La
situación de la prensa en Egipto, como hemos señalado, con ocasión de
diferentes casos, es muy complicada. Lo es para la libertad de expresión, tanto
para la información periodística o la opinión expresada en los medios, como
para cualquier otra forma de expresión, como ocurre con los artistas, que ven
reducida su capacidad de realizar su trabajo por las múltiples obstáculos
administrativos que han ido creándose a su alrededor.
El
régimen sigue considerando que el silencio y la propaganda son los dos extremos
posibles. Con el empeoramiento de la situación económica, las subidas de los precios de los elementos
básicos, los recortes en los subsidios, etc. el descontento aumenta, por lo que
las medidas de represión son el remedio que el gobierno de al-Sisi ha elegido
como forma de "armonizar" a la población. Las conferencias, las
inauguraciones, las campañas militares en el Sinaí, etc. no logran convencer a
aquellos que padecen los efectos directos de los desastres acumulados durante
décadas y de los que se hace único responsable al 25 de enero de 2015, es
decir, cuando los egipcios dijeron ¡basta! a un régimen similar a este.
EgyptNews.net
publicaba el día 16 una noticia firmada por la Human Rights Watch sobre la
situación de los artistas. Lo hace con el títular "Egypt: Campaign to
Crush Artistic Freedom", desde el que ya se da cuenta de lo sistemático de
las medidas contra la comunidad de artistas:
(Beirut) - The Egyptian authorities have
arrested over a dozen people in a crackdown against artists, apparently
prosecuting them for exercising their freedom of speech, Human Rights Watch
said today. The government also has issued new decrees to severely curtail
freedom of expression. Security agencies and recently created government
entities have added layers of censorship to silence criticism of the government
on television and in movies, theaters, and books.
Since February 2018, authorities have arrested
or prosecuted an Egyptian poet, a prominent pop singer, a playwright, a belly
dancer, and several actors and filmmakers solely for their work. The Supreme
State Security Prosecution (SSSP), which oversees terrorism cases, or the
military prosecution unit, have summoned these artists, some of whom face
terrorism-related charges. New regulations have heightened barriers for
independent artists and nongovernmental organizations to organize public art
events, and the main state censorship authority is expanding its offices around
the country.
"The obsession with prosecuting artists
for expression authorities simply dislike shows what a farce President Abdel
Fattah al-Sisi's claim is that his administration's priority is 'fighting
terrorism,'" said Sarah Leah Whitson, Middle East and North Africa
director at Human Rights Watch. "It seems a key aim of al-Sisi's
government today is to brutalize and bully Egypt's entire society into silence
and submission, including the country's creative class of artists."*
La descripción del último párrafo de la situación es una
descripción que no es demasiado exagerada a la vista de la situación.
Comentamos ya aquí las medidas estrictas para la organización de festivales,
exposiciones, etc. que han de tener el control absoluto y la autorización por
parte de las autoridades administrativas en un intento de evitar cualquier
crítica.
La idea de que la obra de los artistas y sus críticas sean
considerados como "actos terroristas" no deja de ser un sarcasmo por
parte de un régimen que dijo haber cumplido la "hoja de ruta" hacia
la democracia. Pero como ya se preveía, la ruta llevaba a las raíces
autoritarias del régimen, superando con creces la represión del sistema
anterior, el del denostado Mubarak que por dejadez se dejaba aspectos que hoy
parecen muy importantes para el régimen de al-Sisi.
Hay que empezar a pensar que al-Sisi cree
realmente en su misión, ser el nuevo fundador de la
república egipcia y de los propios egipcios. Al-Sisi ve la
Historia y está a su servicio. En
ella ha visto un futuro en el que los egipcios con uniforme y sin él se
comportan de la misma manera y atienden los mismos mandatos. Todos se han
convertido gracias a las estrictas medidas aprendidas en escuelas japonesas
repartidas por el país y que han transformado el sistema educativo; un país en
el que todos se paran al tener el segundo hijo, hijos que mantienen sanos para
evitar gastos al Estado. Todos se han vuelto buenos musulmanes y los que están
encarcelados reconocen sus culpas y se arrepienten. Los familiares de los
desaparecidos, encerrados y muertos comprenden que la venganza es inútil y
olvidan gozosos, sumándose a los esfuerzos del estado. En las mezquitas solo se
enseña la versión más amable del islam y todos se han vuelto tolerantes y
felicitan las fiestas a los coptos de corazón. Y se apretarán las clavijas
hasta que todo esto se consiga... o reviente todo.
No hay demasiada ironía en lo anterior. Ese mundo idílico es
el que se llevará a cabo gracias a las medidas tomadas por el Ejército, que no
es más que el "pueblo" uniformado, siguiendo las órdenes del
presidente, que no es más que el "padre" del pueblo, también
uniformado.
Pero las medidas de represión constantes indican que esa
fantasía no prospera realmente más que en la propaganda. En realidad eso solo
se conseguirá con medidas a largo plazo y dando a los egipcios lo que no
reciben por parte del estado, que debe reformarse y no ser un foco de autoritarismo.
Es en este contexto en el que llama la atención el artículo
publicado en Ahram Online sobre los periodistas de Al-Jazeera encarcelados en
su momento en Egipto. El artículo, con el titular "Journalist Peter Greste
is prepared to sue Al Jazeera", tiene un sorprendente tono y afirmaciones
y debe encuadrarse en los "movimientos" de la prensa tras la creación
de un sistema de control de medios, profesionales y contenidos desarrollado
institucionalmente por el régimen:
New leaked emails from the inbox of
Egyptian-Canadian journalist Mohamed Fahmy indicate that Peter Greste, his
former Australian colleague and cellmate, is preparing to sue the journalists’
former employer: the Qatari-based Al Jazeera Media Network.
The two award-winning journalists were
wrongfully convicted in Egypt in 2014 for fabricating news and belonging to the
Muslim Brotherhood group, which the Egyptian government has designated as a
terrorist organization.
Many journalists and organizations dedicated to
press freedoms considered the trial—where the journalists received sentences of
seven years each—a travesty of justice.
Both journalists had been openly critical of
Egypt’s clampdown on the press and the security sweep that left thousands of
dissidents and many local journalists jailed in the aftermath of Egypt’s
revolution and subsequent changes in government.
From the outset, many analysts and prominent
journalists said that the case likely had little to do with the work of the
journalists themselves, and instead served as a manifestation of the vicious
ongoing dispute between the current Egyptian government and the state of Qatar,
which owns Al Jazeera and has been a major funder and backer of his Islamist
nemesis the Muslim Brotherhood group designated as terrorists in Egypt, Russia,
Syria, Bahrain, Saudi Arabic and the United Arab Emirates.**
Como puede apreciarse, se aprovechan los ataques de Greste
contra Al-Jazeera para arremeter contra el sistema judicial egipcio, tildando
de "farsa de justicia" los juicios celebrados contra los periodistas.
Se aprovechan las críticas contra la cadena qatarí para poder criticar las
acciones contra los periodistas, que se limitaban a realizar su trabajo. Pero
el régimen egipcio castigó a Al-Jazeera en la cabeza de los periodistas que
fueron quienes se llevaron los golpes en una acción "equivocada"
(como se dice) y excesiva, que efectivamente le valió a Egipto más condenas
internacionales de países, organismos e instituciones creadas para velar por la
libertad de expresión y de prensa.
Pasado un tiempo, las acciones del régimen contra los
periodistas de la delegación en El Cairo se vuelven contra él al quedar en
evidencia, lo instrumental de las medidas y la politización de la justicia, al
servicio del régimen. La cadena qatarí aprovechó además las acciones contra sus periodistas para
seguir atacando al régimen, por lo que este se granjeo más antipatías de las
normales en el plano internacional.
El artículo, firmado por, sigue la estrategia de atacar a
Al-Jazeera y a Qatar, resaltando lo erróneo e injusto de su juicio. Es fácil
entender el énfasis cuando muchos periodistas están bajo acusación de colaborar
con grupos terroristas o de expandir noticias falsas para desacreditar al Estado,
el Ejército, los Jueces, etc. En la categoría de "noticia falsa" entra
todo lo que no se haya afirmado antes por parte del gobierno.
En el texto se da el protagonismo a los periodistas a los
que se usó como "desafío" contra Qatar y la cadena televisiva, a los
que se considera una y la misma cosa, considerándolos "terroristas" y
portadores de los mensajes de los Hermanos Musulmanes.
Tras darnos cuenta de los líos ocurridos con los emails y los
documentos que se utilizarán contra las querellas, el artículo continúa:
Greste’s Australian citizenship allowed him
freedom of movement, whereas Fahmy was released from prison, but put on a
retrial and was banned from travelling outside of Egypt.
While Fahmy was ultimately pardoned after his
first conviction and allowed to return to Canada in September 2015, when
prominent British human rights lawyer Amal Clooney took on his case.
The lawyer has criticized the Egyptian judiciary,
describing it as a ‘tool of repression,’ but also released a statement
criticizing the Qatari channel: “Al Jazeera should also respect the spirit of
the Riyadh Agreement, which requires that parties should not foment hatred
between groups but rather work openly and cooperatively with each other in a
spirit of reconciliation.”
In May 2015, flanked by his Canadian lawyers,
Fahmy announced in a press conference in Cairo that he had filed a lawsuit in
the British Columbia Supreme Court against Al Jazeera demanding the network pay
$100 million in punitive and remedial damages for its “negligence” which he
believes had contributed to his conviction.**
El Acuerdo de Riyadh (Riyadh Agreement) es el nombre puesto
al acuerdo secreto mediante el cual una serie de países, incluido Qatar, se
comprometían a no interferir en los "asuntos" de los otros y, en
especial, a no apoyar a los grupos disidentes de cada país. Es la forma en la
que estos autócratas se protegen entre ellos de los que ha sido siempre su
estrategia, alianzas para debilitar a sus vecinos. No es nuevo, así ha sido
siempre, pero las divergencias obligaron a ponerlo por escrito. Los firmantes
fueron en primera instancia Arabia Saudí, Qatar y Kuwait, posteriormente lo
harían los Emiratos, Bahréin y Abu Dhabi. El compromiso incluía también no
amparar a la Hermandad Musulmana y apoyar la situación de Egipto tras el golpe
para mantener su "estabilidad".
El acuerdo, sacado a la luz por la CNN incluía una
referencia a Al-Jazeera:
A second agreement headlined "top
secret" and dated November 16, 2014, adds the King of Bahrain, the Crown
Prince of Abu Dhabi and the Prime Minister of the UAE. It specifically mentions
the signatories' commitment to support Egypt's stability, including preventing
Al Jazeera from being used as a platform for groups or figures challenging the
Egyptian government.
The second agreement specifically mentions Al
Jazeera, and not other media outlets like the Saudi-owned Al Arabiya. After the
agreement was signed, Al Jazeera had shut down a channel dedicated to coverage:
Al-Jazeera Mubashir Misr.***
Por todo ello, viendo la importancia que se le da a Al-Jazeera,
el artículo publicado en Ahram Online defendiendo a los periodistas, atacando a
la cadena (y a Qatar) y criticando duramente la labor de los jueces, conectados
directamente con el gobierno, revela de nuevo que los ataques a la prensa —en
medio de un entorno altamente represivo para toda manifestación, real o solo
posible— manifiestan una corriente
profunda que está aflorando en diversos medios.
Los ataques a los artistas (y demás intelectuales), a miembros
de la comunidad académica (como en el caso de la profesora Mona Prince), a los
periodistas, presentadores de los medios, etc. está dejando un panorama
asfixiante en Egipto.
Creo que es el primer caso en el que es tan grande la
contundencia contra la judicatura y su uso político por el gobierno. Se ataca a
Qatar y a la cadena Al-Jazeera, pero se defiende la integridad de los
periodistas, a los que se considera injustos paganos de las disputas entre
estados o gobiernos. Greste y los demás periodistas de la delegación arremeten contra la cadena y se sienten manipulados. La prensa egipcia aprovechará la ocasión para atacando a Qatar y Al-Jazeera poder defender a los compañeros, como lo han hecho ahora. Era algo que estaba pendiente. De paso ajustan cuentas con la Justicia y el sistema.
* Human
Rights Watch "Egypt: Campaign to Crush Artistic Freedom" Egypt News
Net 16/08/2018 http://www.egyptnews.net/news/257846377/egypt-campaign-to-crush-artistic-freedom
**
"Journalist Peter Greste is prepared to sue Al Jazeera" Ahram Online
18/08/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/8/309856/World/Region/Journalist-Peter-Greste-is-prepared-to-sue-Al-Jaze.aspx
***
"Exclusive: The secret documents that help explain the Qatar crisis"
CNN, 11/07/2017
https://edition.cnn.com/2017/07/10/politics/secret-documents-qatar-crisis-gulf-saudi/index.html
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