Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Muy mal
lo debió pasar Gamal Sayed, un ciudadano egipcio de 56 años, cuando, camino del
Defensor del Pueblo para presentar una queja, pasó por delante de un grupo de
manifestantes acampados que protestaban en el barrio de Heilópolis, cerca del
palacio presidencial. Las causas de la protesta no importan porque hay motivos
más que suficientes y se pueden sumar unos con otros.
Gamal
comenzó a darse cuenta que los acampados que protestaban dejaban de corear sus
gritos de demanda y le miraban de forma extraña. Poco a poco, se le fueron
acercando y rodeándolo le miraban con detenimiento. No hace falta echarle mucha
imaginación para ponerse en la piel de Gamal. Rodeado por la gente, cada vez
más alterada, lo zarandearon y algunos querían meterlo en una de las tiendas,
con muy malas intenciones. Gamal Sayed escuchó un grito que, aunque frecuente
en Egipto y presente en todas las bocas, nunca le debió sonar más
intranquilizador: "¡Morsi!" Y pronto corrió la voz "¡Hemos
detenido al presidente!"
Finalmente,
prevaleció el sentido común y, antes de que pasaran a mayores, le pidieron que
se identificara. Gamal Sayed, me imagino que aliviado, pudo sacar su
documentación y demostrar que él no era el Presidente Mohamed Morsi. Al
escuchar gritos de que habían detenido al presidente, la policía se acercó a
ver qué ocurría y se terminó de aclarar el asunto: Gamal era Gamal y Morsi seguía siendo Morsi. Y cada
uno en su casa.
La
historia nos la esbozan en el diario Al Masry
Al-Youm (Egipto Independiente) y forma parte de la historia anecdótica de
lo que significa protestar en Egipto y cómo suelen acabar las cosas. Gamal
Sayed, les contó a los periodistas tras la aclaración:
“My right eye is completely blind and one of my
legs is handicapped. I am 56 and have no source of income. I came here to ask
for a kiosk anywhere, a bicycle cart or a pension.”
Pero mira por donde, el equívoco le ha dado a Gamal Sayed
unas cuantas buenas ideas sobre su futuro. Tras haberse jugado la cara al pasar
por delante de los manifestantes y abalanzarse sobre él, Gamal pensó que si su
parecido con el presidente Mursi incitaba al linchamiento, algún parecido sí debía
haber. Decidió cobrar a libra la foto de los que desearan retratarse con él,
algo que hicieron algunos manifestantes.
Puede que Mohamed Morsi lleve a la ruina al país, pero hay
al menos un ciudadano que le va a sacar provecho. En Egipto se monta un negocio
rentable con mucho menos. Así, Gamal Sayed será el primer interesado en que
Morsi siga en el poder.
Yo tuve un compañero, hijo de un conocido humorista, que era
clavadito a Felipe González. Lo malo es que no pudimos apreciarlo hasta que
llegó la democracia y, con ella, Felipe González. No sé con qué se ganaba la
vida. Solo sé que una vez me sorprendió verlo en la pantalla del cine, con
acento andaluz —cosa que no tenía de natural— diciendo "zin acritú", y con una chaqueta de
pana, que tampoco tenía en la época del colegio. Claro que en España no se han
hecho muchas películas con Felipe González. No es como en los Estados Unidos,
que hacen un montón de películas con los presidentes, la mayor parte de
atentados o de broma. El que se parece a George Bush se forra e, incluso,
pueden llegar a actuar a la vez para sonrisa del auditorio. Cuanto más "jaimito"
sea un presidente, más parodias provoca y se le llama para todo tipo de actos,
no solo para películas o anuncios, que son otro filón. Cuando un presidente cesa o se retira, su doble va al paro. En el Reino Unido es un
trabajo bastante más estable, porque el reinado de Isabel está siendo muy largo, para desesperación de su hijo Carlos, que va a ser visto y no visto. Parecerte a
la Reina Isabel de Inglaterra es provechoso y, además, siempre podrás hacer de
doble de Helen Mirren, que seguro que tiene también una conversación muy
agradable a la hora del té.
En cambio, parecerte a Morsi no sé si es más arriesgado que
rentable. Es más como "El prisionero de Zenda", pero en egipcio; tiene más peligro. Hay que avisar que eres tú, no sea que alguno se deje llevar
y venga lanzado, como una moto, a por ti. Espero que los Hermanos no vean en parecerse a Morsi una afrenta a algún principio y lo contemplen más bien como una bendición. A una libra la foto, Gamal Sayed
podrá dejarse besar por los seguidores de los Hermanos Musulmanes y dejarse
estrangular por sus detractores, que no están los tiempos para dejar pasar
nada. La basta con ir de acampada en acampada, de manifestación en
manifestación, para ganarse la vida. Puede que incluso se acerquen a él muchos a pedirle trabajo.
Quién le iba a decir a él, tuerto y cojo, que iba a suplicarle
un negocio al gobierno para poder sobrevivir, que le llegaría la fortuna por esta
extraña vía. Sus oraciones fueron finalmente escuchadas y hubo que llevar al
palacio presidencial a Mohamed Morsi para que el bueno de Gamal Sayed tuviera
su recompensa.
Una señal, sin duda.
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