Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
información de la agencia Reuters desplaza en titulares el foco de la disputa
entre Canadá y Arabia Saudí a los Estados Unidos, "Canada to ask allies to
help cool Saudi dispute; U.S. offers no aid"*. Y hace bien, es
significativo que los Estados Unidos de Donald Trump abracen saudíes mientras se
mantienen distantes (o insultan a Justin Trudeau, como hizo Trump tras la
última reunión del G7 a primeros de junio) de un país democrático como es su vecino Canadá. Pero así es la política seguida por Trump.
El
conflicto se ha producido estos días tras las críticas a Arabia Saudí por parte
de Canada respecto a las cuestiones de los Derechos Humanos, en especial, a los
derechos de las mujeres. Arabia Saudí ha expulsado al embajador canadiense, ha hecho
volver al suyo desde Canadá, ha suspendido los acuerdos comerciales y le ha
pedido a las 15.000 estudiantes saudíes en universidades canadienses que
regresen a casa, según la información de
Reuters.
La
cuestión que se plantea es importante porque están por medio los Derechos
Humanos y la forma de enfocar las relaciones entre países. Una constatación: el
hecho de ser "aliado", "socio" o "comprador" permite
pisotear los Derechos Humanos, es decir, los gobiernos anteponen los intereses
económicos o estratégicos (o ambos) a lo que debería ser prioritario, la
defensa de los pueblos que padecen la represión de sus gobiernos, que viven en
constantes limitaciones más o menos cruentas según los casos. El propio
gobierno canadiense se ha encontrado con una disputa interna, la ocasionada por
la venta de vehículos militares a Arabia Saudí.
El régimen
de Arabia Saudí es uno de los más retrógrados sobre la faz de la tierra; ya lo
es entre los demás países islámicos. Sin embargo, las alianzas estratégicas en
la zona y el petróleo (su peso en la OPEP) le convierten en prácticamente
intocable. Occidente hace negocios con él de forma habitual. Los negocios son
cuantiosos pues es la forma de asegurarse la "tranquilidad": mientras
ellos puedan comprar o invertir en otros países tienen asegurada la protección.
Velan por ellos los mediadores y los beneficiarios directos de los negocios. La excusa, claro está, es la seguridad de la zona, una vez establecida la idea de que las "revoluciones" democráticas en la zona traen desorden y las dictaduras, en cambio tranquilidad y prosperidad.
Lo
hecho por Canadá es atípico y la fuerte reacción de Arabia Saudí solo tiene sentido
para evitar que vean debilidad y que son criticados. La pretensión de los
gobiernos islámico-teocráticos, oficial o extraoficialmente, de que son
intocables tiene el fundamento mantener la idea de que son respetados en el
mundo exterior. Es la forma de desalentar a los disidentes. ¿Qué ánimo se tiene
para luchar en tu país si ves que los gobiernos extranjeros que dicen defender
la democracia y los derechos humanos abrazan efusivamente a estos dirigentes autoproclamados como elegidos por Dios? La maquinaria propagandista interna y
la férrea censura hacen el resto. Los que se saltan los bloqueos acaban mal, en
la cárcel o en el patíbulo, con la cabeza cortada.
En
2015, el diario ABC se preguntaba en un titular "¿Por qué son casi
idénticos los castigos en Arabia Saudí y en el «Estado Islámico»?" y
llegaba a la siguiente conclusión:
La aplicación de mil latigazos -además de la pena
de prisión- a un conocido bloguero, y la decapitación pública de una mujer, han
vuelto a situar a Arabia Saudí a la cabeza de los regímenes con castigos más
estremecedores para quienes infrinjan sus leyes. La diferencia en materia de
castigos entre el sistema saudí y el yihadista que ha establecido un «califato»
en el norte de Siria y de Irak se reduce casi a la publicidad: el Estado
Islámico (EI) los difunde por internet, y Riad en cambio prohíbe que se filmen
o se fotografíen. Hace pocos días, las autoridades saudíes encarcelaron a un
funcionario de prisiones que tomó fotos de una decapitación pública.**
En
efecto, nada complica más las relaciones exteriores que esas fotografías de
ejecuciones de hombres o mujeres. Es lo que más daño hace a su imagen,
construida a golpe de silencio y talonario. Los países "socios" o
"aliados" tampoco están muy interesados en que salgan estas noticias
que comprometen su situación ante la opinión pública en su propio terreno. Son
ellos los que deben aguantar las acusaciones de los grupos de derechos humanos
o de los exiliados. Esto vale para vehículos militares, como el propio Canadá, o para un tren de alta velocidad a La Meca, como España.
El
diario explicaba esa identidad jurídica y penal señalando que ambos beben de la
misma madre ideológica, el wahabismo, nacido en el siglo XIX en la propia e
inexistente entonces Arabia Saudí. Aclaraba ABC entonces:
El pasado 16 de diciembre, el Estado Islámico
publicó una lista de delitos, con sus respectivos castigos, para su difusión en
los territorios que controla militarmente. Son crímenes «hadd», que los
yihadistas consideran «contrarios a los derechos de Dios» y proceden de la
tradición de los «hadith», los dichos del profeta Mahoma. En teoría son de
obligado cumplimiento para todos los regímenes islámicos, pero solo los aplican
en sentido estricto Arabia Saudí y el «califato terrorista».
La blasfemia, el asesinato y la práctica
homosexual están castigados con la muerte: a espada y en plaza pública, en
Arabia Saudí, o a cuchillo en los territorios del EI. El adulterio se paga con
la lapidación en los dos territorios. El robo, con la amputación de una mano.
El asesinato con robo, con la crucifixión en el Estado Islámico y la
decapitación en Arabia Saudí. El consumo de alcohol, con la pena de
flagelación. Se desconoce el número total de ejecuciones aplicadas por los yihadistas
del EI, pero diversas oenegés estiman
que Arabia Saudí ejecutó en 2014 a 87 personas; en las primeras tres semanas de
este mes ya han sido decapitadas 15.**
Un
bonito repertorio penal que complica mucho la vida de los gobiernos
"amigos". Pero los saudíes tienen la espada en una mano y la
billetera en la otra, lo uno vale por lo otro. Una de las más sorprendentes
campañas es la que promociona la "apertura" del nuevo príncipe
coronado. Falta poco para convertirle en la Madre Teresa, presentando como
enormes logros y liberalidad que pueda haber salas de cine o que las mujeres
puedan conducir. El listón estaba tan bajo que cualquier cosa —que ha tenido
detractores y resistentes dentro— aparece como un logro inmenso.
El
mundo se ha conmovido porque las mujeres saudíes pueden aprender a conducir e
incluso salir con un coche; está por ver si solas o acompañadas. Es un logro
para ellas, pero no significa nada en cuanto a la valoración del régimen.
Las
mujeres saudíes han dado —algunas su vida— por una pocas migajas que, cuando
hay hambre, parecen colosales festines. Pero no es más que una ilusión: el
régimen sigue tan retrógrado como siempre. Se ha hablado de la "revolución
silenciosa" de las mujeres saudíes. Es cierto, no es el régimen quien
evoluciona, sino que las mujeres han tenido el valor de reivindicar sus
derechos.
En las
concesiones mínimas tiene mucho que ver la estrategia económica a largo plazo.
Los saudíes saben que su única fuerza es el petróleo y el añadido de no
beligerancia con Israel, que está en segundo plano. Aquí también se trata de
una estrategia interesada: no quieren que Hamás y otros grupos islamistas vinculados
a los Hermanos Musulmanes tengan acceso al poder. Son rivales en las ideas. Si el Estado
Islámico y Arabia Saudí comparten una misma visión del islam, de corte wahabita,
los "islamistas políticos" tienen su propio credo y agenda y no ven
con buenos ojos las monarquías. Como suele ocurrir, una competición por ver
quién está más cerca de la virtud y la piedad. Por supuesto, todos son enemigos de los laicos y reformistas
que tratan de separar religión y política o, si se prefiere, las creencias
religiosas de la vida pública. Pero esto no solo es inadmisible sino fuertemente castigable, la muerte directamente, como bien señalaba ABC.
Si más
gobiernos hicieran lo que ha hecho Canadá (o lo que hizo Italia retirando más de un año a su
embajador por la desaparición, tortura y asesinato del estudiante
Giulio Regeni), habría más credibilidad por parte de los pueblos, que verían
que la solidaridad con ellos no es solo palabrería.
Puede
que Justin Trudeau se haya ganado algunos enemigos poderosos por hablar de los
derechos humanos en Arabia Saudí, pero es seguro que muchos le habrán
agradecido el gesto, incluidos muchos saudíes y la mayoría de los canadienses
que le eligieron para algo más que mirar para otro lado. El compromiso era
obligado, según explica Alex Neve, secretario general de Amnistía Internacional
de Canadá:
There are likely two reasons Canada stepped in
now, Neve said. One is Trudeau’s public commitment to women’s equality and
human rights issues as a matter of foreign policy. The most recent arrests, he
said, are “symptomatic of a crackdown on women’s rights activists that has
intensified quickly over the last three months.”
The second, Neve said, is a matter of who was
arrested: Nassima al-Sada and Samar Badawi. Badawi, a prominent activist who
has been jailed before for her work, is the sister of Raif Badawi, a dissident
blogger also currently under arrest in Saudi Arabia. Raif’s wife Ensaf Haidar lives
with the couple’s children in Quebec, where they recently became Canadian
citizens.
“That obviously brings both of their cases much
closer to home,” [Alex] Neve said.***
La
respuesta de Arabia Saudí ha sido como un estallido. A lo antes ya citado, ha
retirado a los enfermos hospitalizados con tratamientos en Canadá y les ha
buscado nuevos destinos, según informa Global News de Canadá.
La
falta de respeto de Arabia Saudí por los Derechos Humanos no es su preocupación. Lo es, en cambio, que otros se lo recriminen oficialmente. La gigantesca campaña de imagen
intentando mejorar al régimen a los ojos del mundo se quiebra cuando salen a la
luz la situación cotidiana, la que les toca vivir. Las pocas reformas hechas —aquí
hemos recogido algunas en estos años— no van a cambiar la situación real de las
mujeres o de los que reclamen otro tipo de mejora democrática. El régimen de
esta monarquía teocrática está a años luz.
El
temor es a que el ejemplo dado por Canadá al criticar al régimen saudí pueda
extenderse y se les complique la vida. La pérdida de sentido solidario internacional es palpable.
En su lugar, solo queda ya sitio para los negocios y las alianzas mirando para
otro lado. Arabia Saudí es intocable; ese es el mensaje que mandan todos los
que miran para otro lado. Es así como uno de los regímenes más retrógrados del
planeta, de donde sale mucho dinero oscuro para financiar doctrinas poco
saludables, se crea un cinturón de seguridad.
Que
Estados Unidos de Trump se inhiban y tenga mejor trato con los saudíes y
dictadores de la zona que con Canadá lo dice todo. Aquello que se dio en llamar
la "comunidad internacional" y que servía para evitar los excesos de
las dictaduras ha desaparecido en beneficio del cálculo y el interés, algo que
complace a inversores y déspotas. Las condenas en las Naciones Unidas se quedan
en casi nada, en una pequeña vergüenza que dura unos días. Nada hay más
peligroso que los dictadores con dinero. Lo son porque compran el silencio abriendo sus negocios a los que los aceptan. Siempre hay personas, grupos, empresas, países... dispuestos a aceptar lo que llega sin mirar el sufrimiento que ha producido. Pero no es ético enriquecerse con el sufrimiento y la falta de libertades de otros.
Nos sumamos desde aquí a la condena del encarcelamiento de Nassima al-Sada y Samar Badawi y pedimos su liberación. Tienen que seguir trabajando por las mujeres saudíes.
Hay mucho camino por recorrer. Que no estén solas.
* "Is
Canada being inconsistent about human rights concerns in Saudi Arabia?"
Global News (Canadá) 7/08/2018
https://globalnews.ca/news/4374991/canada-saudi-arabia-human-rights-concerns/
*
"Canada to ask allies to help cool Saudi dispute; U.S. offers no aid"
Reuters 7/08/2018 https://af.reuters.com/article/worldNews/idAFKBN1KS23K
**
"¿Por qué son casi idénticos los castigos en Arabia Saudí y en el «Estado
Islámico»?" ABC 23/01/2015 https://www.abc.es/internacional/20150123/abci-castigos-arabia-saudi-califato-201501221323.html
***
"Is Canada being inconsistent about human rights concerns in Saudi
Arabia?" Global News (Canadá) 7/08/2018
https://globalnews.ca/news/4374991/canada-saudi-arabia-human-rights-concerns/
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