Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
consecuencias del Brexit para el Reino Unido son un engorro detrás de otro. Si
se pudiera ver el futuro de nuestras acciones por un agujerito, los británicos se
lo habrían pensado bastante mejor de lo que lo hicieron en su momento. Todavía
se siguen escuchando voces y recogiendo firmas para la convocatoria de un
segundo referéndum, algo a lo que los conservadores británicos se oponen
porque, entre otras cosas, si lo pierden supondría su hundimiento por décadas
haciéndolos responsables del desaguisado.
La
cuestión básica es que Reino Unido, se pongan como se pongan, forma parte de
Europa, de su mapa, de su cultura, de su historia. No tiene más que cruzar el
canal, por arriba o por abajo, por túnel, mar o aire, para darse cuenta. Los
euroescépticos, con influencias de Putin o sin ellas, se la jugaron. Y lo saben.
La
consecuencia es que ha quedado en tierra de nadie y sabiendo que el futuro
juega en su contra, ya que nada mejorará sino que irá deteriorándose. Todo se convertirá en decisión trágica condicionada por un error que entrampa su futuro. La creencia en que todo puede ser "como antes" tiene un problema: el "antes" ya no existe.
El
titular de la CNN no da un ejemplo del problema, "US ambassador Woody
Johnson warns Britain to side with Trump on Iran". Poco podían esperar que
a la automarginación de la Unión Europea se le añadiría tener que ponerse del
lado de Donald Trump. Recordemos lo ocurrido en la insólita visita de Trump a
Reino Unido hace unos días: manifestaciones generales en las calles de rechazo
y ausencia de diplomacia en los encuentros. Tomó el té con la reina de milagro,
porque la soberana que ha sabido superar todo tipo de problemas en su largo
reinado, no pudo librarse.
Con la
excepción de los saudíes y el gobierno de al-Sisi en Egipto (la gente es otra
cosa), nadie quiere seguir a Trump demasiado de cerca no vaya a ser que los
efectos no se puedan controlar y se vuelvan contra ellos.
La CNN
explica lo ocurrido con el embajador norteamericano:
The United States ambassador to the UK has
called on Britain to side with President Donald Trump on Iran or risk
"serious trade consequences" for UK businesses.
In a pointed intervention into an issue that
has strained ties between the two allies, Woody Johnson said the UK should
embrace Trump's hard-hitting sanctions on Iran, reimposed last week, and break
with its European partners who are seeking to preserve the deal to curtail
Iran's nuclear program.
"America is turning up the pressure and we
want the UK by our side. It is time to move on from the flawed 2015 deal,"
Johnson wrote in the UK's Sunday Telegraph, referring to the 2015 Obama-era
pact agreed by the US, Iran, Britain, France, Germany, China and Russia. Trump withdrew from the deal in
May.
"We are asking global Britain to use its
considerable diplomatic power and influence and join us as we lead a concerted
global effort towards a genuinely comprehensive agreement," Johnson added.
In a joint statement last week, Britain, France
and Germany said the Iran deal was "working and delivering on its goal"
and said they "deeply regret" the reimposition of US sanctions.
Europe has attempted to counteract the effects
of the sanctions by launching an updated version of its "Blocking
Statue," a measure intended to protect EU companies doing business in Iran
from being hit by punitive US measures.
On Sunday, Johnson seemingly disregarded the
move, urging British businesses directly to cut ties with Iran.
"The President has been explicit: any
businesses which put their own commercial interests in Iran ahead of the global
good will risk serious consequences for their trade with the United
States," Johnson wrote in the Telegraph.
"Only by presenting a united front can we
exert the maximum possible pressure on the Iranian regime and get them to
finally change course and put an end to their malign and reckless activities
both at home and abroad."*
Trump ha conseguido algo impensable hasta hace poco y que
debería hacer reflexiona: que puesto en una balanza Irán y los Estados Unidos,
algunos se lo piensen. El teocrático régimen de los ayatolas frente al inefable
Trump, modelando a su penosa imagen y semejanza a los Estados Unidos.
Si hace un par de días, el presidente turco Recep Tayyip
Erdogan amenazaba a los Estados Unidos con establecer alianzas nuevas con Rusia
e Irán, dejando de lado a los Estados Unidos y la Unión Europea en un
movimiento pendular, ahora le toca de nuevo amenazar a los Estados Unidos, pero
esta vez a Reino Unido, procedimiento insólito entre aliados, pero ¿quién puede
ser aliado de Trump? Pocos, desde luego. Los saudíes, como hemos visto, no son
aliados, sino más bien "protegidos", de donde sale la impunidad con
la que se enfrentan, en este último caso, a Canadá, otra perla que los Estados
Unidos de Trump han perdido.
Es interesante comparar el caso de Canadá con el del Reino
Unido del Brexit. Mientras Trump se distancia de Canadá, que es su vecino del
norte (del sur mejor no hablar), intenta acercarse a Reino Unidos, que se aleja
de sus vecinos naturales, es decir, la Unión Europea. Pero no hay que
engañarse, Trump no tiene interés en crear ejes, sino en sembrar discordia. Su
advertencia de alineación de Reino Unidos con ellos no es más que la constatación
de la soledad en que se encuentra.
Desde que Trump llegó al poder y empezó a decir que todo lo
que se había hecho en el mundo antes de él era un desastre, el mundo ha
empeorado sensiblemente: Irán, Corea del Norte, Israel, México, Centro América,
las Naciones Unidas, la UNESCO, el Pacto contra el Calentamiento Global, etc.
Hasta los Boyscouts han sufrido los
estragos de la llegada al poder de Trump. Hasta las motos norteamericanas más
famosas se han visto afectadas cuando han desafiado sus órdenes y ha llamado a
boicotearlas. Nadie está a salvo. Con amigo así, no hacen falta enemigos.
La megalomanía narcisista de Trump necesita —como Muamar El
Gadafi— ser amado y temido. El problema es que nadie le ama (solo los que le
votan) y todos le temen, incluidos (o especialmente) los aliados, es decir,
aquellos que mantienen unos lazos tradicionales con un país que, mejor o peor,
tenía cierto sentido global común, algo que ahora no tiene en manos de Trump.
A ningún dirigente internacional se le escapa que lo más
probable —veremos en las elecciones de mitad de mandato en otoño— es que la
situación pudiera cambiar si Trump no sale reelegido, como él se está
planteando. Eso implicaría que los que lleguen a la Casa Blanca revisarán lo
que este hombre está haciendo con el país, al menos en el plano internacional.
Si Trump sale de la Casa Blanca dentro de dos años, la celebración va a ser
mundial.
Las amenazas a Reino Unido (y a la Unión Europea) con
sanciones, tendría un efecto en cadena que crearía una situación imprevisible,
ya que China, Rusia, la Unión Europea, además de otros países difícilmente lo
van a aceptar.
Para Trump, cuanto mayor sean las reacciones, mejor. Esto le
servirá para calentar los ánimos y mostrar a sus electores cómo se las gasta y
su versión matona de Estados Unidos.
Hasta que a Trump no se le ocurrió poner los ojos sobre Irán
(después de Corea del Norte, Rusia, México, Filipinas, etc.) nadie tenía
objeciones al tratado firmado por los propios Estados Unidos, pero eso para el
nuevo presidente es como hablar de otro planeta.
Reino Unido se ve ahora en la tesitura de, en plena
negociación del Brexit, tener que elegir meterse en otro problema. La cuestión
es sencilla: se pone del lado de la Unión Europea, sus vecinos y con quien
tiene que convivir en sus fronteras, o se arriesga con Trump y las sanciones a
Irán.
* "US
ambassador Woody Johnson warns Britain to side with Trump on Iran" CNN
12/08/2018
https://edition.cnn.com/2018/08/12/uk/woody-johnson-uk-us-iran-intl/index.html
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