitarios. La generación más joven es la más fácil de captar porque muchos se encuentran en tierra de nadie, culturalmente hablando.
El odio profundo que se encuentra en esas palabras recogidas —en el resto se ve la misma tendencia— en el sumario, la voluntad de hacer todo el daño posible, surge de un revanchismo con el que se alimenta a los menos privilegiados. No tienen nada en la tierra, pero lo tendrán en el cielo. En la tierra les queda la gloria del guerrero, ser recordados por todos como héroes.


La fase primera es la de desprecio de la vida, después la idea de haber sido elegidos para la gloria, ser instrumentos. Todo esto queda envuelto en una conciencia histórica del triunfo final, del cumplimiento de la victoria del que ellos formarán parte. Hay un segundo factor que es el factor emocional, que es el odio que se percibe en cada una de las palabras. Es un odio que va de lo concreto —los Mozos de Escuadra— a lo genérico —los cristianos, los "seres engañados"—. Es un odio en el que el manipular envuelve los demás sentimientos religiosos. Los "seres engañados" son los obstáculos para los planes de Dios, son los que una vez más han desoído y malinterpretado en mensaje. Ellos lo han comprendido correctamente y en esa lectura está convertirse en el brazo ejecutor de la divinidad en la tierra.

Mientras otras religiones han tratado de hacerse a los tiempos y cambian para adecuarse a los tiempos y sentires generales, el radicalismo islámico vive de las corrientes modernas de corte salafista, es decir, de regreso a las raíces, a la forma de vida de las primeras comunidades. Lejos de ser una cuestión personal, los que temen perder su influencia a través de la religión está acrecentando el sentido de defensa frente a las influencias de un mundo global. Cuando era fácil controlar las entradas de información, tenían en sus manos todo el poder. Pero la globalización de los medios de comunicación, que han llegado más allá de las clases ilustradas (de las occidentalizadas y de las islámicas), ha hecho que se intensifique la presión sobre las comunidades para evitar las "tentaciones" del abandono (ateísmo), la pérdida de identidad (occidentalización) o el desvío de la tradición (reformismo).
Creo que no hay ni explicación simple ni solución sencilla. En un mundo pequeño todo está conectado y de nada se puede escapar. Es evidente que es necesario reforzar y mejorar las medidas de detección a sabiendas que no son sencilla cuando se cuenta con la complicidad o el miedo de la una comunidad, muchas veces ceguera voluntaria.
La situación política de los países desde los que llega la inmigración no es sencilla: el que no es un caos es una dictadura y el que es estable es semillero reaccionario, como ocurre con Arabia Saudí. Las revoluciones y procesos poscoloniales no han logrado crear estados modernos, sino unas distancias enormes entre los que se occidentalizan y los que vuelven a las raíces a través del salafismo. A esas distancias se suman además las enormes diferencias económicas y educativas que generan.

Lo que es claro es el antioccidentalismo de unos (secuelas del colonialismo y de antinorteamericanismo creciente) y la transformación de la religión en violencia por parte de los sectores más radicales. Los primeros que padecen la violencia son ellos mismos, ya que ese movimiento no es solo contra Occidente sino contra aquellos dentro de la comunidad que no están dispuestos a plegarse a la dictadura social o personal.
Aquí hemos tratado críticamente el modelo egipcio de crear por decreto un "islam moderado". De muy poco servirá si se reprime a los activistas de lo único que puede frenar la violencia, los derechos humanos. Por eso la declaración de al-Sisi sobre lo poco adecuado de los Derechos Humanos para Egipto es uno de los grandes errores, otro más, cometidos. Por el contrario, Egipto se ha convertido en un estado represor y altamente autoritario, denunciado por los medios y las instituciones, profesionales o sociales, de todo el mundo. De las Naciones Unidas al Parlamento Europeo, de Amnistía Internacional a Reporteros sin Fronteras o Human Rights Watch, por citar solo algunos, han condenado las formas del régimen egipcio, que solo sembrará más violencia.
La astucia de los radicales es haber conseguido aislar a los reformistas y demócratas mediante la acusación de que son "traidores", vendidos a Occidente y que su objetivo es destruir desde dentro el islam. El mito arabo-islámico es precisamente el de la conspiración permanente contra ellos, el empeño del mundo en destruirles porque son los portadores de la palabra de Dios y se les ha prometido el mundo. Los radicales reciben financiación de los "piadosos" hombres de negocios que se hacen con su sitio en el paraíso mientras viven como reyes gracias a la situación de pobreza generalizada que les permite seguir controlando sus países. 


El diario El País se centra más en la figura del imam de Ripoll, el cerebro de los atentados y el adoctrinador del grupo. Se insiste mucho en que fue entrevistado hasta cuatro veces en 2012, tras su ingreso en la cárcel por drogas. Es de una enorme ingenuidad pensar que en ese tipo de entrevistas se va a conseguir mucho. Por el contrario, los más peligrosos buscan la colaboración cuando son detenidos, se muestran como víctimas de habladurías o malos entendidos y se ofrecen a informar, lo que les permite tener sus privilegios. Hasta que deciden actuar.
No se debe pensar en términos de fracaso policial. A veces tenemos la infantil pretensión de que por haber ido a ver a una persona esta confiesa sus planes y pide ser esposado. No es tan sencillo. Lo hecho por el imam no es nuevo. Es la forma de actuación habitual, pues vienen de países donde los contactos con policías brutales les han entrenado en el disimulo y aparentar la sumisión y colaboración. Tras repasar su trayectoria, El País nos cuenta su labor al salir de la cárcel por pasar 121 kilos de  drogas desde Marruecos:

Tras quedar en libertad, Es Satty viajó por distintos países -entre ellos Bélgica- y recaló finalmente en 2015 en Ripoll (Girona), donde la comunidad Annour le contrató como imán por 700 euros al mes. El secretario de la entidad, Minhaj Hammou, explicó a los Mossos que le pareció un “buen candidato” y afirmó que sus discursos eran “normales y nada radicales”. La rutina del cerebro de los atentados consistía en “ir de casa al trabajo y del trabajo a casa”, una idea que también confirmó su compañero de piso en Ripoll, que nunca observó un comportamiento extraño. Hammou afirmó sentirse “engañado” por el imán y mostró sus sospechas de que el imán logró “lavar el cerebro” a los jóvenes que finalmente cometieron el atentado. Tras el Ramadán de 2017, Es Satty pidió ausentarse tres meses para ir a Marruecos. La comunidad no le dio el permiso y dejó su tarea como imán.
Algunos familiares y personas del entorno de Es Satty -como el testigo protegido B-2- contradicen esa supuesta contención pública de Es Satty. Hafida Oukabir, hermana de Driss y Moussa, afirmó ante la policía que los sermones del imán eran “radicales”. “Hablaba abiertamente y por el altavoz de la Yihad y de la lucha armada, por la cual había que matar a los infieles”, detalló a los Mossos.**


No es fácil penetrar en estas comunidades en las que la vigilancia de unos a otros es constante. La misión de estos captadores es precisamente hacerse en la sombra con aquellos más fáciles de seducir. La cuestión teológica de qué debe hacerse con "aquellos que no creen en nuestros signos", los del "camino de la izquierda", y a los que se promete "fuego sagrado" tendrá la lectura que le quieran dar sin mucha dificultad. Basta con que se encuentren en el momento adecuado y se cree el estado emocional correcto. Una vez que crees que la vida vale poco y que su función es hacer lo que Dios te pide, el resto es sencillo.
Las fotos que aporta el diario El País parecen las de un grupo de adolescente realizando manualidades. Los textos de las grabaciones de El Mundo nos llevan a la cruda realidad: son asesinos cuya única preocupación es hacer el mayor daño posible a mayor gloria de Dios.
Los comentarios que siguen a los artículos son preocupantes. En un contexto de conflictos con la cuestión de la inmigración es muy fácil hacer demagogia. Y muchos la hacen. Los que quieren hacer carrera política, subir en las encuestas, ganar votos, etc. con discursos populistas anti inmigración usan el terrorismo como excusa, mezclando aspectos económicos, políticos e identitarios. Pronto todo es una peligrosa invasión que se come nuestros recursos y paga con sangre la mano tendida. Hay que evitar esto porque no lleva más que a una espiral de conflictos que se acaba convirtiendo en nuevas acciones. Es de la islamofobia y del racismo de donde sale la energía que los captadores atrapan para ponerlos al servicio de sus causas sangrientas. El odio se aprende en muchos lugares, de la escuela a la familia o en la mezquita, como señalan los testigos citados sobre los sermones del imam. 
Hay que gestionar de otra manera todo esto. La gran dificultad es el aislamiento de los que realmente pueden abrir puertas a la modernidad, el gran desafío del mundo árabe, que la rechaza en nombre de corrientes salafistas y similares o del antioccidentalismo, común en los discursos. 
Podemos prevenir, vigilar, seguir, etc. Pero no podemos cambiar las mentalidades, ni allí ni aquí. Preferimos ser aliados de países que tienen petróleo y las ideas más retrógradas antes que molestarles un poco. Estos días, Arabia Saudí ha expulsado al embajador de Canadá por denunciar la situación de los derechos humanos allí. Me parece muy bien lo que ha hecho Canadá, apoyar a la gente que lucha sola y en silencio, con el único apoyo de las organizaciones que piden su liberación después de ser encarcelados. Son ellos los que están dando la batalla de las conciencias, los que quieren países modernos y más libres. 




NOTA: Y un consejo: el atentado se produjo en mitad de la "cuestión catalana". Hay mucho paranoico suelto, por lo que los medios deberían cuidar su lenguaje y tono en estas cuestiones. Hablar de "puntos oscuros" porque Guardia Civil y CNI interrogaran (no "entrevistaron", que es otra cosa, ni "visitaron" que es un acto cortés) es dejar abiertas puertas que harán corriente. Ya es bastante complicada su labor para tener que aguantar este tipo de comentarios. No mezclemos las cosas, que ya están bastante revueltas. Allí y aquí.


* "Los terroristas del 17-A en la víspera de los atentados: "Os destrozaremos, enemigos de Alá"" El Mundo 6/08/2018 http://www.elmundo.es/cataluna/2018/08/06/5b687088ca47411d148b47d2.html
** "Agentes del CNI y la Guardia Civil se entrevistaron cuatro veces en prisión con el imán de Ripoll" El País 7/08/2018 https://elpais.com/politica/2018/08/07/actualidad/1533640276_604698.html



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